Literatura Cronopio

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Violeta chilensis

VIOLA CHILENSIS

Por Sergio Muñoz Arriagada*

Figura rara esta Violeta. Extraña e indómita. Indomable tal vez en el fulgor de su carácter áspero. Talentosa en extremo. Aprendiz de ella misma y del fulgor enorme de los otros hermanos Parra Sandoval. Igual a ellos, con espejo y reflejo. Cercana al manantial popular y humano de Eduardo, de Roberto, de Hilda; pero distinta a la vez. Única y enorme. Cercana también a la figura del otro hermano, del exigente y riguroso Nicanor, matemático, antipoético, figura mayor en el engranaje de nuestra poesía y de nuestro idioma. Cercana, pero distinta a la vez.

Nicanor escribe en 1960 el poema «Defensa de Violeta Parra», que aparece en 1965 en el disco Odeón «Recordando a Chile», en voz de Nicanor Parra y acompañamiento en guitarra de Violeta. El poema es publicado en 1969, en el libro «Obra Gruesa». Allí, el poeta entrega una agudísima semblanza de su hermana. Dice Nicanor, refiriéndose a la hermana menor:

DEFENSA DE VIOLETA PARRA

Dulce vecina de la verde selva
Huésped eterno del abril florido
Grande enemiga de la zarzamora
Violeta Parra.

Jardinera
locera
costurera
Bailarina del agua transparente
Árbol lleno de pájaros cantores
Violeta Parra.

Has recorrido toda la comarca
Desenterrando cántaros de greda
Y liberando pájaros cautivos
Entre las ramas.

Preocupada siempre de los otros
Cuando no del sobrino
de la tía
¿Cúando vas a acordarte de ti misma
Viola Piadosa?

Tu dolor es un círculo infinito
Que no comienza ni termina nunca
Pero tú te sobrepones a todo
Viola admirable.
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Cuando se trata de bailar la cueca
De tu guitarra no se libra nadie
Hasta los muertos salen a bailar
Cueca valseada.

Cueca de la Batalla de Maipú
Cueca del Hundimiento del Angamos
Cueca del Terremoto de Chillán
Todas las cosas.

Ni bandurria
ni tenca
ni zorzal

Ni codorniza libre ni cautiva

solamente tú
tres veces tú
Ave del paraíso terrenal.

Charagüilla
gaviota de agua dulce
Todos los adjetivos se hacen pocos
Todos los sustantivos se hacen pocos
Para nombrarte.

Poesía
pintura
agricultura
Todo lo haces a las mil maravillas
Sin el menor esfuerzo
Como quien se bebe una copa de vino.

Pero los secretarios no te quieren
Y te cierran la puerta de tu casa
Y te declaran la guerra a muerte
Viola doliente.

Porque tú no te vistes de payaso
Porque tú no te compras ni te vendes
Porque hablas la lengua de la tierra
Viola chilensis.

¡Porque tú los aclaras en el acto!

Cómo van a quererte
me pregunto
Cuando son unos tristes funcionarios
Grises como las piedras del desierto
¿No te parece?

En cambio tú
Violeta de los Andes
Flor de la cordillera de la costa
Eres un manantial inagotable
De vida humana.
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Tu corazón se abre cuando quiere
Tu voluntad se cierra cuando quiere
¡Y tu salud navega cuando quiere
Aguas arriba!

Basta que tú los llames por sus nombres
Para que los colores y las formas
Se levanten y anden como Lázaro
En cuerpo y alma.

¡Nadie puede quejarse cuando tú
Cantas a media voz o cuando gritas
Como si te estuvieran degollando
Viola volcánica!
Lo que tiene que hacer el auditor
Es guardar un silencio religioso
Porque tu canto sabe adónde va
Perfectamente.

Rayos son los que salen de tu voz
Hacia los cuatro puntos cardinales
Vendimiadora ardiente de ojos negros
Violeta Parra.

Se te acusa de esto y de lo otro
Yo te conozco y digo quién eres
¡Oh corderillo disfrazado de lobo!
Violeta Parra.

Yo te conozco bien
hermana vieja
Norte y sur del país atormentado
Valparaíso hundido para arriba
¡Isla de Pascua!

Sacristana cuyaca de Andacollo
Tejedora a palillo y a bolillo
Arregladora vieja de angelitos
Violeta Parra.

Los veteranos del Setentaynueve
Lloran cuando te oyen sollozar
En el abismo de la noche oscura
¡Lámpara a sangre!

Cocinera
niñera
lavandera
Niña de mano
todos los oficios
Todos los arreboles del crepúsculo
Viola funebris.

Yo no sé qué decir en esta hora
La cabeza me da vueltas y vueltas
Como si hubiera bebido cicuta
Hermana mía.

Dónde voy a encontrar otra Violeta
Aunque recorra campos y ciudades
O me quede sentado en el jardín
Como un inválido.

Para verte mejor cierro los ojos
Y retrocedo a los días felices
¿Sabes lo que estoy viendo?
Tu delantal estampado de maqui.

Tu delantal estampado de maqui
¡Río Cautín!
¡Lautaro!
¡Villa Alegre!
¡Año de milnovecientos veintisiete
Violeta Parra!
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Pero yo no confío en las palabras
¿Por qué no te levantas de la tumba
A cantar
a bailar
a navegar
En tu guitarra?

Cántame una canción inolvidable
Una canción que no termine nunca
Una canción no más
una canción
Es lo que pido.

Qué te cuesta mujer árbol florido
Álzate en cuerpo y alma del sepulcro
Y haz estallar las piedras con tu voz
Violeta Parra.

Esto es lo que quería decirte
Continúa tejiendo tus alambres
Tus ponchos araucanos
Tus cantaritos de Quinchamalí
Continúa puliendo noche y día
Tus toromiros de madera sagrada
Sin aflicción
sin lágrimas inútiles
O si quieres con lágrimas ardientes
Y recuerda que eres
Un corderillo disfrazado de lobo.

En el poema, el nombre de Violeta adquiere una significación mayor. Nicanor se refiere a ella en 7 ocasiones como Violeta Parra. Y la transfigura otras 7 veces, nominándola como Viola piadosa – Viola admirable – Viola doliente – Viola chilensis – Violeta de los Andes – Viola volcánica – Viola funebris.

Una de esas transfiguraciones corresponde al nombre que yo he utilizado al nominar esta columna. Nombre de supuesta estirpe científica que Nicanor le atribuye, y que ha sido utilizado antes para nombrar otros trabajos. Eugenia Neves en 1996, finaliza su ensayo «La Obra de Violeta Parra: Una osadía personal y una odisea cultural», refiriéndose a este mismo apelativo. El año 2003, Luis Vera estrena su documental «Viola Chilensis», donde presenta a una artista múltiple, sobretodo a una mujer, que desde su género, rompe los esquemas de su época y se atreve a encarar con coraje las adversidades estéticas y vitales que debe enfrentar. Allí se nos aparece la poeta, la artista visual, la creadora, en un abanico creativo de increíble trascendencia.

Yo he denominado a esta columna sobre Violeta Parra como «Viola Chilensis», principalmente porque me parece que este título, este acierto de Nicanor, engloba la singularidad de un nombre, de una creación artística múltiple, y de un territorio particular que parecieran fundirse en una amalgama de insospechadas dimensiones estéticas e históricas, del que sólo se ha podido dar cuenta cabal, con posterioridad a la muerte de Violeta Parra.

En Violeta Parra, se juntan indiscutiblemente la raigambre popular, el centelleo más lúdico e ingenioso del pueblo chileno, pero también, en la urgencia de lo cotidiano, la creación de una obra que abarca múltiples registros, y que tiene plena conciencia de su importancia y su temple.

Pienso que uno de sus atributos mayores es la incansable creatividad asumida como conducta vital. Esto implica que Violeta vaya descubriendo y descubriéndose, desde aquellos rincones del quehacer que va conociendo y dominando.

Lo que puede aparecer como un simple juego de palabras, me parece que entronca con el centro de la actividad vital de Violeta Parra. Si desplegáramos temporalmente las múltiples actividades que Violeta desarrolla durante su vida (intérprete, artista de circo, recopiladora del folklore, compositora, poeta, artista plástica, pintora, ceramista, escultora, etc.), nos encontraríamos con una sucesión de actividades desplegadas a la manera de un espejo vital. Son sucesivas, pero no se contradicen. Duran en el tiempo e incluso algunas de ellas son actividades que se van desarrollando de manera paralela. Tienen fecha de inicio y fecha de término más o menos conocida, de acuerdo a las circunstancias sociales y vitales propias de su vida, a sus encuentros, a sus viajes, a las condiciones laborales que debió enfrentar, a las recopilaciones, etc.
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Enrique Bello dice al respecto:

«Cuando se enumeran las virtudes artísticas de esta mujer increíble, siempre quedan fuera algunas, porque sus dones creativos son demasiado abarcadores: poeta purísima del cantar campesino y pueblerino, pintora y tapicera que teje sobre sus propios dibujos, compositora de las anticuecas, obras para guitarra que deben incluirse entre las más serias composiciones de música culta para el instrumento que se han escrito en Chile; música culta aunque ella no haya estudiado jamás armonía ni contrapunto. O cuando al referirnos a la poesía popular tan numerosa y rica que ha escrito, nos olvidamos de sus poemas andinos, traducidos y publicados por uno de los principales editores parisienses. Lo mismo habrá que agregar cuando se habla de su vena figurativa; no sólo lo enteramente popular en la pintura y la tapicería; también una pintura, una pequeña escultura y una tapicería; en donde aparece ya el virtuosismo del saber plástico, enraizado en la artesanía popular, aunque todo esto sea expresado con poético impulso, muy naif y original…»
(Continua página 2 – link más abajo)

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