RELEYENDO EL PASADO
Por María del Rocío Vallejo Alegre*
Este verano decidí releer algunos libros de mi pasado. Decisión un poco extraña de mi parte, ya que una de mis manías es evitar a como dé lugar leer el mismo libro o ver la misma película. Empecé revisando las obras de mi vieja colección de «Sepan Cuantos… de la editorial Porrúa». Me llamó la atención un ejemplar titulado «El Escándalo» de Pedro A. de Alarcón por la blancura de su pasta. La gran mayoría de mis ejemplares, fueron impresos en los 70 y obviamente sus pastas amarillentas indican el paso del tiempo. La impresión de este libro era mucho más reciente, 1987.
Al empezarlo a leer, comprobé que no recordaba absolutamente nada de esta obra y aunque el libro estaba en mi colección debió de pertenecer a mi madre, ya que encontré una inscripción a lápiz con su letra. El prólogo, de Juana de Otañón, me brindó el contexto que me permitió tener, relativamente, una mejor interpretación. En otras palabras, minimizó mi ignorancia del tema. Otañón nos dice: «la obra fue publicada en 1875, cuando la controversia entre racionalistas y católicos estaba muy encendida y la novela provocó un verdadero escándalo, considerándola por muchos como una fanática apología de los jesuitas. La obra no solamente consiguió un gran éxito en su época, sino que se consolidó como la mejor novela extensa de Alarcón».
La historia gira alrededor de la vida de tres amigos: Fabián, Diego y Lázaro. Es Fabián quien nos relatará su vida y la de sus amigos al buscar ayuda del Padre Manrique. El reconocimiento de culpas y la redención católica es el centro de la novela. Para mi sorpresa, las intrigas y complejidades de la historia de estos tres hombres crean una trama sumamente interesante, donde el factor sorpresa me desconcertó en numerosas ocasiones. La descripción de las relaciones de los personajes, sus conflictos, temores y deseos. La narración de los hechos, así como los diferentes desenlaces que se mezclan mantuvieron continuamente mi interés, dejándome sin parpadear.
No obstante, debo confesar que me quedó un sabor de boca un poco amargo al final de la obra, debido al papel de la mujer que Alarcón nos deja ver. Pareciese que la gran mayoría de las mujeres son el origen de los «pecados». Empezando por las múltiples amantes de Fabián. Mujeres mayores que él, casadas, que engañan a sus esposos. Qué pensar de Gregoria (esposa de Diego) manipuladora, materialista y egoísta. Y qué decir de la madrastra de Lázaro, que por celos es capaz de engañar deshonrando a su hijastro. En fin, para mí el género femenino en «El Escándalo» juega el papel de Eva. Tentando al hombre y provocándolo para pecar. Obviamente tenemos la excepción que confirma la regla, Gabriela, el verdadero amor de Flavio. El ángel que personifica el amor perfecto capaz de reivindicarlo.
Como nos dice Jorge Durán: «la misoginia o la aversión a las mujeres o la falta de confianza en ellas hunde sus raíces en todas las culturas y se refuerza con versiones de libros sagrados de varias religiones que la culpan, relegan y subyugan» (2). «El Escándalo» pareciese que sigue esta inclinación, pero para mi sorpresa no he encontrado ningún comentario al respecto.
Me cuestioné, si era un error de mi parte el juzgar los personajes femeninos en «El Escándalo» ciento cuarenta y seis años después de su publicación. No sabía si sería correcto utilizar nuestro presente para interpretar el pasado. Concordé con Antonio Parra, que nos dice que «hay que pensar en la sensibilidad de la época» (1). Nos comenta que es un error muy frecuente en nuestro tiempo, no solamente en el campo literario, sino con la historia también. Nos dice: «no es que justifiquemos barbaridades del pasado, está bien que hoy no sean posibles ciertas actitudes, felizmente somos más libres, pero una cosa es no justificar y otra no entender que alguien, hace siglos, hubiera actuado según la mentalidad y costumbres de su tiempo» (1). Pareciese que «El Escándalo» se hubiese librado de ser juzgada por nuestra época y ha sido respetada en su tiempo.
Siguiendo con mi objetivo de releer algunos de mis libros, seleccioné mi libro favorito de niña, «Los Hijos del Capitán Grant» de Julio Verne. Esta vez no había pierde, sabía a ciencia cierta que este libro lo había leído. Esta gran aventura en la que Verne recorre el otro lado del mundo, el hemisferio austral, lo convirtió ante mis ojos como el escritor con más imaginación del mundo durante mi infancia. Obras como «Viaje al Centro de la Tierra», «Veinte Mil Leguas de Viaje Submarino», «De la Tierra a la Luna» o «Alrededor de la Luna» no lograron impactarme como «Los Hijos del Capitán Grant». He de confesarles, que tenía un poco de miedo. No quería que al releer el libro se rompiera ese especial recuerdo que tenía de él. Tenía temor que cuarenta y seis años después, el libro, no fuese esa gran aventura que yo recordaba.
Una vez más comprobé que mi memoria es muy vulnerable y me sorprendió los numerosos eventos que había olvidado de la historia. Sin embargo, una vez más evidencié las increíbles dotes de Verne. ¡Sí!, cuarenta y seis años después me hizo vibrar nuevamente, como cuando era chiquilla.
Para Albert Llandó, «Julio Verne es el escritor con más serendipias, fenómeno que consiste en crear una ficción que después se cumplirá en la realidad». Si bien existen otros escritores de este tipo, para Llandó, «el caso de Verne es espectacular, y posiblemente el más conocido» (3). Este es el Julio Verne con el que crecí, el hombre que no solo dijo: «todo lo que una persona puede imaginar, otros pueden hacerlo realidad», sino que también lo demostró. El hombre que fue capaz de imaginar el Internet, la red de comunicaciones, el primer submarino eléctrico, fotografiar el fondo del mar, volar en lugar de flotar (y el primer reloj de pulsera) (4). Verne definió la imaginación para mí, como la fuerza interna que nos permite descubrir, crear y soñar sin límites.
Sin embargo, al releer el libro me encontré con una desagradable sorpresa. Los adjetivos utilizados para describir a los indios, indígenas o nativos durante su recorrido no me fueron nada agradables. Los calificativos empleados me resultaban ofensivos: feroces indios, indígenas poco interesantes, salvajes, miserables, por mencionar unos pocos. Al igual que en «El Escándalo», traté de comprender que para aquella época los vocablos utilizados y la actitud ante estas otras culturas era común. En otras palabras, no debería juzgar la obra de acuerdo con nuestra época.
Al empezar a pensar en esta reflexión decidí investigar un poco más sobre Julio Verne. No me sorprendió el reconocimiento del que goza por sus dotes imaginativas. Sin embargo, para mi sorpresa encontré que se habla de sus posibles tendencias misóginas (5). Durante mi lectura de los «Hijos del capitán Grant» no me percaté de ninguna insinuación al respecto. Incluso, desde mi punto de vista el papel que Elena (esposa de Lord Glenarvan) y María (hija del capitán Grant) es relativamente aventurero para aquella época. Simplemente consideren a una mujer recién casada que sacrifica su viaje de luna de miel para iniciar una travesía en busca de un náufrago a través del hemisferio austral. Yo diría que Elena rompe los esquemas tradicionales de la mujer de aquella época (1857). Y qué decir de María, que con solo catorce años no solo se hace responsable de su hermano menor, sino que es capaz, siguiendo un anuncio clasificado, de embarcarse en un recorrido trasatlántico para encontrar a su padre. Comparo a Elena y a María con los personajes femeninos de «El Escándalo» y pareciese que son ejemplo de Gabriela, ángeles en el planeta tierra.
A mi juicio, Verne estaba siendo juzgado por nuestra época por sus tendencias misóginas, igual que yo lo había juzgado por sus drásticas expresiones sobre las culturas «no civilizadas», como se diría en aquella época. Quise saber si existía algún fundamento adicional para exponer estas tendencias. Al parecer todo surge el 16 de noviembre de 1972, cuando Susan Sontag apuntó en su diario una breve nota: «Ciencia ficción revisada. La misoginia de Julio Verne» (6). A partir de este momento, los comentarios de biógrafos y críticos sobre la notable indiferencia de Verne al género femenino, su participación en el grupo Bohemio «Los once sin mujer» y hasta su matrimonio con la viuda Honorine (5) alcanzar otros matices.
Almudena Grandes, coincide con Parra sobre la importancia de no juzgar las obras fuera de su tiempo. Particularmente me gustó su respuesta: «Verne, te enseña que la literatura con lo que tiene que ver es con la vida. Pero es un fraude trasponer la corrección política de esta época a la de Verne» (5). Sin embargo, leyendo el artículo de El New York Times «ESSAY, A Report on the Journey by Susan Sontag (2005)» (7) comprendí el posible origen de esta situación. No es que se juzgue a Verne, sino las características de la novela de ciencia ficción y por ende a Verne como el creador de dicho subgénero.
En su artículo, Sontag nos presenta la introducción de «Under the Glacier», del premio Nobel Halldor Laxness. Inicia haciendo un análisis de la novela: «la larga ficción en prosa», como ella la llama. Nos explica que cuando la novela rompe las tradiciones establecidas en su nacimiento (Siglo XIX) es cuando utilizamos etiquetas como: ciencia ficción, novela visionaria, parodia, etc… Reconociendo la novela de ciencia ficción como la primera de estas etiquetas y citando como ejemplo «Viaje al Centro de la Tierra» de Julio Verne (1864). Sontag nos explica que la novela de ciencia ficción «a menudo toma la forma de un viaje peligroso o misterioso, narrado por un viajero aventurero pero ignorante que desafía los obstáculos para enfrentarse a otra realidad cargada de revelaciones. Él, porque siempre es un él, defiende a la humanidad como aprendizaje, ya que no se cree que las mujeres sean representativas de los seres humanos en general, sino solo de las mujeres. Una mujer puede representar a las mujeres. Solo un hombre puede representar al Hombre o la Humanidad, todos. Por supuesto, una protagonista femenina puede representar a un niño, como en «Alicia en el país de las maravillas», pero no a los adultos» (7).
En conclusión, siendo Julio Verne el padre de la novela de ciencia ficción, y siendo que este género reconoce que «solo el hombre es digno representante de la humanidad» de acuerdo con Sontag, las tendencias misóginas podrían ser correctas. Sin embargo, si bien Verne es el creador, para muchos Herbert George Welles es el que consolida el género de la novela de ciencia ficción (8). Recordarán algunas de sus obras, «La máquina del tiempo», «El hombre invisible», «La guerra de los mundos», donde los personajes masculinos casualmente siguen jugando papeles centrales. Me cuestiono, ¿Welles compartiría las mismas tendencias de Verne? O tal vez, ¿será nuestro pasado él que posee las tendencias misóginas?
La novela de ciencia ficción de Susan Sontag en la que «solo un hombre puede representar al Hombre o la Humanidad» (7) ha evolucionado, hoy en día la ciencia ficción es la que nos ha permitido contar con «heroínas que cambian el mundo y son imperfectas» como nos comenta Beatriz Vera en su artículo «Las mujeres rompen moldes en la ciencia ficción» (9). ¿Sería posible que, con esta ruptura de moldes, también estemos rompiendo las tendencias misóginas de Verne?
Como Parra nos propone: «el tiempo, la Historia, la dialéctica de los tiempos, la lucidez de algunas personas, van consiguiendo poco a poco que lo que ayer nos parecía bien hoy nos parezca mal; que lo que ayer nos parecía normal hoy nos parezca una barbaridad. Pero valorar una novela del pasado porque en ella la mujer no aparezca con los mismos criterios de igualdad y libertad que hoy exigimos; o juzgar a un gobernante de hace siglos con los criterios de hoy, también es un disparate. Con esa lógica nos cargamos la Historia en su conjunto. Una manera como otra de injusticia. Y de puritanismo bienpensante» (1).
REFERENCIA
«El Escándalo»
Pedro A. de Alarcón
Editorial Porrúa, S.A.
Colección «Sepan Cuantos…» México 1987
«Los hijos del capitán Grant»
Julio Verne
Editorial Porrúa, S.A.
Colección «Sepan Cuantos…» México 1974
NOTAS:
(1) La verdad, «Juzgar el pasado con criterios del presente – Tercer Milenio» por ANTONIO PARRA, Lunes, 4 enero 2021, 08:14
Disponible: https://www.laverdad.es/opinion/juzgar-pasado-criterios-20210104000624-ntvo.html
(2) Opinión, Los orígenes del machismo y la misoginia» por Jorge Duránd, Domingo 18 de octubre de 2015
Disponible https://www.jornada.com.mx/2015/10/18/opinion/015a2pol
(3) La Vanguardia, «Ya lo predijo la literatura. Julio Verne es el escritor con más serendipias, fenómeno que consiste en crear una ficción que después se cumplirá en la realidad» por ALBERT LLADÓ Actualizado a 25/10/2011
Disponible: https://www.lavanguardia.com/libros/20111011/54229774863/ya-lo-predijo-la-literatura.html
(4) Planos Sin Fin, Blog «Todo lo que una persona puede imaginar, otros pueden hacerlo realidad. Seis cosas que Julio Verne imaginó antes de que sucedieran.»
Disponible: https://planosinfin.com/todo-lo-que-una-persona-puede-imaginar-otros-pueden-hacerlo-realidad-seis-cosas-que-julio-verne-imagino-antes-de-que-sucedieran/
(5) El Jinete Insomne, Blog. «Julio Verne. Entre la ciencia y la misoginia» por GUILLERMO MAYR, 1 de junio de 2020
Disponible: http://eljineteinsomne2.blogspot.com/2020/06/julio-verne-entre-la-ciencia-y-la.html
(6) Espacio Fundación Telefónica C/ Fuencarral, 3, Madrid «Ajuste de cuentas. Las mujeres en la obra de Verne» ENE 2016
Disponible: https://espacio.fundaciontelefonica.com/evento/ajuste-de-cuentas-las-mujeres-en-la-obra-de-verne/
(7) The New York Times, «ESSAY, A Report on the Journey» by Susan Sonta, Feb. 20, 2005
Disponible https://www.nytimes.com/2005/02/20/books/review/a-report-on-the-journey.html
(8) Revista Digital Universitaria, JULES VERNE: ¿PADRE DE LA CIENCIA FICCIÓN? Por Lic. Ariel Pérez Rodríguez 10 de septiembre 2007 • Volumen 8 Número 9 • ISSN: 1067-6079
Disponible: http://www.revista.unam.mx/vol.8/num9/art70/sep_art70.pdf
(9) SINC, «Las mujeres rompen moldes en la ciencia ficción»por Beatriz de Vera 11/2/2017 08:00 CEST
Disponible: https://www.agenciasinc.es/Reportajes/Las-mujeres-rompen-moldes-en-la-ciencia-ficcion
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* María del Rocío Vallejo Alegre es Ingeniera en Ciencias de la Computación y Cibernética y Magister en Administración de Negocios por el Instituto Autónomo Tecnológico de México. Trabajó durante doce años como docente en la Universidad del Estado de Nueva York, en el campus de Geneseo. Recibiendo en el 2017 Chancellor’s Award for Excellence in Adjunct. Actualmente junto con algunos de sus alumnos y su hijo están trabajando en crear la organización sin fines de lucro «Cultures Learning TOGETHER» ( Culturas aprendiendo JUNTAS). La organización tiene su origen en un programa que empezó como voluntaria durante su estancia en SUNY Geneseo. Estudiantes de la Universidad de diferentes especialidades se reunen con familias de la comunidad cuya lengua maternal no es el inglés. Los estudiantes enseñan inglés a los adultos y apoyan a los niños en sus tareas escolares. JUNTOS (TOGETHER) todos aprenden de las diferentes culturas. El semestre pasado el programa contó con representantes de República Dominicana, México, Perú, Japón, China, Colombia y Cuba. Es una relación «WIN-WIN», todos ganan.