TEATRO ESPAÑOL DE MADRID
En 1934, Antonia Mercé presenta en el Teatro Español de Madrid su «Amor Brujo» y contrata como en anteriores ocasiones a Vicente Escudero para que interprete el papel del Espectro, a Miguel de Molina, el de Carmelo, y para el de Lucía, a Pastora Imperio, (que fue quien estrenó la primera versión del «Amor Brujo» en el Teatro Lara de Madrid en 1915.) A la cantante Conchita Velázquez, con unos maravillosos decorados de Gustavo Bacarisas.
Será en 1935, cuando Don Manuel de Falla, le conceda la autorización a Vicente Escudero para representar «El Amor Brujo» con su propia coreografía, debutando en el San Francisco Ópera Ballet y en otros teatros de Estados Unidos.
Extracto de una carta de D. Manuel de Falla a Vicente Escudero. Granada 11 de Junio de 1935:
Querido Escudero: Quiero confirmarle personalmente mis felicitaciones más cordiales por su éxito en «El Amor Brujo»… lo celebro y agradezco con viva sinceridad rogándole trasmita a todos los intérpretes mis mejores saludos y felicitaciones…
¿Vendrá usted este verano por Granada? Mucho lo celebraría. Su amigo afectísimo, Manuel de Falla.
LA SIGUIRIYA GITANA
Aseguraba Vicente Escudero:
Si se baila la Seguiriya hay que hacerlo con el corazón y sin respirar. Solo de esta forma sería yo capaz de bailar en un templo sin profanarlo.
El balletómano y querido amigo Alfonso Puig, que asistió a su estreno en el Palacio de la Música Catalana en 1940, en su libro Ballet y Baile Español, nos dice:
Escudero se vio obligado a repetir las Seguiriyas después de una calurosa y discutida ovación. Es sin duda su obra maestra.
El escritor y crítico Juan Francisco de Lasa hizo esta exaltación en el periódico «La Vanguardia» de Barcelona:
La majestad y la ponderación del primerísimo interprete del Baile Flamenco hacían de la Siguiriya una oración y de las Alegrías un ritmo de esperanza… Porque el Flamenco, el auténtico, (no el de fácil relumbrón) se llama Vicente Escudero.
Vicente Escudero fue el creador del Baile por Seguiriya. Él se atrevió a ponerle baile a ese cante amargo y desgarrao que encontró sus primeras quejas y protestas en la garganta de El Planeta y El Fillo.
En 1941 se le otorga la Medalla de Oro de la Ciudad de Valladolid.
En 1942 colabora con Carmita García en la película Goyesca que protagoniza Imperio Argentina, a las órdenes de Benito Perojo.
MI BAILE
En 1947 la Editorial Muntaner Simón le publica su libro Mi Baile que él dedica al arte de la genial bailarina Antonia Mercé « La Argentina».
Ella fue la creadora de una escuela, tan propia, tan genuina, que de allí partieron y allí vuelven a parar cuantos pretendieron dar universalidad a la Danza Española.
En su libro destina un capítulo a la semejanza entre los toros y el baile flamenco. Recuerdo que en una de mis visitas a la Plaza Real, hizo quitarme la chaqueta para ilustrar las suertes de la corrida, las cuales simultaneábamos con los pasos de baile.
El toreo tiene mucho de baile… A la zapatilla de un torero, cuando cita al toro para arrancarle un redoble en la arena, sólo le falta tener tacón. Un farol es en realidad una vuelta quebrada: el toreo por chicuelinas tiene mucho del careo por sevillanas: y un molinete es una auténtica vuelta flamenca. Pero sobre todo en la suerte de banderillas cualquier observador podría descubrir en sus evoluciones, actitudes y hasta en el ritmo, que el torero imprime al toro mil cosas del baile español.
De Manolete, nos decía Escudero, que en sus faenas de muleta era un torero jondo. Precisamente en este año 1947 que es cuando Escudero presenta su libro Mi Baile en el que hace esta apología del espada Cordobés, Manolete encuentra la muerte cogido por un toro de la ganadería de Mihura, llamado Islero, en la Plaza de Toros de Linares, el día 28 de agosto.
PINTURA QUE BAILA
Fue un polifacético artista; autodidacta en todos los terrenos que tocaba. Solo un genio como Vicente Escudero podía expresarse con tanta soberanía, sin ser prisionero de ninguna doctrina.
En 1948 expone en la Galería Clan de Madrid sus Dibujos Automáticos.
En 1950 publica su librito Pintura que Baila editado por Afrodisto Aguado en la colección de la Cariátide, en el que recoge toda su teoría pictórica.
Vicente Escudero nos dice:
Forzosamente, todo bailarín creador tiene que ser un pintor de baile, un pintor sin técnicas quizás, pero que ha de llevar dentro la plástica, el color y el ritmo.
Del baile pasó a la pintura y ésta a su vez le otorgó nuevas líneas para su baile. Todos sus dibujos y pinturas responden a esa pasión de su vida.
DECÁLOGO
En 1951, asesorado por su íntimo amigo Sebastián Gasch, da a conocer en el Club Literario barcelonés «El Trascacho» su Decálogo sobre el Baile Flamenco Masculino. Este Decálogo, con el que me honró, escrito y dedicado de su puño y letra, lo doné al Centro Andaluz Flamenco de Jerez, en 2003.
Aconsejaba Vicente Escudero:
A los diez puntos de mi Decálogo tiene irremediablemente que ajustarse todo aquel que quiera bailar con pureza.
1º Bailar en hombre.
2º Sobriedad.
3º Girar las muñecas de dentro a fuera con los dedos juntos.
4º Las caderas quietas.
5º Bailar asentado y pastueño.
6º Armonía de pies, brazos y cabeza.
7º Estética y Plástica sin mistificaciones.
8º Estilo y acento.
9º Bailar con la indumentaria tradicional.
10º Lograr variedad de sonidos con el corazón sin chapas en los zapatos y sin otros accesorios.
Es muy difícil penetrar en su hondura misteriosa y es muy difícil su exposición. Pero sí afirmo que ese Duende que tanto cacarean eruditos y profanos es un mito que desaparece bailando con sobriedad y hombría, traduciéndose entonces en el misterio que todo arte lleva.
Como si no tuviésemos bastante con los Diez Mandamientos de la Ley de Dios, el resultado de este encorsetamiento derivó en que todos los bailarines que seguíamos su Doctrina, el día que nos extralimitábamos un poquito en el escenario volvíamos al camerino con la sensación de que habíamos cometido un pecado mortal.
PALACIO DE LA MÚSICA CATALANA DE BARCELONA
En este mismo año 1951, emprende una nefasta tournée por Marruecos en la que el diablo del ritmo bailó para butacas vacías, programa en el que figuraba la bailarina María Rosario. Así nos lo cuenta Rosario:
No me importó tener que regresar repatriada por el Consulado Español desde Orán a Marsella. El bailar al lado de tan ilustre bailarín fue una experiencia inolvidable. Me conmovía pensar que antes lo había hecho con Antonia Mercé o con Pastora Imperio.
En 1952 se le rinde homenaje en el Palacio de la Música Catalana de Barcelona al que se suman Carmita García, la concertista de guitarra Renata Tarragó, la cantante Rosa Daconati, el Esbart Folklórico de Cataluña, dirigido por José Zaldivar, el cante profundo de Ramón de Loja, el pianista Francisco Betoret y el guitarrista Ramón Gómez.
Posteriormente ofrece una Semana de Arte Flamenco Puro en la Sala Mozart de Barcelona, con una nómina de artistas fabulosos: La colaboración de la bailaora Regla Ortega. Los cantaores: Jacinto Almadén, Rafael Romero y José Lozano. Los guitarristas: Pepe de Badajoz, Ramón Gómez y Pepe Romera. Y Carmita García «interpretando las danzas del Ballet de Manuel de Falla “El Amor Brujo”, que derivan directamente del Arte Flamenco».
Insertaba Vicente Escudero en el programa:
Hay buenas bailaoras que bailan bien este género Flamenco, sin embargo una la supera y es Regla Ortega, pues baila como tiene que bailar la mujer… En el baile masculino, también es rarísimo encontrar quien baile en hombre. No conozco bailaores completos y puros. Aunque alguno marque buenas pinceladas cortas.
OTROS ESCENARIOS
En 1953, actúa en el prestigioso «Festival de Música y Danza de Granada» con Carmita García y Ana Mercedes.
En 1954 estrena en el Teatro de los Campos Elíseos de París el espectáculo Quincena del Arte Flamenco Puro, con los mayestáticos cantaores cedidos por el Tablao Flamenco «Zambra» de Madrid: Pepe de la Matrona, Juan Varea, Rafael Romero y la fenomenal bailaora jerezana, Rosa Durán. No es de extrañar que rodeándose en todos sus espectáculos de tan extraordinarios artistas, al final no le quedase ni una peseta de beneficio.
Seguidamente imparte una serie de conferencias nominada Arte Flamenco Jondo que ilustra Carmita García, por varias ciudades de España —entre ellas, Jerez de la Frontera—, acto que tuvo lugar en la Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras, al que asistió y recordó en nuestra conversación Juan de la Plata. A esta manifestación se adhieren los más importantes artistas plásticos de la época estampando su firma en el programa como apoyo a tan loable mouvement: Vázquez Díaz, Ortega Muñoz, Manuel Viola, José Caballero. E. Mateos, Rafael Zabaleta, A. Redondela, Cossio, Martínez Novillo, Álvaro Delgado, Francisco Arias, Máximo de Pablo, Juan Caneja, Alberto Martín Artajo, I. García Ochoa, Rafael Pena, Saura, Miró, Millares, Manrique, Migmoni, Tapies, Capuletti y Eduardo Vicente.
Escudero se quejaba de que «en esta época no se baila con pureza, se han perdido aquellas líneas, aquella majestad, aquel braceo como se decía antiguamente —de arriba abajo y de abajo arriba— de líneas femeninas y misteriosas de la Macarrona, de la Fernanda y de otras de la época pasada, que acariciaban la tierra con los pies de seda… el resultado es que en estos tiempos las mujeres bailan casi igual que los hombres».
En 1955-56, presenta uno de sus más grandes espectáculos en Nueva-York y en gira por los Estados Unidos. Participan en la Compañía un plantel de primerísimas figuras: Carmita García, María Márquez, Rosario Escudero, María Amaya, Antoñita Millán, Pepita Valle y José Barrera. Al cante Pepe el de la Matrona, el cantaor con quien mejor arropao se sentía el Maestro, otro cantaor Chiquito de Levante y el lujo del guitarrista fuera de serie, Mario Escudero. El especializado crítico John Martin, quedó sorprendido:
Resulta conmovedor ver a un hombre de su edad, bailando y hacerlo con plena convicción, con la misma naturalidad con la que respira… Son sus pies tan excitantes como lo han sido siempre.
Argumentaba Vicente Escudero en sus programas:
La coreografía de Sevilla de Álbeniz de Vicente Escudero y Carmita García está basada en algunas costumbres de la villa de la Giralda. Esta villa en donde el hombre marcha con donaire, y no le importa cuándo ni cómo, tal vez en la imaginación, evoca una copla de Sevillanas y se recuerda de algún taconeo flamenco. La mujer le da la réplica llena de feminidad y de gracia.
Durante su estancia en Nueva-York, graba un disco en la casa Columbia, con números de Flamenco y Baile Clásico Español, que figuran en el repertorio que presentan en el teatro: La Danza del Molinero de Manuel de Falla, y Córdoba y Sevilla de Albéniz.
En 1957 participa en la filmación de una película, en el Museo de Esculturas de Valladolid, titulada Fuego en Castilla, de José Val del Omar.
DISCO RECITAL DE CANTE FLAMENCO PURO
En 1960 organiza en el Teatro de la Comedia de Madrid un magno Festival de Cante Grande y Puro, a beneficio del Hospital Provincial, en el que compite con los mejores cantaores del momento: Jacinto Almadén, Jarrito, Pericón de Cádiz, Pepe el de la Matrona, El Pili, Rafael Romero, Juan Varea, Manolo Vargas, y los tocaores Pepe de Badajoz, Vargas Araceli y Andrés Heredia.
Esta desconocida faceta le valdría para que en 1963 la Casa Vergara lo lanzara como cantaor con el disco Recital de Cante Flamenco Puro. En la contraportada Vicente Escudero afirma:
Se ha hablado mucho de cante grande y de cante chico. No estoy de acuerdo con este argumento, pues yo he oído más de una vez a un cantaor cantar un cante grande y dejarlo muy pequeño, contrariamente, he oído a otro cantaor hacer de un cante chico una catedral.
La verdad es que al escuchar este disco, por más cariño que le puse a la grabación, no creo que este terreno fuese sinónimo de reconocimiento y éxito del polifacético Vicente Escudero.
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