Literatura Cronopio

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LA PATERNIDAD DE ANDRÉS EN «SIN RUMBO» DE EUGENIO CAMBACERES

Por Clary Loisel*

Al principio de la novela «Sin rumbo», Andrés piensa que ha visto el mundo y que no ha derivado ningún placer de ello. Pasa su tiempo leyendo a Schopenhauer y concluye que ha sido «¡chingado, miserablemente chingado!» Sin rumbo se concentra en la interacción de Andrés con tres mujeres en su esfuerzo de encontrar el amor y el placer. Viola y deja embarazada a Donata, una hija de uno de sus criados. Su relación es puramente sexual, y aun cuando ella anuncia que está embarazada, él no hace ningún esfuerzo para expresar alegría o para cambiar su hábito anual de vivir en Buenos Aires durante el invierno. En Buenos Aires se encuentra atraído por La Amorini, a quien seduce y con quien vive abiertamente por quince días a pesar del disgusto del marido de ella. El sexo entre Andrés y la Amorini queda sin amor: «él seguía despojándola del estorbo de sus ropas. Ella ahora le ayudaba. Enardecida, inflamada, febriciente, arrojaba lejos al suelo la bata, la pollera, el corsé, se baja las enaguas. Era un fuego». El lenguaje expresa un deseo físico solamente; aun La Amorini, cuyo nombre sugiere el amor, no experimenta ninguna emoción. Al contrario, ella llega a ser una ninfómana pura, «eterna bacanal» lo cual disgusta a Andrés. De pronto se da cuenta que «nada en el mundo le halagaba ya». Se entera de que es incapaz del amor, que su vida es «sin rumbo». Él pretende, con La Amorini, que tiene interés en ella. De hecho, se pone indignado con el esposo de ella cuando el marido los descubre juntos.

Lo importante de su relación con La Amorini es que Andrés aprende algo de sí mismo. Él reconoce su necesidad de amor y afección. Contempla el suicidio, pero al recordar que tiene una hija que puede amar, su esperanza resucita y regresa ansiosamente a las pampas.

El amor por su hija es el único amor verdadero en la novela. Un florecimiento de animosa esperanza, de fe en la vida, de alegría en el esfuerzo, canta en el alma del padre la redención del inútil y perverso pasado. En la primera parte de la novela, Andrés es dominado por el hastío y la crudeza de los instintos. Pero con el nacimiento de la hija en la segunda parte, hay un cambio radical. Su hija abre la esperanza regeneradora con la vuelta al campo. Sin embargo, Cambaceres subyuga aun ese amor al examen y la duda; sugiere que en el nombrar egocéntrico de parte de Andrés de su hija, es solamente otra manifestación de amor vano. Cabaceres invita a sus lectores que se pregunten si Andrés considera a su hija meramente como una extensión de sí mismo, y si en verdad Andrés no quiere a nadie excepto a sí mismo. Esa idea se refuerza más por la caracterización de Cambaceres respecto a Andrea.

A medida que la novela se desarrolla, Andrés exhibe rasgos parecidos a los de su padre. A pesar de su aparencia dulce y angélica, ella es verdaderamente egoísta en sus deseos, los cuales su tía trata de disciplinar pero que los deja a sus padres. Andrés deja de hacer caso a su tía. Está ciego a los hábitos malos que su hija desarrolla, principalmente porque reflejan de manera directa sus propias cualidades. Cambaceres invoca repetitivamente a Zolà. Comunica la inevitabilidad de la herencia. Expresa el desenvolvimiento explícitamente determinista del comportamiento y de la acción, junto con los apartes que son igual y explícitamente deterministas. Y siguiendo la formula naturalista de Zolà, la salvación y la conversión lejos del cinismo es breve (Anderson Imbert 288). Primero por la desconfianza en su propia felicidad; luego, por una premonición; y, finalmente, por la enfermedad y la muerte de Andrea, el reconocimiento de la imposibilidad del amor duradero vuelve. Una vez más, una novela naturalista termina en enfermedad y muerte; pero diferente a Zolà, Cambaceres termina Sin rumbo en la violencia gráfica del suicidio de Andrés.

El efecto de la muerte de Andrea destruye cualquier amor que crecía en el padre. Andrés, incapaz de la culpa, no puede admitir cualquier transgresión. Busca una explicación externa para su inhabilidad de experimentar el amor. Acusa a Dios de injusticia y cuestiona su destino. Cambaceres no da otra opción a Andrés —tiene que suicidarse—. Andrés tiene una conciencia de la futilidad de la vida, y como resultado, sufre una desesperación más aguda que los otros personajes (Foster 15). Incapaz de reconciliarse con su fracaso, se suicida por piedad de sí mismo y no por el amor.

Cambaceres utiliza Sin rumbo para quitar el velo de las condiciones sórdidas de la vida humana. Cándido, inteligente, libre, agnóstico, atrevido, no tenía ninguna ilusión de la insignificancia del hombre. Su sentido moral —demostrado en el comportamiento cínico y brutal de sus personajes principales— desafía las mentiras convencionales de la sociedad. Deja caer los brazos y reconoce que el poder de la naturaleza nos baja al nivel de los animales. Con amargura, casi con cólera, describe las indignidades humanas. Y para hacerlas más dolorosas, escoge maldad, enfermedad, corrupción, vicio, adulterio, fracaso y muerte.

OBRAS CITADAS

Anderson Imbert, Enrique. Spanish-American Literature: A History 1492-1880. Detroit, Wayne State UP, 1969.

Cambaceres, Eugenio. Sin rumbo. Buenos Aires: Ediciones Estrada, 1949.

Foster, David William. Ed. Latin American Literature. Nueva York y Londres: Garland Publishing, Inc. 1992.

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* Clary Loisel. Profesor norteamericano, titular de español y estudios latinoamericanos en la Universidad de Montana. Recibió su doctorado en lenguas y literaturas romances de la Universidad de Florida. Sus publicaciones incluyen traducciones de literatura mexicana al inglés y artículos sobre literatura hispanoamericana. Sus intereses también incluyen la literatura brasileña.

Correo-e: clary.loisel@umontana.edu

Web: https://hs.umt.edu/wgss/faculty-satff/default.php?s=Loisel

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