LA INVASIÓN DE LOS NANOIDES
Por Samuel Arango M.*
Cuando Orson Welles provocó en 1937 el pánico colectivo de Nueva York por su programa radial «La Guerra de los Mundos», sobre la supuesta invasión de los marcianos, jamás pensó que varios años después otros seres iban a invadir la tierra aunque en forma más callada y menos espectacular que en su programa, que fue una sensacional ficción con visos de realidad. Esta nueva invasión, una realidad con visos de ficción, es la invasión de los Nanoides.
Pocos hemos oído hablar de los Nanoides. El término Nanoide se lo leímos a Ron Powers en un artículo nanoide de la revista norteamericana General Questions (G.Q.), que nos puso alerta sobre el fenómeno. Caímos en la cuenta de que los Nanoides están acá y que nos han invadido como si fueran seres extraterrestres. El principal objetivo de los Nanoides se concentra en las grandes ciudades pero su expansión vertiginosa pronto cubrirá el planeta entero.
Las semillas del Nanoideísmo han germinado desde hace años y han sido empolladas consciente e inconscientemente por los medios de comunicación. El huevo, de hecho, tuvo forma de televisor.
Su nombre viene del griego Nano, una billonésima parte de, enano. Nanocultura, Nanoeconomía, Nanonoticia, Nanoeducación, Nanoimagen. Es este nombre aplicado al conocimiento y a la actividad humana enana. Es la cultura McDonald de la hamburguesa y del «easy food» que se consume a la carrera. Es el dinero plástico de las tarjetas de crédito que compra hasta en las ventas ambulantes de la economía del rebusque en los semáforos del tercer mundo. Es el libro condensado del Riders Digest. Es la enciclopedia ilustrada que se vende por fascículos en las esquinas. Es llamar amigo a quien es solamente un conocido.
Es el matrimonio desechable de pocos meses que se desbarata por no partir un confite. Es la Nanoempresa llamada microempresa. Son los cursos rápidos virtuales o el bachillerato en un rato. Son los artículos para conseguir pareja en diez segundos. Es la cultura del Grafito.
Es el libro Guidness de records mundiales. Son los juegos por computador y video y los cursos de idioma bajo la almohada. Es la cremación. Es la célebre «anomia» japonesa que considera al ciudadano como un extraño en la ciudad, sin nombre, un hombre de carné y no de carne. Es la noticia enana, la noticia a la carrera, el flash. La noticia de televisión que dura menos de veinticinco segundos. El resumen de la prensa. La columna ágil de comentarios cortos, para leer de prisa y para quedar enterados de todo pero sin conocer nada. Son las cuarenta noticias en veinte segundos de la pantalla. Las cuarenta noticias en una columna del periódico. Las cien noticias del día de la radio. Son los comerciales de diez segundos y hasta de cinco.
La esencia del Nanoideísmo es la explosión, el quantum, la parte maniobrable más pequeña de la noticia. Uno de los resultados visibles del Nanoideísmo es la amalgama prensa-televisión-internet. Noticias de televisión basadas en la prensa y periódicos enraizados y formateados como televisión. Es el Facebook. Es el USA Today de finales de siglo. Es el Wall Street Journal unido a Time Inc TV. Es la Associated Press aliada a Conus, el enlace por satélite. Es The Christian Science Monitor con un noticiero en pantalla. Es El Tiempo en televisión y en radio, o los grupos económicos más poderosos con medios unificados en internet, cable televisión, cadenas radiales, televisión satelital. Son las alianzas internacionales que tejen la red informativa que envuelve la Nanoideología.
En el fondo del problema de los Nanoides se encuentra la economía. Los costos del cubrimiento informativo, de la publicidad, costos por millar. El mayor cubrimiento del mayor número de personas con menores esfuerzos. La prisa, el afán moderno, el tiempo es oro. No es el tiempo de trabajo o el del ocio sino el tiempo constreñido del que hablaba Julián Marías.
Los medios de comunicación del mundo entero se encuentran en crisis cuantitativa y cualitativa. Los periódicos bajan circulación, la radio se musicaliza del todo, la televisión empieza a apagarse y las estadísticas no mienten. La credibilidad de los medios se encuentra altamente cuestionada. Los negocios de las comunicaciones se mueven en medio de pérdidas y crisis profundas. La orgía económica de finales del siglo va pasando.
El periodismo Nanoide se va imponiendo como una gran mancha. Las cifras y los datos expresados con rapidez son el centro noticioso. Ya no se dice que fulano no cree en los diálogos de paz en determinada región sino que se grafica qué porcentaje de la población cree en ellos y cuál no.
Herbert Schiller, autor de The Mind Managers (Los manipuladores de la mente) hizo un llamado a los candidatos presidenciales de los Estados Unidos para que incorporen la crisis de los medios de comunicación entre los temas de campaña. Schiller escribió hace poco: «La aparente diversidad cultural que suministran millares de periódicos, revistas, estaciones de radio y canales de televisión es un espejismo. Espejismo que disimula el hecho de que la mayor parte de ellos son propiedad de gigantescas empresas de medios…».
Empresas pluricomunicacionales y multinacionales dedicadas al Nanoideísmo, al estilo USA Today… Nanoideísmo es consumo antes que nada, barato, rápido, efectivo y reforzado con vitaminas de imágenes llamadas ‘light’, entre piernas bien torneadas y senos voluptuosos.
En el año 1900 la bisabuela aún estaba soltera, la electricidad era un cocuyo y la radio apenas empezaba a imaginarse. Si alguien se le hubiese arrimado para decirle que a ella le tocaría ver llegar un hombre a la luna, con seguridad absoluta que ella habría pensado que ese alguien estaba loco. Y sin embargo, la bisabuela vio llegar, el 20 de julio de 1969, al norteamericano Neil Amstrong a la luna.
Si en este momento alguien se nos acercara y nos dijera que en un futuro, que posiblemente viviremos, el medio de comunicación masivo más perfecto será la mente humana, posiblemente pensaremos lo mismo que la bisabuela en 1900.
O si nos afirmaran que en ese futuro estaremos conversando con los seres de otras galaxias, creeremos que la televisión actual está alterando el cerebro como dañaron los libros de caballería la cabeza de Don Quijote de la Mancha.
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* Comunicador Social y Periodista de la Universidad de Antioquia 1969-1973. Magister en Ciencias: Radio, Cine y Televisión de la Universidad de Kansas. Autor de los textos Caja Mágica. La Televisión en Píldoras. El Búho Escritor Editores. 1991. ¿Sabía Usted? Tonte-rías. La Guerra de los Sexos. 100 y más mujeres que los hombres debemos evadir. La novela El Rebelde. Textos del libro Medellín Ensueño. Coautor de Mis sueños de paz. Columnista de El Colombiano. Ex decano de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad Pontificia Bolivariana. Ex Decano Facultad de Comunicación Audiovisual en el Politécnico Jaime Isaza Cadavid.