Sociedad Cronopio

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EL NEOPOPULISMO EN AMERICA LATINA

Por: Luis Guillermo Patiño Aristizábal*

El concepto de populismo y su variante contemporánea el neopopulismo, resulta difícil de enmarcar dentro de la teoría política, pues sus postulados teóricos carecen de unidad y consistencia, son elásticos y se adaptan a múltiples circunstancias y contextos. A pesar de ser un concepto difuso carente de una tradición académica asumiremos el populismo y neopopulismo como una dimensión de la acción política que se materializa en el “discurso político”, en el “estilo” o forma de hacer política –frecuentemente demagógica– de ciertos líderes, que tienen como propósito materializar su poder estableciendo una relación directa, casi mística y sin mediación institucional con el pueblo.

El neopopulismo se instaura como una “nueva” forma de representación e identificación política gracias a la paulatina deslegitimación de las instituciones de poder tradicionales. La crisis de representación, la debilidad del régimen democrático y el desmonte del modelo del Estado-protector, posibilitó el “resurgimiento” de líderes populistas, que apoyados en su carisma personal se presentaron como los salvadores de la nación y hombres providenciales restituidores del orden perdido. Entre estos líderes que aparecen  a finales de los ochentas y algunos de los que retoman sus banderas en el presente siglo tenemos a Carlos Saúl Menem en Argentina, Alberto Fujimori en Perú, Collor de Melo en Brasil, Hugo Chávez en Venezuela, Rafael Correa en Ecuador,  Álvaro Uribe en Colombia y Evo Morales en Bolivia.

Dentro del neopopulismo el líder representa la voluntad del pueblo, su poder sobrepasa muchos de los mecanismos y procedimientos de la democracia liberal, su contacto directo con las masas le posibilita obtener un apoyo mayoritario de la población, la cual acepta entregar o delegar el poder a estos líderes de corte autoritario, quienes dicen encarnar y personificar las aspiraciones populares.

Asimismo, se quieren presentar como los únicos con capacidades extraordinarias para resolver las graves problemáticas que padecen sus sociedades e incluso se auto atribuyen ser los defensores y promotores de la justicia social, pues dicen representar las aspiraciones de los más desposeídos, y mediante el señalamiento de un “enemigo” responsable de los males sociales, adoptan políticas pragmáticas para derrotarlo, y de esta forma vuelva el “orden” y el bienestar a la población.

Al final, muchos de estos regímenes con tendencias neopopulistas, que en un principio se destacaron por ser la solución para todos flagelos de la nación, se han diluido en sus propias contradicciones: la corrupción galopante, el desconocimiento del valor de la pluralidad política, los proyectos cortoplacistas, personalistas y de poco alcance, la tendencia a perpetuarse en el poder, su poca consistencia ideológica y sus rasgos antidemocráticos los llevaron al fracaso; igualmente, ocasionaron nuevas crisis en sus países (caso Menem, Fujimori o actualmente Chávez), pues no lograron consolidar ni las instituciones democráticas ni mucho menos los diferentes estamentos de la sociedad civil.

Podemos señalar que el neopopulismo de alguna manera es incongruente con la democracia representativa porque reproduce elementos negativos del caudillismo y del clientelismo de otrora, dando prioridad a la voluntad indiscutible y autoritaria del líder por encima de las aspiraciones de la sociedad civil. Los neopopulistas, utilizan estratégicamente los medios masivos de comunicación para fortalecer su imagen, mediatizar sus discursos y propuestas políticas, manipular la información y crear indentificaciones en torno a su figura, porque para triunfar en política y consolidar un liderazgo fuerte en una sociedad “massmediatizada”, es más importante la construcción de una imagen representativa para el electorado, que la presentación de un programa de partido coherente.

Es así como el poder del líder sobrepasa el de las instituciones, debilita el régimen político democrático y posibilita la emergencia de otro con tintes autoritarios y personalistas. Al respecto Cristina de la Torre escribe: “Hay estrecha correlación entre neopopulismo, desinstitucionalización y régimen autocrático. En el neopopulismo la democracia liberal se convierte en democracia delegativa o en dictadura plebiscitaria, el poder se concentra en el líder y la división de poderes desaparece. A la voz de la crisis del Estado y de los partidos, el líder desarrolla una deliberada estrategia de desinstitucionalización”. Esto puede verificarse en las actuaciones de gobiernos neopopulistas como el de Bucaram en Ecuador, Chávez en Venezuela, Fujimori en Perú o Menem en Argentina.

A pesar de la defensa que realizan los líderes personalistas de la voluntad general, no se han preocupado por potenciar la política –siguiendo a Hannah Arendt– como la acción más  noble de la sociedad, que posibilita construir consensos, resolver querellas por medio de argumentos, edificar un orden social razonable, consolidar el bien común y construir sociedades más justas y equitativas, no perfectas ni infalibles, simplemente más humanas donde todos podamos vivir mejor.

En este complejo contexto latinoamericano, es donde la democracia liberal en términos occidentales debe prevalecer, no de manera formal sino real, liderada no por hombres salvadores, sino por una sociedad civil crítica, actuante, participativa y formada en una cultura política que le permita promover la participación efectiva de los ciudadanos, la igualdad del voto, los derechos humanos, las libertades individuales, el discenso, la pluralidad política, la construcción colectiva, la  justicia social y las grandes transformaciones que necesitan los pueblos de la región.

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* Licenciado en Ciencias Sociales de la Universidad de Antioquia, especialista en Cultura Política y Derechos Humanos de la UNAULA, magíster en estudios Políticos de la UPB, profesor interno de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la UPB.
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1 COMENTARIO

  1. Medellin, Colombia
    Me parece que el populismo actual es patético, por ejemplo mi Dotor Alvaro Uribe no es para nada bueno, es popular y todo pero para nada bueno, controla los canales (que es peor que cerrarlos), solo invierte en guerra, ademas el pueblo es imnotizado por él y sus ecuases, no por sus ideas si no por su traje y corbata aaa y su sombrero y ruana. Quiero denunciar eso, aunque se que no servirá de nada ps no soy popular. Creo que en paises latinos nisiquiera deberia existir la democracia es mas no existe, para que haya una buena democracia primero debe haber cultura politica, la cual es inexistente. Eso si todos creeemos que tenemos democracia, no olvidar que la democracia no solo es un sistema elector(esto es una herramienta) es tambien una igualdad de condiciones,es respetar la division de poderes, lo cual no existe. Igual me da lo mismo quien maneje este pais ps siempre lo han dominado tontos y otro mas ps ni quita ni pone.
    Quiero denunciar tambien a Uribe por violar la constitución misma, ya que no nos garantiza la igualdad, equidad y seguridad que promete la constitución (quien lo hará? no sera Uribe ni nadie, si es cierto) pero nadie le dijo que se mandara otra vez, pero Uribe tiene solución a todo problema, «cambiar la constitución».
    Eso si, es lógico que cambiar tanto la constitucion es anti constitucional, pero claro eso no es malo, el «pueblo» firmó, un pueblo que ni sabe leer ni escribir. AAAAAH recordar

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