Sociedad Cronopio

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MANIFIESTO Y PROPUESTA DE EXPOSICIÓN DE ARTE FOLL O FOLL ART´

Por Emilio Tadeo Blanco*

1. Arte Foll o Foll Art´, que de las dos formas puede y debe llamarse, es un nuevo movimiento artístico de vanguardia (de)generativa que asienta sus raíces en el más puro arte pobre (o pobre arte), incorpora los avances narrativos de lo conceptual y se desarrolla en crecimiento arborescente contextual, extensivo y netamente popular, hasta alcanzar la copa más elevada de la aculturalidad. Dejamos constancia de que partir del arte pobre no excluye que nuestra obra renuncie a la valoración crematística, pues cuanto más alta sea esa tasación, mayor será su divulgación y su consiguiente y natural éxito de masas.

1.1. Primera propuesta expositiva. En una sala se dispondrá un número indeterminado, cuanto mayor, mejor, y nunca menor de treinta, de bolsas negras de basura. En las bolsas se dispondrán piedras de distintos tamaños, tierra y ramas diversas, que romperán aleatoriamente las bolsas, dejando ver parcialmente el interior. Las bolsas, de aspecto basto, sucio y mostoso, se distribuirán sin ninguna disposición especial y espacial prefijada, buscando un efecto de sinsentido, de modo que el visitante pueda moverse entre ellas y contemplarlas —o incluso tropezar atribuladamente con ellas— de forma libre y casual. Una iluminación escasa de la sala reforzará esos buscados efectos pobres, anodinos e inseguros.

2. Las puertas del Arte Foll o Foll Art´ están abiertas a todos, aunque en especial a estudiantes, licenciados y profesores de Bellas Artes, como es lógico, renunciando paulatinamente a todo conocimiento académico, sea de estilos, técnicas, soportes o herramientas, pues este arte no puede ni debe utilizar nada de ello, figuración o abstracción, lápices, óleos, pinceles, telas, gubias, arcilla o similares, sino cualesquiera otros conocimientos y materiales al alcance de cualquier persona sin estudios académicos y artísticos. Es decir, se debe renunciar al «ARTE», con redundantes y pedantófilas mayúsculas, para formular el nuevo y popular Arte Foll. Por ello, Foll Art´ solo acepta a Michelangelo o a Velázquez (si no como inoportunos estorbos) como vulgares fotocopias o rancios cromos (pues solo quien consigue ser como un niño puede entrar en el reino de este movimiento), nunca como selectos collages culturales sino como curiosidades disponibles del mismo raso nivel que un tapón de plástico o un trozo de ladrillo.

2.1. Segunda propuesta. En un conjunto de dos salas con entrada y salida distintas se dispondrán dos filas irregularmente paralelas de botellas de plástico vacías, enteras o rotas, unas plantadas sobre su base, otras más o menos arrugadas, tumbadas, con distintas variaciones de tamaño, colores y de distancia entre las filas y entre las mismas botellas, separadas o amontonadas. Sería conveniente utilizar trescientas y crear con alteraciones espaciales una sensación de laberinto del infortunio, de caos, que evite cualquier formación de apariencia estética. Las filas abarcarían desde los límites de la entrada a las salas hasta los de la puerta de salida, de modo que los visitantes no tengan que realizar mayor esfuerzo mental que soportar el camino indicado hasta conseguir escapar de la muestra expositiva.

3. Los creadores del Arte Foll o Foll Art´ se conjuran para no realizar ninguna de sus obras con sus mismas manos, ni esbozo ni diseño alguno preparatorio. Solo podrán, humildemente, medio anotar o, mucho mejor y de la forma más cinematográfica y actual, balbucir o farfullar unas consignas básicas que permitan a unos ayudantes, nunca artesanos preparados (sean pintores de brocha gorda, carpinteros o similares) sino comunes y, por ello, muy respetables peones de trabajo inespecífico, materializar de modo aproximado sus ideas por ellos mismos, desde la preparación necesaria hasta la disposición definitiva, verbigracia, recoger piedras o botellas, llevarlas a las salas y disponerlas más o menos en tal o cual desorden. En consecuencia, los miembros de Arte Foll renuncian a cualquier veleidad artística, personalista, creadora y elitista, y no realizarán ninguna obra que no pudiera haber imaginado ni pudiera llevar a cabo cualquier otro mortal, incluso antes de haber visto la exposición de presentación y sus correlatos posteriores. Nuestro lema siempre debe ser el simple, democrático y universal «esto lo puede hacer cualquiera».

3.1. Tercera propuesta. En una sala se dispondrá una numerosa serie de hilos colgando del techo. Las puntas inferiores de los hilos deben quedar a unas distancias variables del suelo entre los dos metros y los cincuenta centímetros. Al final de cada uno de los hilos se atará una página, manifiestamente rota de forma irregular y dispuesta sin orden ni concierto, de cualquier periódico, al modo de las hojas de periódico pinchadas en un gancho en el retrete o en un rincón del patio en los años cincuenta del siglo veinte. De este modo, los visitantes podrán pasear entre los hilos y entretenerse ya ojeando el conjunto expositivo a cierta distancia, ya hojeando las páginas rotas o los fragmentos de las mismas. Este fenómeno de lectura provocará una nueva ruptura de los cánones expositivos, al derivar el interés del fascinado y alterado espectador desde la hipotética obra a los mensajes previos de todo tipo impresos en los papeles. En la jornada de clausura de la exposición cada visitante podrá llevarse una obra, sencillamente estirando de la que prefiera, y pedir que el autor amablemente —y dejando constancia de nuestro gusto por el espectáculo—, se la dedique, para disponer de ella posteriormente como considere.

4. En el Foll Art´ o Arte Foll damos especial relevancia a lo narrativo conceptual. Por lo tanto, cualquier exposición debe estar presentada por un extenso tríptico y prolijas explicaciones en las paredes de la sala que presuntamente describan, analicen y expliquen crítica, formal o estructuralmente la obra expuesta. Es esta una tarea pedagógica sin la cual nuestro arte, tan didáctico, carecería de cualquier sentido. Obviamente, tales textos jamás pueden ser pergeñados por los mismos creadores (llamémoslos por ahora así), de modo que serán encargados a doctos profesores, especialmente con master (aunque sea sin maestría) de prestigiosas universidades, y perspicaces críticos, estos sí, con todo su denso bagaje cultural. Se consideraría un indicio claro de fracaso de nuestras exposiciones que los visitantes dedicaran menos de cuatro quintas partes del tiempo requerido para visitar cada propuesta a leer los textos, no debiendo pasar nunca el tiempo dedicado al visionado de la obra en sí, de la otra quinta parte, mucho menos a ser posible. El cuidadoso libro de estilo de estos textos está ya sobradamente experimentado: esencialmente, abstracciones, términos y conceptos casi incomprensibles, retoricismo y agudo y perspicaz, cripticismo generalizado, mezclado todo con raras aproximaciones puntuales y condescendientes a la cultura popular…, en suma, todo aquello que pueda aportar al lector fascinantes claves para caer en la perplejidad absoluta.

4.1. Dado que el lector reconocerá cuán fácil es escribir textos (recordémoslo, siempre de modo críptico y casi incomprensible) que versen sobre la defensa de la naturaleza y la denuncia de cómo estamos convirtiendo la misma en una basura mercantil, cuando no quemada, en la exposición primera, o lo más asequible aún que resulta meditar sobre la idea manriqueña de la vida como río (en el caso de la propuesta segunda, con las denostadas botellas de plástico sin agua), la machadiana del camino trazado por el caminante, o lo explícito de tratar chomskianamente de la epicidad y, sin contradicción, de la vulgarización de los medios de comunicación en la tercera, pasamos al siguiente apunte de ejemplo para la cuarta propuesta expositiva —implícita esta y que el amable lector, a resultas, puede imaginar libremente—. «En el profuso magma energético de los entes de nuestro devenir surge, como el agua premonitoria que fluye elevándose contra la corriente mercantilizante de nuestra contemporaneidad exacerbada, una inercia partitocrática que avala el poder y —al unísono— lo destruye por su misma mismidad frustrada, como en la caverna platónica los fastuosos ensombrecimientos (tan presentes pero no por ello al mismo tiempo tan adversos e incluso contraproducentes) queman el interno foco lumínico sin filtro de nuestras retinas expectantes y aturdidas con el alquitrán derretido e incandescente de la negación nouménica de las esencias románticas, no por evanescentes y traumáticas menos rotundas y omnipotentes. Esta aleación de contradictorios y quebradizos, incluso albinos, atigrados y cortazarianos —-siempre desde la perspectiva del psicoanálisis neoposthegeliano— destellos crepusculares, como retumbar de atirantados timbales acordados y dorados metales de fanfarria, es la que podemos contemplar en el preámbulo invocatorio de esta rebosante propuesta estética, marcial y martiana —al modo de los heterónimos pessoanos— como un pase de capote, una manoletina lunar, un delirio de hechizos de esencia de azahar que nos derrumba y derriba para a continuación restituirnos en la corporeidad más fenoménica y efervescente, sin renunciar a la alternancia de tic tac —nunca de tiqui taca— de nuestro plexo metronómico. He ahí el misterio délfico al que esta obra nos asoma, como un cordero que se aproxima no al sagrado cuchillo sacrificial, sino al acantilado abismal que evidencia la inmensidad fulgurante de los azules marinos y celestes, en una filigrana celestinesca de complexión eternalmente amatoria, quizá incluso preñada de un erotismo dodecafónico en clave de sol naciente, boreal y equilibrista, infiel y sin embargo permanente, como el cerámico y turquesa escarabajo egipciaco renace eterno de las rubias arenas púbicas y siempre virginales de la fértil Isis…» Y así, sucesivamente, de tres a seis páginas, al menos.

5. Fruto del sentido explÍcito de nuestro arte como resultado democratizador, los miembros de Foll Art´ afirman que tanto su formación o composición de grupo —como movimiento de generación última convencida de su permanencia— como sus obras deben respetar siempre los resultados estadísticos y las proyecciones de los planes institucionales, ya se basen estos en la teoría de cuerdas o de la relatividad, en el análisis de probabilidades o en las encuestas de opinión. De este modo, solo a título de ejemplo, consideramos imprescindible que al menos la mitad más una de nuestros componentes sea mujer. Sin prejuzgar en absoluto el nivel de cada autoría —en función de sexo o de otras variables conceptuales—, la calidad intrínseca de la obra o del autor debe considerarse un prejuicio decimonónico y trasnochado. Por ello, los formantes del grupo se atendrán por riguroso orden de solicitud de incorporación, según la cuántica teoría de colas, a los porcentajes simples y compuestos marcados y previstos por las estadísticas generales, sea por edad, sexo u orientación sexual, idioma, origen y demás conceptos, sin que influya en absoluto, insistimos, la calidad de la obra realizada o por realizar.

5.1. Esta quinta propuesta es colectiva, por lo que queda sin especificar y al libre albedrío formal de los miembros de nuestro colectivo, eso, sí, según nuestros taxonómicos números actuales. A título meramente ilustrativo, la mitad de las obras más una, al menos, serán de mujeres; el ochenta por ciento pertenecerá a autores de menos de veinticinco años; al menos un quince por ciento deberá corresponder a homosexuales; un diez por ciento será obra de autores con otros pasaportes; un curioso veinte por ciento será de zurdos y, por último, el cinco por ciento deberá ser de miembros rubios o pelirrojos testigos de Jehová. Queda claro que el respeto a la estadística porcentual es una de nuestras indudables e inquebrantables señas de identidad.

6. Los títulos de las obras de Arte Foll no pueden escribirse nunca en español. Se debe utilizar siempre el inglés, dado su carácter universal e imperialista, antes que el castellano porque nuestra cosmopolita obra se sitúa desde su arranque en la más rabiosa escena internacional. Que esta medida obedezca a una expectativa comercial, como algunos con bondadosa y sagaz intención estarán pensando, es algo complementario. Solo a título excepcional se puede utilizar alguna otra lengua vernácula. Quizá se pueda emplear el español cuando el texto evidencie un carácter irónico o crítico con nuestra historia o tradiciones en fase de superación o ya acertado abandono. En caso de titulación expositiva bilingüe o trilingüe, sea en comunidad monoparlante castellana o no, el español siempre aparecerá en segundo o tercer lugar y con tamaño más pequeño. Por lo mismo, es preferible que los textos hipotéticamente explicativos (quizá incluso también los pormenorizados Proyectos expositivos con sus Presupuestos y las Memorias subsiguientes) se presenten primera o exclusivamente en inglés.

6.1. Esta sexta propuesta se desarrolla con el título de The Battereds Chicken Wings Rooms. Subtitulado, (S)alitas de pollo. El montaje expositivo consiste en un letrero luminoso en inglés con tubo continuo de neón rojo y letra cursiva vaquera, colocado sobre la puerta de entrada a la sala. En el interior, el espacio se subdivide en cuatro salitas. La primera de ellas, The Babi Chick Room, La salita del pollito, dispondrá de una cuna en cuyo interior se habrá colocado un pollito amarillo de plástico medio tapadito, pero asomando al menos un ala, con la ropa adecuada a la estación. La segunda salita, The Chicken School, El colegio del pollo, lo integran una mesa de colegio, de tablero aglomerado verde y tubo del mismo color, con su silla correspondiente, sobre la que se habrá colocado un pollo de plástico. Sobre la mesa, unos folios en blanco, una caja de pinturas Alpino y una goma Milán. La tercera salita, The Emergencies Box Chicken, La consulta de emergencias del pollo, muestra una camilla, sobre la que aparece un fonendoscopio, una jeringuilla y un pollo amarillo apenas cubierto por una sabanita. La última salita, Fried Chicken, Pollo frito, presenta a un pollo sobre una mesa en cada una de cuyas cuatro esquinas se ha colocado encendida una vela roja de pilas de los chinos. Complementariamente, cabe la posibilidad de utilizar grabaciones con el lloro de un bebé, el vocerío de una clase, la sirena de una ambulancia y la Funeral Music for Queen Mary de Purcell, lo que aportaría ese efecto sonoro, pomposo y redondeador de la experiencia sensorial.

7. En las inauguraciones, los autores miembros de Arte Foll deben mantenerse en un segundo o tercer plano. Una inauguración de Foll Art´ se realiza, en especial, para que brillen el Comisario de la exposición, al que todos deberán felicitar efusiva y agradecidamente por el acierto del planteamiento y su materialización, sean cuales sean, y, sobre todo, el Director del Centro expositivo, divinidad merecidamente envidiada, pedestalesca e inaccesible de todas las miradas. En los posados fotográficos e incluso en las entrevistas —sobre todo si son televisivas—, el autor debe quedar tan al margen como sea posible, dejando el protagonismo para estas figuras de relumbre y bien ganada capacidad decisoria, sobre todo si han sido acertadamente elegidas por sus conmovedoras endogamia y connivencia políticas. Idéntica actitud deberá mantener en los más o menos paupérrimos piscolabis, picando solo cuando vea que los demás se han saciado someramente y limitándose a entablar modesta conversación en voz baja con los más allegados, como es habitual en los funerales. En suma, el director y el comisario siempre son más importantes que el autor. En caso de haber catálogo, lo cual es razonable y razonado si se trata de Arte Foll, se compartirá esa actitud discreta con el responsable del mismo, así como con los demás modestos empleados del Centro Cultural expositivo, siempre todos al servicio y a las órdenes supremas del director y, habitualmente, potencial contratador. Por lo mismo, el autor deberá soportar con paciente resignación cualquier imprevisible alabanza de la crítica ignara. Esta postura es absolutamente necesaria, imprescindible, para los autores, pues el baño de humildad, antes que llevarles al desaliento y a la injustificada sensación de injustica, les hará comprender la necesidad de abandonar toda esperanza de clasista protagonismo —desfasado por individualista— para abrazar cada vez con más ahínco la salvadora planicie impersonal de nuestro movimiento, opuesta a la anticuada y degenerada idea de trascendencia artística.

7.1. La penúltima instalación, con el sonoro y contundente título de Intertextual Trash, Basura intertextual, se formalizará tras una exhaustiva performance de búsqueda, recopilación y selección de nuestros laboriosos ayudantes que, armados con carritos de Mercadona, una linterna y un palo, se dedicarán (al modo de itinerante tarea de algunos pobres inmigrantes del este) a buscar y rebuscar en los contenedores aquellas piezas más adecuadas: restos de televisores y otros electrodomésticos no depositados en un punto verde, revistas viejas y manchadas, zapatos desgastados, harapos de ropa ajada, restos de plantas y de macetas rotas, y cuantos hallazgos del mismo jaez sean posibles. Se pondrá énfasis en seleccionar también algunos restos de comida, pieles de plátano, latas de conserva, restos de paella o cocido, etc. Tras esta tarea de recogida y la selección posterior, todo lo escogido se distribuirá en el suelo a lo largo de las paredes. Será necesario añadir cartelas que faciliten la interpretación de la obra y la enriquezcan conceptualmente, así, veremos Smelly Mountain, Montaña hedionda, Cutting, Cortante, Intensely Dirty, Intensamente sucia, etc. Naturalmente, un largo y abstruso texto sobre la basura en nuestra sociedad, la sociedad como basura o la connivencia entre el arte y la basura y viceversa completará el discurso expositivo y su sentido.

8. Y último. El receptor de la obra de Foll Art´ es fundamental para el movimiento y sus autores. Ese receptor queda reflejado puntualmente en el apóstrofe final (´) de nuestro Art´: es el espetador. Sí, el espetador, porque quien no espeta en una propuesta de vanguardia, como todas las nuestras, no merece ser nuestro espectador. Es necesario que el receptor de nuestras propuestas se sorprenda sin que importe lo más mínimo que se enfade, se irrite o se enerve; es más, ese previsible enojo es nuestra mayor gloria. Fracasaríamos si no consiguiéramos la sorpresa, el estupor, el rechazo, las arcadas o la colitis. De ahí que tan evidentemente dejemos constancia de que nuestra obra debe ser un acto de sacrificio interior y de amor filantrópico que lleve implícita la voluntad de entrega y posesión: la obra que no penetra en el espectador es una obra irremediablemente fracasada. Es esa penetración visual, sensorial, física, la que permite y provoca la fertilidad y la procreación espiritual, llana quizá, sí, vulgar incluso, pero procreación al cabo de cabo a rabo. No solo no importa si esa dominación es delantera o trasera, sino que es incluso muy preferible que el espectador nos rechace y nos dé la espalda, pues así nos permite consumar más fácilmente la penetración más oscura y matérica, como un ósculo negro. De ahí que nuestro espectador debe ser espetador, el que nos devuelve su mirada o su deglución vía bucal, el que de esa forma así con nosotros se compenetra penetrándonos, porque esa fusión a unos y otros nos enriquece o nos empobrece, tanto da, si nos pone en común, en comunión. Obviamente, importará siempre más la cantidad de espetadores que la calidad, aunque nunca estos conceptos sean necesariamente excluyentes, cuantos más y peor, mejor.

8.1. Nuestro Arte Foll o Foll Art´, por tener precisamente muy en cuenta al receptor, cede y ofrece una sala —que por ser la última será evangélica y, sin embargo, agnósticamente la primera— del gran Centro cultural a la libre colaboración de los lectores (a buen seguro ya convencidos y apasionados) de este Manifiesto y asistentes a nuestras propuestas consiguientes. Por lo tanto, serán ellos y, subrayémoslo equitativamente por una vez, ellas, quienes de manera libre y espontánea lleven sus obras, convenientemente simples y sin la menor elaboración, y las arrojen en cualquier lugar de la sala buscando una apariencia abstrusa, arbitraria y, eso sí, con su cartela en inglés. La colaboración será perfecta si completan su obra con el muy conveniente y farragoso texto complementario, tras buscar exhaustivamente a alguien que sepa escribir algo, sobre la obra o sobre lo que sea, lo mismo da, siempre que añada más confusión y aumente la perplejidad y la repulsa. La obra así, estará consumada. Finis coronat opus. Así sea.

Tadeo White y demás miembros fundadores de Arte Foll o Foll Art´

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* Emilio Tadeo Blanco nace en Villalón de Campos, Valladolid (España) en 1952. Desde su primera infancia vive en Valencia. Estudió Filosofía y Letras en Valencia y la especialidad de Filología Hispánica en la Universidad Complutense de Madrid. Toda su vida laboral la ha dedicado a dar clases como profesor y catedrático de Enseñanza Media y como preparador de oposiciones. En su juventud publicó algunos poemas en revistas y en la Antología Un siglo de poesía en Valencia, de Ricardo Bellveser, en 1975. Ha participado en la publicación de varias líneas de libros de texto de Lengua y Literatura Castellana, en la editorial ECIR y de Literatura Universal en la editorial Micomicona. Aparte ha publicado, en colaboración, varios estudios escolares de lenguaje teatral y en especial sobre Shakespeare y el teatro inglés isabelino, y ediciones anotadas y con estudio previo del Fausto de Goethe (Ed. Santillana), Rimas y Leyendas de Bécquer (Ed. Tilde), Luces de bohemia de Valle-Inclán (Ed. Akal) y una edición adaptada de Don Quijote de la Mancha (Ed. ECIR). También, algunos artículos sueltos en revistas como Barcarola y Art Teatral.

 

1 COMENTARIO

  1. Una brillante reflexión sobre algunas manifestaciones del arte contemporáneo de un escritor que domina la farsa. Con un lenguaje rico y preciso el autor ha conseguido que esta lectora sonría primero y se carcajee después, ante este retrato caricaturizado del vacío, bien disfrazado de palabrería incontinente, que algunos quieren hacer pasar por arte. Refrescante.

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