ANOTACIONES
Lóbrego caminante, mentiroso en demasía,
faldas largas, por debajo de las rodillas,
jugos y sabor debajo de tu ombligo.
Esbozos de los más bonitos
en servilletas quedan impregnados,
gotas caen del licor helado,
te borran y me borran,
nos destruyen y enaltecen.
Contienes, pequeña burguesa,
las pautas sociales que más detesto.
Que brote tu sangre azul, casi negra,
y que muera yo
ahogado en ella.
Irreverente cadera sin sabor,
dos kilos de más afloran sobre tu blusa,
me besas la tetilla, chupándola.
Antes de las 7 ya no estás.
Cuentos simples que divierten como un pez.
Pactamos un contrato
firmando con la piel,
con la saliva de ambos.
Nos reprimirá la fuerza pública,
notando que no resolvemos lo acordado.
Si somos viento, amor, ¿cómo podrán lograrlo?,
y si somos animales, cereza, huyamos
antes de que nos fracturen los huesos.
BULLICIO
Ya no me dejes escribir si acaso no es para ella,
pregunta si es verdad, si un poeta lo es, sin tener inspiración,
sin tener razón ni musa, no lo es, solo otro cuentacuentos que
tiene la suerte de poder soñar sobre tiempos mejores, sobre acordeones,
soñar e imaginar, si no es otro que sufre la gran dicha de cantar lo que otros escriben,
aquel que es lúcido para fingir sonrisas sinceras, mientras cierra los ojos para no dejar
percibir, la soledad gélida y tímida que emana de su mirada.
¿Por qué, muchacho, llevas la mirada tan triste?
No me siento parte de nada, de nadie. No soy parte de este mi bullicio, ni de mi imaginación,
no soy canción ni soy poema, no soy ni miedo ni rencor, ni alegría ni pasión.
Cómo serlo si no lo deseo, apacible amor, si no pertenezco a este espacio
que me sonríe cual careta, y me canso rotundo de que pase nada y todo continúe.
VII
Lástima, lástima que yo sea como la roca,
que no sea rosa, que no sea geranio.
Lástima que no pueda expresar mis palabras
con sutileza de donjuán, lástima que sea brusco y torpe,
lástima que no te pueda besar.
Desdicha la mía, me quejo ante un papel,
y te tengo frente a mí, frente a mis ojos.
Disfruto cada palabra que sale de tu boca,
me exaspero porque mientras mis labios acaecen
en tu piel, el camino de tu cuello a tus labios es eterno
y mi piel se eriza al no poderlos alcanzar.
Disfruto de tu voz suave, cual vino, cual chocolate,
me estremezco todo, pero, egoísta,
solo quiero de tus labios.
Lástima, impertinente muchacho,
—dices tú que
no me puedas alcanzar—,
por tu falta de paciencia, estás ahora como estás.
Pero niña, tengo un plan, cambiaré
la estrategia, mientras aun me quede fuerza y oportunidad,
sabrás mis alegrías y mis tristezas,
conocerás el mundo más allá de la certeza,
porque te miro y me miras,
nuestros labios saben de los dos,
y aunque ególatras nos dejemos separar
por nuestras almas dañadas, niña,
caerás, porque tengo un plan:
envolvernos juntos
y así podernos amar.
VIII
BIENVENIDO AL CLUB
Bienvenido al club, al bar, a las noches bohemias, al olor hermoso de la piel y el sabor dulce
de los cuellos, de las personas rotas.
Te doy la bienvenida, ahora eres otro más, como todos aquí, te recuerdo que cuando
vayas a retirarte, cuando desaparezcas, lo hagas sin decir palabra alguna, no lo tienes que
anunciar, ya todos sabremos cuando alguien más ocupe tu lugar.
En el espacio vacío del oscuro y lúgubre lugar en donde habitamos.
Te doy la bienvenida
a las miradas sin sentido, a aquellas que buscan.
Te inicio. Un placer presentarte a las narices rojas, a las gargantas calcinadas, a las historias
de personas hermosas, de locas que miran con sinceridad, sonríen mientras recuerdan, y
apestan a alcohol, a aquellas que ofrecen felicidad.
Una esquina lo suficientemente alumbrada te espera.
Tu lugar dependerá de ti, dependerá de cuán lleno esté, cuánto amor puedas producir.
Dependerá de ti llenarte de abrazos, de besos, de noches y de olvidos.
No olvides nunca dejar propina.
Entra en el club, ya no sentirás tus heridas palpitar, aquí tendrás siempre quien se ocupe de
ellas, quien las enjuge con lágrimas, quien las saboree, quien te las lama. A cambio
promete hacer tú lo mismo. Cuando llegue el momento, y encuentres otro roto corazón,
acúrrucate y disfruta, llénate de satisfacción. Amarás y esperarás a que al final se marche.
Bienvenido al estanque, la salida está por el mismo lugar. Bienvenido al club, un abrazo,
mañana será igual, disfruta del silencio que te traen estos retumbantes sonidos, que de los
escaparates cual asesino, desean salir, disfruta, aquí nadie se calla, amánzate, los frutos
llegarán, disfruta ya que ella no está, ni te pertenece. Disfruta, pendejito, te queda mucho
por disfrutar.
IX
Yo ofrezco estar contigo, amarte hasta el momento en que te marches,
ofrezco escribirte poesía mientras mi lengua se resbala sobresaltada sobre tu piel,
ofrezco amarte hasta que te marches, hasta que ya no te importe.
Soledad, otra vez te encuentro,
sentada estás frente a mi,
en mi mesa, bebiendo mi sangre,
disculpa que la música suene,
ella nunca se puede silenciar,
las voces en mis adentros
gritan demasiado.
Mi dulce amante,
¿por qué estas aquí?
Algo debe andar mal,
algo debe andar muy mal.
Te noto diferente, madura es tu tez,
tranquilidad emanas de tu pálida piel,
brillas colorada, deleita verte otra vez, amor.
Te extrañaba, y extrañaba tu silencio,
tu pulcritud,
tu misericordia. Me has llegado a salvar
de los buitres, de las esquinas,
de los burdeles, de las blancas pieles.
Soledad, dime qué me pasa.
Te veo y tiemblo,
¿por qué no me dices?
Algo debe andar mal, muy mal.
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* Ismael Cuero Duchimaza es estudiante de Derecho de la Universidad de Cuenca (Ecuador). Ha publicado poemas y notas de opinión en el Semanario el Pueblo de Gualaceo. Se ha presentado en distintos eventos en la Casa de la Cultura de Cuenca como parte de los colectivos de artistas a los que pertenece. Además de sus estudios, se dedica a la gestión cultural y a la producción del programa radial «La Joda de los Miércoles» en la emisora Gara Cultura.