Literatura Cronopio

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El oficio de escribir

EL OFICIO DE ESCRIBIR

Por Antonio Acevedo Linares*

«Yo escribo por la pasión de no dejarme morir».
(Juan Calzadilla).

Escribir es prolongarse en la existencia y se escribe para permanecer porque lo que permanece lo fundan los poetas, dijo Horderlin. El oficio de escribir se origina cuando el hombre descubre que es un ser destinado a la muerte. Héctor Rojas Herazo dijo que cuando el hombre descubre que se va a morir, ya tiene asegurada una vocación poética porque ser poeta es tener una alta conciencia del paso inexorable del tiempo.

Al final de la década de los años setenta, cuando me inicié en el ejercicio de la lectura y la escritura de la poesía, no lo hice, no obstante, por el descubrimiento de esa conciencia de la muerte, sino porque me había enamorado, pero no me había enamorado de una mujer, sino que me había enamorado de las palabras, me había alucinado y maravillado con las metáforas y las imágenes y de la belleza que se podía crear con las palabras ensambladas para la creación poética. Ese enamoramiento permanece intacto treinta años después desde la mañana remota en la que empecé a escribir poesía. En un poema reciente lo dejé consignado.

ARTE POÉTICA

Antes de que me hubiera
enamorado
de mujer alguna de carne y hueso
me enamoré primero
de las palabras que me alucinaron
como años después el amor de una mujer.
Yo amé las palabras como
a una mujer desnuda
como años después descubrí la poesía
en ese cuerpo desnudo de mujer
y desde entonces mi poesía
vive y canta en estrechos besos
caricias y abrazos
entre el cuerpo y la palabra.

Sin embargo no fue la poesía lo primero que intenté escribir sino aforismos. Estaba fascinado por escribir aforismos tal vez por la influencia de Nietzsche que por ese entonces ya leía. Las primeras lecturas son muy importantes en la formación de un individuo porque son las que pueden determinar y definir el descubrimiento de una vocación literaria o intelectual. Los poetas nadaistas, los poetas malditos, los surrealistas, los poetas de la época de la revolución cubana y los poetas latinoamericanos, fueron mis primeras lecturas que me hicieron despertar esta vocación o pasión por la poesía. Sin saberlo, otras lecturas me alimentaban: la lectura de filósofos y pensadores contemporáneos (Marx, Freud, Erich From, Marcuse, entre otros) que me hicieron seguir años más tarde estudios de sociología y filosofía.

La biblioteca pública fue el espacio donde todas las tardes, a comienzo de la década de los ochenta me dio refugio como lector infatigable. La poesía fue mi primer amor a primera leída. Alucinado y maravillado por la belleza y la lucidez de la poesía, un día me encontré escribiéndola y desde entonces empecé a vivir la vida poéticamente aunque ésta no fuera color de rosa. A través de la poesía se trasciende la vida con sus desengaños, sus miserias, sus conflictos o su dura realidad. H. M, Enzensberger ha dicho que escribir poesía es el mayor grado de libertad que un hombre pueda tener, pues para escribir un poema no se necesitan partidos y es una ocupación donde no hay jefes ni subornidados. Cómo no acordarme entonces de aquella frase que siempre he escuchado; hierba mala nunca muere, los poetas son hierba mala porque nunca mueren, se van a vivir, cuando mueren, a las páginas de los libros o en la memoria o sentimiento de los pueblos.

Los poetas auténticos y verdaderos viven a la enemiga, como dijera Fernando González, que no es más que no conciliarse con el poder, el establecimiento o los dogmas. En las prisiones, en las trincheras o en el exilio, los poetas han escrito poesía como lo corroboran; Hikmet, Roque Daltòn, Ungaretti, Juan Gelman, etc. La poesía es un acto de resistencia espiritual del hombre contra todas las adversidades o condenas de la vida, contra el olvido o la muerte. Las palabras son alhajas de oro en la poesía que el poeta moderno hace brillar. La experiencia de escribir es la más solitaria y solidaria del que ha sentido la sensibilidad del lenguaje que lo ha convertido en poeta. La primera condición para llegar a escribir es amar las palabras y dejarlas encantadas, porque la poesía es el ejercicio de encantar las palabras, su valor estético y ético depende de esa primera condición.

DÁDIVA

Acaso la poesía es ese
don que te fue dado en la tierra
aunque un hermoso poema sigas
intentando escribir
sabes que en una sola línea
de un poema hay muchos años
de oscura experiencia interior
que urdir un verso que te
redima en el mundo es un arduo
ejercicio de la lucidez
como saber que la belleza
es ese cielo a donde también
van los mortales como Safo
en el antiguo cielo de Lesbos.

El que escribe de último escribe mejor, porque la poesía es a veces un sarampión en los jóvenes, como lo fue soñar la revolución en muchos que hoy se convirtieron en burócratas. En algún momento de nuestras adolescencias o terminando esa etapa, que adolece, como su nombre lo indica, de muchas cosas, se escribió pero se abandonó la poesía. El que logre quedarse con esa primera emoción temprana será poeta en su madurez y escribirá poesía, mientras no se le sequé el corazón y la imaginación. Rimbaud abandonó la poesía después de la adolescencia, pero ya había escrito una obra genial. La poesía es más importante que nunca, dijo Allen Ginsberg, porque es la forma más humana de expresión. En medio del caos de la comunicación y el exceso de información, la poesía es la voz individual que expresa la experiencia única y excéntrica de un individuo separado y solitario.

En la era de la Internet la poesía viaja por las autopistas de la red, lo que ha permitido salir de la invisibilidad en la que ahora se vive por la carencia de espacios literarios, como los magazines o suplementos literarios en los periódicos, con la excepción de los festivales multitudinarios de la poesía. Ahora se dice que el que no está en Internet no existe, pero como la existencia no la definen los satélites, ni los medios de comunicación, prefiero quedarme con la existencia en la definición clásica de la filosofía cartesiana del pienso, luego existo, o tal vez sería mejor ahora del escribo, luego existo.

La experiencia de escribir es resultado de la experiencia de vivir, esto es, y para decirlo en palabras de Julio Ramón Ribeyro, escribir, es quizás una forma de conocimiento. En efecto, escribir es una forma de conocerse a sí mismo, de examinarse, de descargar sus delirios, sus obsesiones, sus fantasías, sobre una página en blanco. La poesía es una defensa de lo más puro y bello del ser humano y por eso escribe el poeta con el hombre o la mujer que lleva por dentro. El origen de la escritura es una necesidad interna de comunicarse e inventarse a sí mismo. Creo que leer y viajar son dos de las cosas, entre tantas otras cosas como amar y vivir intensamente, que alimentan el ejercicio de escribir, pero hay quienes viajan con la imaginación sin salir nunca de su ciudad o país. Me acuerdo ahora de Lezama Lima que apenas salió dos veces de su casa de viaje en toda su vida.

El filósofo que con mayor lucidez nos reflexiona sobre el ejercicio de escribir es Cioran, para quien escribir es una provocación, y para quien las fuentes de inspiración de un escritor son sus vergüenzas y quien no las descubra en si mismo o las eluda está condenado al plagio o la critica. El poeta, dice Cioran, se toma el lenguaje en serio, crea uno a su manera. Escribir es deshacerse de nuestros remordimientos y de nuestros rencores, es vomitar nuestros secretos. El escritor es un desequilibrado que utiliza esas ficciones que son las palabras para curarse. La expresión es alivio, venganza indirecta de quien no pudiendo digerir una afrenta, se rebela en palabras contra sus semejantes y contra sí mismo.

En mi primer libro publicado, una colección de poesía erótica que titulé Arte Erótica (1988) tenía tres epígrafes: falo el pensar y vulva la palabra (Octavio Paz) menos tu vientre, todo es oscuro (Miguel Hernández), la poesía se hace en el lecho como el amor (Andrè Bretón). En su prólogo escribí: Quiero decir que la poesía no es aquí el encuentro de un paraguas y una máquina de coser sobre una mesa de disección (Lautrèamont), sino que la poesía es el encuentro de los cuerpos bajo palabra y también viceversa. El cuerpo como extensión de la palabra y la palabra como extensión del cuerpo. El cuerpo y la palabra recreados por el arte y el deseo, para una poética del cuerpo que haga memoria en la palabra, en intento de una poética de la palabra, que haga memoria en el cuerpo. Una poética del cuerpo y la palabra como la expresión más genuina de una poesía erótica y amorosa.

ARTE ERÓTICA II

Al celebrar el arte
del cuerpo y la palabra
y perpetuar en la
palabra tu cuerpo
y en tu cuerpo
la palabra
a la luz de tu cuerpo
como a la luz
de este atardecer
te vivo en toda la
extensión de la palabra.

Allí con ese libro había comenzado mi experiencia de escribir con esos temas y otros como la ciudad, el amor y la poesía, entre otros. Eran los temas del surrealismo que por entonces leía. El ejercicio de escribir como vicio, droga, provocación, pasión, destino, que quizá uno elige, o que quizá la escritura lo elige a uno, es una constante en quien escribe, porque escribir es sentir y tener un profundo sentido de pertenencia con la especie humana, con la sociedad, con el mundo y consigo mismo. No obstante a veces consagrarse al oficio de escribir, a la literatura, a la poesía, es un acto suicida en una sociedad que te quiere ver convertido en un honorable ciudadano, en padre de familia, con profesión y estabilidad económica definida.

Si tienes éxito eres un escritor de prestigio. Si no, eres un fracasado, un paria, un desadaptado o un solitario frustrado, porque escribir implica muchas veces ser un desertor de las buenas costumbres, de la moral dominante, del establecimiento, del poder; porque el único compromiso del escritor es con su propia obra y consigo mismo. El oficio de escribir responde a las necesidades básicas del ser humano y a sus derechos fundamentales. Apollinaire dijo que el mundo sólo se renueva por la poesía.

En su brillante y lúcido manual «Método fácil y rápido para ser poeta» (texto originado en el Taller de Poesía en la Biblioteca Pública Piloto de Medellín, 2001,) Jaime Jaramillo Escobar, nos presenta lecciones fundamentales en torno a la condición de ser poeta y su vocación a la relación entre el poeta y la poesía, la dignidad del mismo, el vínculo entre ocio y poesía, la soledad del poeta, la educación de la sensibilidad, la imaginación y la fantasía, religión y misticismo, a la utilidad de la poesía, cuándo leer poesía, el lector de poesía, la lectura de poemas, la compresión de la lectura, el propósito literario, el poeta como pensador, el escritor y la libertad, la poesía en tiempos de violencia, la diferencia entre escribir y redactar, la formación del estilo, los secretos para escribir, por qué es necesaria la buena puntuación, verso y poesía, porqué es importante conocer métrica y rima, verso medido y verso libre, el poema como forma y la poesía amorfa, los temas en la poesía, la poesía autobiográfica, el poeta y su infancia, la aclaración sobre «literatura urbana», la inspiración, el sueño y la poesía, vanguardia y experimentalismo, efectos de la poesía en el tratamiento de los estados depresivos y en la adicción a narcóticos y alucinógenos, revistas y publicaciones literarias, crítica y autocrítica, método para evaluación de un poema, los concursos literarios, el libro de poemas, el arte de titular, citas y epígrafes, las dedicatorias, los prólogos, los seudónimos, declamación y lecturas públicas, el dinero y los poetas, las traducciones poéticas, el poeta como ensayista.

Son cincuenta capítulos seguidos en su orden de frases bellas y lucidas de escritores y poetas con referencia puntual a los temas tratados. Su lectura y estudio será de mucha utilidad y pertinencia para quienes se quieran iniciar en el difícil arte de escribir, que es fundamentalmente creación, que requiere inventiva, imaginación, fantasía, originalidad, elocuencia y genialidad como lo señala el poeta. A diferencia de redactar (redacción de una carta o un informe) y como manual para trabajar en los talleres literarios de lectura y escritura (como se deberían llamar y no de escritores), que sólo se forman en el trabajo arduo y persistente con la palabra.

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* Antonio Acevedo Linares (El Centro, Barrancabermeja, Colombia, 1957). Poeta, Ensayista y Sociólogo. Magíster en Filosofía Latinoamericana con especialización en Educación Filosofía Colombiana de la Universidad Santo Tomás y especialización en Filosofía Política Contemporánea del Instituto de Filosofía de la Universidad de Antioquia. Diplomado en Gestión y Administración Cultural de la Corporación Interamericana de Educación Superior. Ha ejercido la cátedra universitaria en la Universidad de Santander, UDES, la Universidad Santo Tomas, USTA, la Universidad Cooperativa de Colombia, UCC, la Universidad Industrial de Santander, UIS, y la Universidad Manuela Beltran, UMB en la ciudad de Bucaramanga y como Profesional de Apoyo en la Alcaldía de Bucaramanga en la Secretaria de Desarrollo Social. Ha publicado los libros de poesía: Plegable # 1 (Poesía), Ediciones Hojas de Hierba, 1987; Arte Erótica, Ediciones Hojas de Hierba, 1988, Plegable # 2 (Poesía) Ediciones Hojas de Hierba, 1990, Plegable # 3 (Poesía) Ediciones Hojas de Hierba, 1994, Sociedad de los poetas, Cuarto de maquina editores, 1998. Plegable # 4 (Poesía) Ediciones Hojas de Hierba, 1999. Los girasoles de Van Gogh (Antología poética, 1980-1999. Vol. 1) Ediciones Hojas de Hierba, 1999, Plegable # 5 (Poesía) Ediciones Hojas de Hierba, 2000, Plegable # 6 (Poesía) Ediciones Hojas de Hierba, 2001, Poesía de viva voz (CD) 2004, Atlántica (Antología poética, 1980-2004. Vol. 2) Ediciones Hojas de Hierba, 2004, En el país de las mariposas (Antología poética, 1980-2007. Vol. 3) Ediciones Hojas de Hierba, 2007, Por la reivindicación del cuerpo y la palabra, Reseñas sobre la obra poética, 2008. Ha escrito los libros de poesia: Por esta manera de querernos tanto, 1980-1981. La lluvia sobre el tejado, 1982-1984. Bitácora, 1985-1987. Arthur Rimbaud y otros poemas, 1988-1990. Saudade, 1991-1992. Atlántica, 1992-1993. Los girasoles de Van Gogh, 1993-1994. Poemas de invierno, 1995-1996. Los días de Octubre, 1997-1999. En el país de las mariposas, 2000-2002. Los días que a diario son la muerte, 2003-2005. En la guerra como en el amor, 2006-2008. Amor a Sophia, en preparación. Próximas publicaciones: Tolerancia, cultura, democracia y otros ensayos La pasión de escribir (artículos, ensayos y entrevistas). Contacto: antonioacevedolinares@msn.com

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