MI TIO GUILLERMO
Por Universidad de la Amazonia.
La historia de mi relato es acerca de mi tío Guillermo Aguirre, el cual cuenta que vivía en una finca cercana al municipio de Solita (Caquetá) y sus padres eran cultivadores de coca. La guerrilla los visitaba constantemente. Él era prácticamente desde pequeño su informante. Les avisaba cuándo venía el Ejército o los paramilitares.
Llevaba un largo tiempo fuera de las Farc, pero recuerda los cinco años que estuvo dentro de las fuerzas armadas de la guerrilla. En su relato nos narra cómo lo obligaban a tomar sangre humana mezclada con pólvora para vencer los miedos. Esto puede sonar algo muy raro pero gracias a esto pude vencer dichos miedos —dice él—. A los 12 años edad en la que un niño ya estudia en un colegio y aprende a ser formado como persona trabajadora y honrada, Guillermo a tan poca edad ya había empuñado fusiles al igual que matado más de tres veces y descuartizado.
De la vereda a la que el pertenecía, se negocia con gasolina o con coca por lo cual había bastante presencia de grupos guerrilleros. «Un día me mostraron unos videos, me convencieron de que entrar a sus filas era lo mejor, según ellos era para servirle al pueblo», estas palabras las dijo con tristeza, pero brevemente siguió narrando su vida para poder continuar con mi trabajo de investigación. Cuenta, que aunque veía al Ejército muy de vez en cuando, la autoridad allá en la zona donde el habitaba era la guerrilla.
«Me hice guerrillero porque no había otra salida, ellos eran la autoridad, la única autoridad presente. De niños nos tenían atrapados, con el reclutamiento de menores de edad a la guerrilla, nos hacían jurar vencer al dicho enemigo y nos enseñaban que debíamos que morir luchando» Guillermo Aguirre (2017).
Decía que para un niño en la guerrilla es como un día para un soldado del Ejército, pero al revés. A las 6 de la mañana cargamos los fusiles, cuando amanece el riesgo es mucho mayor que en la noche.
El entrenamiento es igual o peor, pero nosotros huimos y ellos nos persiguen, esa es la diferencia. Es como el juego del gato y el ratón. Nos enseñan que el entrenamiento de un guerrero debe ser fuerte y extenuante para que la guerra sea un descanso y eso es lo que importa. Nos decían que nos cuidáramos de los bombardeos, porque sabíamos que por tierra siempre íbamos a ganar nosotros. Las normas en la guerrilla eran claras y no cumplirlas era condenarse a muerte, era un suicidio. Les contaré la muerte de un viejito que era buena gente. Tenía una tiendita cerca del pueblo.
Muchas veces nos regaló pan y gaseosa, lo tenían amenazado, le pedían la famosa vacuna. Mi obligación era matarlo. ¿Por qué? No sé, de pronto para demostrar finura y lo hice, lo maté. Me arrepiento de haberlo matado a él y a las otras dos mujeres que tuve que dar de baja por traición. Fue por órdenes del comandante de turno.
Las dos mujeres también eran guerrilleras, según el comandante ellas habían traicionado los ideales de las Farc. Nunca me explicó por qué teníamos que asesinarlas, supongo que no me lo dijo porque yo solo era un chinito para él o al menos eso me decía. Creo que ambas quedaron en embarazo y por eso fué que le dimos de baja y procedimos a descuartizarlas.
El 13 de junio de 2010, estábamos durmiendo en el campamento, lo narra con alegría mi TIO. «Yo calculo que eran las 2 de la mañana, usualmente esa es la hora más fría de la noche en la selva. Yo quería volarme desde hace muchisisisisísimo tiempo. Estaba mamado de aguantar hambre, de las picaduras de mosquitos en la selva inmunda y aparte de eso sabía que el Ejército tarde o temprano nos iba a bombardear. En pocas palabras sabía lo que me esperaba.
En la guerrilla uno no come bien, no duerme bien, no vive bien, la preocupación es constante y permanente, el miedo es un compañero más del cambuche. Efectivamente el día llegó: escuchamos que se acercaban unos aviones, no los podíamos ver, pero supimos de inmediato que eran peligrosos. Todos en el campamento se despertaron y dieron la orden de evacuar e ir a la guardia, que significa estar listos para lo que sea.
Yo estaba impresionado ya que era la primera vez que me encontraba ante esta situación y cuando menos pensé estaba corriendo ¿Para dónde voy? No sé, ¡pero me largo de aquí! Fueron sus palabras en el pensamiento, corrí y boté el fusil, me quité la gorra, llegué a un pueblo que estaba como a diez kilómetros de distancia y cogí el primer mixto que pasó por ahí sin saber hacia dónde me llevaba. Después supe que me traía a Florencia. Cuando llegué sentí miedo, pero también un alivio y una paz que jamás había sentido.
No tenía plata, ni tampoco dónde dormir, aunque sabía que iba a estar bien, que por fin todo estaría bien. Con el tiempo varias personas de mi familia me ayudaron, no diré cómo se llaman ni dónde trabajan, porque para mí son mis ángeles de la guarda. Eso sí: primero tuve que pedir plata en la calle, después me di cuenta de que lo mejor era hacerme pasar por desplazado, así conseguí dónde dormir, comer e incluso estudiar.
Guillermo Aguirre
Jimmy Osvaldo Aguirre Trujillo
Programa de Derecho
Universidad de la Amazonia
UN ADIÓS QUE NUNCA QUISE DECIR
En esta oportunidad voy a relatar un suceso de mi vida no muy grato y que marcaría el resto de la misma. Por un lado con enseñanzas y por el otro con un dolor con el que me toco aprender a vivir. Yo pensaba que este dolor que llevaba por dentro solo yo lo podía sentir yo, por eso creo que no me gustaba hablar de mi historia con nadie, pero con el tiempo fui aprendiendo que otras personas lo entenderían y que podrían ayudarme a entender un poquito mejor lo que había pasado.
En ese momento comprendí que habían cosas más duras de afrontar y que otras personas le habían pasado quizás cosas peores y seguían adelante. De pronto no es la mejor forma de superar o dejar a un lado lo que pasó pero comprendí que no sería como antes y algunas cosas cambiaron para mejorar y que las personas que pasan por tu vida son por algo y este es el claro ejemplo de Juan Diego, quien no era nada mío pero con el tiempo se convirtió en una persona muy importante y que marcaría el resto de mi vida.
Juan Diego es el protagonista de mi relato. Con esta pequeña historia quiero hacerle a un homenaje a este hombre que era hijo, padre, hermano, amigo y lo más importante la persona que marcaría mi vida en dos. Él era una persona alegre, deportista, le encantaba cuidar su imagen; recuerdo que de niña pensaba que era muy lindo y me recordaba a un cantante que estaba de moda en ese tiempo, que por cierto solo por eso me gustaba la música de aquel cantante. Cada vez que escuchaba sus canciones me llenaba de alegría y las cantaba porque me acordaba de él.
Juan Diego era un gran amigo de mi papá, los mejores compañeros, antes de que mi papá conociera a mi mamá, él vivía solo y Juan Diego iba y le hacía compañía en su apartamento y en el taller donde trabaja mi papá. Fueron amigos desde pequeños y los mejores. Juan diego era un muchacho de casa, vivía con sus padres y sus dos hermanos, siempre tuvo lo que quería, nunca le faltó nada, pero lo poco que recuerdo nunca le gusto estudiar.
Quizás si hubiera hecho alguna carrera la historia sería diferente. Después de un tiempo mis papás se conocieron, tuvieron una pequeña relación y después mi mamá quedo embaraza; por este motivo mis padres se fueron a vivir juntos y en todo esto siempre estuvo presente Juan Diego. Un día como cualquier otro Juan Diego fue a despedirse de mi papá, con la excusa de que había encontrado trabajo, que se iba para Bogotá pero que no podía decir que era lo que iba hacer. Para todos fue un misterio, porque nunca se supo en realidad lo que hacía y se desapareció durante un tiempo, sin dejar un rastro o algo que pudiera saber si quiera si estaba bien o mal.
Durante el tiempo que Juan Diego se desapareció, mi papá en su taller fue creciendo, le iba cada vez mejor, nos tenía a mi mamá y a mi bien, no teníamos lujos pero nunca nos faltó nada. La ambición de mi papá fue creciendo, puso un local donde vendía repuestos y cascos para motos; con mi mamá pusieron un pequeño café internet que quedaba al frente de la universidad y a mí me tenía estudiando en el mejor colegio de la ciudad. Todo hasta ese momento estaba muy bien, pero algún día mi papá decidió que nos teníamos que ir a vivir a Armenia por que habían mejores oportunidades según él y que donde estábamos ya no se podía hacer casi nada.
Entonces partimos hacia esta gran ciudad que nos acogió de la mejor manera. Cuando ya estábamos allá, llegamos a donde una hermana de mi papá a quedarnos unos días mientras conseguimos a donde vivir y mientras mis papas se organizaban, yo conocí por primera vez a mis primos y desde ese momento y hasta ahora hemos sido muy unidos. La vida nos traía cosas muy buenas, eso creía mientras estábamos empezando. Después de un tiempo estábamos viviendo en una casa grande, recuerdo que tenía muchos cuartos y decía que parecía la casa de las Barbies y aparte de eso era uno de los mejores barrios de la ciudad.
Estudiaba en uno de los mejores colegios y allí descubrí mi pasión, patinar. Mi mamá decidió apoyarme y empecé a entrenar todos los días sin descanso; no había un día que no quisiera asistir.
Mi papá trabajaba en otras ciudades, no mantenía con nosotros, pero después de un tiempo sólo iba los fines de semana a la casa o había veces que ya era sólo una visita por mes, pero cuando iba nos daba de todo a mi mamá y a mí. En una de sus visitas volvió a aparecer Juan Diego, quien llamó a mi papa de nuevo, ya que quería volverse a reencontrar con la familia, pero tenía que ser en un sitio específico y sin mucha gente, por eso nos invitó un fin de semana a Pereira a almorzar en un sitio muy lindo.
Cuando nos encontramos, yo no lo conocía, pero él a mi sí, por eso, lo primero que hizo fue abrazarme y darme un beso en la frente. Ese recuerdo no se me va de la mente y quizás en ese momento estaba confundida porque no sabía quién era y realmente ese sería uno de los recuerdos más lindos que tengo, aparte de eso, recuerdo que me regaló un bolso con una Barbie que me encantaba, ese momento fue perfecto para mí como niña. Ese fue el primer encuentro que tuve con él y desde ese día se convirtió en alguien importante y especial en mi vida.
Después de eso venia con más frecuencia cuando estaba mi papá en la casa, él se quedaba en mi cuarto y yo dormía con mis papas, en la pieza de ellos. Después de un tiempo pasamos muchas cosas y el tiempo que no pasaba con mi papá lo pasaba con Juan Diego. Todas esas cosas que se suponía tenía que hacer con mi papa biológico se convirtieron en historias con Juan Diego.
Las tardes que pasábamos juntos, cuando iba a recogerme al colegio y hasta cuando iba sólo a verme competir; ese momento de mi vida fue maravilloso porque sabía que tenía un persona valiosa que me quería mucho.
Pero eso no duraría mucho porque lo que no sabía era que estaba por irse para siempre. La última vez que lo vi, fue tan emocionante como las otras veces o cuando pasamos una tarde juntos con mis papás en Cali; ese día nos despedimos como siempre Yo sólo quería que pasara el tiempo rápido para volverlo a ver. Después de ese día nunca más volví a saber de él, nunca más me volvieron a decir que había pasado o por que no volvía.
Yo pensaba que estaba trabajando como siempre y que iba a volverse a ir por un tiempo, pero que iba a volver con nosotros. Lo pensé muchas veces y el tiempo se fue llevando algunos recuerdos. Después de unos años que podía entender mejor la situación supe la verdad, Juan Diego había desaparecido por un tiempo y la razones no se saben exactamente, pero después de haber desaparecido, de que su familia y sus amigos lo buscaban, dieron una señal de que él estaba vivo. Quizás en ese momento tomaron fuerza para seguirlo buscando y de pronto volver a tenerlo de nuevo, como antes.
Pero, esa pequeña alegría podría decirse, se acabaría muy pronto. Poco después lo mataron no sé de qué forma o que hicieron para acabar con la vida de él. Imagino que tuvo que ser de una forma despreciable a la vista de cualquier persona. No conforme con eso, desmembraron su cuerpo y cada una de sus partes fue tirada a un rio.
Lo desaparecieron completamente, no quedó ninguna señal de su cuerpo, por lo menos para que hubiera tenido un velorio como cualquier otra persona o por lo menos un cuerpo a quien llorar, pero no dejaron ningún rastro. Como ya lo dije, las razones no son exactas no se sabe por qué lo mataron, lo que si sé es que con las mismas personas que trabajaba lo mataron.
Sabiendo esto, pienso que las personas con las que él estaba no eran buenas, exactamente eran paramilitares. Después de que pasaron los años seguí pensando en él, sabiendo que ya no estaba con nosotros, pero que tenía a alguien que me cuidaba desde donde estuviera y eso me reconfortaba.
Recuerdo que para ese mismo tiempo, me la pasaba preguntándome que hubiera pasado si ese día en Cali se hubiera ido con nosotros y no se hubiera quedado sólo o no sé qué pasó después de que nos fuimos. O si la historia hubiera sido diferente. Luego, como un milagro apareció un libro en la casa y me empezó a interesar, y no sé por qué estaba allí, en mi casa, y cada vez que lo abría quería leerlo pero siempre pasaba algo y no empezaba, era algo extraño.
Mucho tiempo después lo volví a encontrar y me di cuenta que estaba lleno de imágenes, miré una a una con detenimiento y encontré algo que me dejó asombrada: en una de esas fotos estaba Juan Diego y sentí que me volvía a rencontrar con él, aunque después de verlo y tener otra vez esos recuerdos lindos que pasé, me dí cuenta que para estar en el libro de la biografía de Carlos Castaño no era la persona más ejemplar. No lo voy a juzgar por que no sé por qué lo hizo, pero si sé que él se convirtió como en una papá para mí, por eso le doy las gracias y por último, como ya lo dije al principio, las personas llegan a la vida para aportar algo o cambiarla y ese fue mi caso: Juan Diego cambió mi forma de pensar.
María Alejandra Jiménez Dussán
Programa de Derecho
Universidad de la Amazonia
¿CÓMO ME HA AFECTADO EL CONFLICTO ARMADO EN COLOMBIA?
Una simple pregunta que surge al inicio de un semestre más en la universidad; aquel día mi respuesta fue corta, contundente y muy distinta a las otras, ¿por qué?. Porque en ese momento lo más obvio fue decir que nací y me formé en la ciudad de Bogotá, un territorio muy apartado del conflicto armado, no solo por los kilómetros de distancia que los separaban, sino por la desinformación que hasta allá llegaba, ya que el conflicto lo vi fue solo en noticias, aquellas que seguramente en ocasiones aumentaban y otras ocultaban los acontecimientos que se vivían de la guerra.
Mientras hacia mi corta intervención mencioné que mis abuelos maternos eran oriundos del Caquetá, tierra que con el pasar de los años vió de regreso a mi abuela y a los nuevos integrantes de la familia.
Recuerdo que por cuestiones de negocios, de vez en cuando veníamos a Florencia, en donde llegábamos a la casa de una tía; para ese entonces ese barrio estaba lleno de niños de todas las edades y condiciones económicas y cuyos juegos, que para ese entonces se me hacían algo extraños, se componían de un palo largo que simulaba una metralleta, unas botas que calzaban y una especie de pañoleta; juegos muy distintos a los que jugábamos en Bogotá y creo que a mí corta edad deducía, que estaban jugando a esa guerra que veía en las noticias.
Una vez estando de vuelta en nuestro hogar en Bogotá, nuestros amigos nos veían como extraños, como salidos de esas noticias, nos preguntaban con gran curiosidad como habíamos vuelto ilesos del Caquetá. Con los días y me imagino que sacando conjeturas, los vecinos deducían que al ser una familia del Caquetá debíamos ser guerrilleros.
Creo que en ese punto lo que más nos afectó de la guerra fue la discriminación por ser mi familia del Caquetá, ya que el estigma era grande y es que para las personas que habitan en el centro del país, los del Caquetá son guerrilleros y no sabían para ese entonces, que había muchas más víctimas que lo que informaban los noticieros: que el Caquetá no solo era guerrilla sino que había dolor, historias tristes y sobre todo muchas víctimas de ese conflicto armado.
Hasta ese día, eso era todo lo que tenía que contar acerca del conflicto armado en mi vida y en cómo me afectó. Pero, eso cambió con el pasar de las clases con la docente Dennis, cada clase nos hacías más preguntas, nos dejaba más interrogantes sobre este tema y fue así que por idea de ella y creo que por su afán de que viéramos un poquito más allá de lo que siempre vemos, nos sugirió que preguntáramos más, que investigáramos, al punto de inquietarme por todo este tema y fue así como descubrí que ese conflicto no estaba tan alejado de mi familia, ya que a un hijo de mi bisabuela lo desapareció la guerrilla de su finca y sólo eso saben sus pobres hijos, quienes quedaron huérfanos desde pequeños y desamparados y es la fecha que ellos no se han podido acomodar en la cuidad. Seguramente la vida de ellos fuera otra, de no ser por el conflicto armado y hasta el momento es lo poco que se ha hablado acerca del tema en mi familia.
A mi bisabuela no le han contado lo que sucedió con su hijo, a veces dice que el ingrato de Manuel nunca más volvió y de eso ya hace bastantes años, aunque en el fondo creo que ella sospecha que algo malo le sucedió, por que no creo que conciba de que un día de la nada dejó a su mujer y a sus cuatro hijos pequeños, desprotegidos y abandonados.
Seguramente así empieza una nueva historia en mi familia que poco a poco iré descubriendo y solo Dios sabe que más encontraré con el paso de este interrogante, que surgió en una clase que creí iba a ser una más en la carrera.
Katherine Mishelly Bermeo Muse
Programa de Derecho
Universidad de la Amazonia
LA VACUNA O LA VIDA
Este relato se remonta ocho años atrás (2008) cuando mi familia y yo vivíamos en el Caquetá, en donde tenía una tienda pequeña de ropa. En este año recibí muchas veces avisos de mis compañeros comerciantes, que me decían que en esa zona no se podía poner un local sin pagar un impuesto a una banda que «brindaba seguridad» a los comerciantes, siendo claro que nada de seguridad proporcionaban, puesto que aún con este «impuesto» se veía delincuencia en el sector. Yo duré pagando este impuesto durante tres años, en donde no veía ninguna dificultad, pues me iba muy bien en mi negocio, hasta que a mitad del año 2011 tuve una crisis económica, por lo que no podía pagar este impuesto y ya llevaba varios meses de atraso.
Esto dio paso al siguiente acto en esta historia: esta banda, cansados de no recibir su pago, deciden darme 24 horas para que me fuera de mi municipio natal y muy asustada no dude en recoger mis cosas rápido e irme a un caserío cerca al Chocó en donde vivía una de mis hermanas.
Tuve que volver a comenzar mi vida y reconstruir todo lo que había perdido, pues no tenía más que mis dos hijas y algunos ahorros. Pero, poco a poco el dinero se iba acabando y tenía que buscar una solución para este dilema; tuve que pedir un préstamo y comenzar otra vez con el negocio de la ropa, pues era lo más rentable y era un negocio que ya conocía. Aprovechaba que el caserío era cerca al Chocó y podía ir a los municipios ofreciendo mi mercancía. Las cosas se volvieron a dar y en estos cuatro años pude establecer un local fijo en donde exhibía mi mercancía con más seguridad; solicité una préstamo y adquirí un bar con algunos ahorros más.
Todo iba de maravilla después de esa crisis, pero todo no podía ser color de rosa, durante el 2015 llega un grupo paramilitar al pueblo, pidiendo a todos los comerciantes el mismo impuesto de hace unos años, por «seguridad», y volví a recaer en la extorsión, pagando este impuesto, pero esta vez era más grave, ya que cada vez que fallaba con el pago me llevaban donde le líder paramilitar para que le explicara el por qué de este fallo y me daban un plazo límite para pagarlo sino la consecuencia sería la muerte.
Durante el año 2016 mi madre se puso muy grave de salud y tuve que invertir mucho en la enfermedad de ella y recaí en otra crisis económica. Para la mitad del año decido ir a Florencia–Caquetá y resolver unos asuntos ahí, dejando mis negocios cerrados, creyendo que por esto no debía pagar «el impuesto». Cuando regreso al caserío no sabía la suerte que me esperaba. Había personas en el caserío esperándome a que llegara y cumplir con su misión, avisar de mi llegada.
Días después de llegar, tres hombres con cascos que cubrían entero su rostro llegan a mi almacén y me dicen lo siguiente: Por no cumplir con lo único que se le pide nos mandaron a matarla. Cuando termina su frase automáticamente van disparando en tres oportunidades contra mí, dejando ahí mi existencia, acabando con mis sueños e ilusiones, dejando totalmente desamparadas a mis hijas, dejando un mar de oportunidades sin efectuar.
Johan Sebastian Muñoz Ome
Programa de Derecho
Universidad de la Amazonia
UN DIÁLOGO QUE LIBERA
Esta es una entrevista que realizo a Jorge Andrés Dussan Vargas mi sobrino, para esta recopilación de las memorias de las víctimas en el Caquetá. Mi nombre es Dennis Dussan Márquez y esta entrevista tiene un interés y es que se conozca la historia de personas víctimas en el Caquetá, ahora que se está llevando el proceso de implementación de los acuerdos de paz, en donde un punto muy importante es que las victimas puedan conocer la verdad, indagar por la verdad y por supuesto que tengan derecho a la justicia y que tengan por parte del Estado y de los grupos armados de los acuerdos de paz, garantías de no repetición.
Es decir que esta situación que vamos hablar hoy, como la de tantas víctimas en el Caquetá no se vuelva a repetir. Entonces Jorge Andrés nos va a contar, nos va hacer un relato de la situación que el en lo personal tuvo que vivir en el Caquetá. Jorge Andrés, te agradezco muchísimo que hayas tenido la disposición, el tiempo, sé que no es sencillo, que no es fácil hablar lo que a uno le duele en la vida, de lo que le ha pasado, pero bueno yo sé que esto que tú vas hacer y el testimonio de todas las victimas van a servir para que otras víctimas también puedan hablar y tener el propósito de que los crímenes que se cometieron no queden en la impunidad, que se puedan llegar hasta la verdad, de que ocurrió, en este caso, con tu mami, mi cuñada Yenny:
Pues es algo difícil, porque uno ha vivido una tragedia y al pasar de los años, uno sigue sufriendo, uno sigue con rencor, uno sigue con sus locuras en su cabeza, ¿por qué?, por ese mismo resentimiento O sea, hay veces donde a usted le dan ganas de salir corriendo e ir a buscar a esa persona que le hizo daño y usted vive con eso día a día, uno vive con eso el día a día O sea, yo mire cuando las personas guerrilleras mataron a mi madre y queda uno sugestionado a toda hora, uno no puede dormir muy bien, a uno se le quita muchas veces el apetito, porque uno mantiene con esa repetidera, repetidera en la cabeza, a pesar de que son muchos años y uno quiere seguir adelante, pero el mismo resentimiento a veces no lo deja progresar.
Y uno mira las noticias que se van a reconciliar, que quieren salir, que no sé qué, eso es mentira, eso es lo mismo que van a salir allá, es hacer lo mismo acá, ya no lo pueden hacer allá en el monte, entonces van a salir acá, pero igual para eso estamos. Estamos pendientes de todo el proceso para ver como es el comportamiento de ellos, porque todos merecemos una segunda oportunidad, todos tenemos una segunda oportunidad , y eso es lo que yo quiero, que sepan la verdad y saber porque mataron a mi madre, aunque uno lo tiene claro, porque en esos días, los que hacían justicia eran la guerrilla.
Todo pasó allá en el corregimiento de Gerichá, un corregimiento indígena, más abajo de San Antonio de Getuchá, queda como a tres o cuatro horas, es como un caserío, un puerto. Mi mamá trabajaba en cosas ilegales pero al mismo tiempo trabajaba con cosas legales, mi mama era comerciante, ella llevaba cerveza, llevaba gasolina también para esos lados y pues ella era comerciante Ella se dedicó fue a eso, porque ella no encontraba trabajo en Florencia y no le salía mucho trabajo, entonces a veces no es lo que uno quiera, sino lo que le toca hacer.
Esa historia se dió allá en Gerichá y pues yo estaba allá. Estábamos allá un sábado 24 de noviembre del año 2000, finalizando el 2000 para el 2001, entonces se dió eso el 24 de noviembre, o sea ella murió el 25, pero el 24 ya venía con sus conversaciones de que que ella quería poner un local, un negocio, en el puerto.
Decía que iba a poner un depósito de cerveza, ella quería cambiar, o sea ella quería ya mirar algo diferente, que le estaba yendo muy bien con su cerveza, su gasolina, entonces dijo «no, yo gasolina no quiero trabajar más, voy a trabajar es solo con la cerveza, entonces yo quiero ponerme un local acá y voy a poner la bodega», entonces estuvimos hablando y el día domingo ella se fué a una reunión con los señores guerrilleros, a una población más arriba, en Milán, Caquetá, creo que se llama Espiche más arriba de Gericha.
Ella salió muy temprano, como desde las 6 am, entonces se fueron en el deslizador y volvió a las 11 am y llego aburrida, llego triste, yo medio le escuche la conversación, porque yo todavía tenía como 12 o 13 años y le escuche la conversación que decía «que no, que ella les había dicho que no iba a pagar impuestos o las llamadas vacunas que llaman ellos, que a ella no le alcanzaba» y esa era la verdad, en esos tiempos no alcanzaba, o sea, si se ganaba $500.000 a ellos les tocaba que dar $300.000 o $400.000, no le alcanzaba ni para los pasajes para devolverse para Florencia. Entonces ella les dijo que no trabajaba más, según lo que le escuché a ella, que ella se iba a retirar.
El comandante de la guerrilla llegó como al medio día, hasta donde yo recuerdo, allá le dicen alias buchepollo. Yo me le pegué a mi mama, porque yo era muy apegado a ella, y ante el requerimiento de él ella dijo: «toca atenderlo, voy a ver ver si cambia de opinión para que no me cobre tanto impuesto o ver como se hace» y entonces como allá también venden almuerzos, entonces él llego almorzar y mi mama lo atendió.
Le sirvió bien porque llegó acompañado de otros dos guerrilleros, los atendió muy bien. Entonces ellos estuvieron ahí y se echaban sonrisas y todo bien, como si nada hubiera pasado.
Después, como a las 3 o 4 p.m. yo estaba con mi madre, porque ya el señor guerrillero se había ido, estaba con mi madre ahí y estábamos hablando, y estaba la gente tomando porque usted sabe que los de las poblaciones rurales, de los caseríos llegan a tomar ahí al puerto, entonces estábamos ayudando a atender ahí y la llamó un señor, y a mí se me hizo muy raro, pero no en el sentido de sospechar nada malo, sino que raro para que la llamaran.
Y le dijo «acompáñeme acá que la mandaron a llamar, que el comandante Buchepollo le mandó una razón, que por favor me acompañe por acá» y yo me iba a ir con ella, le dije ¿mami, la acompaño? Y ella dijo «no mijo, vaya, quédese tranquilo yo hablo con el señor» y yo me fui atrás, y la fui viendo, la fui viendo, a una distancia como por decir unos 300 o 400 m de donde estaba, y yo me quede ahí mirando.
Cuando mi mamá estaba hablando con el señor y la veo que ella se viene corriendo y el señor desenfundó un arma y le disparó. Le pegó tres tiros, y yo la vi caer, a mi mamá. Lo que no me gusta y lo que nunca me gustó fue la forma en cómo se burlaba, como gritaba, decía «esto es por no pagar impuestos, por no pagar vacuna y quien es el próximo que no va pagar».
En esos tiempos uno de niño vive fantasías y vive en sus cosas. Yo quería coger una pistola y salir corriendo detrás de él y la gente me cogió, porque yo le decía «que venga, que venga que me mate a mí, que vamos como hombres, que vamos a machete, que me preste una pistola y nos matamos los dos» y él se reía y se burlaba: «y quien es el que no va pagar impuestos, y cuál es el próximo que no va pagar las vacunas», y entonces entre todos los que habían ahí me cogieron y no me dejaban ir a enfrentarlo».
Estaban como unas 5 o 6 personas cogiéndome y yo forcejeando, porque era mi madre la que yo miraba allá, caída y el otro hijueputa se reía, se reía, y eso es lo que más me marcó a mí, como se burlaba de haber matado a mi madre y verla ahí, ver a mi madre como corría en ese momento y verla caer, es algo muy difícil, es algo muy muy difícil, que me ha marcado toda la vida. Yo no es echándole la culpa a la persona, pero yo todos los días pienso en eso, muchas veces no he podido progresar es por eso, porque a mí me coge mucho las depresiones.
Luego de que mamá cae asesinada, ya voy y la recojo, cuando ya él se fue. Se demoró como 20 minutos y ya la recogimos entre todos y la pusimos en una mesa, la lavamos, le lavamos las heridas, tenía un disparo en el tórax, otro en el cuello. Lavamos la mesa y luego la subimos a un deslizador y de ahí viajamos unas unas 5 horas para arriba, para Florencia. Llamé a mis abuelas, porque había radio comunicadores en esos tiempos, radio operadores, y ellos estaban esperando era el cuerpo de mi mamá. Yo llegué cerca de las 7 pm. Todo el día yo estaba ahí con ella, en el deslizador, mirándola muerta, transportándola en ese deslizador, es algo muy difícil uno vivir con eso en la cabeza.
Y la verdad que es una experiencias que le marcan a uno, uno no puede progresar, cuando yo era tan apegado a mi madre y ella me hace mucha falta. Yo, yo todos los diciembres la lloro, el día de la madre y trato de hacerme el loco, de hacerme el bobo, de no ver a la gente con sus madres, porque a mi hasta ahora me hace mucha falta y todavía la extraño.
Muchas veces caigo en depresión y me dan ganas hasta de suicidarme, por eso, porque ella era mi todo , ella era la que me guiaba, ella era mi guía, ella era todo y todavía, a pesar de que ya han pasado casi 17, 15 años, yo todavía la sigo extrañando, todavía la pienso y todavía se me meten a veces esas ideas de que hacer todo a un lado e ir a buscar a esa persona. Se me meten los deseos de venganza muchas veces y a uno no le importa, uno no ve nada, le dan a uno ganas de irse otra vez: o me mata o me mato, pero algo hacemos.
Entonces en este proceso de paz, yo quiero que se haga justicia, yo no quiero plata, el podrá decir tome $1.000 millones yo no quiero eso, yo quiero que él me pida perdón por lo que hizo, que él me diga si lo hizo recibiendo órdenes o lo hice por esto o por lo otro, pero quiero que me diga «perdóneme».
Yo sé que ellos eran la ley en esos tiempos y ellos se creían la ley en todo lado y eso es lo que a mí me da rabia, que ellos siempre hayan sido la ley, que hayan querido hacer su ley y que muchas veces quieran salir impunes y eso es lo que uno entiende del proceso que quieren salir impunes muchos de ellos y eso no es así. Que paguen por sus crímenes, o que por lo menos le pidan a las personas perdón, pero no a una sola persona que va a pedir perdón por 2.000 o 3.000 guerrilleros , eso no es así, cada guerrillero debe pedirle perdón a la familia que le hizo daño.
No uno solo pedirlo por todos, como esa vez, o sea, uno ve las entrevistas como esa vez se burló, para mí fue una burla y fue una ofensa muy grande cuando este guerrillero salió con su cuento de que quizás… quizás…, cuando le preguntaron si iba a pedir perdón. Y él no tiene que pedir perdón por todo, él tiene es que pedir perdón por las personas que le hizo daño, que tal guerrillero mató a tal persona, hermano enfréntelo, confróntelo, porque enfrentar es golpear, confróntelo, afronte a esa persona, pero hasta ahora uno no puede progresar, porque le ha ido mal en la vida, no, uno no puede progresar, porque siguen ahí esos pensamientos, llega un diciembre y uno no puede hacer nada, en mi caso yo no puedo, un diciembre trato es de esconderme, de aislarme.
Yo tengo una hija, tengo esposa y hasta a ellas las dejo tiradas y prefiero ver que hago, si me voy para la calle solo, me voy por allá a esconder, porque todo mundo reunido con su familia, todo mundo reunido con sus seres queridsos y yo con quien.
Si, tengo a mi hija, pero mi madre siempre fue mi guía y siempre lo será, donde esté, ella siempre me va a seguir ayudando y me va a seguir guiando. Pero yo la extraño, dígame si con $1.000 millones o $500 millones que esa persona me dé, me va a devolver a mi madre, es algo imposible, es algo imposible, yo sé que mi madre ya no me la pueden devolver, pero como le digo yo no quiero plata, yo quiero es que esa persona me pida perdón por lo que hizo y que se sepa toda la verdad, que se sepa toda la verdad, porque lo hizo, porque muchas veces vienen hasta manos oscuras detrás de eso.
Entonces yo quiero saber eso, yo quiero que a través de esto se sepa el dolor, se sepa lo que uno sufre. Tengo 30 años, de los cuales vengo sufriendo desde los 12, 13 años creo que tenía en esos tiempos esa edad. Son 17 años y hoy día actuó como un niño, porque a mí me toco aprender casi todo solo, casi todo me ha tocado aprenderlo solo, a mi casi nadie me ha podido ayudar o me ha querido ayudar o de pronto no han podido ayudarme.
Pero yo me crie fue en mi mundo o sea en el mundo mío, en lo que yo pienso, en la soledad, en las depresiones que me cogen constantemente, yo me guio es en eso y aquí a veces, cuando voy a donde mi familia me siento contento porque comparto con ellos un poco, pero también trato de esquivarlos y de volverme a esconder en mi mundo, yo todavía me siento como un niño, porque la verdad yo no disfruté ni mi infancia por estar pensando en esas cosas, yo no he disfrutado.
Mi mi infancia la perdí, la perdí porque inmediatamente me tocó salir de allá de Florencia, yo me fuí porque estaba aburrido, ya no quería estudiar, ya no quería vivir, ya no quería nada.
Cuando todo ocurrió, estaba estaba estudiando y todo eso, después no quería nada, y si seguí en el Colegio, lo hice por cumplirle a mi abuela, o sea, me sentí como obligado, pero después me di cuenta, que sí, que tenía que salir adelante y luego tener una profesión, que no la he podido terminar, por x o y circunstancias, pero yo quiero salir adelante, pero nunca hubo un tratamiento psicológico, nunca hubo una guía psicológica, nada, yo me crie fue en mi mundo y por eso yo a veces actuó como un niño, porque a veces yo no quería crecer, porque quisiera seguir siendo el consentido de mi mamá, porque quisiera que ella estuviera aquí y viera a su niño crecer y que ella estuviera ayudándome a crecer. Pero eso no me deja madurar, entonces yo necesito que todo se sepa, yo quiero saber todo.
Quiero hablarles de mi hermana Mayra. A mí me duele mi hermana, somos dos hermanos, mi hermanita y yo, verla ella como sufría, a mí me tocó hacerme valiente, el fuerte y verla a ella crecer también, por eso me fui para que ella no me viera como yo sufría por eso, tragándome a toda hora las cosas, para hacerme el valiente en frente de ella, porque ella sufría mucho.
Yo antes le daba ánimos a ella, cuando sabía que yo estaba hecho trizas por dentro, por eso prefería hasta dejarla un tiempo en Florencia, que seguir con ella. Ygracias a Dios una tía me ayudó, pero no es lo mismo que a usted lo crie otra persona a que lo crie su madre o su padre, en este caso pues mi madre era la que me criaba, entonces es algo muy difícil, algo muy difícil, porque incluso o sea todo eso también, todas esas depresiones y todo eso me llevaron a las drogas, yo estuve en las drogas, estuve a punto de pisar la calle, que fue cuando mi Dios me alumbró y alcance a reaccionar.
Me faltó por mucho una semana para estar en la calle, pero todo es porque todo se me iba acumulando y se me iba tragando todo y yo no quería olvidar. Siempre que nos drogábamos acababa conversando con alguien, conversándole mi dolor, conversando mi sufrimiento, conversando esa herida que nunca ha sanado hasta ahora, yo lo hacía por eso, por amortiguar, por no sentir y buscar a alguien.
Yo quería desahogarme y nunca encontraba a esa persona, por eso hasta dentro de la rehabilitación que estuve, me ayudaron a liberarme mucho, pero igual sigue uno marcado porque no hubo el mejor tratamiento, pero son cosas que uno no asimila, uno ve guerrilleros por ahí jugando, tan campantes y uno dice: «hijueputa y estos que, cagados de la risa y que esto y lo otro, contentos porque se van a desmovilizar y uno aquí aun sufriendo todavía su pena, aquí todavía llorando a su mama, entonces es algo muy difícil».
Pregunta Dennis: Pero te quiero hacer una pregunta, ahora que se está en lo del proceso de paz y en dejación de armas, cuando se dio el cese al fuego bilateral, ya por lo menos en el Caquetá no hemos conocido de nuevos asesinatos, o sea ya paró la guerra y quisiera saber como ves tu esto, de que hallan tomado la decisión de dejar las armas y de ya no estar más en confrontaciones, ni en acciones que lleven a producir más dolor en las personas, porque es que cuántas miles de personas en el Caquetá, han sufrido como tú también esta violencia de la desaparición, de la muerte de sus seres queridos.
Entonces esto que hay ahora y el hecho de ahora que ya no se estén ocurriendo más asesinatos, que ya no tengan armas, que ya no se cobren de vacunas, que ya no se de una imposición de ley en los territorios, porque sencillamente pues ya no están armados.
Jorge Andrés: Pues es algo que uno no cree, porque ya estuvieron sentados con un presidente, pararon todo y a lo último no se pudo concretar un proceso de paz. Si ellos veían que no había garantías, a lo mejor estos diálogos no llegaron a su concresión en esos tiempos y si no hay garantías no hay nada, para que nos ilusionaron en esos tiempos que se iban a desmovilizar.
Entonces es algo que uno dice hasta no ver no creer, es algo muy bueno, hay una cosa que uno dice cuando estaba el Sr Uribe, uno dice ¡uy! se bajaron las muertes, se bajaron los secuestros, porque, porque los estaban matando, uno como que sentía a rato sentía como esa tranquilidad, pero a ratos le daba cosa por la familia de ellos también, porque mataron a tal persona si tenía como 10 hijos, tenía tanta familia, entonces uno se ponía de los dos lados.
Pero con tantas cosas que se han estado dando hasta ahora, el proceso va muy bien, pero yo soy muy incrédulo, en mis pensamientos sigo de incrédulo, que hasta no ver desmovilizados hasta el último, yo no le creo a la guerrilla, porque tanto dolor, tantas cosas que han sucedido, ya intentaron desmovilizarse una vez y dejaron plantado al Gobierno.
Entonces son cosas que uno no cree, cosas que uno dice, bueno se desmovilizan y ya uno dice nosotros los apoyamos, nosotros apoyamos a esa persona, soy de las personas que si yo tuviera plata le construiría hasta casas a esa personas cuando se desmovilicen, pero que lo hagan, que lo demuestren con hechos le dicen a uno siempre, demuéstrenmelo con hechos.
Creo que están demostrando que ya no hay muertes, eso lo hicieron la otra vez, que estamos esperando, las armas, ¿dónde están las armas?, entreguen todas las armas, la plata del narcotráfico, porque ellos siempre lo niegan, pero yo lo he visto, que ellos se financiaban de las llamadas vacunas y del narcotráfico, entregue todo ese dinero, para reparar, como le digo, no a mí sino a las demás personas también, porque yo no solamente he sufrido, hay miles y miles de personas aquí en Colombia que hemos sufrido eso, entreguen todo, entreguen todo, ya dejen a un lado todo, pero que lo hagan con hechos, demuestren que si van a cambiar.
Porque de nada sirve hablar y hablar y medio entregar la mitad de las cosas y la otra mitad va estar allá para que en cualquier momento dicen no, ya no queremos, y peor uno incrédulo cuando se devolvieron los frentes que unos se volvieron disidentes. Quiero que dejen todo de lado, porque se está financiando el narcotráfico y como siguen sobreviviendo y entonces uno dice, excelente que se desmovilicen, pero demuéstrenlo con hechos.
Porque ahorita en los acuerdos o sea es un imperativo, es decir ya no hay otro lugar de salida, de escapatoria por decirlo de alguna manera, tomando la decisión de dejación de armas, incluso, mañana van a estar en las diferentes plazas del País, haciendo como ese encuentro y llevando esa voz al país de que ya se hacen la entrega definitiva de las armas, ya ellos habían entregado creo que 60% de las armas, el martes de la semana pasada cumplieron con el resto de las armas.
Y ahora, ellos ¿a quien le entregan las armas? ¿a las Naciones Unidas?, es decir que ahora después de la entrega de las armas, es que es bueno y ya sin armas es cuando vamos a poder hablar, cuando se va a poder exigir. Bueno, yo necesito mi verdad en relación a lo que a mí me ha pasado y esa verdad hoy es obligatoria, o sea no es opcional, que yo quiera decir la verdad de lo que yo hice y de lo que pasó en la guerra y si se quieren acoger a algo que dice el mismo acuerdo de paz y lo han planteado como la justicia especial para la paz, la persona tiene que confesar los crímenes que hubo en la guerra, todas las acciones en las que estuvieron para tener los beneficios de esta justicia. Vicisitudes.
Comentario: Esto de la justicia Especialpara la Paz es importante, ya que podrán a acudir los integrantes de las FARC a confesar sus acciones a rriesgo de que si no confiesan, pasan a la justicia ordinaria, entonces de pronto será una oportunidad de que te puedan decir a ti la verdad de lo que pasó, ¿que paso?, ¿como paso?, ¿porque paso?, ¿quien lo ordenó? y que esas personas, autores intelectuales, autores materiales pues ellos tienen la oportunidad de pagar las penas que han acordado con el Gobierno. O sea, no es como se dice por algunos medios de comunicación o redes sociales que no van a pagar.
No hay en el acuerdo de paz, una medida o una descripción, un texto, un capitulo, un artículo que diga que no van a pagar, ellos van a pagar las penas de lo ocurrido durante la guerra, pero entonces la condición es que tienen que decir la verdad, como tú dices no una verdad general , sino una verdad individual y particular con cada persona, con cada persona se tendrá que decir «si con tal persona», con Jorge Andrés Dussán, víctima, por la muerte de su mama, de Yenny, entonces tienen que enfrentarlos, confrontar es con esa persona y decir a esa persona sí, yo hice esto, y lo hice motivado por esto y esto, y si hubo otras manos, otras ordenes, pues ellos tendrán que decir, que hubo detrás del asesinato de tu mami.
Entonces esperamos que este momento sea esperanzador para ti, para tantos Caqueteños y Colombianos, que puedan saber la verdad y también que puedan pedirle perdón a las victimas, ellas no están obligadas a perdonar, pero sí quien afectó a estas personas están obligados a pedir este perdón y ojala eso te pueda aliviar unpoco, ese perdón, porque bueno tú dices ya no te pueden devolver a tu mami, pero un acto de perdón es importante y un perdón individual que ojalá podamos lograr, llegar a esa persona para que se pueda hacer ese acto de perdón, no sé si quieras decir algo más.
Jorge Andrés: Quiero agradecerle porque, yo le había dicho que le ayudaba con este relato y siento que me ayudó mucho a liberarme, porque, uno está más tranquilo contando sus cosas, porque yo reprimo mucho, entonces a veces uno busca alguien quien lo escuche, con quien contar, a quien contarle lo que le ha sucedido, porque muchas personas a veces dicen: no, es que siempre se hace el pobrecito. No es que uno se haga pobrecito, es que a uno le marca de por vida y uno a veces quisiera estar es aislado, en soledad, reprimiendo ese dolor y es como cuando usted se clava una espinita, que si usted no se la saca, siempre le va a seguir tallando. Y si quisiera que dieras a conocer mi historia, hablar de lo que a mí me ha pasado. Eso le sirve a uno, a la persona que ha sufrido, le sirve hablar sobre este dolor.
Comentario: Me ha surgido la duda en relación con lo que cabas de comentar: ¿será que si yo hablo me enfermo?, ¿será que es malo que yo hable?, ¿o que en el caso mío por ejemplo, que yo pregunte?, ¿que yo quiera saber?, ¿que yo quiera tener esta comunicación? Y veo que como familia, todos estamos conectados en lo que fue el conflicto en Colombia y en el Caquetá, entonces yo si a veces me pregunto, ¿si yo hablo con otra persona y le pregunto por lo que ha pasado será que si es bueno para la otra persona?, ¿de que al hablar pueda liberar y pueda la persona descansar un poco al poder compartir ese sufrimiento?, ¿crees que eso te ha servido?
Jorge Andrés: Frente a eso, en el centro de rehabilitación me decían que compartír es ayudar a aliviar el dolor, usted deja de cargar, si usted carga un saco lleno de piedras, usted se va a cansar, pero si usted le dice a otra persona que le ayude a cargar, entonces usted se va liberando un poco de su carga y entonces el dolor compartido es menos dolor.
También se dice allá, que usted va liberando el alma, va descansando. Lastimosamente yo soy una persona muy orgullosa y muy callada y usted sabe soy muy callado en ese sentido, es por lo mismo, porque yo siempre reprimo, reprimo y es como un vaso de agua, usted lo llena de agua y tarde o temprano se va a rebosar Y eso es lo que me pasa muchas veces, yo comienzo guarde, guarde, reprimo, reprimo, hasta que estallo y hay momentos en los que estallo y tengo ataques de rabia, ataques de ira, entonces en sí, esto libera mucho, y yo sé que a esa otra persona a la que usted le pregunte y que ella se sienta en confianza, ella le va a contar todo y se va a liberar también, se va a sentir más tranquila, porque son cargas que usted está llevando y que las está dejando en el camino, entonces se va a sentir liberada, se va a sentir más tranquila.
Comentario: Me alegra haber podido servir también en este dialogo haber posibilitado esto, para que tú puedas descansar un poco y aquí con mi sobrina Lina y mi cuñada Yolima, que están aquí presentes, que podamos comprender más por lo que tú has pasado, que es una situación terrible, el ver cómo murió tu mami, o sea uno no se alcanza a imaginar ni a comprender esa situación, entonces me complace haber podido establecer este diálogo y haberte podido ayudar.
Pero, también me alegra el hecho de poder ayudar a que el proceso de reconciliación se pueda dar y sería más mi compromiso de poder en el Caquetá identificar personas de las FARC y preguntarle que pasa con ellas, porque una cosa es cuando se está con las armas, en la situación del poder y otra muy distinta es cuando ya están sin las armas, cuando ya se puede humanizar la persona, cuando ya el arma no está, en medio de una relación ya no está el arma, entonces como nos relacionamos ya sin las armas, entonces, a lo mejor esta persona que tu comentas o el comando que estuvo allí en Gerichá pueda de pronto establecer un dialogo contigo.
Creo que le serviría mucho a ellos también, porque ya sin las armas, imaginémonos también en los recuerdos de ellos de todo lo que vivieron, pero ya sin armas y sin el imperativo de la guerra, entonces es cuando se pueden sentar, tomar un café, de pronto ellos tienen hijos, tienen a sus compañeras, sus mamás, sus abuelas, y ya en una situación distinta, ya por fuera de la guerra, también pensaran en todo lo que han pasado en la guerra, entonces también se podrían estar haciendo preguntas, a lo mejor, también tendrán sus reflexiones allí en los momentos de soledad, de que fue lo que pasó en esta guerra.
Entonces si me gustaría poder servir para que este encuentro se pudiera dar y de alguna manera poder estar ahí en el centro de ese perdón para ti.
Jorge Andrés: Si, me gustría este acercamiento y yo por eso le quería colaborar, para que la gente también entienda lo que yo sufrí, para que también reflexionen, porque mucha gente a veces se ponen más en defensa de la guerrilla que de las mismas víctimas, pero es que nunca les ha pasado nada, nunca han dicho no es que esta persona sufrió esto y esto, no lo mataron, que harían.
Y es lo único que dice la gente, si lo mató la guerrilla «por algo sería», es una frase terrible y no saben el dolor, ni las cosas, ni las causas, porque mataron a esa persona. Entonces para los que escuchen esta historia agradecerles primero que todo por esta liberación, por este dialogo y que sirva de aprendizaje, para que reflexionen, que esto es duro, esto es muy duro, el conflicto ha sido muy duro para todas las personas, pero que asimismo ayuden las victimas también, ayuden a las víctimas, entiendan a las personas víctimas, así como muchos dicen «si, entendemos a los guerrilleros».
También deben entender a las personas que han sido víctimas del conflicto, entonces piensen, piensen en sus parejas, en sus familias, en sus hogares, el día de hoy estamos y el día de mañana ya no, nadie sabe si vamos a estar o no y piensen en sus hijos. Entonces tía, gracias por esta pequeña reflexión, esta pequeña charla y agradecerle a usted porque medio la oportunidad de liberarme.
Dennis Dussán Márquez
Docente
Sociología Jurídica
Memorialista – Oficina de Paz
Semillero Inti Wayra
Universidad de la Amazonia
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La columna Cicatrices de Guerra Cronopio recoge relatos de jóvenes sobrevivientes del conflicto armado colombiano, estudiantes de la Universidad de la Amazonia y de lideresas del movimiento de víctimas, construidos desde el Semillero Inti Wayra, la Oficina de Paz y la Cátedra de Sociología Jurídica de la misma universidad. Estos relatos hacen parte del libro «Huellas de una historia, voces que no se olvidan».