CARTA EPÍSTOLA 19
Por Alexis Manuel Da Costa Yañez*
En toda vida llegará ese momento, aquel para encontrarse consigo mismo, en el que pones en contexto una tan corta y patética vida; siempre buscando razones inservibles solo para darle sentido a lo inerte, a lo inmóvil, a lo interminable.
Es ahí cuando por instinto, como buen humano, le pones precio y condición al sufrimiento; buscando siempre lo mejor y en espera de lo peor, con ese pesimismo innato en la concepción y el optimismo bárbaro de la opresión.
Vas buscando absurdas respuestas en una cabeza llena de prejuicios y malas soluciones que al final termina sin aportar nada; para así dejar el paso a lo divino con mil preguntas sin respuesta. Y al final descubrirte enamorado de lo inexistente, de lo prohibido.
Es una realidad difícil para mentes complicadas que no encuentran la simplicidad de un buen vivir.
Y así vuelve a perderse todo en el olvido, como nunca, como siempre. Eres tú, entre virtudes y defectos; el fin nunca cambia, el comienzo siempre se transforma, y solo queda la esencia de la vida, la que no termina aunque dejes de vivir.
CARTA EPÍSTOLA 18
Hay personas que pasan por tu vida, esas que ponen de cabeza tu mundo, mueven tus sentidos y confunden tus emociones hasta hacerte perder el control.
Pueden durar días, semanas, meses o hasta años, pero el destino siempre los aleja. Por alguna razón nunca podrán quedarse, así será en esta y en otras vidas.
Se extrañan, se sufren y se evitan hasta que un buen día por fin se olvidan, se superan o tan solo se sustituyen; la vida sigue, nada cambia y todo regresa; se vuelve a sonreír.
Pero el al final, a pesar de todo, siempre dejan una marca; aquella huella invisible en el alma, la que te hará ver todo de diferente manera, forja el carácter y cambia tu vida.
Esos son los pequeños detalles que te hacen vivir.
DE GUERREROS Y DRAGONES
Hay flores bellas habitando amplios paisajes de belleza incalculable y majestuoso porvenir.
Son los mismos que habitan en las almas de grandes soñadores que no quieren partir.
Aquellos hombres con firmes corazones que buscan en doncellas un hermoso vivir.
Da lo mismo sean eternos amores o cortas soluciones se termina por sufrir.
Ellos buscan los mismos pecadores que de amor errores no pudieron prevenir.
Y terminan tristes observadores solos y sin colores solo queda morir.
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* Alexis Manuel Da Costa Yañez, México. Es estudiante de Relaciones Internacionales en UNAM y de Administración Pública en BUAP. Columnista político en periódicos regionales. Fundador de Presencia Juvenil A.C. Finalista del IV Premio de Novela Corta «Fundación MonteLeón» con la obra «1619; esa mujer» y autor de la antología digital «Eterno pensamiento de un Dionisio enlatado».