THE WALLS
Por Inés Natalia Busquets*
«All in all it’s just another brick in the wall.»
«Todo en todos es más que otro ladrillo en la pared.» Pink Floyd
El uso de la palabra muro empieza a compartir significados. Uno contracultural y clandestino. Otro emergente pero institucionalizado.
Límites. Murallas. Grandes divisiones para pequeños espacios. Rústicas o bellas estructuras verticales que nos indican hasta dónde llegar. Inmensos lienzos blancos. Festival de texturas, tamaños y colores. Según el arquitecto suizo Le Corbusier «El espacio edificado es la imagen fiel de una sociedad». Una sociedad que muestra su historia y su presente a través de sus paredes.
Ladrillos con dueño. Muros apropiados sin permiso. Aerosoles que no distinguen reglas, solamente manifiestan el placer de comunicar.
Clandestino pero real, la técnica del graffiti nos permite reconstruir otras voces, trazando una línea histórica de pensamiento colectivo, aportando un capital simbólico y materializando un relato palpable para los ojos de la ciudad.
Comunmente denominamos graffiti a cualquier inscripción o garabato. Sin embargo, desde los estudios lingüísticos y comunicacionales está considerado como una práctica discursiva que se caracteriza por elegir como soporte una superficie que no está destinada para ser espacio de escritura. Asumiendo un carácter transgresor por utilizar un lugar no legitimado. También podemos destacar que el término graffiti se origina para denominar las inscripciones y dibujos encontrados en la antigua arquitectura romana. Puesto que en las paredes de Pompeya se descubrieron miles de mensajes que databan de la época en que los romanos ricos utilizaban esa ciudad como sitio de descanso y esparcimiento.
En fin, la historia de esta técnica continúa en el mayo francés de 1968 como señal de protesta y en Estados Unidos de la mano del movimiento hip hop que lo utilizó como medio para identificarse, incorporando el aerosol para enriquecer la práctica. Por último, encontramos la «pintada» destinada a fines políticos y sindicales.
De esta manera, desde su carácter contracultural fue dejando sus huellas y continúa vigente en cada esquina cuando, al despertar, nos encontramos con un nuevo mensaje.
Según un estudio realizado por la Universidad de Costa Rica, Bernal Herrera asegura: «A mayor deseo de hegemonía cultural por parte de las culturas dominantes, mayor importancia de las contraculturas que se le oponen.»
MURO INSTITUCIONALIZADO
La expansión del lenguaje, la capacidad de reconocer como texto a todas las cosas nos permite descubrir nuevas maneras de comunicarnos. Novedades tecnológicas, significados que nacen de la misma condición necesaria de su existencia y comienzan a formar parte de la cultura dominante. Entonces, las incorporamos a nuestra vida cotidiana ampliando nuestra competencia lingüística y dando lugar a los nuevos usos para las mismas palabras. Así sucedió con la palabra muro. Hoy resignificada como soporte de la red social Facebook para comunicarse en el mundo virtual.
En virtud de esta incorporación del Facebook en la vida cotidiana, el muro ya es más que un ladrillo en la pared, ha logrado a través de su arquitectura imaginaria una nueva realidad, como define Jean Baudrillard: «No se trata aquí de imitar, ni de duplicar, ni de simular la realidad. En la ‘realidad virtual’ no hay artificialidad, porque lo artificial copia o imita la realidad, sino [que es] un simulacro, donde la representación mediática precede y determina lo real, traza una nueva topografía del entorno percibido como realidad.»
Dos muros: Uno real, uno virtual. Compatibles pero diferentes. El real es resistencia. El virtual es coincidencia. En el maravilloso juego del lenguaje esta convivencia se vuelve posible solamente por los contrastes que los sostienen. En el graffiti no hay intermediarios, sólo un emisor, un código y múltiples receptores. En Facebook el canal es un ojo que no vemos, es un gran hermano que escucha nuestra confesión. Es un gigante que se nutre porque los consumidores lo alimentamos en tanto juega con nuestra avidez por expresarnos. Mientras, sin querer, le ofrecemos hasta nuestra propia libertad.
El simulacro extiende sus redes intentando invadirnos. Las frases efímeras se dispersan y superan la velocidad de lo humano. Todo nos conduce al olvido. Hasta que la luna despierta los pinceles iluminando unos trazos perfectos sobre muros desprolijos; cristalizando, una vez más, que el aura sólo se encuentra en ese muro donde el artista dejó su huella y reveló la realidad.
PAISAJE URBANO
«Las paredes son la imprenta de los pueblos.»
Rodolfo Walsh
Comunicamos. Advertimos. Sugerimos una idea. Plasmamos una idea. Creamos intervenciones. Manifestamos sentimientos. Hacemos común lo que pensamos. Damos a luz. Nos transmitimos. Nos miramos. Dialogamos. Nos hablamos. Somos elementos de comunicación. Construimos códigos. Y los destruimos. Los re significamos. Les aportamos sentido. Somos productores de sentido. Creemos. Creamos. Crecemos. Construimos.
Lo cotidiano nos avasalla. Nos invade. Nos hace cómplices (o víctimas) de las nuevas tendencias. De los nuevos estilos. De los nuevos productos. Todo se convierte en mensaje. La ciudad es un mensaje en sí misma. Sus trazos. Sus paredes. Su espacio público. Su arquitectura. Sus avenidas. Sus monumentos. Sus árboles y postes de alumbrado. Su transporte. Su gente.
La ciudad nos cuenta su historia. Todo nos habla. Cada espacio, una huella. Cada huella, una sensación. Un recuerdo. Un libro que leímos. Una rayuela desgastada e invisible por el paso del tiempo. La memoria olfativa que nos despierta un tilo en pleno invierno. Los diarios amarillos y el pan calentito de una mañana de domingo. Todo, también, nos cuenta nuestra historia.
«El medio es el mensaje», dice McLuhan. Entonces, irremediablemente, tengo que pensar que todos somos medio. Las ideas–sensaciones dan lugar a la tinta indeleble de las huellas. Las huellas son las marcas que dejan las ideas cuando manifiestan su espíritu para formar parte de la realidad.
El graffit, una técnica, un uso, una expresión popular para transmitir sentidos. Una técnica que no requiere de técnicos sino de voluntades, de inquietos personajes ávidos de contar, de inculcar una doctrina, de llegar al otro hasta conmover. De transformar una realidad.
Paisaje urbano. Culto nacional. Identificación popular. Valor testimonial auténtico pero efímero. Perdura en la retina más tiempo de lo que perdura en la pared. Un paisaje urbano que cambia de escena al ritmo de los actos del teatro o de las puestas de sol.
Hace tiempo investigo si el graffiti o la «pintada» es arte. La historia del graffiti cuenta que sí. Que es un movimiento ilegal que nace en los metros de ciudades como Nueva York, Boston o Filadelfia. Que surgió a fines de los 60 y se fue intensificando con el tiempo gestando la denominada «cultura urbana» o «contracultura».
También, descubro su fuerte tinte político a partir del Mayo francés del 68. Que dio lugar a una nueva manera de protestar, de reflexionar, de conquistar el poder.
Otras fuentes hablan de los primeros graffitis realizados en el muro de Berlín, en plena Guerra Fría. También, como sinónimo de protesta. Lo cierto es que esta práctica sí fue promotora de grandes artistas como Basquiat. Según el paradigma de arte contemporáneo, se denomina obra de arte cuando el artista realiza la obra con esta intención, cuando es avalada por el público como obra de arte y cuando ingresa en el mundo del mercado y se comercializa. Pues, respetando la teoría de Arthur Danto, deberíamos decir que graffiti dista bastante de llamarse arte porque no reúne estas condiciones.
Entonces, respeto, antes que nada, que todo lo visual tiene su historia y que no todo debería ser posible en las artes visuales. Pero reivindico a Duchamp y a Warhol, que acortaron la distancia entre arte y realidad.
Encontrar el espacio, acorde con la expectativa. Delimitarlo. Prepararlo. Limpiarlo. Hacer la mezcla o elegir el aerosol indicado. Utilizar las herramientas adecuadas. Y como una muestra de arte público callejero pero clandestino, un grupo de personas se decide a comunicar. Amanece y la ciudad se despierta con un nuevo mensaje.
Entonces, ¿cómo deberíamos definir a estas personas que dedican su vida a hacer arte sin asumirse en realidad como artistas? Toda su realización se basa en una técnica. Nada al azar. No sólo la frase convierte la consigna en atractiva sino su forma, el contorno de las letras, los colores aplicados, el soporte elegido. Propio de un artista en su momento culmen de creación. Contenido y forma se conjugan para crear el aura del artista. Eso que hace que una obra sea única e irrepetible.
Pero estas pequeñas obras callejeras persiguen un fin: Llegar al pueblo, lograr identificación. Trasmitir ideología. Volver a las escrituras rupestres para comunicarse como hacían los indígenas. No coincido con el sténcil en la puerta de una casa o aplicado en un mural. Hablo de una práctica cultural que existe a nivel mundial. Que nació de manera clandestina y así deberá seguir, ya que su institucionalización la extinguiría para siempre.
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* Inés Natalia Busquets es Comunicadora Social argentina, nacida en la ciudad de La Plata en el año 1979. Egresada de la Universidad Nacional de La Plata. Participó durante tres exposiciones literarias anuales en la Muestra de Arte Joven en la ciudad de La Plata. Publicó en revistas locales como Ciudad Capital y en el diario nacional Página 12, sección La Ventana. Trabajó como docente en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social y dictó talleres de radio en escuelas y en Organizaciones no gubernamentales barriales. Trabaja en prensa institucional y es Directora del Servicio Informativo Municipal. Es fundadora y directora del Centro Cultural 28 de Octubre de la ciudad de La Plata. Es realizadora y conductora de tres programas radiales que se emiten en dos FM locales y en AM Universidad. Escribe para su blog personal: https://codigostextuales.blogspot.com.ar/
excelente nota, x q me gusta escribir en los dos muros, felicitaciones. roberto mario movido