Sociedad Cronopio

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Golfo

DESPUÉS DE NICARAGUA, SIGUE PENDIENTE EL GOLFO CON VENEZUELA

Por Jorge Manrique Grisales*

Recuerdo que la entonces canciller de Colombia, Noemí Sanín Posada, me lo explicó en términos sencillos: «Mientras no exista un tratado público perfecto, Venezuela no puede reclamar como suyos los islotes de Los Monjes, así ejerza soberanía sobre ellos». Por esos días —hablo de 1993— Colombia y Venezuela habían incrementado diez veces su intercambio comercial y el ambiente daba hasta para hablar de un nuevo intento de delimitación de aguas marinas y submarinas entre los dos países.

La negociación diplomática sobre el Golfo de Venezuela había tenido un último episodio con la denominada «hipótesis de Caraballeda», entre 1979 y 1980, en la que los negociadores de ambos estados avanzaron hasta fijar límites, con coordenadas y todo. Cuando el tema se presentó ante los venezolanos, los militares comenzaron a zapatear fuerte y el entonces presidente del vecino país, Luis Herrera Campins, escuchó «ruido de sables» y voces en contra de Colombia que lo atemorizaron. El frustrado acuerdo se enterró para siempre pero fue claro que a Venezuela no le interesaba negociar territorios sobre los que ya ejercía soberanía. Aquí una lección que no aprendimos para aplicar después con Nicaragua.

«LA RIQUEZA EXCREMENTAL»

Pero el asunto se remonta a la colonia, cuando España fijaba, a su real saber y entender, los límites de los virreinatos que creó para administrar lo conquistado a punta de espada desde el siglo XV. Al norte del Golfo de Venezuela, accidente geográfico que por puro orgullo patrio los colombianos rebautizaron como de Coquivacoa, Los Monjes son, según Nicolás Salom Franco (1986) «unos islotes o cayos insignificantes desde el punto de vista de su superficie ya que reunidas todas esas rocas no alcanzan a tener medio kilómetro cuadrado». La importancia se la comenzaron a ver primero los norteamericanos en 1855 cuando descubrieron guano (excremento de murciélago) de muy buena calidad. Como siempre han hecho, los gringos tomaron posesión de los cayos y llevaron hasta allí maquinaria para extraer la «riqueza excremental», como diría hoy el senador Gerlein.

Venezuela puso el grito en el aire y en diciembre de 1855 desalojó a los invasores decomisando la maquinaria y el guano recolectado hasta entonces por la firma Philadelphia Guano Company. Muy vivos, como siempre, los estadounidenses gestionaron en 1856 ante las autoridades de Colombia un permiso para extraer guano de los mismos islotes. El entonces secretario de Relaciones Exteriores de la Nueva Granada, don Lino de Pombo, suscribió con John Gowen, uno de los dueños de Philadephia Guano Company un contrato de «Explotación, Colonización y Aprovechamiento de ciertas islas que posee la República» (como ya es habitual, nunca sabemos lo que tenemos hasta cuando nos lo reclaman o, en el peor de los casos, lo perdemos).
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Textualmente, el artículo 6 del contrato suscrito con Gowen señala: «Quedan comprendidos en las estipulaciones de este contrato los cayos o islotes inhabitados de los grupos de San Andrés, Providencia y Los Monjes».

Al día siguiente de publicado el contrato en el Diario Oficial, los ministros plenipotenciarios de Venezuela en Bogotá, Carlos L. Castelli y José Gregorio Villafañe, dirigieron al gobierno de Colombia una nota de protesta en la que señalaban puntualmente que «el grupo de islotes llamados Los Monjes, ni se halla inhabitado ni es de propiedad de la Nueva Granada».

Muy apenado, don Lino de Pombo respondió señalando que todo se debió a un error tipográfico pues en vez de escribir «Los Mangles» se había puesto «Los Monjes». Pidió disculpas y el asunto se zanjó con una fe de erratas publicada en la siguiente edición del Diario Oficial.

SOBERANÍA DE PAPEL

Lo curioso es que décadas más adelante, en 1944, Colombia incluyó Los Monjes en sus mapas oficiales, sin que Venezuela protestara. Pero después, en 1951 cuando la revista «Territorios Nacionales», adscrita al Ministerio de Gobierno, afirmó que Los Monjes eran colombianos, vino la airada y contundente respuesta del vecino que ocupó militarmente Los Monjes. El presidente encargado de Colombia, Rafael Urdaneta Arbeláez, convocó a un grupo de sabios, que después de largas horas, días y meses de brillante oratoria jurídica, no llegaron a nada (después de 11 años de litigio con Nicaragua, el presidente Juan Manuel Santos volvió a convocar otro comité de sabios).

En septiembre de 1952, la fragata de la armada colombiana Almirante Padilla hizo varios disparos en la zona de Los Monjes, lo que nuevamente encendió las alertas de las autoridades venezolanas que pidieron explicaciones sobre el incidente. De la parte colombiana se dijo que la embarcación de guerra perseguía contrabandistas y se vio precisada a hacer varios disparos. Por su parte, el Estado Mayor Naval de Venezuela indicó que tenía fotos de dos impactos que pegaron en la Isla Los Monjes Norte y también dijo haber observado la presencia de aviones de guerra colombianos (de estos no tenían fotos) , lo que hacía pensar que se trataba de ejercicios militares. Inclusive, el jefe del estado Mayor de las Fuerzas Militares de Venezuela, coronel Félix Román Moreno, confirmó tiempo después que el gobierno de su país estudió la posibilidad de hundir el Almirante Padilla.

El epílogo de este episodio fue la tristemente célebre nota diplomática del 22 de noviembre de 1952 (hace 60 años) en la que el entonces ministro de Relaciones Exteriores de Colombia, Juan Uribe Holguín, ratificó la soberanía de Venezuela sobre Los Monjes y renunció a cualquier reclamación de Colombia sobre esos territorios.

Después de hacer un recorrido histórico por los ires y venires de Los Monjes, el señor Uribe Holguín concluyó lo siguiente: «Con base en los antecedentes antes mencionados, el gobierno de Colombia declara no objeta la soberanía de los Estados Unidos de Venezuela, sobre el Archipiélago de Los Monjes y que, en consecuencia, no se opone ni tiene reclamación alguna que formular al respecto al ejercicio de la misma en cualquier acto de dominio por parte de este país sobre el Archipiélago en referencia».

LA RETÓRICA DEL BUEN VECINO

En 1993, La excanciller Sanín Posada sabía que Venezuela tenía una nota diplomática firmada por un canciller de Colombia, pero de allí a tener un tratado público perfecto que ratificara lo dicho en la mencionada nota había una enorme distancia. Por eso a Venezuela no le interesa tocar más el tema en una mesa de negociaciones y Colombia parece conformarse con eso. Pareciera que en época de «mejores amigos» es mejor decir la trillada frase de «son más las cosas que nos unen que las que nos separan» y venga démonos la mano para la foto.
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Con Nicaragua teníamos un tratado público perfecto (el Esguerra-Bárcenas) que a juicio del experto Rafael Nieto Navia —uno de los sabios convocados ahora por Santos— no sólo declaraba la soberanía sobre San Andrés sino que también fijaba un límite territorial en el paralelo 82. Luego que Colombia aceptó en 2001 discutir lo que en teoría no tenía discusión, la Corte de La Haya desmontó el tratado pieza por pieza y le dio una actualización a la luz del Derecho del Mar, el mismo que Venezuela desconoce para el caso del Golfo, pero que nosotros aceptamos mansamente ante el reclamo de Nicaragua.

En la siempre distante realidad de Castilletes, último enclave habitado por colombianos en la frontera norte con Venezuela, cruzado permanentemente por las ráfagas de viento de la Alta Guajira, poco importan las consideraciones jurídicas. Allí hay un mar incierto, fuertemente custodiado por los venezolanos que siempre han sostenido que lo mejor es que Colombia siga pensando que tiene una «costa seca» frente al Golfo de Venezuela. «Tenemos que pedir permiso para bañarnos en ese mar», me dijo uno de los habitantes de Castilletes durante una visita que realicé a ese lugar en 1993 junto con una comisión del Congreso encabezada por el senador Rodrigo Marín Bernal.

Allí aún ronda el fantasma del episodio con la fragata Caldas que casi termina en un conflicto bélico en agosto de 1987. Desde entonces, Venezuela se opone a que Colombia ejerza soberanía frente a Castilletes donde se había fondeado la nave colombiana. De allí hasta Punta Espada es territorio colombiano pero pareciera que el mar se lo hubieran llevado.

Ante las preguntas de ¿por qué pasan estas cosas? Y ¿Por qué Colombia, amparada en una supuesta tradición civilista y respetuosa del derecho internacional, siempre termina entregando territorio a los vecinos? Se aventuran algunas respuestas también inscritas en los entresijos de la historia. Somos una nación centralista, gobernada desde el altiplano, a cuya clase dirigente nunca le ha interesado la periferia. Gracias a esta mentalidad mediterránea perdimos Panamá, selvas con Perú, Brasil y Ecuador, Llanos y mar con Venezuela y aguas ricas en pesca con Nicaragua. Bien lo decía hace varios años el excanciller Alfredo Vásquez Carrizosa: «En Bogotá, se formó desde tiempos coloniales una élite intelectual, cultivadora de las letras y el derecho, un poco ajena a las inquietudes materiales de un país distante… El mar, las islas, los cayos, no tenían en ese contexto social y político sino una relativa importancia».

Hoy, el gobierno de Colombia dice interesarse por la suerte de los pescadores artesanales de San Andrés, después del fallo de la Haya que le entregó derechos a Nicaragua sobre más de 75 mil kilómetros cuadrados de mar. Pero, en serio, ¿en qué otro momento de la historia le ha interesado al Estado el futuro de los colombianos que viven en nuestras fronteras?
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* Jorge Manrique Grisales. Comunicador Social Periodista de la Universidad de la Sabana. Magister en Tecnologías de la Información aplicadas a la Educación de la Universidad Pedagógica Nacional. Especialista en Informática para la docencia de la Universidad Central. Reportero y editor de El Espectador entre 1984 y 1995. Autor del libro «Caja Negra, la inseguridad aérea en Colombia» (Planeta, 1996). Docente de la Universidades Central y Javeriana de Cali, donde he sido director de los programas de Comunicación. Su blog es https://cronicayopinion.blogspot.com. Correo–e: jorgeperiodista@gmail.com

9 COMENTARIOS

  1. Esta claro que mientras no allá dinero para defender nuestro país no hay posibilidad de poder conservar nuestro territorio, así como a pasado en cientos de países del África y de la antigua cortina de hierro, los cuales manejan los niveles mas altos de corrupción que solo demuestra como esta el mundo.

  2. Respuestas claras a preguntas que desde hace ya un tiempo nos hemos formulando. Un gobierno al que, por desgracia, hemos creído ciegamente sigue creyendo que a través de tratados no van a arrebatarnos lo que por derecho es nuestro. Vivimos en un país de ceguera permanente, en el que no entendemos por mas que queremos que si de verdad queremos ser escuchados primero debemos gritar con fuerza y luego podríamos, en un acto desesperado, salir y protestar e intentar devolver el honor a esta patria, a una patria dolida por el desasosiego del pueblo.

  3. Muy bueno el articulo, pues hace un breve resumen sobre como hemos perdido espacio territorial de nuestro país a lo largo de la historia incluyendo lo sucedido hace poco con Nicaragua. Creo que eso de perder espacios territoriales es un error gravísimo porque demuestra la poca soberanía que el gobierno ejerce en nuestro espacio nacional, y lo que más me indigna es que los medios de comunicación le hayan dado una relevancia mínima, nos mostraron la noticia como un suceso igual de importante que un estrellón de un transmilenio en Bogotá, o un trancon.

  4. En definitiva lo que pretende este articulo, es esclarecer las diferentes versiones presentes sobre este tema que ha causado tanta controversia, ya que este país se ha dejado arrebatar gran cantidad de terrenos, como si no tuvieran ningún valor, tanto ambiental como económico para el desarrollo del pais.Es por esto que causa tanta impotencia, el ver como nos dejamos quitar algo que nos pertenece, permitiendo que otros países se adueñen de nuestras riquezas y cada vez mas sin terrenos por explotar y sin recursos,con lo que este país podría lograr un reconocimiento y un liderazgo frente a los demás países.

  5. Se necesita una persona que quiera gobernar y que realmente le preocupe el bienestar de los colombianos, no gobernar por fama o por estar en un cargo alto, que se preocupe por el territorio colombiano y las grandes riquezas que tiene nuestro país Colombia.

  6. es un muy buen articulo, el que demuestra el tipo de gobernantes que tenemos, que a pesar de estar en Latinoamérica la relación de Colombia con sus países vecinos es bastante distante, Colombia necesita un gobernante con determinación, que sepa guiar al país y que no se mantenga apartado de las cosas que acontecen en otros países y que afectan directamente a nuestro país, un presidente que tome medidas.

  7. Parece entonces que nos condenamos a repetir la historia por no conocerla, que las posturas de nuestro país son además parte de nuestra idiosincracia «mediadora y pacifista», ya que en el último «episodio» publicamos en facebook, nos quejamos y listo, cuento del pasado, el agua se la llevo Nicaragua -y listo-.

  8. Qué buena radiografía del modo de proceder de la clase dirigente colombiana, cuando se trata de asuntos limítrofes. Demuestra además, que Bogotá siempre ha sido un lugar demasiado distante, en todos los sentidos, del resto del país, en especial de sus fronteras más lejanas.

  9. Excelente articulo que nos demuestra que nuestros gobernantes son de escritorio, Tipod vive bien, vive fácil que han sido criados en el seno de las mejores familias, al lado de mamitas consentidoras, tipos que les asusta el sonido de un tote, un diablito y que les da un infarto si oyen el estallido de una papeleta.

    Tal vez es hora de que construyamos el perfil del presidente ideal para Colombia. Necesitamos un verdadero guerrero, pero que no sea militar…nos pasaría lo de Venezuela, que nos resulta peor el remedio que la enfermedad.

    Pero de verdad que necesitamos un futuro presidente que se amarre los pantalones como debe ser. Pero que no hable y vocifere tanto. (como Uribe) necesitamos un man que haga respetar al país. Que defienda lo nuestro. Será que algún día nos llega otro GAITAN, u Ootor GALAN, sera que vuelve a nacer un tipo dentro del pueblo que pueda llegar a la presidencia antes de que lo asesine? o que llegue pero no pueda hacer nada o se nos muera de colesterol?.

    No podemos perder las esperanzas, mientras tanto, los vecinos se seguiran aprovechando….somos los VIVOS BOBOS de latinoamerica, lo que no regalamos, nos lo dejamos quitar..o sera que alguien lo negocea por debajo de cuerda…no sería extraño..verdad?

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