Literatura Cronopio

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Como conclusión, y dentro de las denominadas «modalidades lógicas» de la novela, L. Dolezel (1976) caracteriza cuatro grandes tipos de dominios narrativos de los relatos simples, basándose en las cuatro modalidades posibles, a saber:

* Relato alético: cuenta el paso de una imposibilidad a una posibilidad o al revés.
* Relato deóntico: cuenta el paso de una prohibición a un permiso o viceversa.
* Relato axiológico: cuenta el paso de un estado insatisfactorio a otro satisfactorio o al revés.
* Relato epistémico: cuenta el paso de una ignorancia a un conocimiento o viceversa.

Los subgéneros novelescos, directamente vinculados con la tipología de la novela, pueden caracterizarse, pues, en primera instancia, en dos niveles: a) por su número de tipos, y b) por la diversidad existente en lo que se refiere a la serie poco homogénea de propuestas distintivas y de compendios clasificatorios, derivado, todo lo anterior, de la amplia nómina de variedades narrativas existentes, debido a su constante práctica literaria a lo largo del devenir histórico —con las propias especificidades y variantes ideológicas del lugar y modo de producción concreto en cada caso— y, además, por la heterogénea perspectiva crítica a la hora de su estudio, lo que deviene, en pura lógica, en el hecho de que, de acuerdo con tal o cual presupuesto teórico-crítico, se subrayen sobremanera algunas de estas determinadas modalidades narrativas en detrimento, claro está, de otras, debido a dichas razones de índole sociocultural.

Por otro lado, toda esta serie de modalidades narrativas —géneros fundamentales, géneros históricos y los denominados subgéneros fundamentales o históricos— comparten un sólido conglomerado de rasgos y caracteres afines. Con respecto a la variante «épico-narrativa» los cinco elementos comunes (Garrido Gallardo, 1988 y 1994; Spang, 1993) (Valles, 2002: 392):

a) La situación comunicativa de un narrador que relata una acción realizada por unos personajes y localizada en un tiempo y un espacio.
b) La presencia de un narrador ficticio y un pacto ficcional responsable del encuadramiento de los textos en esta modalidad literaria y no en la historia
c) La comunicación diferida.
d) La doble posibilidad del verso o la prosa.

Además, los subgéneros ofrecen en su lógica discursiva–constitutiva la marca general de la mezcla o hibridación, ya que dichos componentes referenciales suelen aceptar de manera no problemática, la inclusión en un determinado subgénero de elementos caracterizadores de uno o varios subgéneros diferentes, entre otros motivos porque estas modalidades discursivas no se caracterizan ni se estructuran atendiendo a criterios idénticos o familiares. Por consiguiente, los subgéneros:

[…] dependen de la importancia que adquieran los factores semánticos, pragmáticos, estilísticos o formales. Su carácter es adjetivo, parcial, y generalmente su función suele ser temática; poseen una duración más limitada [que los géneros literarios] pues están más expuestos a las variaciones del sistema literario y del canon (Rodríguez Pequeño, 2008: 58).
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Desde este punto de partida, Valles Calatrava (2002) ofrece dos tipos de ejemplos en los que queda reflejada la referida disparidad clasificatoria; se trata de las aportaciones realizadas por J. Hawthorn (1997) y Estébanez Calderón (1999), los cuales agrupan las distintas modalidades, diferenciándolas por criterios epocales, temáticos y de estilo. El análisis de Hawthorn (1997: 53-65) despliega el siguiente menú:

Novela picaresca, epistolar, «three-decker» (entrega en tres volúmenes), novela histórica, regional, satírica, «bildungsroman», «roman à clef», novela de tesis, novela-río, gótica, folletín, ciencia-ficción, novela postmoderna, «nouveau roman», metaficción, novela fantástica, sobreficción, realismo mágico, «faction» (aproximadamente factición, un relato de hechos históricos propuesto por Truman Capote uniendo los términos fact y fiction), novela postcolonial.

Estébanez Calderón (1999: 752-765) ofrece, por su parte, este muestrario tipológico de subgéneros novelescos:

Novela de aprendizaje, de aventuras, bizantina, caballeresca, cortesana, de costumbres, documental, por entregas, epistolar, erótica, de espionaje, estructural, existencialista, experimental, galante, de folletín, gótica, histórica, de lenguaje, lírica, morisca, naturalista, negra, neorrealista, objetivista, del oeste, pastoril, picaresca, policíaca, psicológica, realista, romántica, rosa, sentimental, social, de suspense, de terror, de tesis.

Y es que, como advierte Bobes Naves (1993), con respecto a este amplio espectro que caracteriza a los variados planteamientos que se han ofertado para una tipología de la novela:

Las clasificaciones que se han propuesto suelen ser muy generales y sus términos suelen solaparse, porque no son excluyentes, así una clasificación temática permitirá denominaciones como novela sentimental, de caballerías, pastoril, picaresca, costumbrista, histórica, policíaca, rosa, etc., y una clasificación basada en el criterio del «modo» de escribir, permitiría hablar de novela idealista, realista, naturalista, objetiva, alegórica, simbólica, etc., pero no cabe duda de que los términos de una y otra clasificación pueden concurrir en una novela, y en algunos casos incluso se implican temas y modos: una novela picaresca exige un tratamiento realista, una pastoril usará un lenguaje idealizado como corresponde al platonismo. Las clasificaciones son muy relativas, por esta razón (Bobes, 1993: 91).

Frente a los anteriores tipos de clasificación, fundamentalmente númerico-descriptivos, y reconociendo, por lo demás, el volumen de sus aportaciones y el sincretismo de sus respectivas clasificaciones caracterizadoras, el profesor Valles Calatrava (2008: 75-76) propone, con criterio de base metodológica, los siguientes cinco elementos que conforman su modelo de estructuración del polimorfismo de este tipo de subgéneros:

1. Toma como primer factor determinante y medular el «temático», que «privilegia la iteración y recurrencia de asuntos primordiales comunes a la hora de fijar determinadas modalidades discursivas» (ibid., p. 75), y aborda novelas, por ejemplo, de acción, aprendizaje, aventuras, biográficas/autobiográficas, bizantinas, caballerescas, de clave, de ciencia-ficción, cortesanas, de costumbres, erótico/galantes, de espacio, de espionaje, góticas, históricas, moriscas, negras, novela-río, del oeste, pastoriles, picarescas, policíaco/criminales, psicológicas/del personaje, rosas, sentimentales, sociales, de terror y de tesis.

2. Todo lo que concierne y afecta a la denominada «paraliteratura»: folletín, novela folletinesca, novelas por entregas, «three-decker», «pulp», «dime novel», novela de quiosco, novela barata, de masas, etc.

3. Componentes sintomáticos de estos textos serían los de orden lingüístico-estilístico y discursivo, en especial cuando representan novedades en lo que respecta a la sustitución, renovación y transformación de las estructuras arquitectónicas técnico-compositivas del relato: novela esteticista, estructural, experimental, del lenguaje, «nouveau roman», novela polifónica, novela épica/lírica/dramática, metaficción, etc.

4. Grado de ficcionalidad y/o mimetismo novelesco: realismo, realismo mágico, novela objetivista, documental, fantástica, idealista, utópica, factición, sobreficción, etc.

5. Criterios históricos sometidos a condicionamientos de época o de base estético-cultural: La perspectiva epocal permite hablar de novela clásica, medieval, contemporánea, decimonónica, de la Ilustración, del Siglo de Oro, etc. La de raíz estetico-cultural acuña denominaciones del tipo novela barroca, renacentista, costumbrista, realista, romántica, vanguardista, así como, también, las de novela moderna, postmoderna o postcolonial.
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Por último, podría, además, añadirse la aportación que, acerca de la modalización de estos subgéneros, construye Javier Rodríguez Pequeño (2008) con su teoría de los mundos posibles, cuando afirma que un cierto número de aquellos «siguen la pauta que les marcan las reglas semántico-extensionales de los modelos de mundo combinados con sus componentes referenciales» (ibid., p. 144), con lo que una serie de subgéneros tendría un cauce ideal de representación y otra serie se representarían indistintamente de acuerdo ora con las reglas propias de la totalidad ora siguiendo algunos de los distintos tipos de mundo:

[..] únicamente hago constar que hay dos macro-tipos de modelos de mundo: el macromodelo de mundo real y el macromodelo de mundo fantástico; diferenciados por la mímesis y por la transgresión de las reglas del mundo real objetivo, empírico. Dentro del macromodelo del mundo real estarían el tipo I y el tipo II de Tomás Albaladejo, es decir, el de lo verdadero (mimético, no ficcional y no literario) y el de lo ficcional verosímil (mimético, ficcional y verosímil); al macromodelo de mundo fantástico pertenece el nuevo tipo III, el de lo fantástico verosímil, que podríamos definir como ficcional, no mimético y verosímil, y el antiguo tipo III, ahora tipo IV, el de lo ficcional no verosímil (fantástico inverosímil o ficcional, no mimético e inverosímil (Rodríguez Pequeño, 2008: 144).

Su representación esquemática sería la siguiente:

MACROMODELO DE MUNDO REALISTA FANTÁSTICO
TRANSGRESIÓN – MUNDO

TIPO I

No ficcional

Mimético

Verosímil

TIPO II

Ficcional

Mimetico

Verosímil

TIPO III

Ficcional

No mimético

Verosímil

TIPO IV

Ficcional

No mimético

Inverosímil

En conclusión, y como apostilla García Berrio (2004):

[…] parece útil para la Crítica literaria actual mantener la memoria tradicional legitimada de los tres géneros dialécticos («naturales») de la poesía: lírica, épica y dramática. Lo cual contribuye a mantener el tributo de la Crítica a la sistematicidad universal antropológica del sistema de la Literatura. Pero al mismo tiempo, comparecen con evidencia pragmática innegable los procesos «históricos» hacia la reclasificación individualizadora en subgéneros, clases o modalidades, como fenómenos de hibridación, síntesis y sustituciones en los rasgos textuales constitutivos de la troncalidad genérica. Insistimos en que la condición para esa coexistencia de categorías útiles y bien fundadas en el trabajo de la Crítica literaria es la de no olvidar (y aún menos confundir intencionadamente) la diferencia en la jerarquía genérica, ente los tres géneros mayores con fundamentación dialéctica «natural» expresivo-simbólica y los subgéneros o clases históricos (García Berrio y Hernández Fernández, 2004: 256).

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* Francisco Álamo Felices es Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Granada, Licenciado en Filosofía y Letras (Sección Filología Hispánica) por la Universidad de Granada (1984), con la calificación de «Sobresaliente por unanimidad», Doctor en Filosofía y Letras (Sección Filología Hispánica) por la Universidad de Granada (1996), con la calificación de «Apto cum laude por unanimidad». Actualmente es profesor titular de universidad en el área de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada. Es autor de numerosos libros y ensayos académicos de teoría literaria publicados en revistas especializadas. https://www.ual.es/Depar/filologia/francisco-diego-alamo-felices.shtml

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