Cronopio leído

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¡QUÉ GOLAZO!

Por Memo Ánjel*

Y el tiro le llegó en globito al Hernández, lindo, parábola precisa que él pudo esperar para colocar el balón en el empeine del guayo y disparar hacia el arco, era un cañonero nato, pero no lo hizo sino que salió al paso de la bola, se levantó en el aire y, usando la cabeza como un mazo, golpeó el balón con la frente y este entró en el arco haciendo una curva que dejó al portero igual a mi tía Teresa cuando se fue a casar y el novio le incumplió, hubo que verle los ojos abiertos, incrédulos, y las manos vencidas teniendo el ramo de flores, igual, así quedó el portero, también echando baba por la boca, porque la pelota pareció que iba a darse contra el travesaño derecho del arco, pero eso no pasó sino que entró limpia, en curvita, seguro sonando, y fue a darse contra la red , qué golazo. ¡Qué golazo!, y los que estábamos en la tribuna nos levantamos con los brazos en alto, emocionados, gritando gol, ge, o, ele, con todo lo que teníamos en el pecho, las tripas y la garganta, convertidos en grito inmenso, descomunal, y en temblor en la tribuna, en vuelo de banderas y gloria inmensa en el corazón. ¡Qué golazo, hijueputa!, soltó a mi lado Roberto Salcedo, delirando, como si no fuera cierto ese gol, solo visiones, lucecitas, puro acaloramiento, pero agradeciendo que si lo fuera y entonces Dios volvía a existir. Lucido el Hernández con ese cabezazo excelso, los hinchas queriendo saltar para olerlo y besarle la camiseta, pero de repente el árbitro levanta la mano y anula el tiro y del gol nada, de esa curva gloriosa nada, del cabezazo nada, y fue como si la decisión del árbitro nos torciera a todos los hinchas las pelotas porque el gol había sido claro, le llegó al Hernández de globito y Hernández, usando la cabeza como un taco de billar le dio con la frente a la pelota, por un lado, y le imprimió velocidad y esa curva que el portero creyó que llevaba la pelota a darse contra el travesaño, pero que solo acarició el palo y entró de una, exquisita, dándose contra las redes. ¡Qué gol, hermano!, pero ahora resultaba que Hernández estaba en fuera de lugar y el gol no valía; pero cómo que fuera de lugar, off side, si la pelota llegó de globito y había contendores en el cuadro, listos a marcar a Hernández, pero este se elevó por el aire y cogió ese balón con la cabeza y la convirtió en un cañonazo que ni los de Napoleón, creando una parábola que dejó al portero como a mi tía Teresa, mirando y no creyendo. Qué golazo, limpio, hermoso, para una clase de física, pero nada, anulado el gol, y el árbitro, figurita de mierda, indicando que no valía, matándonos a los hinchas que quedamos fríos, quietos, como gente que entra al infierno en fila. Llorando, porque qué golazo. ¡Qué golazo, árbitro malparido!

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* Memo Ánjel (José Guillermo Ánjel R.), Ph.D. en Filosofía, Comunicador social-periodista, profesor de la Universidad Pontificia Bolivariana (Medellín-Colombia) y escritor. Libros traducidos al alemán: Das meschuggene Jahr, Das Fenster zum Meer, Geschichten vom Fenstersims. En la actualidad se está traduciendo Mindeles Liebe.

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