Literatura Cronopio

1
357

Panegirico del azul

PANEGÍRICO DEL AZUL Y APOLOGÍA DE LA NOSTALGIA

Por Ingleberto Robles Tello*

PÓRTICO

Lo primero que yo, poeta de caminos largos, percibo desde la portada del libro «El azul de la tarde» y «Dama tres luna», es el Azul más allá del azul; el azul con su luna azul desdoblada, dentro del texto, en tres.

El poeta George Reyes pinta de azul poesía la tarde y su tarde. La poeta Elizabeth Carranza, nos da el insólito caso de tres lunas llenas de nostalgia, es decir, poesía de la luna que es ella misma.

El poeta construye un bello panegírico al azul, al extremo que su vuelo llega hasta el azul de la Divinidad, sin ningún tipo de lenguaje directo: ¡Todo es un panegírico poético!

La poeta, dama de tres lunas en plenilunio, como quizás era su intención y, digo yo, poéticamente así es; pero algunas piezas de su libro son lunas en cuarto menguante, en cuarto creciente y en la fase de luna nueva, porque su nostalgia así las crea. Su poemario, para mí, es una apología a la nostalgia. Una apología poética sincera, sin remilgos ni dolores fatuos: ¡Son lunas!

Tanto el poeta Reyes como la poeta Carranza, son poetas de este tiempo; tiempo que ellos vuelven no tiempo. Poetas que buscan el ecuador y no lo encuentran porque el mundo, la piel, el trajinar sobre la tierra lo impiden, aunque no total ni definitivamente. Se quedan en los meridianos, como muchos vates de ayer y de hoy. Aletean, gorjean, se lastiman de adentro para fuera, para escapar con todo y caminos, los caminos del diario vivir. El vuelo poético los salva, por instantes, pero lo gritan, lo lanzan a los Cuatro Ángulos del Mundo. Gritan y se debaten en su respectiva carne, piel, huesos y pasos, pesados y audaces, por ratos. ¡Sólo se salvan, como poetas, o para mejor decir, los salva la palabra, la bella palabra poética!

Y yo, con un gran mapa de cicatrices en mi ser, con soltura, lo más delicadamente que me da la experiencia y, con un poco de gris osadía ¡he palpado sus heridas! Heridas poéticas, pero, al final, siempre heridas, aunque nadie, ni ellos mismos, lo reconozcan.

Este texto no es un estudio crítico de la obra de los poetas Reyes y Carranza. No. No lo es. Es sólo una apreciación estética de las dos obras que forman el volumen.

Los académicos de la lengua y la literatura, desde Licenciados hasta Doctores, son minuciosos en la forma y, claro, también en el fondo, pero sin llegar a la esencia, a menos, por supuesto, que sean poetas si de criticar poesía se trata. No obstante, prevalece la academia y es algo así como una atadura o un esquema muy difícil de quebrar. Yo, poeta, no trabajo este documento como académico, sino como creador de poesía, o como decía un insigne poeta paisano: «Un escribiente de poesía», aunque otro, en broma, acotaba: «Escribidor de poesía». No obstante, por mi trabajo de investigador, no puedo dejar al margen la búsqueda, ese hurgar adentro y afuera de la esfera de la realidad que nos ocupa, con hipótesis, explícitas o implícitas o esas misteriosas hipótesis o conjeturas poéticas surgidas de los sueños y de más allá.. Sí. Mi metodología para éste y otros trabajos anteriores, me lleva a estudiar —no sólo leer— el texto poético, sino también lo más que puedo del tema, estilo y lenguaje utilizado. Investigo todo lo que puedo, digo, de otros textos, escritos anteriormente por los autores, para entender un poco lo que expresan y cómo lo expresan.

Personalmente he recibido análisis literarios de algunas obras mías, poesía y cuento, por eminentes profesionales de la lengua y la literatura, pero no creadores en el sentido más puro y, pues a mí no me han satisfecho, aunque quienes han leído dichos comentarios los juzgan estupendos. Por ello, para mí, es válida la tesis de que el autor es el único que puede juzgar su obra, por la sencilla y llana razón de que es su obra.

Al estudiar varios textos de los autores que estamos abordando, he encontrado, con agradable sorpresa, que han escrito —perdón por la apreciación— mejores, deliciosos, sorprendentes y ecuatoriales poemas, conteniendo excelsa poesía. Pero les sucede, lo que nos sucede a muchos: cuando uno prepara un libro para ser editado, como que uno es tirado por el tiempo, las formalidades editoriales, la unificación temática que se propone y muchas otras cosas menudas, pero que, no por menudas, resultan inválidas o inocuas.

Algunos viejos escritores de poesía o narrativa, sugieren que uno escriba sin pensar en editar. Que se suelten las alas, que se desamarren las velas, que se camine sobre la tierra y sobre el agua, pero libremente. Entonces, cuando se presente la oportunidad de editar, como toda la obra está en el alma —la que ya salió y la que espera—, se escoja un título, un referente que sirva como eje para ir armando el libro con todo lo que se haya escrito. Es ésta una ardua labor, pero sabrosa, porque resulta que muchas veces uno no cree que haya escrito bellezas de tal magnitud y de tan alta sonoridad cósmica. Para balancear el libro algunas veces hay necesidad de escribir uno o dos, quizás tres obras, la cuales servirán para amarrar el tema y consolidar todo el volumen a editar. Se puede ubicar al principio, en medio y al final, que es lo tradicional, pero uno es quien dispone. Porque, tratándose de poesía, el libro, tal como un poema, no debe perder el ritmo y ser congruente con el tema y con el lenguaje poético.

Los dos libros, en este tomo, han cuidado este asunto, un poco más el poeta Reyes. La poeta Carranza, intuyo, está cobrando la experiencia necesaria en estos caminos que, a veces se tornan laberínticos.

EN LA FLOR ABIERTA DEL AZUL VESPERAL

Apelando a su indulgencia, antes de leer el texto de mi apreciación al trabajo del poeta Reyes, los invito a escuchar la poesía que, en versión musical, alude al Azul. Esto con la única intención de que mi modesta contribución se comprenda como la visualización álmica [sic] de un viejo incansable admirador de la belleza, el arte y la Vida. He aquí la clave:

En esta modesta apreciación de la obra «El azul de la tarde», como viejo colibrí, he encontrado néctares deliciosamente bellos. Podría hablar de hallazgos, pero sería una pretensión inoportuna, más que todo porque en un estudio profundo y comparando con otros textos del poeta Reyes, podrían no ser hallazgos sino recurrentes maravillas expresadas de una manera más profunda o más luminosa.

He aquí los néctares:

«Despierto yo…
Y su mano
en mi hombro
me canta la canción
de esa frágil sonrisa
del alma»

«En el suspenso
se cuela la esperanza
de ese viejo amanecer tardío…»

«…que empapa de azul
ese murmullo de mi geografía
al que solo tú
tiene acceso a su camino»

«…Si el silencio
no es tu idioma
ha de hablarte
en tu lengua de alborozo»

«…desgastado
en la pupila
de mis ojos
y rojo
de mi corazón
¡Qué presencia…!»

«…que otra vez
te veré en escena
para revertir
mi gran piel de niño»

«Ya que tú has querido
pintarme esta vez
estos pies
con que te anuncio…»

«Detrás del alero
cuelga un paisaje
en tela que encanta y recanta
la canción sin fin
encarnada en tu ser»

«Esta silueta
que cabe en tus manos
será clareada
hasta cesar el día…»

«…ese otro vals
—que celebra la vida
en pasos
—que pisotea el olvido»

«¡Careta
endiosada
en altar
que adora la nada
pasea en vergel
de árboles secos!»

«…Sabe que este lienzo
está gastado
con el peso de cada hueso…»

«Lo acechan cuando duerme el día
y manchan con gran neblina su estación contraria…»

«…por tu vergel
leerá tu gloria
en sus follajes que se doblan en estos versos»

«…allí donde duermen jaurías
en guaridas de pobre lumbre»

«El cristal
con el que filtro tu mirada
se ha empañado
con barniz de llanto
en cada charco de oleada, de espumarajo»

«¿Y cuándo mi verso acabe?
Quedaré
ungido de óleo de tristeza»

«…llevando el peso de un bolsón de soledades
y de un puñado de nada enmohecido»

«…el resplandor del sol naciente
que quita el hielo mi pan que escarchó tu paso
en un recipiente que acopia mil migajas…»

«…pues cual poeta que la luz y vida ensalza
Dios ha optado por leer mis versos»

«¡Dame tú
una tregua ahora,
deja que te loe mi deuda!

«Bebí del tronco agua de laguna
que en horas de este amanecer
se volvió como cristal y polen
Me espejeó tu ángel,
fecundó en el alma
esta poesía inmortal:
Que incline a ti cada día mis pétalos
irrigue día a día en otros
la escarcha inacabada»

«…vacío en el cuenco de mis manos
gotas de tu océano…»

«Si existieran las sirenas
beberían de esas gotas
en su orilla,
orilla nuestra,
desmarcada de la historia»

«En cada arpegio del alba
que agiganta el latido de mis párpados
dame tú los versos exactos
a tu exacta estatura…»

«…y sus cenizas
escriben mi ausencia de espuma…»

«¡Cuántas veces
yo ser de polvo
te he gritado con cara de lágrima…»

* * *

REFERENCIA:

Reyes, George. El azul de la tarde. Poemario.
Elizabeth Carranza. Dama tres luna. Poemario.
Editorial Apostrophes ediciones.

_____________
* Ingleberto Robles Tello es escritor guatemalteco con más de sesenta años de trayectoria como poeta, cuentista, compositor dramático, ensayista, novelista y escritor de literatura infantil. Obtuvo una Maestría en Cuento, Poesía y Teatro, por haber obtenido el primer lugar por tres ocasiones en los Juegos Florales de Retalhuleu, Mazatenango, Suchitepéquez y Sta. Lucía Cotzumalguapa, en su propio país. Además ha obtenido más de seiscientos galardones entre ellos el Premio único en los Juegos Florales Hispanoamericanos, Quetzaltenango, Guatemala, 1987.

1 COMENTARIO

  1. …»el autor es el único que puede juzgar su obra, por la sencilla y llana razón de que es su obra»…Por fin lo veo màs claro, Ingleberto. Ernesto Sàbato, a este respecto, solia decir que los crìticos literarios hacen «literatura de la literatura», aunque èl fuera escritor y no poeta.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.