SER ARTISTA PLÁSTICO EN MEDELLÍN
Por Marian Villa*
«El arte tiene que expresarse. La dificultad más grande que he tenido, es enfrentarme a desaprender muchas cosas en mi labor como artista, para aprender a comprender otras. Necesité entender mi relación con la ciudad como ciudadano, como esteta, y entender cómo el arte en sí mismo se puede convertir en un asunto pedagógico y enunciativo».
Mauricio Velásquez, «Morris» como sus alumnos lo conocen, es profesor de la Universidad Pontificia Bolivariana de la facultad de Diseño de Vestuario, donde dicta la clase de Procesos Creativos y Puesta en Escena a través de la papiroflexia, la geometría y una gran sensibilidad por las artes escénicas.
Morris es arquitecto de la Universidad Nacional de Colombia y ha tenido una fuerte atracción por el arte, lo que lo llevó a especializarse en la Universidad de Antioquia en Artes Visuales y actualmente a terminar su Maestría en Artes Plásticas y Visuales en la Universidad Nacional. Su obra «Skins» se presentó en la Bienal Internacional de Arte y Moda en Seúl 2010 en Corea del Sur como herramienta de reflexión del otro, para comprender la construcción propia de identidad.
LA TESIS
«Más que un asunto de construir a partir de referencias teóricas, es el momento del arte, de proponer reflexiones. A la hora de sustentar las experiencias estéticas, uno carga con ellas, pero ¿cómo ser consciente de ese asunto? Mi experiencia estética partió de dos viajes que tuve el año pasado, tras los cuales empecé a revisar mis fotografías, y había unas imágenes muy inquietantes y sugerentes, lo que me permitió darme cuenta de que estaba distraído por los medios y que, en últimas, mi pregunta estaba dada para entender la ciudad y perseguir una pregunta más existencial».
Morris cuenta cómo académicamente trató de sustentar la idea de su obra a través de diferentes autores, pero se dió cuenta de que la formación en el arte debe ser llevada a cabo a través de la experiencia, por lo que gracias a un amigo filósofo, llegó a la conclusión de que él necesitaba estar en una relación directa con las cosas para indagar y preguntarse: ¿Qué más hay ahí?
«Hay una inexperiencia estética del espacio, que tiene que ver con la poca experiencia de reconocer los espacios y recorrerlos. Y ahí es donde la obra es fundamental, porque nos ayuda a tener conciencia de ciertas espacialidades, de cierta presencia, de ciertos espacios de la ciudad que por lo general pasan desapercibidos ante nuestros ojos».
Así nació Skins, como preocupación por el cuerpo y como pregunta del otro, apropiándose del concepto de alteridad. «Mi cuerpo es, en cuanto es fragmentos de otras cosas. Mi imagen está construida mediante otras imágenes del mundo, pero también la imagen mía en otros reflejada».
Por eso, Skins propone llenar los cuerpos con otro, simplemente para decir «Yo soy el otro», como una pregunta de autodeterminación que nos habla de límites, espacio y tiempo, conceptos difíciles de entender, pero que Morris busca que encontremos y nos apropiemos de ellos a través de una experiencia del orden de lo sensible, a través de su obra.
Pero su obra estaba muy general, en palabras de Morris. Fue a través de Carlos Mario Cano, su mejor amigo, que entendió que ese otro que él quería introducir o denotar, era la ciudad. «Skins era una preocupación por la ciudad, allí aparecía la preocupación por los medios digitales, por el tiempo, por la instantaneidad, por los tiempos reales, pasados y futuros. El tiempo entendido de una manera compleja, porque lo permite el medio. Entonces empecé a pensar en recursos, en trasmitir en tiempo real ciudades reflejadas a través del cuerpo, del performance, que iba llenándose de Tokio en la noche, en tiempo real. La obra no está en el registro, la obra fue una acción y se experimentó desde el presente, desde la multitemporalidad y la multiespacialidad, logrando una conexión de lugares. En conclusión, existen los siguientes tiempos: el tiempo que yo presencio, el tiempo de la acción y la trasmisión del otro país que es de noche».
Pero la relación de Skins se volvió compleja, por lo que Morris decidió, a través de una mirada particular, la suya propia, retratar sus preguntas de la ciudad a través de unas imágenes plasmadas en fotografías, logrando llegar a la raíz del asunto en una experiencia más inmediata, más digerible y mucho más emocional, porque opera en la memoria.
«La obra mutó, ya no a través de una superficie que refleja las texturas, sino que ahora es la misma fotografía la que habla. Sigue siendo superficie, pero ya no es el cuerpo ajeno el que captura la ciudad, ahora es un cuerpo pensado en el otro, pero que me permite lograr la experiencia de Skins desde mi propio ojo».
El nómada es una de las figuras más importantes que se pueden descubrir en su obra, un nómada contemporáneo, como persona que camina, que llega a tierra y descubre. «Yo tengo que construir la experiencia del nómada de la calle».
La ciudad es un espacio compuesto por múltiples espacios, como nos explica Morris: «Imagínatelos como burbujas de jabón, pero entre burbuja y burbuja existen burbujas separadas, es entre esos espacios donde a mí me gusta estar, entre tiempos. Lo que yo quiero lograr es consciencia».
Por eso, para conseguir esos espacios, Morris nos dice que se debe aprender a ser nómada y aprender a estar en ellos y en determinado momento dejarlos atrás, transcurrir y fluir, nunca en, siempre en el medio. «Una parte crítica de la obra, es lograr construir una experiencia urbana, las preguntas son lo que debe generar la obra, cuando es pensada y reflexionada. Cuando estamos en un tiempo del otro que no es pasado, presente, ni futuro, y esto debe dar respuesta al orden de lo sensible, dar respuesta a lo real».
Todas las preguntas que vienen de su obra son preguntas por los espacios, tiempos y percepciones sensibles de ella misma, donde «aprende uno a poner en la praxis los contenidos teóricos. Hay una praxis de la teoría o se puede poner en teoría la praxis, aunque ese es el lado errado de la experiencia».
Skins es la oportunidad de capturar una idea, en la que a partir de tu contacto con la obra, cambias. No eres el mismo, porque no existe consciencia de la generación de conocimiento, del concepto de inmanencia. «Es a través de este concepto, que las cadenas de experiencias del orden sensible, serán la especie de lienzo o tejido que se va a proyectar en los espacios de tu mundo».
El trabajo del nómada es registrar, reconocer y crear memoria, hacer un trazado y arrastrar consigo las imágenes de su pasado. «Allí está nuestro pasado, pero también puedo evocar el pasado del otro. Es el artista el que construye el artificio, pero el artificio no tiene que ser un objeto, a través del artificio el artista muestra también la manera de experimentar el mundo. Son artificios, y en últimas, son formas de entretenerse».
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* Marian Villa es Diseñadora Gráfica de la Universidad Pontificia Bolivariana y estudiante de Comunicación Social y Periodismo de la misma universidad. Recibió mención de honor en el Módulo de Infografía, Interfaces Gráficas y Puesta en Escena de la Facultad de Arquitectura y Diseño. Su práctica académica la realizó en un proyecto especial entre el Centro de Investigación CIDI, el Instituto de Espiritualidad de la UPB y el Metro de Medellín sobre el concepto de Cultura en la ciudad de Medellín. Es Directora de Marketing y Fundadora de Red ACCIÓN S.A.S. (www.redaccion.com.co).