Literatura Cronopio

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EL SUEÑO DE VENECIA (1992): QUINCUAGÉSIMO ANIVERSARIO DE LA PÉRDIDA DE LA MEMORIA ESPAÑOLA

Por María del Rocío Vallejo Alegre*

Paloma Díaz-Mas, autora de El sueño de Venecia comenta que al iniciar su novela quería recrear la historia del barrio que la vio nacer y donde pasaría gran parte de su juventud (Morales, 39). Pero está claro que esta primera intención fue transformándose llevándonos a un viaje en el tiempo, logrando provocar una reflexión en el lector sobre el pasado (lo que ocurrió) y la historia (lo que creemos saber de lo que ocurrió) [1]. Enmascarando en su relate toques de ironía sobre la condición de la sociedad española a través de los ojos de los diversos estratos que la han constituido en el tiempo, dándole al pasado la oportunidad de ser reivindicado en la historia.

«El pasado está ahí, tentador y en el mejor de los casos aparece como a través de un cristal opacado. Solo una pequeña parte de este sucumbirá a los esfuerzos del historiador»

James Wilkinson (26) [2]

La trama de la novela gira alrededor del cuadro que posee el retrato del matrimonio de doña Gracia de Mendoza, bellísima cortesana, y su joven marido, al que curiosamente le dobla en edad. El lienzo, creado en el siglo XVII, sobrevive a diversas andanzas logrando llegar hasta nuestros días, artificio por el cual la autora no solo permite conocer las diversas interpretaciones que los personajes del libro le otorgan al cuadro a través del tiempo (historia), sino que además permite al lector viajar junto con el cuadro conociendo el pasado, la verdad de lo que ocurrió. En el final de la obra, [que ocurre] en la época actual, encontramos el último toque de sarcasmo: los avances científicos del presente nos revelan una vez más, una historia que no es la ocurrida; pero al ser científicamente «verídica» cubrirá con su manto el pasado, la verdad de lo que pasó.

Con únicamente 221 páginas El sueño de Venecia brinda al lector un sinfín de posibilidades por lo que ha sido objeto de numerosos estudios, inclusive tema de tesis doctorales.

Al inicio me aboqué apasionadamente a la identificación de «evidencia», con el objeto de establecer una línea entre realidad y ficción. Así comprobé la existencia de las calles y el barrio inspiración de nuestra autora. Para mi gran sorpresa también encontré la historia oculta de la Casa del Pez, los escándalos alrededor del convento de las benedictinas de San Plácido, las visitas de Felipe IV a dicho convento, la intervención del Santo Oficio y la creación de El Cristo de Velásquez bajo órdenes del monarca como acto de contrición. La tienda de chocolates El Indio con su impresionante estatua, e inclusive una litografía que guarda una gran semejanza con el lienzo centro de la obra. Justamente será esta litografía la que me lleve a descubrir una nueva arista en la interpretación del sueño de Venecia.

La que me conduce a este nuevo enfoque es María Elena Soliño en su artículo «Revealing Beauty/Revealing History in El sueño de Venecia» (2008) al mostrarme la litografía de Doña Gracia Nasi, creada por el artista Arthur Szyk [3] argumentando que dona Gracia de Mendoza corresponde a la heroína sefaradí Gracia Nasi-Mendes, la cual vivió entre (1510 – 1569) júzguese el parecido con la descripción que Pablillo nos brinda de su retrato y el de su amada esposa:

«Ella acomodada en una silla de respaldo, […] los ojos fijos en el pintor. Yo, de pie tras ella, en el hábito de más hombre de bien que imaginarse pueda, […] mis calzas de lo más fino, y mi capa aforrada, y hasta mi espada pendiente de un tahalí» (50).

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Díaz-Mas monta una parodia y, bajo un manto de reflexión histórica entrelazada con ficción, busca dar voz a los numerosos silencios del pasado español. Utilizando diferentes épocas históricas permite evidenciar la problemática de los valores de la sociedad española. Así en el primer capítulo se presenta la visión de las clases marginadas en el siglo XVII, empezando por el propio Pablillo, que ha sido abandonado en la calle (14), termina irónicamente en una muy buena posición junto a su esposa dona Gracia de Mendoza (47). La visión del emigrante, que añora su país (19) y que está realizando el trabajo más difícil, jugándose en ello la vida y cáusticamente así la pierde, sin lograr reconocimiento alguno. La homosexualidad (38) seriamente perseguida por la Inquisición de la cual casualmente se salva Pablillo, para caer en los brazos de una puta-judía, que sarcásticamente sería su propia madre (56), hasta llegar a la visión de un esclavo cuyas destrezas se comparan a las de Velázquez, o inclusive las superan, pero la sociedad obviamente no está preparada para tener un esclavo libre, imagínense a un Velázquez «negro» (47).

En el Segundo capítulo se presenta cómo era percibida España por los extranjeros en el siglo XIX: «los españoles son salvajes» (57), «tienen mal gusto» (56), «son rústicos» (58), «chapados a la antigua» (61), «de gusto vulgar» (62) inclusive, «considera que el propio español se autodeprecia y se ciega admirando a los franceses» (64). También describe la arquitectura «desdichada», «fealdades especialmente lamentables» (59), «provincias rústicas y salvajes» (58), «calles estrechas, oscuras, sucias y sin pavimentar, en toda la ciudad no existe un edificio digno de mérito» (61). Irónicamente esa tierra española que Lord Aston tanto critica, lo cautivará por sus «majas» (73), «sus antigüedades», «sus pinturas» (78), «sus libros» (85) y aún regresando a su querida Inglaterra, vivira extraiiando esa tierra que le ha robado el corazón (23).

En el tercer capitulo, la visión es la de la clase media española, una clase trabajadora que aún guarda un vínculo con su reina Isabel, evidencia de esto la encontramos cuando la familia Zapa llama a su hija con este nombre (130). Se está dando una migración a la ciudad (146) pero la vida de la ciudad tampoco es para todos, como el caso de Urbano que prefiere regresarse a su pueblo (130). Existe una gran afluencia de riqueza por parte de las colonias en América (136), [en las que la] «mayor parte eran mercaderes y adoraban la cruz o también la cara o vale decir que al dios de dos caras servían y daban pleitesía» (20). Sarcásticamente la descripción de Italia realizada por el primer amo de Pablillo alrededor de los años 1650, es la descripción de España 216 años después (1866). La inestabilidad política se acentúa: no se ha respetado la constitución de los liberales por lo que están muy molestos, los carlistas quieren el poder, la reina está perdiendo a su pueblo (el vínculo se está quebrando), hay movimientos socialistas y democráticos (Madariaga, 96, 103); todo esto desembocará en la insurrección el 22 de junio de 1866. Justamente [la] fecha elegida por Díaz-Mas para el suicidio de Álvaro (156) al no poder aceptar la verdad de su pasado, al descubrir que ha cometido incesto, paradójicamente repitiéndose la historia de sus ancestros Doña Gracia de Mendoza y su joven marido, con la diferencia de que ellos nunca lo descubrieron.

El cuarto capítulo pertenece a la posguerra española (siglo XX), donde la narradora es una niña que representa la nueva generación —generación que es sumamente mimada (165)—, que aún guarda un vínculo de esperanza (205), pero el materialismo está tomando control lentamente de ella. Lo vemos en el uso y consumo de marcas: «Cola-Cao» (134), «Sigma» (169), «Pastas Campurrianas» (169) y obviamente los «súper héroes» (173). También se observa la influencia extranjera: radio internacional, «Goundeful, Goundeful Copenague» (190). Cabe preguntarnos si es sátira o casualidad que Díaz-Mas cite parte de la famosa canción «Las tardes del Ritz» [4]:

«Puesle diré, si me quiere asustar,

que soy cardíaca y por esa razón

no debo llevarme ninguna emoción». (193)

En el capitulo anterior, Álvaro se suicida al conocer su pasad. Ahora en la posguerra nadie se quiere asustar, todos son cardíacos y por ello nadie quiere llevarse ninguna emoción.

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En la siguiente página de la novela (194), Díaz-Mas nos responde muy sutilmente:

«—¿Qué es cardíaca?

—¿Cardíaca que está mal del corazón?

—¿Y una emoción?

—Una ilusión muy grande».

No es coincidencia, es sarcasmo por parte de Díaz-Mas: los españoles tienen miedo a las emociones, tienen miedo a tener una ilusión muy grande.

Y es así come se llega al siglo XX, donde la visión científica es la que rige y es capaz de reconstruir cabal y verazmente la verdad (221), probando con ello la falsedad de la historia. El científico no es capaz de interpretar correctamente la evidencia, para poder plantear un acercamiento a lo que ocurrió en el pasado, «hubiera sido una muestra de cinismo imperdonable —según eran los tiempos que corrían—» (221). La ironía radica en que el científico, siendo científico, no posee el conocimiento para una correcta interpretación de los hechos. Pero Paloma Díaz-Mas ya no está hablando del científico, ¡está hablando de España!, ¡España no conoce su pasado!

Salvador Madariaga en España ensayo de historia contemporánea (1944) define el espíritu del pueblo español en los años del reinado de Felipe II (1527-1698):

«Al rey la hacienda y la vida se ha de dar;

Pero el honor es patrimonio del alma

Y el alma es solo de Dios». (52) [5]

Y ante el silencio provocado por la guerra civil española alza su voz:

«No está en crisis la Monarquía.

Lo está la nación. Lo está la raza.

No se ventila solo la capacidad de los españoles

para organizar un Estado monárquico o republicano,

sino su capacidad de organizarse como nación» [6]

Eduardo Subirats en su ensayo Después de la lluvia. Sobre la ambigua modernidad española (1993), verbalizará los silencios diciendo: «No se trata de un problema de culpabilidades o responsabilidades, es cuestión de reconocimiento y restauración de una memoria negada, censurada, mutilada y deformada» (158) al referirse a la expulsión de los judíos y musulmanes, así como al descubrimiento de América.

Vicente Manzano-Arrondo en su artículo «Aspectos psicológicos de la crisis» (2010) rompe nuevamente el silencio y «establece que la actitud que el español está tomando ante la crisis es de “impotencia conformista” definiéndola coma una actitud pasiva, con falta de compromiso y de implicación. Además establece que si no realiza un cambio social profundo, no se saldrá de la crisis actual, ni de las que vendrán en el futuro». (13)

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Numerosas voces se han alzado buscado hacer un llamado a la conciencia española [7], no es casualidad que Díaz-Mas sea profesora de literatura española y sefardí (Díaz-Mas), tampoco es casualidad que publique su libro en 1992, celebración del quincuagésimo aniversario del descubrimiento de América y de la conquista de Granada, último reducto de los reyes moros en España. Tampoco es casualidad que doña Gracia de Mendoza, sea cortesana-judía-incestuosa y que su retrato sea de gran estima para sus descendientes (78), que sea revestida por el Espíritu Santo, convirtiéndose en la imagen de la Virgen. No es una eventualidad que la pintura sea atesorada en el convento de San Plácido y protegida durante la guerra civil (207), ejemplificando la esperanza en la época de la posguerra (205), y qué decir del suicidio de Álvaro ante el conocimiento del pasado, ante el conocimiento de la verdad (156).

Díaz-Mas utiliza 221 páginas para montar una parodia y, bajo un manto de reflexión histórica entrelazada con ficción, conmemora en 1992 el quincuagésimo aniversario de la pérdida de la memoria española, creando con su obra la evidencia que permite a generaciones presentes y futuras, cuestionarse sobre la veracidad de la historia que se les cuenta.

NOTAS

[1] James Wilkinson en su estudio A Choice of Fictions: Historians, Memory and Evidence (1996) establece la diferencia entre historia y pasado. El pasado es todo lo que ha ocurrido, mientras que la historia es cómo los historiadores representan lo que saben de lo que ocurrió (80). La historia podrá cambiar, podrá ser más o menos verídica, podrá ser o no ser correcta. En contraste el pasado, lo que ocurrió sigue ahí, sin cambio alguno. La historia se está probando y redefiniéndose constantemente, cada vez que un historiador encuentra un nuevo conocimiento de ese pasado, la historia es nuevamente cuestionada ante la luz de ese nuevo descubrimiento y, por ende, es nuevamente validada o redefinida en caso que así precede. Aun sin querer, se puede falsear la historia, pero nunca se podrá falsear el pasado.

[2] Traducción realizada potrMercedes Juliá en Ruinas del Pasado: Aproximaciones a la Novela Histórica Posmoderna. Edición de La Torre, ISBN: 84-7960-371-2 28043 Madrid.

[3] Black & White Print: Dona Gracia Nasi, Artist: Arthur Szyk, Issued in 1931 by Harper & Brothers in New York, this original print is over 80 years aid. It is not a modern reproduction. This is an authentic 1931 black and white lithographic print from a pen and ink illustration by Arthur Szyk for the book «Last Days of Shylock» by Ludwig Lewisohn. Issued: 1931, New York.

[4] La canción «Las tardes del Ritz» cantada par Lilián de Celis, quien ha de quedar inscrita coma la mejor intérprete del cuplé de la época de posguerra. Dulce nostalgia de un ayer ya muy lejano. lnformación consultada de la web bibliográfica del Teatro Lírico Español:

https://lazarzuela.webcindario.com/Biog/biog.htm

https://lazarzuela.webcindario.com/BIO/celis.htm

[5] Es importante contemplar que estos valores se desarrollan a partir de 1479, con la coronación de las reyes Católicos. Isabel busca hacer de España un solo espíritu. Mientras que Fernando busca hacer un Estado (Madariaga 44). Recordemos la famosa frase «Monta tanto, tanto monta Isabel como Fernando». Los reyes tienen el mismo poder y representan por igual las dos intereses de la nación: espíritu y Estado, lográndose un equilibrio que raramente volveremos a ver en el gobierno español.

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[6] Primera edición de su libro España, Ensayo histórico Contemporáneo (1934). Prólogo a la Segunda Edición, página 9.

[7] María Pilar Rodríguez en su estudio «Desidencias (sic) históricas: Rescates y revisiones en la narrativa femenina española actual», publicado en Arizonal Journal of Historical Cultural Studies. Volume 4, p. 200. Nos dice cómo en el final de los noventa surge un nuevo discurso historiográfico en ciertas escritoras españolas que desean indagar en el presente y pasado de la nación, para proporcionar el rescate de espacios alternativos borrados por discursos previos y la revisión de versiones incompletas de la historia.

OBRAS CITADAS

Díaz-Mas, Paloma. El sueño de Venecia. Editorial Anagrama, Barcelona, 1992. ISBN: 978-84-339-ó723-7

Jurado Morales, José. Reflexiones sobre la novela histórica. Universidad de Cádiz, Servicio de Publicaciones. Año de publicación: 2006. País: Espafia

ISBN: 978-84-9828-0~0-0 &

Madariaga, Salvador. España, Ensayo de historia contemporánea. Editorial Sudamericana, Cuarta Edición corregida y aumentada. Buenos Aires, 1944.

Manzano-Arrondo, Vicente. «Aspectos psicológicos de la Crisis», p (1-15), 2010

https://institucional.us.es/compromiso/libreconf/docs/Sesion2.pdf

Soliño, María Elena. Revealing Beauty/Revealing History in El sueño de Venecia. Author: María Elena Soliño. Hispanic Review, Vol. 76, No. 4 (autumn, 2008) pp. 335-359. University of Pennsylavania Press https://www.jstor.org/stable/27668859 Accessed: 11/10/2012 13:21

Subirats, Eduardo. Después de la lluvia. Sobre la ambigua modernidad española. Madrid: Ensayo, 1993.

Wilkinson, James. A Choice of Ficctions: Historians, Memory and Evidence. PMLA, Vol. 111, No. 1 Special Topic: The Status of Evidence (Jan.,1996). Modern Languages Association https://www.jstor.org/stable/463135

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* María del Rocío Vallejo Alegre es Ingeniera en Ciencias de la Computación y Cibernética  y Magister en Administración de Negocios por el Instituto Autónomo Tecnológico de México. Es docente en la State university of New York at Geneseo desde 2008. Fue voluntaria en la Geneseo Central Schools, NY. A lo largo de su carrera ha recibido varios reconocimientos, entre ellos el «Joseph M. O’Brien Award for Excellence in Part-Time Teaching», en 2011. El «Honored on Faculty Recognition Day by Class of 2013-2014», Fall 2013. Es autora de los libros «Basic for Kids» (Basic para niños), 1985 y «I CAN» una serie de tres libros de Basic en Español. https://www.geneseo.edu/languages_literatures/vallejo

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