FERNAND BRAUDEL Y EL ARTE DE LA HISTORIA TOTAL
Cabe admirar en la obra de Braudel su estructura. Una verdadera estratificación de argumentos, descripciones, circunstancias. En la época de Google maps se pensaría que leer su obra es como ver el mismo espacio mediterráneo, primero, desde el punto de vista de la geografía física, luego del de la geografía humana, finalmente, de la geografía política. Pero, a diferencia del mapa simple, lo que Braudel agrega es la dimensión temporal, la profundidad y densidad del tiempo histórico. Sin las cuales, justo es proclamarlo, el espacio sería sólo eso, aunque animado por la vida humana.
Los asombrosos datos concernientes a la vida económica y social se entretejen con una adecuada perspectiva temporal. Como hubiera querido Foucault, la gran empresa aquí es escudriñar la verdad. No descubrirla, porque las verdades humanas no se descubren. Se inventan. Y se inventan con base en una experiencia múltiple. Una experiencia. Que es una amalgama de saber, un mucho de normatividad y finalmente una dosis fuerte de subjetividad. La historia de Braudel es una historia de experiencia. Nacida de ella y que a ella conduce. Porque lo que se revela en su obra es la posibilidad de que coexistan muchas moralidades, entendidas todas como formas de askesis, de camino hacia el perfeccionamiento de lo humano. O, para no ser hueros en las palabras, podemos decir, hacia la realización de lo humano. Que acepta muchas versiones y se resiste férreamente a la norma canónica que desde la religión, el derecho, la costumbre o la tradición imponen código, canon. Y hacen que una cosas sean más permisibles que otras, pero negando siempre una dimensión de lo humano. Así, en la historia densificada por todas las ciencias de lo humano, no hay obras buenas ni obras malas. Hay obras humanas.
Cuán diverso se torna el espectáculo de la reflexión ética cuando esto se tiene en cuenta. Por cierto, considerando que cada época reescribirá la historia según los dictados de generaciones nuevas, que anulan o complementan a las antiguas, porque cada época tiene una doxa particular (por usar de nuevo una expresión de Foucault). No es simplemente caer en el desvarío de un ingenuo historicismo, correctamente criticado por Popper. Es tomar en cuenta la mutación y el cambio en los asuntos humanos, que vanamente el texto de la ley, la pureza de la norma o el imperio de lo religioso pretenden petrificar y anquilosar en un modo de ser humano que si algo tiene de fijo es ser cambiante. El hombre, decía Ortega y Gasset, no tiene naturaleza; tiene historia. Pero es la historia comprensiva, no de las narraciones lineales sino de la textura infinitamente matizada y compleja de los factores que hacen y sustentan la vida.
La lectura de libros como éste ponen en entredicho el valor del «suceso» (del evenement, como dirían los autores de la escuela de los Anales) y rescatan el punto de vista estructural. De los grandes movimientos, de las edades, de las civilizaciones. Sin embargo, también aquí Braudel es un maestro. Pues luego de concluir ese magnífico fresco del siglo XVI centrado en el Mediterráneo, se da a la tarea de reconstruir algunos hechos notables, que compete al cronista revelar y conservar y al historiador calibrar y ponderar en sus repercusiones futuras. Así, en la última parte del tratado encontramos mención de los combates en Preveza y en Lepanto, de los tratados concluidos entre las naciones en pugna, de los sucesos que explican el dejar el teatro de batalla del Mediterráneo (lucha en Persia del Imperio Otomano, desplazamiento hacia el Atlántico de la lucha de las potencias europeas e influencia del Nuevo Mundo).
Así, Braudel —y sus maestros y discípulos— aportan una dimensión de conciencia histórica que puede con beneficio trasplantarse al estudio de toda actividad humana.
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REFERENCIA
El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II. Dos volúmenes. Fondo de la Cultura Económica, México.
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* Fernando Lolas Stepke es médico cirujano, psiquiatra y escritor chileno. Miembro de Número de la Academia Chilena de la Lengua, Académico Correspondiente de la Real Academia Española. Ha escrito ensayos literarios (premios Pedro de Oña, Gabriela Mistral, Manuel Montt, Consejo del Libro y la Lectura) sobre temas de historia y humanidades médicas. Ha escrito varios libros sobre bioética y ciencias humanas; Conferencias en diversas instituciones. Programa Interdisciplinario de Estudios Gerontológicos en la Universidad de Chile. Columnista de los diarios La Época y El Mercurio (Santiago de Chile) y Hoje em Día (Belo Horizonte, Brasil), con libros de recopilación de crónicas. Tiene cerca de cuatrocientas publicaciones en revistas nacionales e internacionales en español, inglés, alemán, polaco y portugués como el Journal of Philosophy and Medicine, Social Science and Medicine, Transcultural Psychiatry y World Psychiatry. También es editor o miembro del comité editorial de varias revistas especializadas en psiquiatría y medicina.