Literatura Cronopio

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OFRENDA VOTIVA CON SIETE EPIGRAMAS

Por Dinorah Cortés Vélez*

«a los niños y niñas muertos
en centros de detención en
la frontera mexicano-estadunidense»

Hay un rumor de llantos y toses que asedia la noche fronteriza.
En ese infierno alambrado de jaulas hay niños migrantes
que penan por volver a ver a sus padres.
Muchos están enfermos. Tienen miedo. Muy poco duermen
mientras le contemplan la cara a la muerte.
La angustia campea por ese circuito de desolación infantil.
La inhumanidad es guardia carcelaria que, con brutal exactitud,
impone su régimen de terror allí donde
las celdas son hieleras y las mantas, láminas de aluminio,
allí donde el aseo personal es un lujo; y la comida, escasea.
En ese campamento de detención, la niñez ha sido depredada.
Allí han muerto niños que tienen nombres y que tenían sueños.

Darlyn Cristabel Córdova Valle era de El Salvador.
Durante los siete meses de su detención
su condición cardiaca congénita empeoró.
Murió el 29 de septiembre de 2018, a los diez años,
pero su muerte no fue divulgada hasta el año siguiente.
Su cuerpo descansa en una loma salvadoreña
y corona su tumba una cruz azul turquesa
con su nombre escrito en letras plateadas.
Anhelaba reunirse con su madre en el «País de los sueños»,
pero no se le dio.

Jakelin Amei Rosmery Caal Maquin provenía de Guatemala.
Recibió su primer par de zapatos poco antes de la larga travesía
hacia el Norte, con su padre. La emocionaba la posibilidad de
una nueva vida y de que su familia pudiera obsequiarle su primer juguete.
Tenía siete años y sueños de aprender a leer y a escribir.
A cuarenta y ocho horas de ser aprehendida por la policía migratoria,
un shock séptico y muerte cardíaca súbita a causa de
una deshidratación profunda, le quitaron la vida.
Falleció el 8 de diciembre de 2018.

Felipe Gómez Alonzo soñaba con estudiar y tener su propia bicicleta.
Murió a los ocho años, bajo detención, la Nochebuena de 2018.
La causa de su muerte fue una infección bacteriana ocasionada
por la influenza. Hoy su cuerpo reposa en Yalambojoch,
entre rezos en lengua chuj.

Juan de León Gutiérrez salió de la pequeña villa de Tizamarte,
huyéndole a la sequía y al hambre. La última vez que le habló a su madre
le dijo que esperaba que, con su viaje, Dios les ayudara con
sal, maíz y, quizás, frijoles. Juanito, como le llamaban de cariño,
era un joven tímido y afable, según una de sus maestras de antaño.
Durante su detención, una condición crónica pero tratable,
asociada con la sinusitis, se le convirtió en una infección cerebral.
Murió el 30 de abril de 2019 en una gélida sala de cirugías norteña.

Mariee Juárez llegó con su madre desde Guatemala.
Una infección viral pulmonar la privó de alcanzar su segundo año de vida.
Murió el Día de las Madres del año 2019. Su progenitora testifica que
lo único que le quedó de su niña fue un documento del hospital
con las huellas de sus manos pintadas con tinta rosada.

A Wilmer Josué Ramírez Vásquez la muerte lo encontró,
a un mes de su detención, a los dos años.
Partió de este mundo el 14 de mayo de 2019.
Su madre había hecho la travesía con su bebé a los Estados Unidos,
porque estaba muy enfermo y era imposible costearle
los cuidados médicos en su Guatemala natal.

Carlos Gregorio Hernández Vásquez murió a causa de la influenza,
el 20 de mayo de 2019. Su familia, en Guatemala, lo llamaba Goyito.
Cuentan que era un joven inteligente que amaba el fútbol y la música.
Tenía dieciséis años y quería proveer sustento para su familia y,
en especial, para un hermano suyo con necesidades especiales.

La muerte de un niño, por causas naturales, nadie se la explica.
Es una aberración que reta toda lógica. Pero echarle al Can Cerbero
la niñez como carnada es pura abyección; un misterio
de la más acendrada crueldad.

___________

*Dinorah Cortés Vélez (1971) es de Isabela, Puerto Rico. Obtuvo su Ph.D. en literatura colonial latinoamericana en la Universidad de Wisconsin-Madison. Es Catedrática Asociada en Marquette University, Milwaukee, WI, U.S.A. Ha publicado tres libros de ficción con Isla Negra Editores (San Juan, Puerto Rico): El arca de la memoria: una biomitografía (2011), Cuarentena y otras pejigueras menstruales (2013) y Fugas de duermevela. Prosas heridas (2018). También tiene publicado un poemario, Poemas de la soledad en Wisconsin (San Sebastián, Puerto Rico, Indómita Editores, 2015). Ha publicado diversos artículos de prensa cultural (Claridad, El Post Antillano y Revista Cronopio). Es la creadora y organizadora de la conferencia bienal de estudios caribeños, Calibanías y caribeñidades, que se celebra en Marquette University. Tiene terminado el manuscrito de su primer libro académico sobre Sor Juana Inés de la Cruz. Actualmente trabaja en una obra de teatro y en dos poemarios.

 

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