Como podemos apreciar, el artificio del disfraz se hace presente entre los poetas seculares Barrocos. Es sin embargo, en las poetisas religiosas que este concepto tomará un matiz más interesante y se usará con mucha más frecuencia. Por ejemplo, en El libro de romances y coplas del Carmelo de Valladolid (ca.1590-1609), escrito por poetas religiosas, incluyendo a Cecilia del Nacimiento y a María de San Alberto, el tema del disfraz se centrará en la encarnación de Dios hijo. Se le asigna a la carne el sinónimo de disfraz, tejido por María, que oculta al divino tras la tez humana. A su vez el disfraz se le asignará también a Jesús, ocultado en el Sacramento de la Eucaristía, en este caso disfrazado de pan. Tenemos aquí un ejemplo:
Otro
o bien soberano
jamas mereçido
ber a dios vestido
de bestido vmano
para dalle vida
a quien le ofendio
dios oy se bistio
de nuestra medida
açe soberano
al honbre abatido
ber a dios
de amor es llagado
por nuestro probecho
haçe suyo el hecho
y paga el pecado
o amor soberano
que tanto a podido
benir dios vestido
luego dio señal
de muy abundoso
conpro mi rreposo
por muy gran cavdal
siendo soberano
biene oy en cojido
dios honbre vestido
de bestido vmano (26)
Otro poema de matices pastoriles, dentro del mismo cancionero, que presenta un giro interesante en cuanto a los géneros y el travestismo, es el número 235, titulado «Coplas»:
el çiervo biene herid
de la yerba del amor
caça tiene el pecador
halla en el monte vedado
la montera libertada
con saeta enervolada
y con rraçon vmillado
tan lindo tiro a tirado
que yço çiervo al señor
caça
como a dios le toca alla
aquel beis aquí la çierva
bino erido de la yerba
y al fin della morirá
en el coraçon le da
la saeta del amor
caça
de nuestras culpas llagado
y nuestra salud sediento
bino a matar en la fuente
la sed de nuestro pecado
tiro bien aventurado
que a dios enclavo de amor
caça
alço su boz la donçella
y al son de su dulce canto
bino el vnicornio santo
ha hecharse en la falda della
o que caça tan bella
que a su dios y su señor
dio por caça al pecador. (221)
Es relevante notar que en el poema, el herido es Dios, cristalizado en el ciervo. En cuanto al canto de la doncella, algunos críticos lo han relacionado con la filomena [1]. Sin embargo, podemos encontrar un artístico paralelismo entre esta doncella que canta por la ausencia de su amado, tal como la esposa del Cantar de los cantares o la esposa de «El cántico espiritual» —cabe anotar que ambos títulos se relacionan con cantar, producir melodía—. Ambas fuentes, como ya hemos apuntado, son manejadas extensamente por San Juan de la Cruz, una influencia crucial en la lírica de las hermanas. Sin embargo, en los versos, el pecador/doncella es quien lo caza (crucifixión), por la que sus llagas pagan los pecados y aseguran la salvación del alma. Para empezar, las hermanas personifican al alma humana en el pecador —masculino— representando a toda la humanidad, pero ya hacia al final, el cazador se convierte en doncella que canta y llama a su amado y presa, el cual viene dócil a rendirle amor y sumisión.
El canto de la doncella se asemeja al de la filomena de los versos de San Juan. El último modelo parece compaginar con el mensaje de las hermanas, al ofrecer al lector una imagen de una doncella que canta para que el amado se aparezca. En estos versos finales las religiosas suben el tono del erotismo, pero no con mal gusto, sino para transmitir fervientemente su mensaje. Ellas vacilan entre Él y doncella, posiblemente por la tradición de personificar a la humanidad en «el hombre», el pecador; pero para mostrar la sutileza y dulzura de Dios, ellas transforman al hombre en doncella, para dar una mejor proyección a sus versos. El travestismo en la literatura de la época, como recordaremos, se populariza. Basta recordar a Dorotea, como ya detallamos, y a Segismunda —en Cervantes—, Rosaura —en Calderón de la Barca—, por ejemplo.
Las mujeres se disfrazan, en la obra masculina, generalmente para buscar la restauración de su honor, o proyectar una fuerza espiritual manifestada en su disfraz varonil. Las hermanas, sin embargo usan esta estrategia para docilizar al hombre, hacerlo dependiente y vulnerable a su Creador, dándole la humildad que Dios anhela en sus hijos. En la poesía femenina que hemos estudiado de la época, no hemos visto un ejemplo similar. En San Juan, por ejemplo, la esposa es siempre esposa y nunca cambia de género, aunque sea una metáfora del alma humana. En este poema podemos admirar la creatividad artística de las hermanas y, una vez más, su profunda espiritualidad.
Hemos apuntado cómo el disfraz fue usado en la narrativa, drama y lírica durante el Barroco, por escritores y escritoras. Regresando a Valor, agravio y mujer de Ana Caro Mallén de Soto y el travestismo de su heroína, notamos que acercándose el fin de la obra, Don Juan se enamora de una mujer que se llama Estela, que era una dama de la corte de Bruselas, en donde Leonardo llega a conquistarla. Con esta conquista Leonardo pone a Don Juan donde ella lo quiere, pero al final no termina matándolo sino que lo sitúa en frente de ella jurando su devoción, como apunta Mujica en Milenio (143). Al fin Leonor es vista como una heroína real, porque ella mantiene su virtud, mientras que Don Juan es un mezquino. Don Juan que debe ceñirse a los comportamientos que Leonor le indica, por medio de su fuerza e inteligencia, forzándolo a cumplir sus promesas incumplidas y a restaurarle su honor. Leonardo habría sido capaz de matar a Don Juan si éste no hubiera reaccionado como Leonor esperaba. Ella mantiene su fuerza en todo momento y por eso por fin logra ser feliz. Pide perdón a Estela, la cual se solidariza con su «hermana». Ana Caro está poniendo la validez de la fortaleza femenina sobre el poder masculino con el travestismo y la valentía de Leonor. Leonardo no se transforma en Leonor hasta que su felicidad está asegurada, hacia el final de la tercera jornada, cuando Don Juan se entera de que Leonor está en Bruselas. El travestismo es temporal y sólo es un vehículo para que la protagonista alcance sus objetivos.
Ana Caro combate el papel tradicional de la mujer y puede demostrar ecuanimidad entre el hombre y la mujer. La autora en su drama nos teje, artísticamente, un gran mal que acaecía a la mujer de su época, pero con el poder de su pluma da un giro diferente al cruel destino que le estaba prescrito a la deshonrada Leonor.
NOTA:
[1] Luce López-Baralt destaca en «La Filomena de San Juan de la Cruz: ¿Ruiseñor de Virgilio o de los persas?» que «el ciervo vulnerado» y «sediento» se asemeja a la cierva de la Eneida o al ciervo de los Salmos de David (28). En cuanto a la filomena, a esta ave rara como la denomina López-Baralt, vemos que:
los dones de la amada hemos encontrado al fin ‘el canto de la dulce filomena’ que venimos asediando. Los versos parecerían volatizarse, con su mención pura de aires, cantos, donaires, noches y llamas: la acertadísima nota desmaterializante salta a la vista enseguida, y es muy importante, ya que el poeta vuelve a colocarnos al margen del cuerpo y del espacio/tiempo…En sus Geórgicas (IV 511-515), Virgilio ofrece una variante poética al mito (de la filomena) y contribuye a forjar la figura del ruiseñor ‘como la figuración de la madre desventurada’…Fiel a esta lección magisterial de los clásicos, es el «rosignol che si soave piagne» de Petrarca y la ‘Pholomela’ que ‘chora’ de Camoens. Pero probablemente la reescritura más hermosa en la lengua española del leit motiv el ruiseñor quejoso se debe a la pluma de Garcilaso, que usurpa la melancólica ave a Virgilio en su ‘Égloga I.’» (28-31)
TRABAJOS CITADOS
Abad, Manuel. «Un disfrazado de mujer en una comedia del sevillano Monroy.» en R. Reyes
Cano y M. Reyes Peña y K. Wagner (eds.), Sevilla y la literatura: homenaje al profesor
Francisco López Estrada en su 80 cumpleaños. Sevilla, Universidad de Sevilla, 2001, pp.177-186.
Arjona, J. Homero. «El disfraz varonil en Lope de Vega». Modern Language Notes (1937): 120-45.
Borrachero Mendíbil, Aránzazu, «El autorretrato en la poesía de Catalina Clara Ramírez de Guzmán (1618- post 1684).» Calíope 12.1 (2006): 79-88.
Caro Mallén de Soto, Ana. Valor, agravio y mujer. Luna, Lola (Ed,.). Madrid: Castalia-Instituto de la mujer, 1993.
Damiani, Bruno. «DISFRAZ EN LA PICARA JUSTINA,» in Aspetti e problemi delle letterature iberiche: Studi offerti a Franco Meregalli, ed. Giuseppe Bellini (Roma: Bulzoni, 1981), pp. 102-107.
Jiménez Alfaro, Luz María. Poetisas españolas: Antología general, Tomo I: Hasta 1900. Madrid:
Torremozas, 1996.
—, Poetisas españolas: Antología general, Tomo II: de 1901 a 1939. Madrid: Torremozas, 1996.
—, Poetisas españolas: Antología general, Tomo III: de 1940 a 1975. Madrid: Torremozas,
1996.
Inamoto, Kenji. «La mujer vestida de hombre en el teatro de Cervantes» Cervantes: Bulletin of Cervantes Society of América, 12, no.2 (1992): 137–43.
Isabel del Sacramento, et al. «Libro de Romances i Coplas desta Casa de la Conçepcion del Carmen.» MS 24-125. Convento de la Concepción de Carmelitas Descalzas, Valladolid.
—. Libro de romances y coplas del Carmelo de Valladolid (ca.1590-1609). Eds.Víctor García de la Concha y Ana María Álvarez Pellitero. Salamanca: Universidad de Salamanca, 1982.
Mujica, Barbara L. Milenio: Mil Años De Literatura Española . New York: Wiley, 2002. Print.
—. Women Writers of Early Modern Spain: Sophia’s Daughters. New Haven: Yale University Press, 2004. Print.
Orlando, Kathryn. «¿Hombre, Mujer O Ser Neutro?: La Identidad Como Estrategia En El Teatro de Ana Caro.» 1 Apr. 2012. Web. 1 Dec. 2015.
Rhodes, Elizabeth. «Redressing Ana Caro’s Valor, agravio y mujer.» Hispanic Review 73.3 (2005): 309–28.
Schultz, Kirsten. «Women’s Literacy in Early Modern Spain and the New World, ed. by Anne J. Cruz and Rosilie Hernández,» ABO: Interactive Journal for Women in the Arts, 1640-1830: Vol. 2: Iss. 1, Article 19. March 2012.
Scoutt Soufas, Teresa. Women’s Acts: Plays by Women Dramatists of Spain’s Golden Age. Lexington, KY: University Press of Kentucky, 1997.
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Pulse aquí para ver el facsímil de la obra de teatro Valor, agravio y mujer, publicado en 1750.
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* Rubi Ugofsky-Méndez es magister en literatura y doctora en filosofía de la University of Nebraska-Lincoln. Ha sido docente de español en su universidad y en la University of Nebraska-Omaha, University of South Dakota Vermillion y la University of Mary Hardin-Baylor. Es autora del libro «Voces femeninas españolas desde dentro: El discurso masculino reconfigurado por mujeres en El libro de romances y coplas del Carmelo de Valladolid», (c. 1590-1609). New York: Peter Lang, 2014.
** Jessica Mares se graduó en el otoño de 2015 con un pregrado en Español y un minor en Psicología por la Universidad de Mary-Hardin Baylor. Jessica Mares ha hecho presentaciones de Español avanzado y ha dirigido inestigaciones relacionadas con la civilización española y la literatura. En 2016 comenzará estudios de posgrado.