Periodismo Cronopio

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VERIFICAR LA PALABRA PÚBLICA

Por Alejandro Aguirre*

Un departamento de tres ambientes, en un octavo piso de un edificio familiar, en pleno corazón del barrio Monserrat, en Buenos Aires, cinco personas dirigen Chequeado.com, el portal que desde hace dos años verifica el discurso público de las personas públicas.

Allí, Olivia Sohr —socióloga—, Matias D’Santi —periodista— y Matías Mc Loughlin —periodista a medio tiempo— hacen una especie de consejo de redacción para tener una agenda. «Que Cristina esto…», «que Budou, dijo esto otro…», «ví una estadística dudosa…». Así comienza el molde de las notas —que incluye más cifras que otra cosa— que irán a verificar y que luego serán chequeadas.

Entonces llaman, verifican, confrontan, toman café, se apuran, van a la televisión, se escuchan por radio, llaman y otra vez verifican, al final del día, después de que un editor lee lo que han tratado de chequear, les hace sugerencias, corrigen los adjetivos, los sustantivos para luego clasificar cada frase que escogieron. Con un ‘verdadómetro’ ponen la calificación mentira, insostenible, falso, engañoso, discutible, apresurado, verdadero…

—¿Qué podría ser Chequeado.com? —lanzo un tweet a @chequeado.

—Es verificar la mentira, y corregirla. —contesta un seguidor de los 5.000 que tienen.

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Chequeado.com es un sitio de Internet que tiene la misión de comparar declaraciones de políticos, economistas, empresarios y personas públicas, medios de comunicación u otras instituciones formadoras de opinión con datos o hechos comprobables.

Se recurre a las fuentes más confiables y cuando es necesario a los especialistas de la materia que se investiga para poder determinar en qué medida los datos analizados son consistentes o comprobables con los hechos reales a los que se refieren.

«El fin de la página es hacer un aporte al debate público, aportar datos relevantes, concretos, pero siempre con la idea de salir de la opinión e ir hacia los datos. Buscamos que cada quien tome una posición de acuerdo a las cifras», dice Sohr la socióloga chilena y coordinadora de la página que desde hace dos años se interesó en el proyecto.

La intención de esta página es ayudar a reducir el margen de impunidad intelectual en aquello que se dice, se escribe, se promete, se critica o se oculta. También se espera contribuir de este modo a mejorar el nivel de conocimiento y comprensión de los acontecimientos públicos y a aumentar el nivel de transparencia, seriedad y profundidad del debate, para enriquecer la calidad de la democracia en la Argentina.

Si bien escuchan radio y ven televisión, su agenda la marcan los diarios más nacionales: Clarín, Tiempo Argentino, La Nación y Página 12. Para Sohr, estos dos últimos son los diarios que más fuentes tienen en la atribución de la información. Pone un ejemplo: «una vez encontramos 12 fuentes anónimas en una nota de Clarín y eso que era una denuncia de autopartes, algo que podían manejar de otra forma. Fue lamentable», agrega la coordinadora.

En la actualidad, Chequeado.com tienen un promedio de publicación de 20 notas verificadas al mes, 250 al año, más de 300 teléfonos de fuentes de especialistas, 50 mil visitantes a su página Web por mes, más de 30 mil oyentes radiales (salen tres veces a la semana), 5.400 seguidores en Twitter y 3.000 en Facebook.

Por el portal verificador han pasado desde el escritor Luis Majul hasta la presidente Cristina Fernández, quien es una de las personalidades más chequeadas y ha resultado avante con sus cifras. «Siempre tiene datos correctos, bien enfocados, muy pocas veces ha tenido errores», anota el periodista Matías D’Santi.

El equipo argentino ha hecho chequeos en vivo como la inauguración del Congreso este año, siempre con un mismo propósito: publicar información que se pueda atribuir y por eso no aceptan investigar notas con los temas en ‘off the record’. «Es no se verifica, o ¿sí? Es casi imposible», se pregunta Sohr.

* * *

¿Pueden los medios convertirse en una especie de ‘verdadómetro’? Las nuevas formas del consumo cultural, los medios personales y los mercados de nicho están abriendo esa posibilidad a que los ‘pequeños editores’, como los llama el académico español Francisco Vacas, tomen por su cuenta la verificación de datos sin intermediarios, pero con independencia, sin afanes.

«Un verificador de datos es una persona que se ocupa de comprobar la verosimilitud de lo que se publica en un periódico o revista. La principal preocupación de un verificador es cerciorarse de que lo que ha escrito el periodista tiene un respaldo documental o testimonios de personas que acrediten lo que aparece en el artículo», dice el periodista Fernando García Mongay, quien colabora como blogger en El País de España. Pero lo que hace Chequeado.com es indagar el discurso de las personas de lo que dijo en forma pública y, como bien lo dice García Mongay, en un medio.

Philip Meyer, docente de la Universidad de Carolina del Norte, sostiene que estos proyectos de controlar la exactitud de los hechos que expresan los personajes es el periodismo que sobrevivirá en la Web 3.0 (la capacidad de analizar en forma anónima y segura la conducta de cada visitante a un sitio).

«Son procesos que tienen el mismo mismo espíritu de competencia del que los periódicos y porque encuentran una forma metódica para evaluar y publicar los hechos verídicos así como identificar y publicitar a los que promueven falacias», anota Meyer.

Para la corresponsal en Buenos Aires del diario El País de España, Soledad Gallego–Díaz, estos portales son espacios no partidistas que impulsan a los datos concretos y a las respuestas exactas como chequear los datos y compararlos. «¿Cuánto tarda en llegar una ambulancia? ¿Pueden mis hijos acceder a Internet en la escuela?».

«No se trata, evidentemente, de fomentar agravios comparativos en todo el país, sino de reclamar con más fuerza responsabilidades concretas a políticos concretos que hicieron promesas para lograr nuestros votos. Si esos datos, verificados y comparados, demuestran que su récord político no resiste un ‘factcheck’ apropiado, no debería dar miedo exigir esa responsabilidad. En eso consiste la política», agrega Gallego–Díaz.

Adriana Amado Suárez, quien dirige el sitio web Catedraa.com.ar y la licenciatura en Comunicación Social de la UCES, advierte que son sitios necesarios porque los medios tradicionales han desechado a los verificadores de datos por ser una carga laboral.

«La verificación de datos estaba a cargo del periodismo —The New Yorker y Der Spiegel aún lo hacen—, solían tener ‘factcheck’ y consolidaban los datos, pero como los han apartado del medio, los periodistas terminan transcribiendo lo que dice un personaje público sin tener el dato chequeado antes de ir a la impresión —caso, un diario— o al aire —caso, una radio», añade Amado Suárez.

La catedrática va más allá y propone que estos sitios estén respaldados por los mismos medios o por periodistas de trayectoria que tengan en la cabeza la investigación para que así se consoliden y los tengan más en cuenta. «Se tienen que legitimizar [sic], por decirlo de alguna manera, es necesario un respaldo», asegura la docente.

Por su parte Lila Luchessi, doctora en Ciencias Políticas y docente de la Universidad de Buenos Aires, dice que estas iniciativas son aún proyectos y no tienen todavía un rol social por lo compleja que es la sociedad y la gran influencia que merecen y atienden.

«Habría que mirar qué tipo de público están manejando, qué tan importante es el consumo de datos sin la opinión y la interpretación, así como la gran influencia para una construcción social que valga la pena lo veo muy reciente», anota Luchessi.

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La iniciativa argentina de Chequeado.com se basó en FactCheck.org, que busca desacreditar las falsedades y doble discurso de la política de los EE.UU. Verifica la exactitud de las afirmaciones hechas por personalidades políticas y actores políticos. Fue creado en 2004 como organización sin ánimo de lucro y es manejado por el Centro de Política Pública Annenberg de la Universidad de Pensilvania y la Society of Professional Journalists Awards.

Entre tanto, Chequeado.com tiene apoyos de las organizaciones Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cipper), Poder Ciudadano, Sin Corrupción y la Fundación Directorio Legislativo. El sitio está totalmente centrado en Buenos Aires, algo que no sucede con FactCheck.org que está en todo EE.UU. Sin embargo, sus características son similares, a excepción de la local que ya están en radio y televisión, algo que el sitio estadounidense aún no explora.

Uno de los trabajos que dio a conocer a FactCheck.org fue un análisis de 1.400 palabras donde examina una declaración que Obama hizo ante un grupo compuesto en su mayoría por liberales religiosos. Durante esa conferencia a través del Internet, él afirmó: «Ustedes han escuchado que todo esto va a significar que el gobierno patrocine abortos. No es verdad. Todo esto han sido invenciones». El análisis se publicó con el título ‘El aborto: ¿cuál postura está mintiendo?’. El tema fue agenda durante una semana.

Olivia Sohr, la coordinadora del sitio argentino, admite que el sueño es poder imponer una agenda entre los medios, pero que a veces es imposible. «Cuando el caso de Sergio Schoklender cayó en manos del juzgado del juez Norberto Oyarbide los tweets no pararon a la pregunta: ¿por qué todo le toca a Oyarbide? Hicimos una nota del caso, y en cierta manera, fuimos agenda pública de los medios por lo menos un día». Otras notas de temas como Aerolíneas Argentinas y el cubrimiento de discursos en vivo en el Congreso fueron importantes y fue señalado, incluso, por algunos dirigentes políticos.

FactCheck.org cuenta con 13.565 seguidores en Twitter y a 67.406 personas les gusta, según Facebook. Por su parte, Chequeado.com cuenta ya con 5.492 en Twitter, mientras 3.087 en Facebook. El área de trabajo del sitio argentino es una ciudad de 14 millones de habitantes, capital de un país, alejado de lo que ocurre en su interior, mientras que el lugar de origen y operaciones del sitio estadounidense es Filadelfia, con 1,5 millones de habitantes, aunque con un área cercana a grandes capitales como Washington y Nueva York, que es donde hoy influye y poco a poco se hace conocida.

Se destaca en el sitio de la Universidad de Pensilvania un tono fuerte en las apreciaciones de las notas, casi alejado de la noticia, enfocado más en artículos pesados, con datos y cifras fuertes. Si bien no hay una calificación tan abundante como en Chequeado.com, que da diferentes márgenes, en este caso escasean los adjetivos y van a lo directo. La versión argentina, que aún le falta en diseño y protagonismo, tiene un tono moderado, una escritura más simple, lejos de los artículos de un revista especializada en la Web como al parecer quiere ser FactCheck.org.

Otros sitios con características similares se han impuesto en la agenda pública de los medios y han querido ser protagonistas: TheFactChecker, que es un blog, según dicen, detector de mentiras auspiciado por el Washington Post. Trata de comprobar y contrarrestar si las afirmaciones realizadas por políticos, colectivos de interés y por los medios de comunicación son ciertas o no. Una de sus tareas, que también implementa el sitio argentino, es aportar el contexto que se haya obviado, analizar las palabras de los personajes y hacer una explicación del ‘lenguaje en clave’ de los políticos. El ‘Post’ lo que quiere es tener nuevos lectores que den sugerencias y sugieran temas.

PolitiFact.com, creado en 2007, es operado por el San Petersburg Times y tiene la misma función: chequeo de hecho de declaraciones de personajes públicos. Tienen una especie de medidor de la verdad denominado ‘Truth–o–meter’. Ha tenido tanto éxito que tiene versiones de la página, a través de otros diarios, como The Miami Herald, The Atlanta Journal, Milwaukee Journal Sentinel, The Oregonian. OpenSecrets.org, con base en Washington y amparados por un centro de responsabilidad política, contribuye a rastrear las contribuciones a las campañas y actividades de cabildeo en una variedad de formas. Es otro sitios interesante cuando la política parece lo más importante.

Hay otros sitios que abren su abanico a más vertientes y se alejan de la política, pero no de la democracia y eso lo hacen notar usuarios que tienes estas páginas como entre las más vistas. Snopes.com, que desde 1995, se encarga de destruir mitos urbanos sobre diferentes temas. Además de cazar leyendas, TruthOrFiction verifica desde engaños, estafas y cuentos humorísticos, hasta peticiones de ayuda y oración. Otro es Hoax-Slayer.com, dedicada a desacreditar y frustrar los estafadores de Internet. Diarios como Le Monde y Libération, de Francia, tienen sus propios blogs de verificación.

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El papel de la prensa en este periodo, que muchos —entre periodistas y académicos— dicen que es un periodo de transición y caos, nunca se habría preocupado tanto, como a principio del siglo pasado, por el público que lo alienta. Para la democracia, transmitir las noticias por cualquier medio es tan importante como una ley aprobada por legisladores. La razón: se han vuelto distantes con el ciudadano y estos no se ven identificados.

Jay Rosen, en su texto Making Journalism More Public, advierte cómo los periodistas se alejaron del público, uno de los puntos clave a la hora de debatir. «Primero fueron medios que hablaron de ciudadanos a ciudadanos, pero luego dieron una visión profesional distante y autoritaria. Se pusieron a estudiar el público de un modo demasiado teórico». Se refiere aquí a los investigadores de la comunicación.

Rosen recuerda que el periodismo puede recrear el debate público. «El diario The Ledger Enquirer de Virginia realizó una encuesta sobre las opiniones de los ciudadanos. Sin que eso fuera suficiente organizó debates entre ciudadanos y publicó notas sobre las discusiones, lo que permitió el renacimiento de un público, que había una especie de conexión con el diario, con la ciudad y con la gente», recuerda el investigador.

Eugenia Mitchelstein, docente de la facultad de Comunicación de la Universidad de San Andrés, dice que entre mejor calidad de la información, mejor será la calidad de la democracia. Una ciudadanía más y mejor informada, es una ciudadanía con mejores decisiones. «Uno podría decir que hay influencia, pero al mismo tiempo tener controlados a los medios. Pero lo que hace esto es mejorar el trabajo de los medios y por eso debemos controlar qué dicen los políticos, los funcionarios, nuestros representantes, lo que mejora directamente la democracia».

La docente Luchessi añade que «informar es participar y a la vez ser democrático. Hay que procurar que funcione claramente el componente sistema mediático, porque la prensa y su información deber ser el motor de la discusión, porque es la única manera que la sociedad tenga varios puntos de vista».

Por su parte, la catedrática Amado Suárez manifiesta que la información siempre contribuye a la democracia, y lo dice refiriéndose a estos sitios que se han alejado de los grandes medios para volverse pequeños editores. «El problema es que falta el respaldo institucional: una cosa es la investigación de datos y la novedad del sistema, pero a veces no queda claro quién o por qué los dirigen. Pueden ser medios necesarios —más para ciudadanos que para periodistas— que dependen demasiado de la información para no quedarse en la buena intención».

Hay que recordar que en una democracia los medios tiene un rol básico y es dar a la ciudadanía información que ayude a hacer ciudad y así participar de su gobierno de turno. El periodista vigila al gobernante para cerciorarse de que ejerzan su papel como es debido, sin exagerar o manipular, sólo como es debido. Como dice Gumersindo Lafuente, director adjunto del diario El País de España: «el reto que tenemos hoy medios y periodistas es demostrar a la audiencia que podemos ser útiles, relevantes y necesarios». Pero el desafío es decidir cuándo, cómo y donde.

¿Es la democracia la audiencia o el contenido? El periodista Pablo Mancini, autor del libro Hackear el Periodismo, dice que la audiencia es el contenido. «La audiencia, para los anunciantes y para los propios usuarios–lectores, también es el contenido». El desafío es producir contenidos y a la vez atraer audiencias, algo tan complejo como buscar una aguja en un pajar. Como dice la catedrática Mitchelstein pedirle a un nuevo medio que imponga agenda es como darle un mapa de navegación a alguien que no sabe navegar. «Si los grandes medios no la tienen y hace mucho la dejaron de imponer, cómo le vamos a pedir a un medio alternativo que verifica notas y crifras que la imponga. No sería necesario ni útil porque es imposible». Entonces hay que olvidar eso y trabajar.

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—¿Qué podría ser Chequeado.com? —lanzo un tweet a @chequeado.

—Es verificar la mentira, y corregirla. —contesta un seguidor de los 5.000 que tienen.

—¿A alguien se le ocurre una definición de medio de comunicación? —pregunto en mi Facebook.

—Un manual nada instructivo (dice una desconocida que dice ser amiga).

—¿Qué es la democracia? —reto a un par de amigos.

—Una oportunidad (dicen ambos).
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*Alejandro Aguirre es cronista, investigador y fotógrafo. Fue periodista del diario El País de Cali (Colombia).

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