Literatura Cronopio

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EFRAÍN BUSTAMANTE RÍOS: LA VIDA ÉTICA DE UN AMANTE DE LAS LETRAS

Por Alexis García Ahumada*

Nacido un 4 de abril de 1930, muere el 11 de septiembre de 2017 el escritor colombiano Efraín Bustamante Ríos en la ciudad de Reikiavik, Islandia. De origen huilense, se radicó en su adolescencia, siguiendo un impulso, en Medellín donde hizo su vida de hombre hasta que decidió viajar a Islandia y pasar el resto de sus días allí. Hombre apasionado, enérgico y decidido, fundó revistas, editoriales y librerías, con unas y otras sufrió, con unas y otras fracasó. Dos pasiones lo marcaron de manera inexorable, las letras y las mujeres. No pasó un día desde que aprendiera a leer sin que leyera, desde que aprendiera a escribir sin que escribiera, y desde que recibiera su primer beso sin que pasara un día bajo las faldas de una mujer o buscándolas. La mayor parte de su vida gozó de una fuerte salud y de una energía que se desbordaba y por la cual se mantenía siempre activo: poeta, cuentista, traductor y ensayista. La mayor parte de su obra se perdió siendo enviada a editoriales o en accidentes y vicisitudes que nunca faltaron en su haber.

Su padre abandonó el hogar tan pronto nació su último hijo, Efraín, dejando a la madre a cargo de siete hijos y sin una fuente de recursos para alimentar las hambrientas bocas. Luchadora, trabajadora y autoritaria, consiguió montar su propio negocio como costurera y convertirse en un referente en todo el Huila, contratando con el tiempo a otras mujeres. Una suerte de empresaria de las modas. Marcada por una vida difícil y un hogar castrense, en la casa no faltaron la comida y los golpes. Efraín, sensible, creativo y activo, no resistió demasiado tiempo el régimen militar impuesto por su madre y huyó a la ciudad de las bellas mujeres siguiendo a una monja que lo inició en los misterios del amor y que había conocido en el Huila, cuatro años mayor que él. Estando en Medellín conoce a los poetas «malditos». Quien se los muestra es un docente de la Universidad de Antioquia, profesor de derecho y amante de la poesía al cual conoce en una fonda haciendo de cantinero. Sus primeras lecturas fueron Homero y Dante, pero pronto se entregó a Baudelaire, Verlaine y Rimbaud. La filosofía fue otra de sus pasiones, más su lectura que su práctica. Su vitalismo contrastaba con sus lecturas filosóficas, el filósofo rumano Todor Vianu y el danés Paul Martin Moeller.

Comenzó su primer proyecto literario con otros jóvenes, todos ellos estudiantes de derecho de la Universidad de Antioquia, una pequeña revista que editaban y que ellos mismos financiaron con sus magros recursos. En ella se publicaba tanto poesía, como crítica literaria, traducciones de poetas principalmente nórdicos y eslavos que por esos tiempos eran desconocidos hasta en sus propios países. Se destacan entre ellos, los poetas noruegos Olaf Tromsø, Petter Asbjørnsen, y los rusos; Lev Kalatózov, Mijaíl Kuleshov, Aleksandr Grek, Feofán Sokúrov. En los sesenta y aprovechando los contactos de su profesor, originario de Islandia, viaja a éste país para radicarse de manera permanente.

La poesía nórdica expresionista lo hechizó con sus elegías a la vida heroica de unos ancestros que se lanzaban a la existencia como guerreros y morían como tales. Su obra, mezcla de Hölderlin, Rimbaud y Trakl, está plagada por la por la angustia ante la modernidad y sus atrocidades.

Su vida en Islandia la dedicó a la creación de una clase pública de literatura. Tanto la alcaldía como la universidad de Reikiakiv contribuyeron con recursos para permitirle dar una clase semanal a los ciudadanos interesados en la literatura latinoamericana. A esto se unió una labor permanente como columnista en un periódico y la traducción de poetas y novelistas islandeses al español.

Una poesía sensible al sufrimiento humano y en la que se promulga el fracaso de los ideales modernos con sus consecuencias para la humanidad, es la esencia de ese drama en versos que fue cada uno de sus poemas.


Su obra es el testimonio cabal de un hombre del siglo veinte que tuvo que ver el incipiente desarrollo industrial de su país natal, donde la violencia era más cruel que en cualquier libro y el heroísmo una suerte de impulso suicida. Sensible al conflicto que sus ojos hubieron de ver toda su vida, se unía la angustia producida por los conflictos con su esposa de turno y las amantes que siempre lo acompañaron. Pero ni lo uno ni lo otro se manifiesta de manera explícita en los libros que compuso. Esos tormentos se transmutan en alquimia poética gracias a su genio e inventiva, rehúye hacer de la escritura una suerte de testimonio morboso de la vida personal. Quería la plenitud de la existencia sin ningún tipo de mutilaciones, alcanzar tanto la belleza como la sabiduría.

Islandia fue el paraíso que desde niño quiso alcanzar. Un sitio tranquilo, con llanuras y montañas verdes. El frío era propicio para que se hicieran más tiernas en él sus pasiones con una acentuada melancolía. Esas tierras pasan a ser parte de su simbolismo personal.

El cielo se abre sobre nuestras cabezas,
Agotados de subir esta montaña
En la que hallamos el espíritu
Sagrado de los milenios
Que se han olvidado en el
La ignorancia primigenia
De nuestro propio ser
Descubrimos que la verde montaña
Es un el camino para remontar
Aquello que somos en la noche eterna

La ola se alzó sobre los cadáveres
Desgarrando el manto del tiempo
Y trayendo a mi pútrida memoria
El olor de sangre de esos héroes
De hierro y fuego que devoraban
El peligro con sus pechos palpitantes

La cabeza del pájaro se hundió
En el tiempo y de allí extrajo
El gusano de la locura
Así mi corazón sangrante
Has extraído tú a un mundo
Que lo acuchilla con sus
Máquinas de guerra y
Sus cataclismos morales

Su expresionismo era la medida de un lenguaje con el que buscaba un tesoro: la alquimia del verbo. Una alquimia que era tanto poética como existencial. La poesía era entonces el testimonio de las desgarraduras del espíritu pero metamorfoseadas de tal manera que algo nuevo se descubriera ante el ser.

En uno de sus ensayos defiende la idea del placer como un medio para abrir caminos en la mente del hombre y así poder crear una poesía más vital y menos intelectual. «Se debe existir con todas las consecuencias que esto implica». Así rezaba el inicio de dicho ensayo. La desgarradura venía dada en él por el encuentro de dos naturalezas contrapuestas, por un lado la instintiva, ese gusto vital por todo lo que fuera fuente de goces, la existencia como entrega a un hedonismo sin miramientos, y por el otro un espíritu amargado desde temprano, melancólico y solitario. Era como un Casanova en lo vital y un Cioran en lo intelectual. ¿Cómo era posible tal hibridación? El drama no podía faltar en su existencia.

Ya que ha partido, su obra queda como testimonio espiritual de un hombre que como pocos supo sacar hasta la última gota de néctar de la existencia. Su obra es una anomalía en el siglo XX literario de Colombia, el producto de una fuerza interna abrumadora y de un drama vital inexorable.

Sus últimos días los pasó realizando la traducción de una obra de Shakespeare al islandés: El rey Lear.

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* Alexis García Ahumada tiene estudios de comunicación audiovisual en la Universidad de Medellín. Ha publicado el libro «Las raíces de la Nada». Publica en un blog, arbolstelarblog.wordpress.com. En su canal de YouTube, «Árbol Etelar», habla sobre temas de filosofía, literatura y mitología. Es editor de la revista digital tipo fanzine, Rizomas. Participa como tallerista de artes en el parque biblioteca San Cristóbal (Medellín).

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