Sociedad Cronopio

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TANTOS ESPEJISMOS ME HACEN DUDAR DEL DESIERTO

Por Juan Arturo Piedrahita*

El sistema occidente «sabe que está perdiendo la vista,
la capacidad de conocer por imágenes,
lo has visto ya todo, no hay nada mas que ver»
José Luis Brea,2001

Mientras veía con cierto recelo el programa Perdidos en la Tribu («reality» sobre una familia española que se va a vivir en una tribu africana), me venían a la cabeza infinidad de imágenes de representaciones hollywoodences: la parte de-no-se-qué película que muestra a Bogotá como una selva, otra sobre el narcotráfico que muestra a Colombia como un árido desierto y otras tantas que representan México o Nicaragua, como desiertos con personas vestidas con uniformes verdes y pañuelos o sombreros en la cabeza, subidos en ‘jeeps’ verdes con ametralladoras.

Me  pregunto si se trata de lo mismo con la tribu indígena que aparece en el programa. Puede ser una imagen-arquetipo elaborada de manera superficial y muy comercial. La imagen del salvaje, herencia post-colonialista, que se fue construyendo a partir de relatos de tierras inhóspitas y que después de un tiempo, fue adquiriendo su propia forma, pasando de la ilustración  al retrato hablado, que ya no da cuenta de la forma de ese otro extraño y en cambio, sí de la de su arquetipo.

Existe otra representación en este «reality», menos llamativa visualmente que los taparrabos, o adornos para la cabeza: el papel de la familia blanca en la tribu, y es que no es poca cosa tener que ser la representación de occidente. Pero ¿Cómo diablos se puede abarcar tal cosa? La respuesta, un tanto inmediata e intuitiva por parte de los concursantes es clara;  hacer el papel de la cultura de occidente y  poner en choque todo lo que no le sea cercano o se distancie de este patrón.

La dificultad es precisamente esa, la manera como se construye este patrón cultural. Después de muchos encuentros con lo más exótico de la cultura antagónica a la que es expuesto el joven blanco, finalmente logra pintarse la cara, usar el taparrabos, y bailar con el resto de la tribu, ahora son amigos, ahora el blanco  puede mostrar cosas de su cultura también.

El proceso de domesticación empieza, el héroe triunfa sobre la adversidad, logra aprender del otro, para luego mostrar lo que tiene, quizás una metáfora a la colonización. O al menos esto es lo que vemos, la representación de una aceptación de la familia-occidente, por parte de esos otros extraños salvajes. Narrado de manera cuidadosa por un guión visual,  es decir la imagen que todo lo muestra se presenta  como una realidad, es en si una representación de si misma. Es ahí donde se convierte todo en un reflejo de si mismo.

Los personajes no pueden escapar de las imágenes que les han antecedido y por ende educado en cómo deben ser y cuál es su papel; no para la serie, sino en lo cotidiano, y precisamante ahí es donde  radica el éxito del programa, en el reflejo de lo cotidiano. Es una situación ilusoria que cualquier persona podría imaginar para sí misma. No es solo una  familia representando el papel cultural,  lo que se muestra es el reflejo continuo de estas representaciones y a su vez se crea el marco en el que se está hilando nuestra civilización.

El ejemplo del cuento de Borges del emperador chino y el mapa escala uno en uno, es una buena ilustración. Con la diferencia que en el tema que nos ocupa, la simulación (el mapa) ya no corresponde a un territorio, a una referencia o a una sustancia, sino que es la generación por los modelos de algo real, sin origen. El mapa no precede al territorio ni le sobrevive, bajo la tela no hay nada (lo que caduca no es el simulacro, es lo real) es lo hiperreal. Y esta forma va creando precisamente el comportamiento cultural, quizás un circulo vacío, un perro persiguiéndose la cola y haciendo de esto su vida.

Déjenme ilustrarlo con un ejemplo más sencillo. Cuando el movimiento hip-hop empezó, había algunos videos que ilustraban las raíces, la cotidianidad de sus representantes y en cierta forma, su éxito contra esa manera adversa en que habían surgido como un elemento cultural extraído de lo que no era lo establecido.

Pero si observamos algún video al azar de un grupo contemporáneo que hable de este elemento callejero, es fácil reconocer la representación, no ya de la vivencia, sino de la imagen (arquetipizada, por supuesto) de su estetización; es decir la representación de la representación, pero el perro no alcanza la cola en esta parte, le queda aún algo más que perseguir, este elemento estético posiblemente señalado ya como icono, se verbaliza en lo real: como la forma que representa lo auténtico de la representación, por redundante que pueda sonar.

El joven que se identifica con este género de música, tratará de formar las paredes de su «identidad» tratando de  establecer un juicio acerca de lo que es «real» o no, de poder definir quién es y quién no; y su referente para esto, será precisamente esta representación cultural. Es decir, el mapa del mapa, que representa el vacío, que imagina la imagen, que precisamente deja de verla y que contrario al dicho no habla más que mil palabras, todo lo contrario; tras la imagen se esconde infinidad de palabras pero ella en si misma esta vacía, es una imagen ciega que no se representa más que a sí misma.

Es el joven blanco en la tribu, condenado a actuar como debe ser un joven blanco, sin que  tenga ninguna idea de lo que esto pueda ser. La iconoclastia total, la estampa ya no representa a dios, sino  todo lo contrario. La imagen imaginada de dios lo sustituye, la representación alejada de la deidad que ocupa su trono.

Esta es la esencia de nuestra percepción que como escribe Baudrillard «nuestra perversión consiste en que jamás deseamos el evento real sino su espectáculo».  Vemos el reflejo del espejo que se refleja a si mismo hasta perderse en el infinito y hacernos ciegos.
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* Juan Arturo Piedrahita es un artista e ilustrador colombiano radicado en España.

1 COMENTARIO

  1. Solo cuando vienen a visitarnos, y conocen el mar de los siete colores en San Andres, el colorido de las flores de Santa Elena, la calidéz y la capacidad de amar de los Colombianos, comprenden a los jóvenes que como Tú, con angustia, deseosos de cambiar el concepto que se tiene de nuestra Patria escriben artículos como este.
    Para mi y para muchos, siempre has sido un cronopio tal como lo define en el video Julio Cortázar, tus obras y escritos siempre han tenido esa dualidad entre lo terreno y lo trascendente .
    Me alegra mucho cada paso que das y no dudes del desierto:Son esos millones de granitos de arena los que lo hacen TAN GRANDE E IMPORTANTE COMO TU HAS EMPEZADO A SER DESDE MUY NIÑO.
    Te quiero
    IRMA.

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