Sociedad Cronopio

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4. JARDIEL PONCELA, DOS GIRAS A BUENOS AIRES Y LA VERDAD DE LO SUCEDIDO EN LA DE 1944

Entre 1937 y 1938 Enrique Jardiel Poncela estuvo en Buenos Aires y trabajó en cine y radio. Estuvo alojado en un apartamento alquilado situado en la calle Esmeralda 582, 8°, apartamento 30.

Su nieto Enrique Gallud Jardiel dice, respecto a esta primera gira, que en ella «dio varias charlas en Radio Rivadavia y preparó diversos materiales. Lo más interesante fue su adaptación al cine de su comedia «Margarita, Armando y su padre», para la Lumiton, de Buenos Aires, de la que hizo el guión técnico y los diálogos. Con ella añadió otra valiosa contribución jardielesca al cine, pues fue la primera película en castellano galardonada en la Bienal de Venecia. (Fue dirigida por Francisco Mujica, con la actuación de Florencio Parravicini y Mecha Ortiz en los papeles protagónicos y estrenada en el cine Monumental de Buenos Aires el 19 de abril de 1939. Una nota del prestigioso periodista argentino Raimundo Calcagno Calki al día siguiente del estreno decía: Tiene la formalidad de un film americano, además de un espíritu entre español y parisiense… de destacable calidad»).
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En una carta de octubre 14/1937, enviada a su hermana Angelina, Jardiel Poncela dice: «…mi éxito aquí ha sido fulminante. En realidad, había triunfado ya antes de venir. Caricaturas, interviús, fotografías en todos los puertos de escala y a la llegada a Buenos Aires. El máximo de éxito. Admiradores todos los días en el hotel, que vienen a comprobar personalmente si soy de carne y hueso y que traen las más variadas proposiciones, desde el simple autógrafo hasta el que pone a mi disposición su yate para visitar los puertos del Sur. Toda esta labor la han hecho los libros y el estreno aquí de la Angelina en cine, considerada ya por ellos como la mejor película americana hablada en castellano pero, sobre todo, los libros, de los que se han vendido miles y miles de ejemplares de ediciones clandestinas hechas en Chile. Nada he cobrado ni cobraré ya de esas ediciones vendidas, pero, en cambio, me han hecho famoso en el país y en el resto, al parecer, del continente. (…) he tenido en cuanto he llegado proposiciones de trabajo del teatro, del cine y de la Radio (que aquí tiene una importancia colosal). En el acto comprometí el estreno para marzo de Usted tiene ojos de mujer fatal en el teatro Smart, por la compañía León-Perales y de Angelina en el Teatro Cómico, por la compañía de Valeriano León-Aurora Redondo. He ofrecido para abril comedia nueva a la Membrives. En cuanto el Adulterio (Un adulterio decente) tal vez la haga la López Heredia, y el Morirse es un error (que luego sería Cuatro corazones con freno y marcha atrás) posiblemente Ortas. Pero lo seguro son las primeras cosas. He firmado con la casa de cine Lumiton un contrato para una película y he firmado con Radio Rivadavia nueve conferencias que pronunciaré durante el mes de noviembre. La Lumiton me hace además dos opciones a otras dos películas- Ésta es mi actual situación (…), como ves el principio no puede ser mejor. Ahora bien todo está en el aire; es decir, todo depende de mi labor futura. ¿Gustarán las comedias?, ¿acertaré en la radio? ¿concertaré la película próxima? Resumen: Necesito acertar.

«Tengo que trabajar más que nunca y mejor que nunca. Si lo logro el porvenir será fabuloso, superior a cuanto se pueda imaginar, pues aquí hay un dineral a ganar. (…); se espera mi labor con máximo interés; es como un estreno gigantesco (…)».

En la carta de noviembre 22/1937, Enrique asegura que «Todo marcha bien. La radio ha sido un éxito grande, también me ha dado y me está dando muchísimo trabajo pues son dos conferencias de media hora a la semana, martes y viernes a las 9 ½ de la noche (…). Por ahora no quiero firmar más contratos de Radio, aunque me los ofrecen».

Dice Evangelina Jardiel Poncela, ( ob. cit) , que «A principios de 1938, mi padre piaba por volver a España (…), el recuerdo de España se interponía y «tenía» que venirse; era algo superior a él mismo, contra sus intereses y contra Carmen (su mujer Carmen Sánchez Labajos) que le aconsejaba seguir allí». Y afirma Evangelina que, por volver a España, dejó solo en palabras la solicitud que le había hecho el barítono español Luis Sagi-Vela para que le hiciera una opereta.

Y en cuanto a lo vivido en el viaje de 1944, Jardiel Poncela hace comentarios en algunas de sus cartas, enviadas desde Buenos Aires:

Carta del 2 de abril de 1944:

«(…) Como sabréis por las crónicas de Miquelarena y Gongora, publicadas en ABC y YA, el debut constituyó un franco éxito, tanto la comedia como la Compañía y como la charla previa que yo hice, y que he repetido a diario hasta hoy inclusive, en la cual, entre bromas y veras hice el resumen de las luchas teatrales de España y de los propósitos que me traen aquí.
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«Al estreno y debut vino lo mejor de aquí, singularmente del mundo artístico con (Gregorio) Martínez Sierra a la cabeza (…) De cine y radio ya ha habido algunas conversaciones, pero sin que hayamos llegado todavía a nada concreto».

Carta del 5 de septiembre de 1944:

«(…) he llegado a la conclusión que debo seguir siendo empresario además de autor. (…)

«Mañana miércoles nos despedimos de aquí con la representación de la Primavera y un fin de fiesta a cargo de los primeros actores argentinos que me hacen la gentileza de venir a actuar como despedida: Enrique Muiño, Serrano, la Guzmán y De Rosas. Pasado embarcamos por la noche; llegamos por la mañana a Montevideo y debutaremos por la noche en el teatro Artigas. Qué Dios nos dé suerte».

De acuerdo a lo dicho por su hija Evangelina y por su nieto Enrique, en las biografías que escribieron sobre su padre y abuelo respectivamente, en este viaje de 1944, a Buenos Aires, se juntaron en la vida de Jardiel Poncela circunstancias personales (la muerte de su padre y el abandono de su compañera sentimental del momento Carmelina Baus –persona diferente a su cónyuge Carmen Sánchez Labajos-), circunstancias políticas (el rechazo de los exilados republicanos en Argentina y Uruguay, pues lo tildaban –sin serlo- de falangista) más circunstancias en Argentina, de tipo nacionalista y proteccionista (un boicot con contra de Jardiel Poncela, que la hija se lo atribuye a Lola Membrives y a su marido y representante Juan Reforzo, empresario del Teatro Cómico de Buenos Aires), pues todo indica que en esos momentos, en el teatro, como en el cine argentinos acentuaban cierto matiz nacionalista, autárquico y proteccionista y, además, al parecer no le fue fácil en aquella época a Jardiel Poncela hacerse perdonar la insolencia de desembarcar con toda una compañía española para hacer sólo repertorio español, con una empresa española…

Agrega Evangelina que «en realidad ese año 1944 fue un año nefasto para él. Además de todo lo comentado del viaje, nos dejó su padre mientras él esta en la Argentina, muerte que le afectó muchísimo, pues estaban muy unidos: Y en su vida sentimental también le fueron muy mal las cosas»
«Volvió desconocido, porque además de los disgustos, los sinsabores, (…), las injusticias, Jardiel volvía enfermo; en el barco, a la vuelta, tuvo los primeros síntomas de una tremenda enfermedad; el cáncer que acabaría con él» (…) «como me contara Carmen. Cuando le vi (…) me encontré con una persona derruida que nada tiene que ver con la que partiera lleno de ilusiones».

Después de la estancia de cinco meses de Jardiel y los suyos en la capital argentina, pasaron a Montevideo, y lo que allí ocurrió es lo que se silenció en España. De regreso, un diario de Santa Cruz de Tenerife, recibió así a Jardiel Poncela: «El señor Jardiel Poncela manifestó que ha realizado una buena temporada en el Teatro Cómico de Buenos Aires, donde estrenó seis obras suyas. (El señor Jardiel Poncela elogió la corriente teatral argentina, citando especialmente las compañías de Paulina Singerman y Enrique de Rosas)».

Por su parte su nieto Enrique Gallud Jardiel en el capítulo «Las Américas y el pesimismo» de su biografía, dice sobre el tema Buenos Aires 1944 que «Los excelentes resultados obtenidos con su compañía de comedias en la temporada de Barcelona le sugirieron la idea de dar a conocer sus obras en la América hispana. Emprendió así su tercera gira, con rumbo a Argentina, donde tenía muchos admiradores. (…)

«Llevaba un grupo numeroso de actores y el repertorio incluía principalmente obras suyas, muy complicadas en lo referente a la escenografía, el vestuario y la utilería». Y que embarcó para Argentina «con veinticinco personas, dos perros, un pájaro, un automóvil y 6.000 kilogramos de equipaje». El destino era el teatro Cómico de la capital del Plata. Nada más llegar, Jardiel inaugura la temporada, pronuncia una conferencia sobre su humor y sus propósitos y recalca lo importante que puede ser para él el éxito en la capital argentina. Cita unas palabras de Quevedo, que parecen escritas para este momento:

«Tened piedad de mí, que aquí me juego
más que la vida, pues me juego el oro…»

«En realidad, queridos amigos míos, en esta noche y en noches sucesivas yo me lo juego todo: desde el honor profesional hasta la vida. Pasando por el oro. Pero sonrío porque confío en tres cosas: en vuestra legendaria y bien probada hospitalidad, en la protección de la Cruz del Sur y en esa otra estrella resplandeciente y sin nombre que guía a todos los que se atreven a algo y que a mí me ha conducido hasta vosotros a través de la ancha incógnita de los mares».
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«La respuesta del público fue excelente. Durante cinco meses, la compañía cosechó grandes éxitos con su repertorio. El autor obtuvo mucho prestigio, pero las finanzas no iban nada más que regular, por los excesivos gastos que suponían los sueldos y las dietas de un elenco tan numeroso.

«Sin embargo esta estancia en Buenos Aires se vio empañada por dos acontecimientos que afectaron mucho a Jardiel. Uno fue la muerte de su padre y el otro fue «la ruptura con Carmina (Baus), que decidió quedarse en Argentina, abandonando la compañía –y a él- para unirse a un boxeador (…) y él quedó destrozado por ello.

«Le ofrecieron entonces la posibilidad de actuar durante una temporada en el teatro Artigas de Montevideo. Aceptó, sin pararse mucho a pensar en el clima político que se respiraba en Uruguay. Fue un grave error. (…).

«Solo pudieron actuar cinco días, pero no por motivos artísticos, sino políticos. De hecho, durante aquellos cinco días, el teatro tuvo un lleno absoluto y un público entusiasta. (…)»

«En ese mismo año, Jardiel comenzó a sentirse enfermo. Se sometió a pruebas y supo que padecía un cáncer de laringe, de acción lenta, pero, a la larga, incurable. (…).

«Pese a su enfermedad, siguió escribiendo como siempre lo había hecho. Pasó por momentos malos, pero trabajó y mantuvo a su familia con su pluma hasta el fin de sus días».

5. «CANCIÓN PARA UN BREVE FINAL»

Esta es la historia de lo que a Enrique Jardiel Poncela le hizo hacer humor ácido con el tango, la cual fue triste o trágica como una letra de tango de aquellas que tan recurridas desde la aparición de Mi Noche Triste, el llamado primer tango canción, que comienza con aquellos famosos versos, ya perdurables:

Percanta que me amuraste
en lo mejor de mi vida
dejándome el alma herida
y espina en el corazón

A los pocos años de su estreno, Evangelina Peñalver haría cierta la premonición de Contursi, quien también en otro tango, dejó escrita la queja que, tal vez más castizamente, Enrique Jardiel Poncela haya expresado frente al abandono de ese amor: «no podía conformarme, de que fueras a amurarme, por otro bacán mejor».
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*Ricardo Ostuni (Buenos Aires 1937). Académico de Número de la Academia Porteña del Lunfardo. Académico de Número de la Academia de Historia de la Ciudad de Buenos Aires. Ex Vicepresidente de la Academia Nacional del Tango. Ex Rector de la Universidad del Tango (MCBA 1995). Profesor del Liceo Superior del Tango (Poesía y poetas del Tango 1995/2000). Es autor de numerosas publicaciones de poesía, ensayo e investigación. Ha sido colaborador de diversas revistas y programas radiales. También es autor de varios temas musicales. Ha recibido varios premios y distinciones, siendo el más reciente (2011) la Distinción de la ciudad de Florida, República Oriental del Uruguay, por su aporte al estudio de la cultura de ambos países.

**Luciano Londoño López es un estudioso de la Historia, como ciencia, y de la historia de la música popular, en especial de la cubana, la puertorriqueña, la salsa de New York, el vals peruano, el pasillo ecuatoriano, la música colombiana, el jazz y el tango. En su labor como difusor del tango ha dictado numerosas charlas en universidades y centros culturales. Sus investigaciones y entrevistas han sido publicadas en periódicos y revistas de Colombia, Venezuela, Puerto Rico, España, Estados Unidos, México, Argentina, Uruguay y Australia. Y, hasta julio de 2012, sus trabajos han sido incluidos o citados en 38 libros de autores de diversos países americanos.

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