Literatura Cronopio

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Cuando Barcelona era una fiesta de la literatura latinoamericana

CUANDO BARCELONA ERA UNA FIESTA DE LA LITERATURA LATINOAMERICANA

Por Antonio Torres*

En septiembre de 2015 falleció en Barcelona la «superagente» literaria Carmen Balcells, el hada madrina del Boom latinoamericano, la «Mamá Grande», la fuerza catalizadora del movimiento, que siempre trabajó claramente para los creadores —los que, a su modo de ver, eran quienes estaban en la cima del proceso literario—, y no para los editores, y con ella se apagó otra luz de una época irrepetible. Este personaje aglutinador es una de las referencias constantes en Aquellos años del Boom [1], de Xavi Ayén (Barcelona, 1969), periodista cultural del diario La Vanguardia, quien presenta a Balcells como una figura de personalidad arrolladora que fue determinante «para convertir Barcelona en capital de la mejor literatura latinoamericana» (pág. 200).

Con esta suerte de biografía colectiva, repleta de detalles humanos, de pequeñas historias, Ayén brinda, a modo de desagravio, el reconocimiento barcelonés a toda una generación literaria, y lo hace en forma de gran reportaje, exhaustivo y ameno a la vez, en el cual el narrador actúa como la voz en off que da paso a las sucesivas intervenciones directas, en primera persona, de los actores fundamentales. Como en una fotografía que cobra movimiento, se va situando el foco en cada uno de los participantes, pero sin perder de vista el conjunto y las interrelaciones de todos ellos. No se trata de un relato lineal, sino que los hechos se dosifican, se retoman, se presentan desde diferentes prismas. Viene a completar, desde la perspectiva que ofrece el tiempo, y desde fuera, mediante el retrato de la ciudad que acogió a unos escritores cargados de ilusión, la Historia personal del «Boom» (1972), de José Donoso [2], sobre el cual el autor afirma que «es, de todos los escritores del grupo, quien más en serio se tomó la labor de «historiar» el Boom, de recoger sus impresiones al respecto» (pág. 422).
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A lo largo de estas páginas, Xavi Ayén no se limita a ofrecer los resultados de sus pesquisas, sino que también describe el proceso, las dificultades, los mecanismos que lo llevaron a perseguir los hilos del Boom por medio mundo, desde México a Buenos Aires y desde París a los Estados Unidos, y a conseguir sus datos y sus entrevistas, como la que pudo hacer a García Márquez en 2005 en su casa de la Ciudad de México, cuando ya se le empezaba a manifestar el alzhéimer. Reconstruye, con su experiencia viva —testimonios de protagonistas, testigos y estudiosos, en persona, por teléfono o por correo electrónico— y con la consulta de la bibliografía académica pertinente, de cartas y otros documentos —se nutre abundantemente del material guardado en los Archivos de Princeton, Fondo Mario Vargas Llosa—, de publicaciones en periódicos, etc., una especie de gran puzle, con el objetivo de descubrir qué se esconde detrás de la flaqueza de los recuerdos o de la literaturización consciente; organiza, así, un material ingente, contrasta fuentes y pareceres, valora su veracidad y, cual sabueso, trata de esclarecer qué es leyenda urbana, verdad poética y realidad de lo que sucedió, persigue el dibujo completo de cada situación, de cada anécdota. Se abordan ampliamente, por ejemplo, los entresijos, las desavenencias, las luchas entre escritores y editores —y el pilar que supuso la agencia Balcells, «esa casa de los prodigios», pág. 26—, así como los embrollos que surgen en torno a los premios literarios fundamentales a los que se presentaron autores latinoamericanos, como el Formentor o el Biblioteca Breve.

Barcelona es una ciudad de marcada tradición libresca. Ayén recuerda las figuras de la literatura latinoamericana que recalaron en ella antes del Boom, como Domingo Faustino Sarmiento en 1846, Rubén Darío en 1914, José Enrique Rodó en 1916, Rómulo Gallegos en los años treinta, y muchos otros. Describe el ambiente cosmopolita de la capital catalana en el tardofranquismo, la efervescencia editorial que se vivía, los vericuetos para sortear la censura en la España de la época, y retrata el grupo de la gauche divine barcelonesa, cuyo epicentro se situó en la mítica discoteca Bocaccio de la calle Muntaner, con el que se cruzaron muchos autores latinoamericanos, aunque sin integrarse en él, y sobre el cual manifestaron una visión crítica. En ese contexto emerge el Boom, que fue, como recuerda el autor, «lo más importante que le sucedió a la literatura en español del siglo xx» (pág. 12).

Con el Boom, que generó cierta prevención entre algunos escritores y críticos de Latinoamérica y de España —de hecho, quienes más ayudaron a definirlo en sus inicios fueron sus detractores, apunta José Donoso—, la literatura se abre a un consumo muy amplio. Se trata de un movimiento de internacionalización en el seno de los países hispanohablantes que superó las fronteras nacionales. Sus miembros fueron escritores globales, definidos además por su nomadismo, por su exilio voluntario, que trajeron de la mano un nuevo mercado global en lengua española. Ayén hace frente a la opinión que ciertos estudiosos sostienen acerca de que tras el Boom se esconde una implacable operación comercial que solo persigue vender libros, y defiende que «fue un estallido imprevisto que alteró la geopolítica de las letras mundiales» (pág. 512).

Por otro lado, determina que en el origen del término «Boom» está el crítico y profesor argentino Luis Harss, quien lo usó casualmente en una publicación de 1966 y después tomó vuelo. Sea como sea, no resulta sencillo fijar los límites del movimiento. Ayén presenta y comenta clasificaciones y puntos de vista contrapuestos, y explica que su proceder es el siguiente: «Aceptada la naturaleza arbitraria de cualquier definición, incluyo a aquellos grandes novelistas —este fenómeno lo componen narradores— que vivieron en Barcelona en la época comprendida entre finales de los sesenta y principios de los setenta: García Márquez, Vargas Llosa, Donoso. Y añado a dos de sus más ilustres y frecuentes visitantes: Carlos Fuentes y Julio Cortázar. Otros citarían también a Guillermo Cabrera Infante, Jorge Edwards o Alfredo Bryce Echenique» (pág. 516). Apunta que, simbólicamente, empezó con la llegada de Gabriel García Márquez a Barcelona en noviembre de 1967, y se quebró en la Ciudad de México el 12 de febrero de 1976, con el célebre puñetazo que le propinó Mario Vargas Llosa a su amigo. El primer encuentro personal de los dos escritores se había producido en Caracas el 1 de agosto de 1967. Vargas Llosa vivió en Barcelona entre 1970 y 1974, y García Márquez se marchó en 1975. Con su presencia, las dos grandes estrellas del Boom convirtieron la ciudad en el centro neurálgico de la literatura latinoamericana. Carmen Balcells, la gran benefactora, definió al colombiano como «un genio», y al peruano como «el primero de la clase».
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Como indica Ayén, el aura de la revolución cubana hizo que Latinoamérica se pusiera de moda y estimuló la difusión de la literatura de ese continente en Europa y otros lugares del mundo, le otorgó la visibilidad que el colonialismo cultural le había escamoteado. Cuba ejerció un peso fundamental en los autores del Boom. Al principio los une: «La Habana es fundamental para entender por qué el Boom funciona como una sólida hermandad: la argamasa se forma a partir de las complicidades políticas que se tejen entre unos escritores que ven cierto paralelismo entre la puesta en valor internacional de su obra —Into the Mainstream, se titulará el libro fundacional, en inglés, que escribe el argentino Luis Harss— y la autoestima recuperada de la isla caribeña» (pág. 357). Más adelante, los dividirá, sobre todo a causa de lo acontecido con el poeta y escritor cubano Heberto Padilla, que en 1971 pasó treinta y siete días detenido por «actividades contrarrevolucionarias» y, ante el revuelo internacional que se generó, Fidel Castro lo liberó a cambio de que se autoinculpara, lo que indignó aún más a la intelectualidad del mundo y provocó profundas brechas en el Boom [3].

Sin embargo, defiende el periodista catalán, la descomposición del movimiento obedece al fratricidio que protagonizaron sus máximos exponentes, García Márquez y Vargas Llosa. Ayén recrea sus afinidades, la forja de su intensa amistad y su repentino resquebrajamiento. Sobre sus posibles causas, rechaza las de índole político-ideológica y afirma que se relacionan con un asunto privado que emana de una crisis en el matrimonio de Vargas Llosa y Patricia; el peruano se sintió traicionado por su amigo y le propinó un derechazo definitivo: «El Boom reventó con aquel puñetazo» (pág. 770).

Aparte del núcleo Vargas Llosa-García Márquez, Ayén retrata a José Donoso, sus neurosis —el chileno «es, en muchos sentidos, el personaje más trágico del Boom», pág. 454—, sus dificultades económicas, su susceptibilidad, sus inseguridades, su voluntad de hablar del movimiento del que era partícipe destacado. Asimismo, se detiene en la imponente e impactante figura de Carlos Fuentes, amigo de todos los escritores del Boom y catalizador del grupo que ayudó, con su extensa red de contactos y su generosidad, a la difusión de muchas de sus obras, aparte de ser él mismo un escritor de talento (el propio Donoso reconocía que «no sólo por el estímulo literario de sus primeras novelas, sino también por su generosidad en forma de admiración y de ayuda, Carlos Fuentes ha sido uno de los factores precipitantes del Boom», op. cit., pág. 48). Ofrece, además, el perfil de Julio Cortázar, «el lampiño de París», con su aspecto de niño grande, su amor por el juego, su visión de Barcelona, su politización, sus amistades y sus parejas, su sexualidad y la influencia que ejerció sobre su obra, y su muerte, causada probablemente por el sida, que había contraído a través de una transfusión de sangre en Francia. Se ocupa ampliamente también de Guillermo Cabrera Infante y de Jorge Edwards, dos figuras cuya adscripción al Boom resulta problemática debido a su anticastrismo, así como de Alfredo Bryce Echenique, que se siente lejos de Cuba, de la temática social, y que llegó tarde al Boom, puesto que se instaló en Barcelona en 1984, cuando casi todos ya se habían marchado [4].

Ayén completa el repaso de este grupo esencialmente masculino que es el Boom con un capítulo sobre las escritoras: en particular, la brasileña Nélida Piñon, que residió un tiempo en Barcelona y escribe en portugués, y la uruguaya Cristina Peri Rossi, que se exilió de su país en 1972 rumbo a la Barcelona del Boom y ha permanecido en la ciudad. A pesar de ese rol secundario de las mujeres, el autor reivindica el papel que varias de ellas desempeñaron en la gestación del grupo, como es el caso, junto a la omnipresente Carmen Balcells, de Rosa Regás, Ana María Moix, Esther Tusquets o Beatriz de Moura; y eso sin contar con lo que ocurrió en la esfera personal de los escritores [5].

Alude, asimismo, a los «satélites» del Boom: una serie de narradores con mucho menos éxito, como los argentinos Néstor Sánchez y Manuel Puig o el colombiano Óscar Collazos (fallecido en mayo de 2015), que mantuvieron algún vínculo con Barcelona.
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En definitiva, esta obra recorre la intrahistoria —muy adjetivada en los detalles— del Boom, presenta su reconstrucción minuciosa, las curiosidades que lo rodean y todas sus ramificaciones. El barrio de Sarrià, donde vivieron García Márquez y Vargas Llosa, constituyó el eje del movimiento, pero es una Barcelona literaria que, curiosamente, no se había reivindicado como correspondía, y la obra de Ayén salda esa deuda: en ella se hace hincapié en que Barcelona, que fue residencia de numerosos escritores latinoamericanos y destino del peregrinaje de otros tantos, se configuró como «un parque temático del Boom» (pág. 13). Además, el libro se puede ver como una invitación a la lectura —o relectura— de los autores tratados; como una guía o un gran prólogo que acerca al lector un paisaje en el que se concentran tantos títulos esenciales.

Una iniciativa de la Casa Amèrica Catalunya, modesta pero loable, lanzada en octubre de 2015, permite a los inscritos recorrer los lugares más significativos de Barcelona por su relación con los autores del Boom. Es un modo de empezar a corregir la falta de interés que las instituciones locales han mostrado hacia ese legado literario, algo que, en cambio, no ocurre entre los lectores, que responden siempre de forma entusiasta a las actividades en torno al mundo latinoamericano [6]. Por otra parte, la presencia de escritores de América Latina en Barcelona ha tenido continuidad, con nombres como los de Juan Villoro, Laura Restrepo, Abilio Estévez, Santiago Roncagliolo o Rodrigo Fresán, pero no existe parangón con la época del Boom.

NOTAS

[1] Aquellos años del Boom. García Márquez, Vargas Llosa y el grupo de amigos que lo cambiaron todo. Barcelona, RBA Libros, 2014, 876 págs. Premio Gaziel de Biografías y Memorias 2013.

[2] Cito por la edición de Seix Barral, Barcelona, 1983, que incluye los apéndices «El «Boom» doméstico», de María Pilar Serrano (págs. 96-141), y «Diez años después» (págs. 142-155), del mismo José Donoso.

[3] Así lo resumía también José Donoso ([1972] 1983: 46): «Creo que si en algo tuvo unidad casi completa el Boom —aceptando la variedad de matices—, fue en la fe primera en la causa de la revolución cubana; creo que la desilusión producida por el caso Padilla la desbarató, y desbarató la unidad del Boom».

[4] El autor peruano anunció, en octubre de 2015, que escribirá Permiso para retirarme, tercer tomo de sus antimemorias, que seguirá a Permiso para vivir (1993) y Permiso para sentir (2005). Cf. https://www.elnuevoherald.com/vivir-mejor/artes-letras/article41648244.html [consulta: 06/11/2015].

[5] Precisamente, al papel insoslayable que tuvieron las mujeres de esos novelistas se refiere Noemí López Trujillo en «Las ‘chachas’ del Boom latinoamericano», El Español, 30/11/2015, https://www.elespanol.com/cultura/20151129/82991723_0.html [consulta: 01/12/2015]. Ellas a menudo tomaron las riendas de los quehaceres cotidianos para que ellos pudieran consagrarse a escribir sin molestias; eran las guardianas del tiempo de los autores. Con una imagen muy gráfica cierra López su artículo: «Ellos llenaban las estanterías de libros con regocijo, y ellas limpiaban el polvo que acumulaban».

[6] Xavi Ayén, «Barcelona lanza una ruta basada en los grandes autores latinoamericanos», La Vanguardia, 07/11/2015, https://www.lavanguardia.com/libros/20151107/54439650186/barcelona-ruta-autores-latinoamericanos.html#.Vj23BHJKpnQ.twitter [consulta: 09/11/2015].
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* Antonio Torres es Doctor en Filología y Profesor Agregado en el Departamento de Filología Hispánica de la Universidad de Barcelona, España. Sus líneas de estudio fundamentales son el español de América, la literatura en español y las culturas latinas en los Estados Unidos. Entre sus publicaciones figuran El español de América (Barcelona, Edicions de la Universitat de Barcelona, 2001, 2005) y Procesos de americanización del léxico hispánico (Valencia, Universitat de València, 2004), así como numerosos artículos en revistas especializadas y contribuciones a congresos nacionales e internacionales. Forma parte del proyecto de investigación De una América a otra: lecturas angloamericanas de escritores hispanoamericanos, hacia una literatura transnacional, y coordina el grupo PRESEEA – BARCELONA – ES, que forma parte del Proyecto para el estudio sociolingüístico del español de España y de América, cuyo responsable general es Francisco Moreno Fernández.

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