LOS TIRADEROS CLANDESTINOS EN LA COLONIA MORELOS DE CIUDAD DE MÉXICO
Por Pedro Humberto Sánchez Pérez*
En el mes de diciembre del año 2011 Marcelo Ebrard Casaubón, en calidad de Jefe de Gobierno del Distrito Federal de Ciudad de México, anunció que se realizaría el cierre definitivo del Bordo Poniente (El Universal, martes 19 de diciembre del 2011).
El Bordo Poniente (BP) se ubica en la Autopista Peñón-Texcoco y comenzó a operar en el segundo lustro de la década de 1980 con el objetivo de captar un porcentaje de la basura generada en el Distrito Federal (al momento de cerrar sus puertas la Ciudad de México generaba cada día más de 12 mil 500 toneladas). La suspensión de sus actividades era necesaria por las siguientes razones:
1. Su vida útil había llegado a su fin;
2. Era una acción congruente con el discurso ambiental que venía manejando el partido político a cargo de la capital del país;
3. Era un foco de infección y corrupción, y
4. Al hacerlo se ganaban votos políticos por cumplir cabalmente con lo establecido en el Programa de Gestión Integral de los Residuos Sólidos para el Distrito Federal (PGIRS) del mes de septiembre del año 2010.
Tras el cierre del BP las calles de la Ciudad de México se encontraban atestadas de basura, pese a ello las autoridades del Distrito Federal (DF) minimizaron la situación argumentando en los noticiarios televisivos y en los periódicos que: «todo se debía a un problema de logística y desajustes en la recolección» que se regularían en los siguientes días y que los residuos sólidos no implicaban ningún riesgo para los habitantes de la capital del país (La Jornada; El Universal; Reforma; Noticiero de Joaquín López-Dóriga; Hechos con Javier Alatorre, diciembre de 2011- enero de 2012).
El cierre del BP dejó al descubierto, entre otras cuestiones: la inadecuada planeación de las autoridades capitalinas, la nula cooperación entre el DF y sus municipios conurbados, los altos niveles de consumo de la población, la escasa cultura y educación ambiental que prevalece en los habitantes y visitantes de la Ciudad de México, los bajos niveles de responsabilidad y vocación de servicio de los trabajadores y voluntarios de limpia y la confusión que existe entre los conceptos basura / desperdicio (lo que ya no sirve) y residuos sólidos (basura separada en orgánica e inorgánica).
Esta acción ambiental que fue definida por Marcelo Ebrard «la operación más compleja en décadas en materia de residuos sólidos» (La Jornada, miércoles 4 de enero: 2), fue el detonante de una coyuntura navideña que será recordada por mucho tiempo debido a que dejó al descubierto las prácticas sociales que en torno al manejo de la basura (o desperdicios o residuos sólidos) tienen los habitantes de algunas colonias de la Ciudad de México.
La basura y sus implicaciones habían sido analizadas por diversos académicos [1] que coincidían en señalar que en caso de que las autoridades no tomaran cartas en el asunto, el problema de los desperdicios podría alcanzar niveles alarmantes. Las autoridades del DF actuaron como si nunca hubieran leído los trabajos de los especialistas, es decir: con una parsimonia para solucionar las causas de fondo (costumbre, cultura, hábitos y prácticas sociales) y de forma intempestiva para tratar de remediar los problemas (iniciativa, discusión, sanción y publicación de leyes). Por ello la profecía de una ciudad sepultada con basura, que se encuentra en las páginas del libro de Armando Deffis, se cumplió de forma cabal cuando las calles del DF amanecieron cubiertas por toneladas de desperdicios (véase las primeras planas de los periódicos referidos del 2 de enero de 2012).
Los «cerritos y montañas de basura» en las inmediaciones de los hitos urbanos, como el Palacio de Bellas Artes y el Hemiciclo a Juárez, mostraron que la educación ambiental y las políticas públicas en materia de residuos sólidos han tenido un bajo impacto en la ciudadanía.
La coyuntura referida alcanzó su punto más álgido en las calles de la colonia Morelos y el barrio de Tepito debido a que desde hace décadas existen «basureros» (cuya definición correcta la encontramos en Ley de Residuos Sólidos del Distrito Federal y el PGIRS como tiraderos clandestinos eventuales [menos de un mes] y recurrentes [más de un mes]), que tras el cierre del BP comenzaron a multiplicarse y que se transformaron en nuestro objeto de estudio.
Por lo anterior comenzamos a recorrer las calles de la colonia Morelos y en la última semana del mes de diciembre de 2011 contabilizamos 50 tiraderos; en el mes de julio de 2012 la cifra fue de 30 y en el mes de septiembre del año en curso encontramos 20 (Trabajo de campo del mes de diciembre del 2011 a septiembre de 2013).
Es importante señalar que en este conteo incluimos a toda la colonia Morelos, que se encuentra ubicada en las delegaciones Cuauhtémoc y Venustiano Carranza, y sus tres barrios: La Lagunilla, Peralvillo y Tepito [2]. En la tesis sólo consideramos 16 tiraderos que se encuentran en un polígono [3] que delimitamos para nuestro estudio. Una vez aclarado lo anterior les presentamos lo que sucede en los tiraderos clandestinos recurrentes de la Avenida del Trabajo y de la calle de Rivero.
La Avenida del Trabajo representa la división y frontera de la colonia Morelos. En ella se encuentra, de norte a sur y del lado derecho, conjuntos habitacionales, la unidad habitacional Plan Tepito (La Fortaleza), un módulo de policía y la estación del Metro Tepito, del lado izquierdo una bodega de la delegación Venustiano Carranza, varias escuelas de educación primaria, un camellón donde hay instalaciones deportivas y la estatua José María Morelos y Pavón, el Deportivo Ramón López Velarde (Las Águilas). Hacia el poniente se encuentran los mercados y el tianguis de Tepito y al oriente la Casa Blanca y el altar a la Santa Muerte.
A lo largo de la avenida se aprecian diversos tiraderos de basura y cascajo, pero su mayor concentración se encuentra en el camellón a la altura de la estatua a Morelos. En palabras de una vendedora de periódicos, el «basurero» ha estado ahí desde hace más de 20 años, mientras que una vecina de la zona nos comentó que desde siempre ha existido ese basurero. Mientras hay luz solar las personas caminan por ahí, ya sea para ir al mercado, a su trabajo, o a dejar a los niños a la escuela. Todo lo anterior sucede bajo la mirada de los indigentes y pepenadores que se han instalado a en las inmediaciones del tiradero. Por las noches muy pocas personas pasan por ahí debido a la fauna nociva, los malos olores y los indigentes. Sin embargo resulta interesante señalar que muchas de las personas que se quejan de lo anterior vierten su basura ahí o envían a una de estas personas en situación de calle a hacerlo.
La calle de Rivero cruza de oriente a poniente el barrio de Tepito, ahí se encuentran ayateros, comercios, el mercado Tepito 36, puestos ambulantes, los Deportivos «Kid Azteca» y Morelos, una panadería, conjuntos habitacionales y vecindades. Durante el día esta calle representa el camino por excelencia para ir hacia la Avenida del Trabajo y el Paseo de la Reforma. En Rivero encontramos tres tiraderos clandestinos recurrentes: el primero de ellos en uno de los accesos al mercado, el siguiente en su cruce con la calle Jesús Carranza y el último en su esquina con la calle de Peralvillo.
El tiradero que se encuentra en la calle de Rivero esquina con Jesús Carranza lleva, de acuerdo al testimonio de una vecina, «más de treinta años» de ser parte de la cotidianidad y el paisaje urbano pese a los esfuerzos que ella (primero junto con otras vecinas y ahora sola) ha emprendido en busca de su erradicación.
En ambos tiraderos han existido vecinos que han acudido a la delegación a presentar la problemática al delegado en funciones (con un escrito de por medio y con las firmas de los afectados). La respuesta de los funcionarios ha sido enviar a recoger la basura y el cascajo y designar a dos o más policías el resguardo del área.
Pese a lo anterior la basura regresa, por ello decidimos investigar las causas de la existencia de estos tiraderos por medio de observación participante y entrevistas con los comerciantes, indigentes, pepenadores, trabajadores de limpia y vecinos de sus alrededores.
Entre las principales causas destacan las siguientes:
1) El tiempo que ha estado el basurero en el mismo sitio;
2) Las inadecuadas rutas y horarios del camión de la basura o los días que éste se tarda en pasar;
3) La costumbre y hábitos (prácticas sociales) que se transmiten de generación en generación. Muchos de nuestros entrevistados fueron enviados por sus padres a tirar la basura y ellos a su vez hacen lo propio con sus hijos y nietos;
4) El poco profesionalismo y la falta de ética de algunos trabajadores y voluntarios de limpia;
5) La ausencia de instalaciones adecuadas para la basura de un barrio con vocación comercial;
6) El elevado número de indigentes y pepenadores que se encuentran en las calles de nuestro polígono de estudio, y
7) La indiferencia de los oficiales ante los infractores.
Las explicaciones a estas causas son las siguientes:
1) Entre más tiempo permanece el tiradero se transforma en parte del paisaje urbano y pese a la mala imagen que le da a la colonia es asumido como «el basurero» de la cuadra;
2) La escasa inversión por parte de las delegaciones para comprar equipo y realizar trazados y planes adecuados para cada colonia;
3) Entre los vecinos, comerciantes, trabajadores de limpia y visitantes se observa la costumbre de tirar la basura que es propiciado por la oportunidad y comodidad que representa tener un basurero cerca;
4) Los altos niveles de corrupción en el servicio de limpia que es dominado por los líderes sindicales y empleados de base que al autoproclamarse dueños de la basura actúan de forma autoritaria con los voluntarios (personas que pese a trabajar en el servicio de limpia carecen de contrato y prestaciones laborales) a los que se les exige una cuota para tirar la basura ya sea en el camión o en los centros de transferencia lo que deriva en el cobro de una «propina» a toda aquella persona que quiera deshacerse de su basura o residuos sólidos, lo anterior explica que los voluntarios para ganar más dinero decidan tirar la basura en los tiraderos;
5) La nula cooperación entre las delegaciones para realizar un plan conjunto de acciones para la colonia Morelos (acudimos a ambas delegaciones a solicitar informes sobre las acciones conjuntas que se tenían planeadas para resolver la problemática y nunca fuimos atendidos);
6) Los tiraderos están compuestos por cascajo, llantas, muebles, cartón, plásticos, televisores viejos, desechos sanitarios y comida. Estos residuos a su vez son considerados por los trabajadores de limpia, pepenadores e indigentes como «basura buena», es decir lo que se puede vender (cartón, envases de plástico y aluminio) y «basura mala» lo que ya no sirve (llantas, cáscaras de comida, cascajo). Estas definiciones explican el por qué muchos tiraderos tienen un «dueño» (empleado de limpia, indigente o pepenador), que atraigan a más indigentes y pepenadores, que en ocasiones se hayan suscitado problemas entre los dueños con los trabajadores de limpia, otros indigentes y los vecinos que desean erradicarlos, y
7) El incumplimiento de la ley ya que no ha habido personas sancionadas.
Para remediar lo anterior se han realizado diversas acciones. Por parte de las delegaciones se han enviado oficiales a cuidar que no se tire basura, instalando contendores e islas de reciclaje que reciben la basura y los residuos sólidos sin costo, y la pinta de bardas para recordarle a la ciudadanía que es un delito ambiental tirar basura y cascajo. Entre los vecinos se ha optado por pintar bardas, colgar mantas e instalar altares.
Es importante señalar que se han realizado campañas de concientización y se han repartido volantes en los que se indica como separar la basura, pese a ello los tiraderos clandestinos eventuales siguen transformándose en recurrentes y cuando eso sucede tienen una vida cíclica, en otras palabras: aparecen, se consolidad por un tiempo, son erradicados y vuelven a aparecer. Lo anterior se debe a que no han cambiado las prácticas sociales de las personas que habitan, trabajan o visitan la colonia Morelos. De igual forma la vocación comercial del barrio de Tepito y la inexistencia de un programa adecuado para tratar la basura (pese a que existe este recurso a nivel delegacional) evitan su erradicación. La basura (buena) representa un negocio que arroja buenos dividendos por lo que a los trabajadores de limpia les parece más apropiado que existan esos basureros ya que ahí encuentran una ganancia adicional. Los indigentes y pepenadores (los primeros están en situación de calle y los segundos son gente humilde que cuenta con una vivienda) han encontrado un modus vivendi en cada basurero ya sea tirando en ellos la basura o separando y vendiendo la que ahí encuentran.
La idea de hacer este ensayo se debe a que antes de entregar el borrador de nuestra tesis de maestría, apreciamos la erradicación del tiradero clandestino recurrente del camellón de Avenida del Trabajo donde se encuentra la estatua de Morelos. Nos sorprendió llegar y no encontrar las montañas de basura y cascajo así como el altar con el que alguna vez se intento erradicar el basurero. Pese a ello los malos olores y los indigentes y pepenadores permanecían ahí. Al acercarnos a donde alguna vez estuvo el tiradero encontramos un agujero y varias capas de suciedad y una coladera. Algunos indigentes pasaron y nos miraron con odio, algunos comerciantes y vecinos se regresaron con sus bolsas de basura al ver que la policía resguardaba el lugar.
Al día siguiente caminamos por la calle de Rivero, ahí la situación era la misma, los tiraderos clandestinos recurrentes permanecían omnipresentes, en el mercado se optó por cerrar una puerta, en la esquina con Jesús Carranza la gente se tapa la nariz cuando pasa por ahí para ir a comprar su pan o su carne, en la esquina con Peralvillo hacen lo mismo y han aprendido a sortear los líquidos lixiviados y los costales de cascajo.
No sabemos por cuánto tiempo las inmediaciones a la estatua de Morelos permanecerán limpias, ni cuánto tarden en erradicarse los tiraderos de Rivero pero llama la atención de que ya son varios los tepiteños que han comenzado a reflexionar sobre la forma de terminar con este problema, por ejemplo el arquitecto Gabriel Sánchez Valverde en su tesis de maestría intitulada «Tepito Recicla. Tepito Sustenta» señala que con la instalación de una planta recicladora de basura y con la puesta en marcha de los conceptos reusar, reducir y reciclar los niveles se controlarán y disminuirán los recursos sólidos del área central de la Ciudad de México (Centro Histórico y Tepito). Algunos vecinos señalan que privatizando el servicio las cosas cambiarían. Otros señalan que con la aplicación de las leyes sería más que suficiente ya que las calles sucias son un reflejo de la corrupción del sistema de limpia. Unos pocos consideran que es por medio de la educación, tanto en la escuela como en la casa, a largo plazo con lo que todo puede cambiar.
De alguna forma todos ellos tienen razón, pero creemos que es a través de la educación con lo que las prácticas sociales (costumbre, cultura y hábitos) generarán ciudadanos más responsables y respetuosos tanto de las leyes como de las políticas públicas y el medio ambiente. Son esos ciudadanos lo que podrán erradicar los tiraderos clandestinos de las calles de la Ciudad de México y por supuesto de la colonia Morelos. Lo anterior también va de la mano con la optimización del servicio de limpia, la reducción de los niveles de corrupción y una mayor igualdad de oportunidades para que las personas que han encontrado en la basura una forma de vida puedan hacerlo en mejores condiciones.
Todos estos planes son a largo plazo y su continuidad debe ser prioritaria para que los tiempos en los cargos de elección popular o la alternancia política sean los que pongan punto final a esas iniciativas que buscan el bien común, un paisaje urbano y un medio ambiente más limpio y saludable.
NOTAS
[1] Entre los trabajos más interesantes destacan: La basura: Consumo y desperdicio en el Distrito Federal (Centro de Ecodesarrollo, 1985) de Iván Restrepo y David Phillips; La basura es la solución (Editorial Concepto, 1989) de Armando Deffis y Hacia un México sin basura (Partido Verde Ecologista de México, 2001) de Cristina Cortinas.
[2] Al respecto véase mapa 1.
[3] Al respecto véase mapa 2.
MAPAS
Mapa 1: Ubicación de la colonia Morelos.
Mapa 2: Polígono de estudio y tiraderos 1 y 2.
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* Pedro Humberto Sánchez Pérez estudió Ciencia Política en la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa y actualmente cursa la Maestría en Planeación Metropolitana en la Unidad Azcapotzalco de la misma casa de estudios como becario del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT). Colabora en la Agencia de N22; en el Centro de Estudios Tepiteños (CETEPIS); en www.palabrasmalditas.net con la columna permanente «Historias de Locura Ordinaria» de la Sección Infierno y en la Revista Electrónica Cronopio de Medellín Colombia (www.revistacronopio.com). Sus textos van del periodismo freelance a los cuentos y del ensayo literario a las crónicas urbanas donde da testimonio de las manifestaciones de cultura popular, como la lucha libre y el Movimiento Sonidero, y el culto a la Santa Muerte.
+Este ensayo fue elaborado con el apoyo económico del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT).
Estas ideas e hipótesis se desarrollan más ampliamente en su tesis de posgrado correspondiente a la Maestría en Planeación y Políticas Metropolitanas que cursamos del 2011 al 2013 en la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Azcapotzalco.