Sociedad Cronopio

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VIOLENCIA Y DESARROLLO: LAS DOS CARAS DE LA MONEDA

Por: John Santiago Martínez

Podría afirmarse que la violencia siempre ha formado parte de la experiencia humana. Sus efectos se pueden ver, bajo diversas formas, en todas partes del mundo. Cada año, más de 1,6 millones de personas pierden la vida y muchas más sufren lesiones no mortales como resultado de la violencia autoinfligida, interpersonal o colectiva. En conjunto, la violencia es una de las principales causas de muerte en todo el mundo para la población de 15 a 44 años de edad.

Los costos de la violencia se expresan en los miles de millones de dólares que cada año se gastan en asistencia sanitaria en todo el mundo. Además de los miles de millones de días laborables perdidos, las medidas para hacer cumplir las leyes y las inversiones malogradas por esta causa restan grandes cantidades de dinero a la economía de cada país.

El tema de la violencia esta íntegramente relacionado con la seguridad ciudadana. Ambos son parte integral del estudio por parte de las disciplinas que atiende la salud pública, ya que es una manifestación que afecta de una u otra manera a la salud, el desarrollo y el bienestar del colectivo. En pocas palabras,  afecta la calidad de vida.

La violencia, en sus distintas manifestaciones, conlleva a la muerte, la discapacidad, enfermedades, trastornos emocionales. Causa lesiones, traumas sexuales o psicológicos o a desplazamientos forzados e involuntarios. Impide y obstaculiza el desarrollo de los pueblos y afecta la gobernabilidad. La salud pública es una práctica interdisciplinaria por definición propia y por ello la violencia es parte de su quehacer.

La mala salud de los pobres, el gradiente social de salud dentro de los países y las grandes desigualdades sanitarias dentro de ellos, están provocadas por una distribución desigual, a nivel mundial y nacional, del poder, los ingresos, los bienes y los servicios.

Dichas injusticias afectan a las condiciones de vida de la población de forma inmediata y visible (violencia, acceso a atención sanitaria, escolarización, educación, condiciones de trabajo y tiempo libre, vivienda, comunidades, pueblos o ciudades) y a la posibilidad de tener una vida próspera.

Esa distribución desigual de experiencias perjudiciales para la salud no es, en ningún caso, un fenómeno natural. Los determinantes estructurales y las condiciones de vida en su conjunto constituyen los  bien llamados determinantes sociales de la salud. (Comisión OMS sobre Determinantes de la Salud, 2008).

El concepto de violencia tiene varias acepciones, si bien en su sentido más genérico se refiere al uso de la fuerza extrema. Sin embargo, en la definición adoptada para entenderla como un problema de salud pública la definición se refiere al “uso o amenaza de uso de la fuerza física con la intención de hacer daño a otro o hacerse daño”. Entonces se constituye en un  tema muy importante de  la salud pública, pues está enmarcado en el principio de beneficencia y no maleficencia.

Es decir no hacer daño, ni hacerse daño,  y en este caso la violencia atenta contra la integridad del ser humano.

Cabe anotar que es posible prevenir la violencia y disminuir sus efectos, de la misma manera en que las medidas de salud pública han logrado prevenir y disminuir las complicaciones relacionadas con diferentes problemática salubristas relacionada con el embarazo, las lesiones en el lugar de trabajo, las enfermedades infecciosas y las afecciones resultantes del consumo de alimentos y agua contaminados en muchas partes del mundo.

De igual forma es posible cambiar los factores que contribuyen a producir respuestas violentas, ya sea los dependientes de la actitud y el comportamiento o los relacionados con situaciones sociales, económicas, políticas y culturales más amplias correspondientes a cada país en especial.
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El enfoque de salud pública a cualquier problema es interdisciplinario y se basa en datos científicos. Además, extrae conocimientos de muchas disciplinas, entre ellas la medicina, la epidemiología, la sociología, la psicología, la criminología, la pedagogía y la economía. Por esto es una disciplina bastante complementada por el esfuerzo multidisciplinario  e interdisciplinario de sus colaboradores.

Aunque el enfoque de salud pública también hace hincapié en la acción colectiva. Ha demostrado una y otra vez que las iniciativas de cooperación de sectores tan diversos como los de la salud, la educación, los servicios sociales, la justicia y la política, son necesarias para resolver problemas que por lo general se consideran netamente “médicos”.

Por eso cada sector tiene un papel importante que desempeñar al abordar el problema de la violencia y conjuntamente, las estrategias adoptadas por cada uno tienen el potencial de producir reducciones importantes de la violencia.

Ahora bien, el tema de los delitos y caos sociales que tratan de resolver con mas violencia y represión hacia el pueblo, vulnerando los derechos civiles y constitucionales del individuo, no son  la forma apropiada de dar solución a la problemática. Al ignorarlos como un tema de salud publica, que atañe no solamente al campo ejecutivo, legislativo y judicial, como normalmente se trata de dar a entender.

Va más allá e involucra a otras disciplinas. Teniendo en cuenta los aportes multidisciplinarios e interdisciplinarios al proceso, estos contribuirían en gran manera a la construcción de una sociedad mas tolerante, pacifica, equitativa y benevolente hacia sus integrantes y  mejorando por  ende la calidad de vida de los pueblos.

Enhorabuena tenemos a la salud pública y sus componentes que nos lleven a evitar masacres, secuestros y desplazamiento tan comunes en el país del “sagrado corazón”.

*John Santiago Martínez es Químico Farmaceuta de la Universidad del Atlántico. Es magíster en Public Health de la Universidad de Puerto Rico.

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