Por Octavio Libreros*
«La nada se desborda y toma forma. En el vacío, la música se convierte en grito, en protesta, en revoluciones sin rumbo». Con esta frase radical de Gonzalo Arango, el líder indiscutido del Nadaísmo, se podría encapsular todo un movimiento que revolucionó no sólo la literatura, sino también la forma de ver la vida y el arte en Colombia durante las décadas de 1950 y 1960. El Nadaísmo, nacido en el contexto de una Colombia sumida en la violencia política del Bogotazo (1948) y la posterior guerra civil conocida como La Violencia, fue un grito de libertad, una propuesta radical contra las estructuras de poder, la religión, la moral y las formas tradicionales de pensar.
Arango y los primeros nadaístas se rebelaron contra todo lo que representaba la sociedad colombiana de la época. Influenciados por movimientos filosóficos como el Existencialismo, el Surrealismo y el Absurdismo, el Nadaísmo no solamente desafiaba las normas sociales, sino que también las cuestionaba con una visión de vida que se alimentaba de la desilusión y el caos. En lugar de buscar respuestas dentro del sistema, esta corriente celebraba la búsqueda de la nada como un espacio libre de restricciones.
Es dentro de este caldo de cultivo de desesperación, crisis y búsqueda de libertad que surge la figura de Los Yetis, una de las bandas más representativas del rock colombiano. En los años 60, cuando el país vivía una tensión social y política tremenda, Los Yetis emergieron como un vehículo para la expresión de esa inconformidad juvenil. Su sonido, crudo y directo, era un reflejo de la protesta y el rechazo al orden establecido. A través de su música, esta banda logró plasmar el espíritu de una juventud que no aceptaba vivir dentro de las estructuras tradicionales. El rock se convirtió, entonces, en el idioma de la rebeldía y la libertad.
El álbum ¡Nadaísmo a Go-Go!, lanzado en 2009, es un homenaje directo al legado de este movimiento y a las fuerzas subversivas de la juventud nadaísta que desafió la política de la época, así como a la misma naturaleza del arte y la expresión cultural. A través de sus 21 canciones, Los Yetis reafirman su propio sonido, influenciado por el garage rock y la psicodelia de los años 60, además de establecer una conexión clara con los principios del Nadaísmo, manteniendo viva la esencia rebelde y contestataria del movimiento.
Gonzalo Arango, como uno de sus máximos exponentes, rechazó cualquier forma de arte o pensamiento que estuviera atado a la moralidad convencional. En 1958, en medio de un país profundamente dividido por la violencia política, Arango fundó el Nadaísmo con la propuesta de «anarquizar la vida». En su manifiesto, proclamaba que el arte debía ser una «explosión» que destruyera las ideas preestablecidas. Se oponía al sentimentalismo barato, la literatura oficial y las costumbres burguesas que, a su juicio, ataban al hombre colombiano a una existencia vacía y mecanicista.
Para Los Yetis, este mismo rechazo a la forma y a la norma fue lo que los motivó a retomar el legado de Arango en su propio lenguaje musical. En los años 60, la violencia política y el sentimiento de desesperanza alimentaron la creación de canciones como «Ya no te aguanto más», una declaración de independencia personal y social, un grito de lucha por la libertad que resonaba con los ideales nadaístas de ese entonces. Para Los Yetis, la música se convirtió en una herramienta de resistencia contra las reglas, los límites y las etiquetas, muy en línea con las ideas de Arango.
Al pasar el tiempo y llegar a 2009, Los Yetis decidieron rendir homenaje a ese espíritu nadaísta con el álbum ¡Nadaísmo a Go-Go! Este no es únicamente un álbum de rock; es una reinvención de la rebeldía que caracteriza el espíritu colombiano de una época clave. En este disco, la banda hace una revisión de su propio sonido, tomando la base de sus raíces en el rock de los 60, pero incorporando elementos de la psicodelia y la modernidad, creando una sinergia entre el pasado y el presente.
Con canciones como «Nadaísmo a Go-Go» y «La Tierra y el Cielo», el álbum se convierte en un viaje nostálgico, pero también en una protesta viva. La letra de «Nadaísmo a Go-Go» se apodera de las ideas de Arango: la crítica a la sociedad moderna, el cuestionamiento de las formas de pensar y el desafío al sistema político. La música, enérgica y explosiva, lleva al oyente a una experiencia sensorial única, donde lo caótico y lo experimental conviven con un claro mensaje de libertad, igual que los primeros días del movimiento nadaísta.
El disco tiene una propuesta estética que recupera el espíritu transgresor de los años 60, pero también muestra una actualización moderna, con un sonido limpio, pero a la vez crudo, que hace que este álbum sea una carta de amor al pasado, y una llamada a la acción y la reflexión en el presente. El estilo garage sigue siendo la columna vertebral de su sonido, pero con un enfoque renovado que fusiona la rebeldía y el anarquismo con las formas musicales actuales.
Los Yetis logran con este disco recordar la fuerza del Nadaísmo, y también posicionar la música como un acto subversivo en tiempos donde las voces disidentes siguen siendo necesarias. Es un álbum que invita a no olvidar que el rock no es sólo una forma de expresión, sino una forma de protesta y resistencia. Al igual que los nadaístas de antaño, este álbum es una invitación a cuestionar, a romper y a buscar siempre más allá de lo evidente.
Si quieres entender cómo el nadaísmo dejó su huella en la música colombiana, ¡Nadaísmo a Go-Go! es una obra indispensable. Es más que una simple recopilación de canciones, es una reinvención del grito rebelde que una vez rompió las cadenas de la conformidad. Este álbum es para los nostálgicos de esa era, y también para todos aquellos que buscan una música con mensaje, con propuesta, con un poderoso llamado a la acción.
¡Escucha el álbum y deja que el espíritu del Nadaísmo te invada! Porque, al fin y al cabo, «la nada es el principio de todo».
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Diario Semanario es un espacio dedicado a la crítica, los ensayos biográficos y el comparatismo en de obras literarias a cargo de Octavio Libreros.
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*Octavio Libreros nació el 4 de octubre de 1990 en San Juan de Pasto, al suroeste de Colombia. Es Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Nariño, Colombia; Especialista en Literatura Comparada por la Universidad de Antioquia y Magister en Educación por la Universidad Cuauhtémoc de México.
En su desarrollo profesional se ha dedicado a estudiar y analizar la vida y obra de Fiódor Dostoievski, lo que le ha permitido dar conferencias y ponencias en la embajada cultural de Rusia en Colombia: Instituto Lev Tolstoi, Centro de Estudios Clásicos y Medievales (CESCLAM) de la Universidad de Antioquia, Biblioteca Virgilio Barco de Bogotá, Feria del libro de Bogotá —FilBo 2019 y Feria del Libro de Pasto 2021—. Su primer libro publicado sobre el escritor ruso se titula «Dostoievski entre su crimen y su castigo» y es un estudio que profundiza en los elementos creativos y estructurales de la obra Crimen y Castigo. Su actual trabajo literario «Mi Dostoievski», antología de ensayos dedicados a la comparativa crítica y literaria, con elementos de psicología, filosofía y metafísica, sobre conceptos como el amor, la muerte y el parricidio en las obras del escritor ruso, fue presentado en la Universidad de la Amistad de los Pueblos Patrice Lumumba de Moscú. Dicha obra cuenta con prólogo del Doctor Gerardo de la Fuente Lora, docente de la Universidad Nacional Autónoma de México, y presentación de los doctores José de Jesús Herrera Ospina, Filósofo de la Universidad Pontificia Bolivariana de Colombia; y Nelson Ramiro Reinoso Fonseca, investigador becario CONACYT de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.