En menos de 48 horas, el tema del despido de la periodista y su equipo
se convirtió en hashtag (tema de moda en todo el mundo) en Twitter
y decenas de miles de participantes de Facebook se sumaron al grupo
«Apoyo a Carmen Aristegui». Más de 80% de los mensajes atribuían
su salida a presiones de Los Pinos y no a una presunta violación al código
de ética […] A pesar de ser un día feriado, el lunes 7 poco más de 200
personas se reunieron frente a las instalaciones de MVS Radio para gritar
«¡Carmen sí, Felipe no!» y a exigir la pronta reinstalación de la periodista.
La frase de un cartelón se replicó en todas las redes sociales: «¡Extra,
extra. Borracho atropella a periodista Aristegui!»
(Caso Aristegui: 12)
Las evidentes, pero negadas presiones oficiales para que el grupo MVS despidiera a esta osada comunicadora, fueron infructuosas debido a la creciente concienciación de gente dentro del país que demanda un alto al silenciamiento e intolerancia oficial hacia las voces críticas como la de Aristegui, así como al apoyo internacional a los periodistas comprometidos socialmente como ella. A pesar de la abundante animosidad oficial en su contra, Carmen Aristegui continúa teniendo un alto rating de audiencia radiofónica y el programa de análisis que conduce en la cadena CNN en español es visto por un público cada vez más numeroso, deseoso de recibir información veraz y objetiva.
Por otro lado, la periodista Anabel Hernández, quien colabora para el sitio Web Reporte Índigo, sabe también lo que significa ser acorralada hasta al extremo de temer por su vida y, por lo mismo, tener que estar siempre custodiada por dos guardaespaldas que no la pierden de vista ni un solo momento. Las amenazas de muerte se produjeron a raíz de la publicación de su libro Los señores del narco (2010) donde Hernández evidencia los nexos del actual secretario de Seguridad Pública federal, Genaro García Luna, con el narcotráfico. No obstante el que éste sea el personaje a quien ella atribuye la violencia en su contra, no se ha hecho nada por dar seguimiento a sus denuncias. Resulta sobre todo alarmante el hecho de que la mayoría de sus colegas periodistas se han negado a difundir los llamados de Hernández para que se investigue a ese funcionario público, apegados al Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia firmado por los medios para los que trabajan. La conferencia que Hernández presentó en mayo de 2011 en el foro Impunidad como Limitante de la Libertad de Prensa, no recibió la atención mediática que ella esperaba. Irónicamente, como refiere Miguel Ángel Granados Chapa, uno de los criterios editoriales del señalado acuerdo establece que debe imperar la solidaridad «ante cualquier amenaza o acción contra reporteros o medios».
El mismo silencio mediático prevaleció en torno a las acusaciones dirigidas al ex presidente Vicente Fox Quezada que, de acuerdo a la información que le proporcionara un agente de la DEA en el 2006, estuvo involucrado en la fuga del capo mexicano conocido como El Chapo:
El agente me confió que informantes de la DEA infiltrados en la
organización de Ignacio Coronel Villarreal le aseguraron que Guzmán
Loera salió del penal de Puente Grande luego de pagar una suma millonaria
de dólares como soborno a la familia del presidente Vicente Fox. Y que el
acuerdo incluía la protección sistémica del gobierno federal a él y su grupo:
la todopoderosa organización del Pacífico. Actualmente Vicente Fox es
uno de los principales promotores de la legalización no sólo del consumo
de todas las drogas, sino de su producción, distribución y comercialización.
(Hernández: 14).
En relación a la globalización, es importante mencionar que la censura no se limita a las fronteras nacionales, por el contrario, los tentáculos del poder se extienden a otros espacios geográficos cuando se trata de resguardar una imagen oficial cada vez más quebrantada y empañada en todo el mundo. Tal como sucediera en el caso de la revista francesa L’Express que fue criticada enfáticamente por el embajador de México en Francia, Carlos de Icaza, por haber publicado una entrevista que la periodista Léonore Mahieux le hiciera a su colega mexicana Anabel Hernández, en relación a la publicación de su libro Los señores del narco (Intolerancia ante la prensa escrita: 10). A pesar del intento de acallar el discurso beligerante de Hernández, igual que les sucede a Lydia Cacho y Carmen Aristegui, ella no ha claudicado en su búsqueda de la verdad.
Afortunadamente, ninguna de las periodistas aquí presentadas ha sufrido el trágico fin de sus colegas femeninas como María Elizabeth Macías, quien se hacía llamar «La Nena de Nuevo Laredo» y cuyo cadáver fuera abandonado junto a partes de computadoras y una nota que atribuía su muerte a los reportes sobre el narcotráfico que ella acostumbrara publicar en la Internet. Es loable la labor profesional de mujeres fuertes y creadoras como Lydia Cacho, Carmen Aristegui y Anabel Hernández, que ante las amenazas, vituperios y atentados en contra de su integridad física, anteponen su interés por cambiar las injustas condiciones de vida de la población mexicana en general. Dentro del periodismo internacional la situación de los medios mexicanos está bajo escrutinio mundial por el alto índice de asesinatos en contra de los periodistas y que, ante esta situación, los logros conseguidos por estas tres destacadas comunicadoras muestran la importancia de crear propuestas críticas válidas y una prensa comprometida con la sociedad.
“Los Demonios del Edén: La Cruzada de Lydia Cacho”. Cortesía del Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE) y Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. Pulse para ver el video:
[youtube]https://www.youtube.com/watch?v=aWzxJ42yXWo[/youtube]
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*Guadalupe Pérez-Anzaldo es doctora de la University of California, Irvine en 2006. Actualmente trabaja como Assistant Professor en la University of Missouri-Columbia. Ha publicado un libro titulado Memorias pluridimensionales en la narrativa mexicana. Las mujeres judíomexicanas cuentan sus historias (2009), Ediciones Eón/The University of Texas at El Paso. Además ha publicado varios artículos en revistas literarias entre los que se encuentran: «The Irony of Crime: Trivialization of Violence in Two Contemporary Mexican Films», «Exilio y Memoria: los castillos interiores de Angelina Muñiz-Huberman», «Imágenes memorables en Mudas las garzas de Selfa Chew. Trayectorias de la presencia japonesa en México», «Violencia y trasgresión en dos cuentos latinoamericanos: La casa nueva de Silvia Molina y Yo a las mujeres me las imaginaba bonitas de Andrea Maturana». Ha participado en numerosos congresos de literatura en Estados Unidos, México y Alemania.