HAY UN PARAÍSO EN TORNO QUE NO VEMOS
Por Eduardo Gómez*
Tal vez hay un paraíso en torno que no vemos.
Cuando una mirada me traspasa y magnetiza
haciéndome uno con ese ser que me mira,
cuando el sol me inunda de dorados sueños
el agua del río me envuelve acariciante
los árboles adquieren presencia rumorosa
y la mañana resuena con las voces del trabajo
en los pequeños talleres y en la humilde escuela
que enseña las primeras letras y a vislumbrar el mundo,
siento la plenitud de un paraíso.
Si todo llegara a ser acorde con ese ritmo momentáneo,
después de una conquista parsimoniosa y esforzada,
una vida más alta se desplegaría gozosa.
Percibo en momentos de gracia que el entorno se transforma
y me ofrece con sencillez riquezas escondidas
mientras antes anhelaba vistosos espejismos.
Siento entonces con fuerza que una aventura
posible y liberadora, camina por las calles
acecha en las fábricas, vigilada y castigada,
parlotea riente en las universidades,
combate heroica en marginados campos,
y que podríamos realizar empresas soñadoras
con estas multitudes atomizadas y frustradas;
que sería posible fusionar los coros de las catedrales
con los coros matinales de los segadores del trigo,
y el tambor de los trenes y de las grandes fábricas
con los cantos profundos de los poetas insomnes.
¡Cuán lejana aparece aún la aceptación de lo inmanente:
la maravilla del cuerpo todavía mancillado y calumniado!
Los refinados venenos y las fantasías sacras
nos han enfrentado estérilmente, nos han hecho verdugos
de los más tiernos brotes y las más inocentes criaturas
enturbiando las aguas puras y los cielos abiertos.
No obstante, todavía es tiempo para descubrir
que todo está a punto para la gran empresa
que poblará la Tierra con ciudades jubilosas y esforzadas.
FLORACIONES
Floraciones, verdor, cuerpos erguidos.
Por todas partes la vida triunfa
a pesar de la siembra de bombas y de odio
por los mercaderes de la sangre y el terror.
Hagamos poderosa la inocencia perdida
con las maravillas adquiridas por la sabiduría
que aspira a la liberación de las especies.
Recuperemos al Hombre ya extraviado
tras las pilas de oro ensangrentado
en los bancos blindados y en las factorías,
al humano perdido en la bruma venenosa
de los fanatismos y las banales fantasías.
Que la ambrosía de las fruta
el aroma salvaje de los bosques
y la sencillez del caminante
revivan la plenitud de los dioses de otra edad.
Que la lucha no excluya la sonrisa
y el juego no olvide su divina divisa;
que surjan esbeltas las ciudades entre flores
bajo la limpia comba del aire de los cielos
y los dorados resplandores de un sol puro.
___________
* Eduardo Gómez es escritor y poeta colombiano, nacido el 24 de octubre de 1932 en Miraflores (Boyacá – Colombia). Estudió en Alemania literatura y dramaturgia durante 6 años. Fue director de publicaciones en Colcultura, representó a Colombia en un encuentro teatro Latinoamericano en Nueva York, y colaboró como crítico de teatro en el periódico El Tiempo. Desde hace más de treinta años es profesor de literatura europea en la Universidad de los Andes. Dirigió la revista Texto y Contexto de la mism universidad. Fue presidente de la sociedad Goethe de Colombia. Ha publicado siete libros de poesía entre 1969 y 2005: Restauración de la palabra, El continente de los muertos, Movimientos sinfónicos, El viajero innumerable, Historia baladesca de un poeta, Las claves secretas y Faro de luna y sol ; y tres libros de ensayo: Ensayos de crítica interpretativa – T. Mann, F. Kafka, M. Proust (segunda edición aumentada) y Reflexiones y esbozos – sobre teatro, poesía y crítica literaria en Colombia. La editorial Libros de la frontera de Barcelona, publicó en al año 2000 una antología, y la editorial Trafo de Berlín editó dos antologías en 2007, una en español, La ciudad delirante, y otra bilingüe, titulada: Stadt im Fieber.
Estos dos poemas inéditos hacen parte de un futuro libro que se titulará La Noche Casi Aurora.