Sociedad Cronopio

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BIOPOLÍTICA EN MICHEL FOUCAULT

Por Cruz Elena Espinal Pérez*.

¿Qué es la biopolítica? Con este término Michel Foucault identificó las relaciones entre modernidad y biopoder, es decir, el momento en que la vida y el cuerpo se vuelven objetos políticos. El individuo moderno es producto de técnicas de sujeción y de normalización centradas en el cuerpo —con derivas como la salud, la higiene, la raza o la sexualidad— que distribuyen lo normal y lo anormal. Él suma, el término se refiere a los debates en torno a conceptos como vida, ser vivo, el hombre como especie, incluso recientemente se incluyen problemáticas relacionadas con la incursión de las nuevas tecnologías en la gestión de la vida y los cuerpos —por ejemplo las biotecnologías.
El autor francés explica cómo por un lado a través de procedimientos disciplinarios se ejerce el gobierno de los individuos —la anatomopolítica—, y por otro lado a través de la gestión de la vida se ejerce el gobierno de las poblaciones —la biopolítica—. En este sentido, la población es clasificada según rasgos biológicos y patológicos susceptibles de ser controlados para asegurar una mejor gestión de la fuerza de trabajo. En el ensayo «La gubernamentalidad», que sale de las lecciones de febrero del año 1978 del seminario Seguridad, territorio, población en el Collège de France, Foucault  describe el nacimiento de la población como el momento en que las sociedades se hacen susceptibles de nuevos enfoques de lo político: se trata de relaciones entre gobierno y población.

El problema del gobierno estalla en el siglo XVI y se extiende hasta el siglo XVIII, la antigua cuestión estoica del ¿cómo gobernarse a «sí mismo»? se reactualiza en el problema del gobierno de las almas y las conductas, no sólo con la pastoral católica, la protestante o la pedagogía, sino además con el gobierno de los Estados por los príncipes —el gobierno bajo su forma política—. Para explicarlo Foucault analiza la figura del príncipe de Maquiavelo. El gobierno del príncipe llega por herencia, adquisición o conquista, por esta razón es frágil, está amenazado tanto por sus enemigos como por sus súbditos. El poder tendrá por objetivo entonces mantener y reforzar el principado: súbditos y territorio. Ahora bien, esta trascendencia del príncipe —discontinuidad entre el poder del príncipe con otras formas de poder— fue confrontada teóricamente.

De un lado De La Perrière (1567) reconoce la existencia de pluralidad de gobiernos diferentes al gobierno del Estado, por ejemplo el de la familia o el del convento. Su definición de gobierno se opone a la soberanía y  no se refiere al territorio: «Gobierno es la recta disposición de las cosas de las que se hace uno cargo para conducirlas a un fin conveniente». Entonces, el gobierno será el de las cosas, de los hombres y de las relaciones entre ambos, es decir, de las riquezas, los recursos, los hábitos, las epidemias, el hambre y la muerte. Este gobierno tiene otros objetivos como producir mayor riqueza o recursos para la gente y la multiplicación de la población. Si antes la soberanía alcanzaba su fin con la ley, la ley y la soberanía eran lo mismo, ahora gobernar era disponer de cosas: utilizar tácticas o las leyes como tácticas para alcanzar fines.

De otro lado, La Mothe Le Vayer (1653) postula una continuidad en las artes de gobernar a través de la pedagogía del príncipe: «Continuidad ascendente […] Quien quiera poder gobernar el Estado debe en primer lugar saber gobernarse a sí mismo; después, a otro nivel, gobernar a su familia, a su bien, a su dominio, y, finalmente, llegará a gobernar al Estado. […] Inversamente, tenemos una continuidad descendente. […] Cuando un Estado está bien gobernado, los padres de familia saben gobernar bien su familia, sus riquezas, sus bienes, su propiedad, y los individuos también se conducen como es debido».

Esta línea descendente del buen gobierno del Estado que repercute en la conducta de los individuos se llamará la policía. Mientras, la continuidad ascendente de las formas de gobierno se asegura por la pedagogía del príncipe, la continuidad descendente se asegura por la policía. Y la pieza central de esta continuidad será el gobierno de la familia al que se le llamó economía. En esa época la idea de una economía se reducía a la gestión de un conjunto constituido por la familia y la gente de la casa. De un lado, el padre de familia y la gente de la casa, de otro, el Estado y el soberano. Bajo este esquema el arte de gobernar no contaba con una dimensión propia. El desafío del gobierno será entonces la introducción de la economía política en el ejercicio político —Rousseau.

Desde el siglo XVI, estos debates teóricos sobre el arte de gobernar tienen sus correlatos en lo real: el desarrollo de las monarquías territoriales, la consolidación de la estadística como ciencia del Estado, el mercantilismo y el comercialismo. A finales del siglo XVI y a principios del XVII el arte de gobernar halla una primera cristalización: en un sentido positivo se organiza en torno a la razón del Estado. Pero a finales del siglo XVIII esta razón de Estado se convirtió en un obstáculo para el desarrollo del arte del gobierno, entre algunas razones tenemos: las crisis financieras, las guerras y las revueltas, el mercantilismo —la primera racionalización del ejercicio del poder como práctica del gobierno— en la primacía del ejercicio de la soberanía.

Fuera del mercantilismo, en el desbloqueo en el arte de gobernar hubo otros factores: la expansión demográfica que implicó abundancia monetaria y aumento de la producción agrícola, y la economía centrada en algo distinto de la familia. En definitiva, el problema de gobierno se pensó fuera del marco de la soberanía debido a la percepción de los problemas de la población. La misma estadística que funcionaba en la administración monárquica descubre las regularidades de las poblaciones —muertes, enfermedades, accidentes—. Muestra que los efectos propios de la agregación como epidemias, expansiones endémicas, la espiral del trabajo y la riqueza, eran   irreductibles a la familia, y se concluye que la población por sus desplazamientos y actividades tienen efectos económicos específicos.

Con la cuantificación de los fenómenos propios de la población, el arte de gobernar que pensaba la economía como gestión de la familia pasó a concebirla dentro de la población como replicadora fundamental de su gobierno, y será el instrumento privilegiado para el gobierno de las poblaciones: sobre ella recaen las campañas sobre la mortalidad y el matrimonio, vacunaciones, inoculaciones, etc.

El gobierno tendrá como fin último la población, mejorar su destino y riqueza, la salud y la duración de la vida, lo hará directamente mediante campañas, o indirectamente con técnicas o tácticas: «La población va a aparecer como sujeto de necesidades, de aspiraciones, pero también como objeto entre las manos del gobierno, consciente frente al gobierno de lo que quiere, e inconscientemente también de lo que se le hace hacer». La economía —o la población como objeto de saber amplio— se ligará a la constitución de un saber sobre el gobierno racional, dando origen a la economía política que se ocupará de las relaciones entre la población, el territorio y la riqueza. El pasaje del régimen de soberanía al régimen de las técnicas de gobierno en el siglo XVIII en torno a la población  y al nacimiento de la Economía política abrirá el camino a la Ciencia Política. La soberanía, sin embargo, no es eliminada en el nuevo arte de gobernar, al contrario, se planteó con mayor agudeza con la búsqueda de formas jurídicas e institucionales que fundamentaran la soberanía del Estado.

Y la disciplina y sus instituciones —el taller, la escuela, el ejército— serán aún más valoradas en la gestión de la población. En conclusión, desde el siglo XVIII hasta hoy tenemos tres movimientos: gobierno, población y economía política que tienen como correlato los términos: seguridad, territorio y población.

En términos generales, para Foucault la ‘gubernamentalidad’ quiere decir tres cosas:

1) El conjunto de instituciones, procedimientos, análisis, cálculos y tácticas que permiten ejercer el poder teniendo como meta principal la población, como forma de saber primordial la economía política y como instrumento técnico esencial los dispositivos de seguridad.

2) La línea de fuerza que en Occidente condujo hacia la preeminencia del  poder de «gobierno» sobre los demás: soberanía, disciplina, con el desarrollo de aparatos y de saberes.

3) El resultado de un proceso donde el Estado de justicia de la Edad Media con territorialidad feudal y una sociedad de ley, se transformó en los siglos XV y XVI en Estado Administrativo con territorialidad fronteriza no feudal y una sociedad de reglamentos y disciplinas para ser luego cada vez más ‘gubernamentalizado’.

Un Estado de gobierno que ya no se define por territorialidad sino por una población con volumen, densidad y territorio, que se refiere a la instrumentalización del saber económico y una sociedad controlada por dispositivos de seguridad. De ahí que nuestra era sea definida por Foucault como la de la gubernamentalidad donde las tácticas de gobierno se convierten en el único reto político y espacio de luchas. Las tácticas definen lo que es público y lo que es privado, lo que es estatal y lo que no lo es. Y esta gubernamentalización del Estado ha sido posible por la pastoral, la nueva técnica diplomático–militar y la policía.

Ahora bien, Foucault explica en el Nacimiento de la biopolítica la relación entre las prácticas de ésta  y de la gubernamentalidad: «Entendía por este término la forma en que, a partir del siglo XVIII, se han intentado racionalizar los problemas que planteaban a la práctica gubernamental fenómenos propios de un conjunto de seres vivos constituidos como población: salud, higiene, natalidad, longevidad, razas, etc. […] No se podía disociar estos problemas del marco de racionalidad política dentro del que han aparecido y han agudizado, a saber, «el liberalismo», ya que con relación a él estos problemas han tomado el cariz de un desafío».

Como veremos, en esta aproximación subyacen dos sentidos del término biopolítica, y Judith Revel reconoce un tercero: La biopolítica corresponde a la forma en que el poder se transforma —a finales del siglo VIII e inicios del XIX— con el objetivo de gobernar no solamente los individuos sino además el conjunto de los seres vivos constituidos en población. A través de los biopoderes locales la biopolítica se ocupará de gestionar la salud, la higiene, la alimentación, la sexualidad, etc., en la medida en que se volvieron intereses políticos.

La biopolítica nace en el marco de la racionalidad política en que nace el liberalismo, un ejercicio del gobierno que siguiendo el modelo de la producción industrial busca maximizar sus efectos reduciendo los costos. Mientras la razón del Estado buscó desarrollar su poder a través del crecimiento del mismo, el liberalismo no se funda en la existencia del Estado, más bien encuentra en el gobierno el medio de obtener ese fin que sería él mismo. Este nuevo tipo de gubernabilidad, que no se reduce a un análisis económico o jurídico, se presenta como una tecnología de poder con un nuevo objeto: la población. Definida como conjunto de seres vivos con rasgos biológicos y patológicos y cuya vida es controlable con el fin de asegurar una eficaz gestión de la fuerza de trabajo.

El término biopolítica plantea dos problemas. Según Revel, el primero está ligado a una contradicción en el uso del mismo que hace Foucault, en los primeros textos parece estar relacionado al término alemán del siglo XVIII ‘Polizeiwissenschaft’ para designar el mantenimiento del orden y de la disciplina a través del crecimiento del Estado. No obstante, parece al contrario, también que significa dejar atrás la dicotomía tradicional Estado/sociedad en provecho de una economía política de la vida en general.

De esta segunda acepción nace la otra dificultad, o bien se piensa la biopolítica como un conjunto de biopoderes o bien se concibe que en la medida en que el poder invistió la vida, significa igualmente, que «la vida es un poder», un lugar de emergencia de un contra–poder, lugar de producción de subjetividad —moment de désassujettissement—. Según la autora, esta última acepción corresponde al momento de la ética en relación a la política que caracteriza los últimos trabajos de Foucault. Visto así, el mismo cuerpo puede ser una amenaza para los dispositivos de control: «si el individuo coincide con su cuerpo, si el biopoder superpone los mecanismos de control con la inmanencia de lo vivo, ese mismo cuerpo y ese mismo ser viviente se pueden tornar línea de desfiguración, de anomalía y de resistencia contra las producciones normativas de subjetividad y comunidad».

El cuerpo disciplinado, entonces, se tornaría en un lugar de experimentaciones. En conclusión, de acuerdo a las dos primeras acepciones, el poder produce poblaciones e individuos; en otros términos, el poder no se ejerce sobre individuos, el poder crea el individuo —que se puede reemplazar como en la fábrica—, no obstante en la tercera concepción emerge la subjetividad como territorio de resistencia o experimentación.
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* Cruz Elena Espinal Pérez es Ph.D. en Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, Argentina. Ph.D. en Philosophie de l´Université de Paris VIII, Francia. Filósofa y Magíster en Docencia de la Universidad de Antioquia. Profesora vinculada al Departamento de Humanidades de la Universidad EAFIT. Investigadora del Grupo Estudios Culturales.

1 COMENTARIO

  1. He leido su articulo sobre ¿Qué es la Biopolitica? me parece interesante,actual y define siguiendio a Foucault el concepto de Biopolitica.Es importante la idea de la tercera concepción donde «emerge la subjetividad como territorio de resistencia o experimentación». Si la «vida es un poder» un lugar de emergencia de un con-trapoder.No existe acá una contradición en planterar la vida como un poder y a la vez un contra-poder.No será, más bien, que a través de la resistencia, la sumisión y otros dispositivos la vida genera lineas de fuga que permiten crear unos cantra-poderes. Ahora bien, que relacion cree usted doctora que existe entre este concepto de Foucault y la lógica de dominacion y la Violencia totalitaria analizadas por Michel Maffesoli.

    Si el poder produce poblaciones e individuos y el poder no se ejerce sobre individuos. ¿No es el cuerpo la superficie de inscripción y el lugar donde se ejerce el poder,más no en la noción abstrata de individuo que creó la modernidad?.

    ¿No es la tribu en la posmodernidad el lugar desde donde se ejerce la resistencia?.

    ¿No es el nomadismo otra forma de resistencia?.

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