TRES TRATADOS DE BAJA HEREJÍA
Por Memo Ánjel*
I. TRATADO DE LOS ÁNGELES SIN IMPORTANCIA
1
Este ángel español que veo, ha sido violentado con una pregunta torpe y la ira de sus ojos ha echado por tierra una alcazaba mora. Es que Edmudio es un ángel intolerante y feroz en sus juicios. Edmudio vive en la sierra Morena y desde allí vigila a la morisma que atraviesa Despeñaperros, gente toda proveniente de la aljama de Jaén. Moros todos de ojos claros para que no se olvide que hubo tráfico con mujeres cristianas.
Las preguntas torpes envilecen los ojos del ángel Edmudio y lo precipitan a las simas más atroces.
Y le sucede lo mismo cuando por sus dominios pasan las caravanas de matemáticos geómetras y algebristas, hombres éstos que en sus formulaciones han pactado con los demonios de Granada. Diablos que tienen cuerpo de gato. Edmudio es ángel duro como las piedras de las orillas del mar. Y habla poco. Dicen que de su boca salen cuchillos.
2
Este que imaginamos, es un ángel espartano que luce un casco de guerra hecho con hierros de Persia. Casco que no todos los ángeles pueden obtener a menos que luchen contra demonios afganos, que son enanos y cuchilleros.
Los ángeles espartanos tienen en los ojos dos pequeñas puertas que conducen a los talleres de Hefestos, que este herrero de los dioses es quien les funde los hierros de Persia que ellos utilizan para sus cascos. Los ángeles espartanos son orgullosos porque creen en varias religiones a la vez, sin miedo a que los dioses se espanten.
3
Cuando un ángel babilonio se ensimisma, corren vientos fríos por los desiertos de Sumeria. Vientos que todo lo queman y congelan, incluso a los toros alados, que son hechos con piedras de la torre de Babel. Cuando esto pasa, nosotros tocamos los tambores para que el ángel despierte de su ensimisme y así la gloria de Dios vuelva a la vida. Y esto no es fácil, hay que tocar días enteros.
Los ángeles babilonios se ensimisman cuando ven pasar ángeles de Grecia, que son de madera y huelen a mar. Los admiran mucho y, cuando los ven, se dejan ir por las navegaciones de ellos, para peligro de nosotros.
4
Los ángeles de las sinagogas holandesas fuman pipas cargadas con cáscaras secas de manzana a las que les han agregado vino de la fortaleza santa de Massada. Los ángeles de las sinagogas holandesas leen los libros de Baruj D´Espinoza, los leen muy despacio y así les pierden el miedo a los demonios, que en la ciudad de Amsterdam son tantos como las tejas de los techos. Debe ser porque allí habitan marinos de todos los sitios y mares de la tierra y en sus barcos traen cinabrio y malaquita. Y muchos diablos atraídos por el mercurio y el cobre, que a estos malditos los tienta el blanco y el rojo con una pasión peor que la que tentó a Herodes viendo bailar a Salomé.
Por las tardes, los ángeles de Holanda miran el horizonte y fuman como granjeros satisfechos, dejando que el paisaje les inunde la sangre, que es muy poca y espesa en los ángeles. Y en ese paisaje leen los conocimientos de los ángeles viajeros del Egeo, que versan sobre maderas y especias, sobre tratamiento de metales y construcción de jardines subterráneos. Lo leen y lo gozan todo los ángeles holandeses, es que viven en paz con los vientos y los mitos.
5
Los ángeles de la Sunna saben tocar el tamboril y con golpes secos ahuyentan todos los males que rondan las aguas que llegan a la madrasa de El Cairo. Madrasa que tiene detenidas en sus muros las palabras de muchos sabios del desierto, todos anifun. Los ángeles de la Sunna tienen la cabeza rapada y los ojos cuidadosamente pintados con puntas de carbón. También tienen un tatuaje en mitad del corazón, donde se ve la letra a la que pertenecen. Estos ángeles tocan el tamboril durante las noches y en las madrugadas que traen vientos calientes.
Los tamboriles de los ángeles de la Sunna se hacen con pieles de faunos que se han encontrado pecando, que es cuando más rabiosos están. Esta ira produce un temple muy especial en la piel. Los tamboriles son de color rojo y se cosen con cabellos de mujer vieja.
6
Los ángeles yucatecos son tímidos y de genio agrio. Es que nadie cree en ellos, ni siquiera en los días de fiesta religiosa cuando está permitido beber licor de maíz y comer hongos sagrados. Pero no por esto de la incredulidad, los ángeles yucatecos detienen sus tareas. Por el contrario, hacen mejor sus oficios y los acompañan de cantos con plumas de seda. Los ángeles yucatecos colorean los tomates y le dan textura a la guanábana, purifican el achiote y hacen más deliciosos los aguacates. Y en las noches de abril, se los ve por los cacaotales bendiciendo el chocoatl, bebida del rey y de la corte que, aunque pecadora, se purifica también con estas infusiones. Igual que las mujeres de Tenochitlán, que son auxiliadas por estos ángeles y les propician buenos partos en los primogénitos velando para que a los nacientes no les falte nada. Si algo faltara, pasa que a veces el diablo toca estas criaturas, les sacan el corazón y los vuelven al mundo de las emanaciones iniciales. Lo hacen al tercer día del parto.
Son ángeles trabajadores los ángeles yucatecos, por eso les molesta poco que no crean en ellos. Claro que esto es injusto.
7
El ángel del que escribo fue uno de los que visitó a Lot en la ciudad de Sodoma. Ya se sabe que la gente de esta civilización nefanda era impura como la sangre, la carne y los dientes de los cerdos. De aquí que este ángel que visitó a Lot, haya corrido peligros terribles, todos concebidos en la mente brutal del gran demonio que tiene cara de jabalí podrido.
Este ángel, llamado Dofar desde el principio de los días, visitó a Lot en la ciudad de Sodoma y cuando los habitantes lo vieron, quisieron hacer uso vil de él. Entonces los ángeles que lo acompañaban tuvieron que esgrimir los puñales santos cuyos brillos producen la ceguera. Este ángel visitó a Lot en Sodoma y se horrorizó hasta el vómito con la ciudad. Él fue quien inició ese fuego inapagable.
8
Los ángeles ceniceros tienen por encargo llevar a Dios las transformaciones logradas con el fuego. Son ángeles que trabajan con los alquimistas de Rottemburgo todo el año, menos en primavera. Los ángeles ceniceros son expertos en tratar el opus nigrum que queda adherido a las paredes del huevo filosofal, que no siempre es fácil de desprender si no se tiene el talento y la poesía necesarios. Debido al trabajo de los ángeles ceniceros, siempre cautos y precisos, los alquimistas de Rottemburgo son bien vistos por Dios. Y cuando alguno muere, de inmediato es convertido en humo azul que Dios esparce por los cielos.
9
Los ángeles arlequines tienen permiso de Dios para usar en sus ropas y en sus caras todos los colores de la creación e incluso los que Él tiene guardados para las grandes fiestas y el día del juicio final, que son colores que nadie ha visto, ni siquiera los ángeles arlequines.
Estos colores se los aplican en la oscuridad absoluta y se los quitan de la cara a la más mínima luz. En eso han quedado los ángeles arlequines con Dios y lo cumplen. Los ángeles arlequines habitan la luna y allí danzan con las colombinas en las noches de mayo. Este es un pecado que se les perdona. A cambio, ellos cantan el dómine.
10
Los ángeles guardianes de las riberas del río Sambatión cargan consigo una espada que no usan, pero a la que los viajeros temen porque si algo de ellos se refleja en la espada, desaparecen y comienzan a vagar por las tierras oscuras en las que habita el dragón sin ojos que tiene un aliento que pudre la esencia de los huesos, que es el tuétano blanco y blando. Entonces, para evitar esta enfermedad sin cura, los viajeros evitan pasar por allí. Los ángeles guardianes del Sambatión (de las orillas), tienen un quepis dorado y unas charreteras adornadas con rubíes. Y se los ve desde lejos si
hace sol. Si es de noche, lo único que les brilla son los ojos. Y este brillo asusta a las caravanas, que evitan la cercanía a este río cuando cae la oscuridad.
Los ángeles guardianes del Sambatión (de las riberas), se turnan en el oficio de ahuyentar viajeros, cada diez años lunares. Y luciendo el uniforme hecho con hilos de hojas de cereza, van por ahí tratando de interpretar las señales dejadas por los ángeles que los antecedieron. Pero no las encuentran para que, si lo hubo, el pecado no se renueve.
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Los presentes relatos hacen parte del libro «Tres tratados de baja herejía», publicado por Ficción la Editorial, en abril de 2015.
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* Memo Ánjel (José Guillermo Ánjel R.), Ph.D. en Filosofía, Comunicador social-periodista y profesor de la Universidad Pontificia Bolivariana (Medellín-Colombia) y escritor. Libros traducidos al alemán: Das meschuggene Jahr, Das Fenster zum Meer, Geschichten vom Fenstersims.