—¡Yo no le echo la culpa…! —se defendió el padre. Pero Naama siguió:
—¿No pensaste en los vecinos? Cansada estoy de oirlos: «Ahí va el loco del barquito»; «¿Así que va a llover mucho, don?», «¿Y porqué, mejor, no se inventa el paraguas?». Y vos vas, y le dás de comer a esa manga de chismosos que se nos ríen en la cara. Ya los escucho: «¿No le queda algún camarotecito para alquilar?» «¿Y un gomón? ¿Porqué mejor no sube al hipopótamo a un gomón?» «¿No quiere llevar a mi suegra que es una arpía…»
—¿Y cuál es el problema? —dijo Sem, tan pragmático como siempre.
—¿Cómo? —dijo Naama.
—¿Cómo? —dijo Cam.
—¿Cómo? —dijo Jafet.
—¿Cómo? —dijo el padre.
—Desháganse de algunos bichos…
Si bien a Naama no se le pasó por alto que el «desháganse» era una clara referencia al «háganlo ustedes, que yo miro», tan clásico en Sem, inmediatamente vio la ventaja de la propuesta. Y decidió defenderla, como una manera de salvar algo del inminente escarnio al que la someterían las chusmas del barrio.
—¡Jamás! —dijo el padre.
—Cállate, viejo —dijo Cam.
—Podría ser… —dijo Jafet.
Esa misma noche, en la carpa y a la luz de una débil vela de sebo, mientras Sem bailaba afuera, al compás de una música machacona que hacía con sus crótalos; la familia confeccionaba la lista, ante la temible mirada de Naama.
—¿Triceratops? —preguntó el padre.
—No. Dijimos que ningún bicho de más de doscientos cincuenta mil talentos de peso —dijo Jafet.
—¿Y el elefante, entonces?
—Ese zafa justito…
—¿Sirenas? —preguntó nuevamente
—Claro —dijo Naama —, el señor quiere mirarle las tetas…
—Es un bicho de agua —dijo Cam —, que se arreglen solas.
—¿Unicornios? ¿Centauros? ¿Pegasos?
—Ya pusimos caballos, y son parecidos.
—¿Yetis?
—Se van a morir de calor.
—¿Ñandúes?
—¿Y esos?
—Más o menos como el avestruz.
—¿Y cuál es cuál?
—No sé …
—Dejalos a los dos.
—¿Dragones?
—Nos van a quemar el barco.
—¿Esfinges?
—¿Para qué queremos leones con alas?
—¿Mamuts?
—No entran los cuernos. Y además ya lo tenemos al elefante.
—¿Megaterio?
—Ya está el otro perezoso que es más chico…
Y así continuaron toda la noche.
Un mes después, empezó a subir el agua y el arca se alejó. En cubierta, sin mirar atrás, Noé sonreía. Yahveh Elohim se regocijó con él.
Los animales que quedaron en el islote en que se transformaron las tierras de la familia, miraban sin entender.
Algunos lloraban.
LOS SIETE TRABAJOS DE HÉRCULES GARCÍA
La hija del vasco Arreche era todo para Hércules. Pero para el vasco, García era claramente inferior a su pequeña y no la merecía. Cuando por fin se dio la combinación exacta entre ganas y miedo del novio y condescendencia del vasco, el galán, pudo pedir la mano de Teresa. Arreche lo escuchó callado y dijo:
—Vea, García, va a tener que demostrarme que puede mantener a mi hija. Trabajará para mí durante un tiempo, y si me satisface su labor, después hablamos de casamiento.
Hércules accedió esperanzado.
Debió matar a los doce chanchos del tano Bonifacini, a puros besos de lengua; aflojarle las ruedas al sulky del polaco Pyrik, que lo corrió a escopetazos; poner tinta china al agua bendita de la Iglesia del padre Juan; silbar el tango «Mi noche triste» medio tono mas alto, mientras el vasco le apretaba, levemente, los testículos con una morsa; domar a la suegra del chileno Segovia, que ya había enterrado siete maridos; cobrar cinco pesos de entrada en la mesa catorce, para poder votar en las elecciones del año noventa y tres; y, finalmente, fotografiar en bolas a la intocable rusa Vielisky. La rusa lo sorprendió; pero en lugar de denunciarlo, lo invitó a pasar. García jamás regresó a lo de Arreche. Teresa quedó para vestir santos; y el vasco con una hija solterona y amargada, y sin las fotos de la rusa, que tanto ansiaba.
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* «El Diluvio Universal y otros efectos especiales» será publicado en Argentina por la Editorial Andrómeda (www.edicionesandromeda.com), dentro de un proyecto editorial de varias colecciones (cuentos, novelas, poemas, etc), que se puede seguir en https://loslibrosdeandromeda.blogspot.com.
Daniel Frini nació en Berrotarán (Córdoba, Argentina) en 1963. Realizó estudios universitarios en la Universidad Nacional de río Cuarto y de postgrado en la Universidad Nacional de San Martín. Es Ingeniero Mecánico Electricista y diplomado en Dirección General, Economía y Negocios para Pymes. Fue redactor y columnista en revistas humorísticas en Argentina. En 2000 publicó el poemario «Poemas de Adriana». Colabora en los blogs «Químicamente impuro», «Ráfagas, parpadeos», «Breves, no tan breves», «La sonriente cocina de Peloncha», «Cuentos y más», entre otros importantes sitios de Internet. En 2009, ganó el Primer Premio de la Segunda Convocatoria de Microcuentos «El dinosaurio» en Colombia. Obtuvo el primer premio en el género «Cuento» del IV certamen de Cuento Breve y Poesía Cosme Sebastián Reniero (Avellaneda, Santa Fé, Argentina). Consiguió el Premió Internacional de Monólogo Teatral Hiperbreve para Niñas y Niños «Garzón Céspedes» 2009 (Madrid/Ciudad México) y el Premio «La oveja negra» de Microrrelatos 2009 (Buenos Aires, Argentina). Su poema «si vos estás», fue incluido en la «Antología Poética XX Aniversario» de la Editorial 3+1 (Buenos Aires, Argentina).