Literatura Cronopio

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Pancho Villa

PROSCRITOS Y DESCONTENTOS: LOS GRIFOS POS-REVOLUCIONARIOS DE MARIANO AZUELA

Por Juan Pablo García Vallejo*

En el año de 2015 se cumplió un centenario de la publicación de la novela Los de abajo, del doctor de Lagos de Moreno Mariano Azuela, publicada por el periódico El Paso del Norte. Mucho se ha escrito de esta novela sobre sus campesinos miserables, los caudillos ciegos de ambición, los políticos oportunistas que aparecen, pero casi nunca se menciona al soldado marihuano, que al fin de cuentas fue el alma de la revolución.

Y no es extraño que sea un soldado el consumidor de marihuana, si consideramos que los primeros consumidores conocidos públicamente fueron un grupo de soldados del Cantón de Jalapa en 1846. Los soldados siempre han sido parte de la avanzadilla de la revolución psicoactiva, nos afirma David Courtwright.

La popularidad del consumo de marihuana en la revolución social se dio a través del universal corrido de La Cucaracha, que muchos refieren al usurpador Victoriano Huerta pero en realidad es un corrido villista en honor a la máquina de vapor, símbolo del progreso, pues sin trenes y marihuana no hubiera habido Revolución mexicana y creo que tampoco sin los soldados marihuanos. «Una revolución cuyo himno celebra una cucaracha marihuana», escribió Carlos Fuentes.

El doctor Azuela recurrió a su experiencia revolucionaria y profesional como médico de barrio para reflejar la vida del pueblo, es decir, que escribe sus novelas para el pueblo y los personajes son completamente populares: el soldado raso, la adolescente violada, el emigrante angustiado y confundido, etc.

En la novela más famosa de Azuela, Los de abajo, que funda el subgénero de la «novela de la Revolución», según su descubridor Francisco Monterde, le da un lugar secundario y fugaz al soldado revolucionario y marihuano, es un integrante de la tropa del guerrillero Demetrio Macías, que habla con el Curro Luis Cervantes, en el capítulo V:

«Otro, joven, muy inteligente, pero charlatán hasta por los codos, dipsómano y fumador de marihuana, lo llamó aparte…»

Ahora ya no es ningún secreto que los soldados de todas las facciones contendientes en la Revolución mexicana consumían marihuana, como lo dice el historiador Ricardo Pérez Monfort en sus libros publicados. Podemos asegurar que el consumo de marihuana entre los soldados era por riesgo de trabajo, no por vicio o placer como en las clases acomodadas, sino por evasión a la dura y monótona rutina cuartelaría. Nos dice el historiador Arnold Bulkholder:

«Los ejércitos que se enfrentaron durante la Revolución Mexicana fumaban mucha mariguana: era la única manera de soportar el hambre, las enfermedades y el horror de la muerte que los rodeaba».

Pero antes se mantenía en voz baja, se hacía pero no se decía y mientras la marihuana fuera una costumbre popular de los pobres no había ningún problema. También se puede decir que el consumo de marihuana era una forma nueva de educación sentimental.

Y por prejuicios crecientes de discriminación social, clasista y racista, de la nueva burguesía urbana pos-revolucionaria hacia todo el pasado indígena y el campesino, el soldado marihuano fue completamente exiliado de la Revolución mexicana, invisibilizado por los caudillos revolucionarios. Esto comprueba lamentablemente que la historia de la marihuana y sus consumidores es un capítulo de la historia de los grupos socialmente invisibilizados. Los marihuanos siempre han sido proscritos y descontentos, de eso no hay ninguna duda.

Exilio e invisibilización que también conoció el propio doctor Azuela, pues esta obra la concluyó en el exilio en Paso del Norte y se le invisibilizó desde 1916 en el ambiente literario de la capital del país. En una década nadie había oído hablar de esta novela de Mariano Azuela, hasta que se re-descubrió en 1924. Los de abajo es la única novela que trata el tema de la Revolución y todavía después de una década nadie quería escribir de ella. Ese es principal mérito de esta obra, tratar la revolución de forma autocrítica, describir cómo fue realmente la Bola, pues Azuela fue también revolucionario, maderista y villista.

Leyendo con más atención las siguientes novelas del doctor Azuela descubrimos que en varias de estas vuelve a presentarnos diversos personajes literarios consumidores de marihuana en distintos contextos sociales: el arrabal (La Malhora), la pérdida de la identidad en la ciudad en crecimiento (La luciérnaga), el conflicto religioso con los cristeros (El camarada Pantoja).

En la ciudad de México escribe la novela corta La Malhora, en 1923, en un contexto arrabalero describe la vida difícil de una adolescente de quince años, Altagracia, que en el bajo mundo la conocen con el apodo de «La Malhora». Es aficionada al pulque y la marihuana, y a la vez, una víctima de la desigualad social y de la violencia de género.

Describir la vida de «La Malhora» no le fue difícil al doctor Azuela pues por su trabajo cotidiano en la Beneficencia Pública de Peralvillo tenía contacto directo con muchos personajes del pueblo y de la cultura criminal.

«Para escribir La Malhora nunca tuve material más abundante y al alcance de mi mano», dice el doctor Azuela. «Es el caso de una muchacha levantada en el arroyo: su tragedia es la tragedia vulgar de esos seres nacidos en el estercolero que a los primeros rayos del sol se marchitan y mueren; se trata de Altagracia, llamada por mal nombre la Malhora, nacida con la herencia de muchas fallas físicas y mentales, madurada con la educación y moral de los hampones metropolitanos. Brutalmente violada por uno de ellos cuando apenas comienza a ser mujer…»

Y en su novela vanguardista, La luciérnaga, 1932, también aparece un marihuano de nombre Dionisio Pólvora, un campesino «fuereño», atraído por el espejismo urbano revolucionario, pero que se enfrenta a muchos problemas económicos y la pérdida de la moral y las dificultades de adaptación a la ciudad lo llevan a consumir marihuana para evadirse de la realidad.

Emiliano Zapata

«Frente al drama de los provincianos recién llegados a la ciudad, frente a las conductas de golfos, de prostitutas, de usureros, de cargadores, de marihuanos, de los dueños de cantinas y burdeles, está la ciudad como un gran personaje, proyectando su soberbia y su gran dominio en todas y cada una de las historias», escribe su hijo, también novelista Arturo Azuela.

Y en la novela El camarada Pantoja (1937), Azuela vuelve a incluir a los soldados marihuanos pero ya en el conflicto cristero de finales de los años 1920.

Todos estos personajes grifos —como también se llamaba así a los marihuanos, el mismo doctor Azuela titula un capítulo de La luciérnaga con este nombre y que fue publicado en la exquisita revista Contemporáneos dirigida por los «editores marihuanos» Xavier Villaurrutia y Salvador Novo— para mi antes eran completamente desconocidos, y nos dicen que el consumo popular de la marihuana estaba más que tolerado socialmente.

Sirvan estas líneas para invitar a los lectores a volver a leer las novelas de este gran escritor, un crítico permanente de la Revolución mexicana y de los gobiernos emanados de ella y cuya prohibición e intolerancia a las drogas no impedía que la marihuana siguiera siendo una costumbre muy popular.

BIBLIOGRAFÍA

Azuela, Arturo, El prisma de Mariano Azuela, Colección Arturo Azuela, Plaza y Valdez / IPN, México, Azuela Mariano, Los de abajo, UAM / FCE, Mexico, 2012.
Burkholder, Arnold, Historia de las drogas en México
Courtwright, David, Las drogas y la formación del mundo moderno. Breve historia de las sustancias adictivas, Paidós Contextos 75, Barcelona, 2002.
Leal, Luis, Mariano Azuela: el hombre, el médico, el novelista, CONACULTA, Col. Memorias mexicanas, México, 2001.
García Vallejo, Juan Pablo, El marihuano en la narrativa mexicana del siglo XX, Eterno Femenino Ediciones, Colección Letras Verdes, Texcoco, 2014.
Martínez, José Luis, Literatura mexicana siglo XX 1910-1949, CONACULTA, Lecturas Mexicanas Cuarta Serie, México, 2001.

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* Juan Pablo García Vallejo estudió sociología en la ENEP ACATLAN e historia de las religiones en el ITAM. En 1983 funda la revista contracultural La Guillotina, en1985 escribe el Primer Manifiesto Pacheco. Articulista del periódico Acontecer, coordinador del suplemento cultural La tinta suelta. Premio Nacional de Prevención en VIH/SIDA (1993), Mención Honorífica en el Premio Nacional de Periodismo Cultural Regional en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara en 1998. Premio Nacional de Periodismo Cultural del Club de Periodistas de México Filomeno Mata en 2009. Director de la Gaceta Cannábica y de gacetacannabica.blogspot.com Autor del libro La sociedad gandalla: de la utopía a la distopía, Ediciones Casa Vieja, 2001. Efemérides de Ecatepec, Municipio de Ecatepec, 2009. La disipada historia de la marihuana en México: 1492-2010, Eterno Femenino Ediciones, Disidencia psicoactiva Movimiento Cannábico Mexicano 2000-2012, Antología de Manifiestos Cannábicos, La Invención de la Marihuana, El marihuano en la marihuana en la narrativa mexicana del siglo XX, 2015, «Las redes sociales en el debate de la marihuana en la ilustración mexicana (1772–1773).Del gabinete y la tertulia al periódico y la censura oficial», 2017, y «La marihuana en la Republica de las Letras. Línea del Tiempo».

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