IRONÍAS DEL ABISMO
Por Andrés Calvo*
Ya lo decía Saramago, «o como se llame exactamente lo que tantos nombres tienen, están hechos de pura ironía».
Estoy seguro de que no debería haber caído, no era el momento para que sus ojos dieran un giro violento y el mundo cayera con ella en un profundo silencio —quizá el de un grito—. El armónico ruido del agua seguramente habría sido la macabra melodía antes de que sus párpados se cerraran.
La sed la habría invadido segundos antes, ya habría dejado su rastro en la nieve, sus sonrisas se iban perdiendo en el paisaje y las nubes descendían. Era el momento para bajar, era el momento, pero no el camino. Tal vez no fue necia, su inocencia sería la culpable; el agua que descendía por la piedra la había llamado.
La impotencia rondaba por ahí, esfuerzos primitivos para mantenerla consciente, de este lado. Nadie quería darle la espalda, quizá nadie la conocía pero sabían que no era el momento, que si iba a nacer de nuevo ya no era en el líquido amniótico. Era al final de la quebrada. El dolor ya era el de todos.
Nadie la dejaría dormir, sabían que no volvería a despertar. Ella en cambio se asía con fuerza, una fuerza prematura, la misma con la que quizás habría agarrado el dedo de sus padres. El tiempo era el verdadero asesino, los segundos su verdugo.
El aire que bajaba de los andes era tan frío como ella. Sus manos se entrelazaban en el cuello del que mantenía firme su esperanza, nunca había visto un ser humano tan pálido, y menos moverse. Tenía unas ganas infinitas de seguir, el dolor se lo hacía saber, de vez en cuando se lo recordaba.
Piedad Bonnet cita en su libro Lo que no tiene nombre (2013) a Paul Auster: «Piensas que nunca te va a pasar, imposible que te suceda a ti, que eres la única persona del mundo a quien jamás ocurrirán esas cosas, y entonces, una por una empiezan a pasarte todas, igual que le suceden a cualquier otro». Quizá ella no se había hecho la idea de que algo como esto le fuera a ocurrir, nunca nadie se lo imagina. Los momentos como este siempre están ahí, sin que los percibamos. Basta con olvidarlos por completo, por no temerle, pero el miedo es quizá el parásito de la humanidad, el que nos recuerda constantemente lo incapaces que somos, lo simples y débiles que podemos llegar a ser.
¿Quién no siente miedo después de ver a alguien tirado en el suelo, jugando a los dados con la muerte? Seguramente esta imagen macabra no sería olvidada por los testigos, por todos los ojos que pudieron verla. Pero así sucedió, ya no había marcha atrás, se jugaba ahora con el tiempo mientras esperaban socorrerla, el aire cada vez más pesado, sus ojos tenues por momentos, su conciencia en un constante peregrinaje.
Luego de haber presenciado este momento, las almas bajaban cansadas, tristes, seguramente indignadas, algunos quizá rezaban, otros agradecían que tal desgracia no hubiese tocado a sus puertas, que se habían escapado de la muerte en esta ocasión; los afligidos, los condolientes seguramente éramos más.
Probablemente esta sensación tampoco «tenga nombre» pero el dolor de madre no se puede comparar. Es cierto que situaciones como esta a uno lo sensibilizan agudamente, nos toca lo más humano, llega a lo más profundo de nosotros. Nos hace pensar en nuestra efímera existencia, en que la muerte permanece con nosotros siempre, en palabras de Saramago, «nos pertenece… nacemos muertos, quizá».
Politraumatismo severo: fue el dictamen de los doctores. A sus 23 años la joven que sufrió el accidente sería trasladada en un avión medicalizado hacia la capital.
«El azar, el hado, la suerte, el destino…»
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* Andrés Calvo es estudiante de psicología en la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia. Ha publicado do textos en una revista literaria argentina, a saber, «Era de esperarse», Revista Literatta, ISSN 2314-2774, año 2, no. 13. Abril 2014; y «Somos», Revista Literatta, año 2, no. 12. Edición de aniversario, marzo 2014. Ha realizado algunas investigaciones relativas a su área de conocimiento, a la vez que pertence al Semillero de investigación del grupo de Investigación, Desarrollo Humano, Cognición y Educación de la UPTC, escuela de psicología. Contacto: andrescalvo7@hotmail.com, andrescalvo9612@gmail.com. Twitter: @andrescalvo__ (dos guiones bajos).