Sociedad Cronopio

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Castlerigg

UN DÍA CON LOS ESPÍRITUS DE CASTLERIGG

Por Joan Unsiker*

Durante mi vida, he visto muchos lugares hermosos. He visitado ciudades magnificas alrededor del mundo, de este a oeste y de norte a sur: Nueva York, Londres, París, Lisboa, Estambul, Buenos Aires, San Francisco, Hong Kong y Sydney. He disfrutado de maravillas naturales tales como Las Cataratas del Iguazú en Brasil y los Alpes, además de varias islas en el océano Pacífico oeste. ¡Qué maravillosos son estos sitios! Siempre me preguntaba: «¿Hay algo más hermoso que esto?» Pensaba que había visto lo mejor de lo mejor. Pero, estaba equivocada.

Hace unos años volé a Londres en septiembre, alquilé un coche y conduje a través de Inglaterra durante un par de semanas. Mientras conducía en el norte del país, en el área de Cumbria, decidí ver un círculo de piedras del cual había oído. Este sitio arqueológico data cerca del año 3.000 A.C. y es pequeño, conteniendo solamente 38 piedras. Pensaba que sería interesante pero no particularmente espectacular porque es tan pequeño; pero aun así quise verlo. Los arqueólogos piensan que Castlerigg, como muchos círculos de piedras en Gran Bretaña, fue usado como un lugar para celebrar determinadas ocasiones especiales y fiestas. Es posible que se usaran estos sitios arqueológicos para reconocer las cuatro estaciones del año, específicamente los solsticios de invierno y de verano.

Está situado en una región aislada en el campo. Por ende, para ubicarlo primero tenía que encontrar un mapa en línea de la área. Temprano por la mañana del día siguiente salí en busca de Castlerigg en un día frío y neblinoso. Conduje por el paisaje pacifico lentamente, porque había colinas y valles y los caminos tenían los virajes agudos e iban arriba y abajo. Había pueblos pequeños y granjas en todas partes y los pastos estaban verdes y exuberantes. Las vacas y las ovejas pacían y los halcones volaban en círculos, buscando su desayuno. Conduje y conduje, tratando de encontrar el camino en que iba a doblar, y de repente lo vi.
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En realidad, no era un camino sino un sendero estrecho, casi sólo para un coche. Había arbustos altos y barreras de piedra a ambos lados. El coche brincó por aproximadamente una milla, y entonces a la derecha los arbustos se abrieron y vi el círculo de piedras: Castlerigg por fin. Está situado en un valle redondo con las montañas que lo rodean, y ese día la neblina envolvió las cumbres. Me puse el impermeable y botas, porque había empezado a llover. Salí del coche y caminé por la hierba húmeda hacia el círculo, abriéndome paso entre las ovejas, pasando por encima de sus heces. No había ningún sonido: era absolutamente silencioso. Entré en el círculo y me paseé entre las piedras. Me coloqué en el centro del círculo y en ese momento sentí los espíritus. Yo lo recuerdo como si fuera ayer. Cerré los ojos, extendí los brazos y giré y giré y ellos estuvieron rodeándome. Abrí los ojos pero no pude verlos, solamente sentía su presencia. Eran simpáticos y me hacían sentir bienvenida. Era un momento mágico. Como giré, oí sus susurros y murmullos. Era como un sueño.

Me quedé bastante tiempo, disfrutando de la sensación maravillosa de ser al unísono con esos seres del pasado remoto. De mala gana, dejé los espíritus en el círculo y volví lentamente al coche. Los murmullos se debilitaron como me alejé. ¿Quiénes eran aquellos espíritus? Nunca sabré su identidad ni sabré por qué se revelaron para mí. Quizás los arqueólogos tengan razón y los espíritus estaban celebrando una fiesta de otoño; y porque yo estaba allí ese día ellos querían que yo participara en la celebración. Me alegra pensar en la experiencia de esta manera.

Al fin y al cabo, los espíritus me enseñaron una lección importante, es decir, que no es necesario ser grande y espectacular para ser maravilloso. Castlerigg no es Stonehenge o las pirámides en México. Es pequeño e íntimo, pero tiene un mensaje poderoso si se abre la mente para oírlo. Un mensaje que viene a través de las edades de los espíritus que aún viven allí. Castlerigg es un lugar especial, un lugar mágico, y ahora me doy cuenta de que cuando lo vi, había visto el mejor de los mejores.
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* Joan Unsicker es historiadora, antropóloga e instructora de Español de la Universidad Estatal de Illinois. Ha contribuido con varios artículos de interés histórico local en algunas publicaciones en el estado de Illinois. Ha trabajado como editora durante muchos años en un centro de salud mental que lleva a cabo investigaciones en cuanto al tratamiento de abuso de drogas en Normal en ese mismo estado de la Unión Americana. Es asimismo, una viajera del mundo: ha publicado sus crónicas de viajes en revistas de turismo. Enseña inglés a mujeres latinas en Bloomignton, Illinos.

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