¿QUÉ VES CUANDO CIERRAS LOS OJOS?
Por Jaime A. Orrego*
Tuve la fortuna de encontrarme con la película española Eva (2011) cuando me fue recomendada hace unos meses en una conferencia. Después de leer algunas de las críticas, me aventuré a buscarla y por poco no la puedo encontrar. Algo no sorprendente debido a la idea que tenemos de tratar a la ciencia ficción como un género menor. Eva sigue una idea no ajena en el género, y es aquella que corresponde a la creación de vida artificial. Pero así mismo, este concepto se entrelaza en la película con un triángulo amoroso.
Eva toma lugar en el año 2041 en Santa Irene, hermoso pueblo rodeado de montañas repletas de nieve. Este nombre no puede pasar desapercibido, pues procede de ειρήνη (eiréne), que significa paz para los griegos. Sin embargo, este concepto de paz no debe asociarse con la situación en que un grupo acepta someterse a un conquistador, sino que corresponde a aquella en que las rivalidades entre las personas se solucionan finalmente mediante alianzas justas, en lugar de resolverlas por las armas. Es así como esta película se aleja de aquella tendencia distópica de películas como la saga norteamericana Terminator, ya que en Eva existe una aparente armonía entre las máquinas y los humanos. Este aspecto puede ser observado desde las primeras escenas en las que nos encontramos con máquinas conviviendo pacíficamente con los habitantes de Santa Irene.
Una línea de la película se enfoca en Alex Garel, un brillante pero evasivo programador robótico que regresa a su ciudad natal, después de diez años, para trabajar con Julia, su antigua profesora y directora de la facultad de robótica en la universidad. Su proyecto, aunque es secreto para el resto de personajes, consiste en diseñar la personalidad de una nueva línea de niños robot. Para ello, Alex debe encontrar un humano adecuado que le sirva como modelo para lograr crear un robot que sea lo más cercano posible a un ser humano. Inicialmente, Alex tiene problemas para encontrar a alguien que lo satisfaga, hasta que un día se interesa por una niña que, por casualidad, encuentra mientras ella camina de la escuela a su casa.
La otra línea de la película se centra en el triángulo amoroso conformado por Alex, su hermano David, y Lana, esposa de este último. Alex, además de haber trabajado en la universidad con Lana, mantuvo una relación amorosa con ella. La situación cambia cuando, sin dar explicación alguna, Alex viaja a Australia y deja tanto su relación con Lana, como el proyecto en el que ambos trabajan. Es por este motivo que a lo largo de la película nos encontramos con cierta tensión entre estos personajes.
El proyecto de Alex en la universidad evoca, de cierta manera, a Alan Turing, el llamado padre de la ciencia robótica, y quien ha vuelto a estar en boca de todos por la película The Imitation Game (2014), la cual ha sido postulada a ocho premios Oscar. Este matemático británico trabajó durante la Segunda Guerra Mundial descifrando los códigos nazis, y posteriormente crearía el conocido «Test de Turing». Este es usado para determinar si una máquina puede pensar y su desarrollo se basa en el juego de imitación. En este test se tienen un interrogador, un ser humano y una máquina. El interrogador está apartado de los otros dos, y sólo puede comunicarse con ellos escribiendo en un lenguaje que todos entiendan. Por lo tanto, el interrogador debe descubrir cuál es el ser humano y cuál es la máquina. A estos últimos les está permitido mentir o equivocarse al contestar por escrito las preguntas que el interrogador hace. Turing supone que si ambos jugadores son suficientemente hábiles, el interrogador no podrá diferenciar al ser humano de la máquina.
Entendiendo la calidad de genio de Alex, podría pensarse que él fue contratado por la universidad para que creara unos robot niño que pasara el test de Turing, en otras palabras, ser inteligentes y pasar desapercibidos dentro de los humanos. Es precisamente por eso que surge el desencanto de Alex de no encontrar inicialmente un niño que le sirva de modelo. Este queda de lado cuando conoce a la niña, cuyo nombre le da título a la película. Sin embargo, es con Eva que se entrecruzan las dos líneas principales de la película. En una cena en casa de su hermano, Alex se entera de que su modelo es la hija de Lana y David. Extrañamente, es Eva quien logra apaciguar el nerviosismo de Alex al actuar como si fuera la primera vez que se conocen. De igual manera, Eva nota la tensión existente entre los tres adultos, y es por eso que posteriormente le preguntará a su madre si ella quería a Alex de la misma manera que quiere a David. Estos secretos le dan cierto poder de manipulación a Eva, el que ella utilizará a lo largo de la película.
Alex se instala en la que fuera la casa de su padre, localizada en las montañas en las afueras de Santa Irene. Allí, en el sótano, monta su laboratorio y trabaja en el prototipo del cerebro del niño robot. Sus pruebas con Eva se centran básicamente en las reacciones emocionales que ella tiene ante diferente tipos de situaciones. Alex luego las programará en el cerebro de su robot, buscando darle humanidad a una máquina.
El robot, antes de salir del laboratorio, debe pasar unos controles de calidad. Estos, aunque no se hace referencia directa, parecen muy cercanos a las reconocidas leyes de la robótica que aparecieron por primera vez en el cuento Runaround escrito por Isaac Asimov y publicado en marzo de 1942, en la revista Astounding Science Fiction. Estas tres leyes, las cuales tienen un carácter moral, disponen que:
1. Un robot no hará daño a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano sufra daño.
2. Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si estas órdenes entrasen en conflicto con la primera Ley.
3. Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la primera ley o la segunda.
Es así como en Eva, además de respetar las tres leyes de la robótica planteadas por Asimov, también hay un grado de humanización de las máquinas. Este aspecto puede observarse, en el comienzo de la película, cuando Alex visita uno de los laboratorios de la universidad y tiene un intercambio con uno de los estudiantes. Allí se percata que uno de los estudiantes ha perdido el control de un pequeño caballo robótico y escucha cuando este último le dice: «Estúpido robot, deja de hacer ruido». Alex controla el robot y pretendiendo ser el caballo dice: «estúpido alumno, deja de hacerme daño». El estudiante, luego de disculparse con Alex, le pregunta al caballo: «¿Qué ves cuando cierras los ojos?», e inmediatamente el robot se desactiva.
En esta escena escuchamos por primera vez la frase usada para desactivar un robot. Sin embargo, en Eva se enfatiza que «Esa clave es sagrada… sólo hay que decirla en caso extremo, cuando no hay opción». En otras palabras, la clave sólo debe usarse cuando el robot incumple una de las tres leyes de la robótica. El hecho que el estudiante no la haya usado apropiadamente, molesta más a Alex, quien explica que no importa si se vuelve a programar el robot, pues al usar «¿Qué ves cuando cierras los ojos?» se le quita su memoria emocional, su alma. Y finaliza diciendo «Si lo reinicias, parecerá el mismo, pero nunca, jamás, será el mismo».
De este modo, Alex se aleja de científicos obsesivos que parecen no tener en cuenta las consecuencias de sus actos, como el doctor Victor Frankenstein en la novela de Mary Shelly; o el Doctor Moreau en la novela de H.G. Wells; o los científicos Nicolás Ivanovich Donissoff, Luigi Marco Sivel, y Ricardo Ortiz del cuento de Horacio Quiroga analizado en la edición anterior de «Multiverso». Es por esto que Alex busca escrupulosamente un humano adecuado que le sirva de inspiración, de modelo para lograr un niño robot que no tenga problemas en integrarse a una vida social humana. Y es en Eva en quien él encuentra esa inspiración y fascinación. Sin embargo, la niña le crea conflictos con Lana y David, que llevarán esta película a un desenlace no deseado por su protagonista.
Por lo tanto, con esta película de Kike Maíllo, aunque nos encontramos con ese deseo tan repetido del ser humano por crear vida, se nos invita a ser más conscientes de lo que esto conlleva. Es por esto que Alex nos advierte de lo que significa tanto crear como quitar vida. Asimismo, la película pareciera comenzar con lo que Alex no quisiera ver cuando cierra los ojos, y termina con lo que él sí quisiera ver, o vivir.
Para aquellos interesados en obtener más información de la película, pueden visitar su sitio oficial en la Web: https://www.evalapelicula.com
Eva, dirigida por Kike Maíllo. Cortesía de Escándalo Films S.L. / Saga-Productions / ESCAC. Pulse el video para ver el trailer
[youtube]https://www.youtube.com/watch?v=p2xad7Rm4DI[/youtube]
+Multiverso Cronopio es la nueva columna de Jaime A. Orrego, sobre temas relacionados con la Ciencia Ficción.
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* Jaime Orrego es profesor de español y literatura latinoamericana en Saint Anselm College en Manchester (New Hampshire, USA). Es Ingeniero Industrial de la Universidad Javeriana de Bogotá (1999) y Ph.D. en literatura de la Universidad de Iowa (2008). Tiene cuentos, artículos y entrevistas publicados en diversas revistas especializadas en Colombia y los Estados Unidos. Su narrativa, utilizando mayoritariamente los recursos estilísticos de la ciencia ficción, trata el tema de la realidad colombiana de los últimos años, sin restarle por ello el dramatismo a una época violenta y hostil que marcará profundamente su infancia y adolescencia. Además de la creación literaria, también se dedica a la labor investigativa, enfocándose principalmente en la violencia colombiana desde el período de la independencia (principios del s. XIX). Web: www.jaimeorrego.com.