LA MUERTA
Por Harold Alvarado Tenorio*
La escueta,
delirante,
que va por la libre
en los caminos
no sabe,
la pobre,
que todo es inútil:
saber
pensar
amar
llorar
reír
viajar.
La vida
sólo ofrece tributos
al poder.
Quien fallece
sin ver su luz
escribe desde el íntimo
fondo de nuestro
desencanto.
De otros.
Vida vana.
BORGES
Mi viejo siamés,
ha encanecido
mejor que su amo.
Tiene el bozo
color de la canela,
poco platica
y sus ojos azules
no delatan
ni odio
ni envidia
ni asco.
Pero no acepta
que Luna,
la chica que ahora le corteja,
más bella que Selene,
comparta el sueño
con este pobre viejo
que se ha rendido
a los ardides
de la bella.
Antes, dormía
inmensamente solo,
ahora
prohíben mi sueño
con sus desagrados.
¡Nadie sabe
para quien trabaja¡
ORO DEL CUERPO
De estos labios
que te festejaron
te escapas.
Como en la canción
que oímos en
Place Gerson
mis manos que vistieron
de oro tu alma
han envilecido.
Recuerda los Balenciaga,
el tufo de Chanel,
las medias, veladas,
y los cortos rosados de Dior.
Ah, y ese vino de aguja:
Blanquette de Limoux.
La herrumbre del tiempo
te repugna.
No así el metal
que en la puerta
repica.
Eres bello.
Soy viejo.
Te amo.
CARTAGENA DE INDIAS CIRCA 2009
Muchos años después
habría de recordar
aquella tarde
cuando el mundo
lacró su engaño.
Ni la hacienda,
ni el imperio,
ni la honra
hicieron la tarea
de los días
que uno tras otro
son la vida.
Solo las palabras,
urdidas y ordenadas
con silencio
en una perenne soledad
resuenan
que fuimos una vez.
Repítelas.
Entonces volveremos.
LOMA CASTELLANA
Amarilla y seca
como los desiertos
fue nuestra vida.
Árida será, también,
nuestra muerte.
Ni huesos ni polvo de huesos
quedará de nuestra soberbia,
vuestra vanidad,
nuestro apetito,
vuestra ruindad,
nuestro rencor
vuestra indecente codicia
de ser peor que los otros
es decir, nosotros.
Agradezcamos,
al arte de imaginar
la posible existencia de otros mundos.
Quizás sólo allí
haya color, luz, agua y descanso.
Sólo se muere una vez.
Nosotros,
hemos muerto dos veces.
CARPE DIEM
Extensas llanuras
del fulgor de Lorica
donde el mal
rompió cuerpos
negros de piel,
desheredados, en comarcas
de concupiscencia.
Gabarra, Chengue, Salado,
Macayepo, Pichilín o Rochela
alojan los cuerpos
rotos por la codicia.
Descuartizados y desollados vivos.
Sierras, martillo y machetes.
Imposible amar
cuando la muerte danza
y los blancos cachorros
lucen entre las playas
de Tolú y Coveñas.
Pero nos deseamos.
Como los hermosos
Brahman, Nelore y Guzera,
vivimos un Carpe diem.
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* Harold Alvarado Tenorio es escritor colombiano nacido en Buga. Recibió Título de Doctor en Letras por la Universidad Complutense de Madrid con una de las primeras tesis que se hicieron en España sobre la obra de Jorge Luis Borges con el patrocinio de Alonso Zamora Vicente. Profesor Titular de la Cátedra de Literaturas de América Latina y creador de la Carrera de Letras de la Universidad Nacional de Colombia, fue, durante un lustro, director del Departamento de Español de Marymount Manhattan College de New York, donde condujo ‘The Latin American & Spanish Series’. Hace una década dirige la revista de poesía Arquitrave, [https://www.arquitrave.com] en honor y memoria de Jaime Gil de Biedma. Autor de variados libros de poesía, ensayo, crónicas, entrevistas y diatribas. Ha recibido el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar y el Internacional de Poesía Arcipreste de Hita y ha sido traducido al alemán, árabe, chino, francés, griego, inglés, italiano, portugués y rumano.