LAS PREGUNTAS QUE NO SE CALLAN
Por Cándida Ferreira*
Diariamente somos bombardeados con nuevas denuncias contra miembros destacados de la Iglesia Católica en lo que se refiere al abuso de menores. Las denuncias no son pequeñas: hace poco circularon investigaciones que comprometían a un sacerdote en Irlanda que violó a más de 200 niños sordos.
El documental «Abusos sexuales y el Vaticano» —disponible en Internet— realizado por una de las víctimas irlandesas, involucra al actual Papa que conocía este tipo de casos y nunca reprimió al religioso implicado en el asunto. Las denuncias más recientes hablan, por ejemplo, de los casos de pedofilia que acontecieron en Holanda, donde la Iglesia Católica recibió 350 denuncias de personas que afirman haber padecido abusos sexuales por parte de miembros del clero entre los años 50, 60 y 70.
En Suiza, fue confinado esta semana a prisión un padre sospechoso de haber cometido abusos sexuales contra niños. La acusación del pasado 25 de marzo de 2010, habla de 100 niños en Estados Unidos. Si la Segunda Guerra Mundial fue planetaria, también los abusos por parte de miembros de la Iglesia lo son y crean un fuerte impacto en los creyentes.
Se hace pertinente detallar el mapa de las denuncias: La Iglesia Católica en Suiza dijo estar investigando cerca de diez acusaciones de abusos cometidos por clérigos, ubicando al país alpino en la lista de países europeos afectados por el escándalo. Semanas atrás, en Austria, la prensa local informó sobre otros casos de abusos cometidos en dos institutos religiosos en las décadas de 1970 y 1980.
La Iglesia Católica de Irlanda fue criticada por ocultar, según un informe de una investigación oficial publicado en noviembre pasado, los abusos sexuales cometidos por padres de la región de Dublín, involucrando centenares de niños durante varias décadas. Tal como lo informó Folha Digital en Sao Paulo, el documento, de más de 700 páginas, habla sobre la actitud de la jerarquía católica en el arzobispado de Dublín entre los años 1975 y 2004. Acusa principalmente a cuatro arzobispos que estaban al tanto de violaciones y que nunca denunciaron a la policía estos delitos cometidos a partir de los años 60.
Al hojear la prensa por estos días fue posible contemplar otro titular que llamó sumamente la atención: «Vaticano reconoce 14 casos de pedofilia contra padres en España», informó la agencia de noticias Ansa en Roma. Y el texto tiene otros datos reveladores: «Responsable por las investigaciones policíacas sobre los casos de abuso sexual cometidos por religiosos, el representante del Vaticano resaltó que los episodios en los países europeos envuelven ‘investigaciones y no condenaciones [sic]’».
En el portal de Internet Contacto Latino es posible encontrar otra información aberrante: Magno Malta, Senador brasilero, Presidente de la Comisión Parlamentar de Averiguación (CPI en portugués) que investiga la pederastia en Brasil afirmó que las denuncias que involucran a varios religiosos son «gravísimas» y habló a la prensa sobre un video en que el monseñor Luiz Marques aparece teniendo sexo con un joven. «Lo que está filmado y grabado no da para contestar ¿Se acuerdan que fue un video el que puso a José Roberto Arruda, Gobernador del Distrito Federal en la cárcel? Todo pedofilo es compulsivo. No existe pedófilo de una única crianza. Y es eso que queremos saber en ese caso, hasta dónde va la actuación de los acusados».
Según las noticias más recientes, Italia cuenta con 130 padres involucrados en casos de pedofilia en los últimos dos años. «Un total de 130 padres fueran detenidos, sindicados y condenados en los últimos dos años dentro de procesos por pedofilia en Italia», informó el periódico Il Fatto, texto reproducido en Yahoo que cita a un abogado, quien afirma que este número «representa apenas la parte visible del iceberg».
En Bolzano, ciudad del norte y Trapani al sur de Italia, el sistema judicial se encuentra confrontado con el hecho de tener que realizar investigaciones que acusan a eclesiásticos que cometieron vejámenes contra jóvenes ingenuos. «Es una cifra alarmante si pensamos en todos los casos que no tuvieran eco en la prensa o que no fueron denunciados a la justicia», afirmó el abogado Sergio Cavaliere. El jurista fue el encargado de reunir toda la documentación sobre los 130 casos citados. Sobre este caso, el portal de noticia de Yahoo pone en entredicho el papel de las autoridades eclesiásticas: «En ningún caso el obispo local alertó a la policía sobre las sospechas de casos de abusos», indicó Cavaliere.
Ahora bien, al analizar esa realidad desgarradora, se hace necesario estudiar los argumentos de la Iglesia Católica sobre las denuncias que también aparecen consignados en el documental «Los abusos sexuales y el Vaticano”» la jerarquía afirmó que ante todo «había que proteger la imagen de la iglesia».
La protección de esa «imagen» adquiere muchas formas y pelambres: por ejemplo, no colaborar con la justicia civil en su investigación; impedir la investigación por parte de miembros de la propia Iglesia; expulsión de los miembros que intentaran proferir denuncias; intimidar con amenazas de excomunión a las víctimas. Asimismo, las víctimas eran también calumniadas; censuradas con sobornos por parte de los involucrados.
El sacerdote Marcial Maciel llegaba al refinamiento de confesar, perdonar y dar comunión a sus víctimas. Pero una de las estrategias es la que más llama la atención: transferencia de los agresores a otras parroquias en aras de desvirtuar las investigaciones. Estas transferencias no ocurrían una sola vez. Cada vez que el caso extralimitaba los muros de la institución cristiana, el acusado era otra vez transferido. Contando con ese tipo de protección y amparo, de nuevo abusaba. No tardaban en aparecer las denuncias y otra vez era transferido. Hasta que la justicia civil los procesaba y condenaba a prisión. En este caso el acusado era transferido a Roma. El documental citado presenta nombres, parroquias, víctimas: todo con lujo de detalles.
Cabe preguntarse: ¿Por qué solo cuando eran condenados eran transferidos a Roma? Si la idea es proteger la imagen de la Iglesia ¿Por qué no eran transferidos al Vaticano luego de la primera denuncia? Tengo una respuesta contundente y sencilla: al conocer los antecedentes de cada uno de estos abusadores, ellos eran transferidos a lugares donde podían seguir actuando sin ninguna cohibición o intimidación.
Al lo largo de muchos años ocurrieron estos crímenes. Bajo el papado de Juan Pablo II, el señor Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo en México fue denunciado en su momento. Inclusive las denuncias no encontraron eco mientras su proceso de canonización seguía en trámite. Todas las denuncias de pederastia eran conocidas por la curia y solo hubo una sencilla intervención cuando se supo que el implicado tenía varias esposas. Hoy se sabe que abusaba de sus hijos engendrados con algunas mujeres de su feligresía. La inmensa institución que creó sigue ocultando los abusos, pero lo único incómodo fueron sus relaciones con mujeres adultas.
La Congregación para la Doctrina de la Fe, dirigida por Joseph Ratzinger entre 1981 y 2005, tiene desde 2001 la competencia exclusiva sobre los abusos. Es interesante saber que todas estas líneas de denuncia llegaban y llegan a Benedicto XVI. Él estuvo al tanto y como máxima autoridad, permitió que los sujetos siguiesen actuando hasta el límite máximo de brindarles protección y encubrirlos.
Se puede leer en los periódicos las constantes tentativas de profesores de teología al explicar el fenómeno:
En el periódico El País de España aparecieron estas sonadas declaraciones: «Me parece una solemne estupidez. Sabemos hace tiempo que tenemos un gran ignorante al frente del equipo legal de la Congregación», afirmó el sacerdote y profesor de derecho canónico Filippo di Giacomo. «Es inútil esconderse tras el dedo. La realidad es la que es. Los obispos no han observado la ley canónica. En Irlanda como en Roma. Lo ha dicho el Papa. Amén».
Indignado, Di Giacomo añade: «La tolerancia de la Curia hacia los abusos tiene una raíz evidente: la desvergüenza de muchos de sus miembros. Si el llamado lobby de terciopelo, es decir, el grupo rosa hubiera decidido menos nombramientos de altos funcionarios, quizá se habrían cumplido más las normas y habría habido menos comprensión hacia la pedofilia. La sodomía y la pederastia han sido vistas como un elemento de cooptación dentro de los muros vaticanos. Es sabido que hay cardenales y obispos, argentinos, estadounidenses, italianos, alemanes, de vida afectiva para nada casta ni heterosexual, y secretarios de cardenales que han sido trasladados de Nueva York, Guatemala y Chile o de vuelta a Colombia tras ser cazados por la policía pecando contra el sexto mandamiento en compañía masculina. Ese ambiente ayuda muy poco a comprender los informes que llegan a la Congregación. Pero la culpa no es de Ratzinger. No tiene la colaboración de casi nadie. Está rodeado de cobardes».
Al final de una entrevista que le hicieron al sacerdote Alberto Athié —disponible en www.protegeatushijos.com— indaga sobre la indolencia que rodeó al clero ante las denuncias contra Maciel. Su respuesta es la siguiente «Maciel supo comprar su protección».
Se puede percibir que por largo tiempo —las denuncias se remontan hasta los años 60— hubo la protección explicita de éstas aberrantes prácticas sexuales. Si hubiera algún interesado en proteger a la Iglesia, éstas personas habrían sido transferidas a Roma, o de pronto a algún monasterio aislado. No obstante, como fueron transferidas a donde pudieran seguir actuando, las prácticas fueron deliberadamente protegidas: el abuso como forma de catequesis fue el que prevaleció como ‘modus operandi’ en muchas parroquias locales.
Un menor violado y abusado a futuro es susceptible de convertirse en un violador potencial. La práctica del abuso podría seguir por mucho tiempo. Podría ser reproducida por aquellas víctimas que eventualmente se tornarían en nuevos actores del abuso. Lo que vemos es una diseminación de la violencia y la opresión sexual de seres humanos indefensos, ocultada por una institución que siempre se ha presentado como salvadora de almas…
[youtube]https://www.youtube.com/watch?v=RSn0sNlEC9Y&feature=related[/youtube]
________________________
* Cándida Ferreira es doctora en Estudios Literarios por UFMG/Belo Horizonte, Minas Gerais, Brasil. Fue Directora del Instituto Cultural Brasil-Venezuela, en Caracas. Ganadora del premio de la Casa de las Américas por su libro “Leyendo en colores: Lecturas racializadas de literatura hispanoamericana”. Actualmente, en la Universidad de los Andes desarrolla el proyecto Encajes estéticos, étnicos y éticos: Teorías, críticas y metodologías para el estudio comparado entre artes y literaturas Negras.