A PROPÓSITO DEL ABORTO ¿DÓNDE ESTÁN LAS MUJERES DEL PARTIDO POPULAR?
Resulta nauseabundo tener que discutir de nuevo sobre el derecho de las mujeres a su libertad. Repugna —es verdad— pero no nos podemos retirar del combate contra ese machismo integrista e hipócrita que imaginábamos superado. Se tendrá que vencer el cansancio porque no ofrecen otra salida. Son los carcas cargados de prejuicios y los amorales profesionales del cinismo, quienes obligan a los demócratas. Es, paralelamente, muy triste tener que dedicar en estos momentos difíciles, energías y paciencia a un tema que está resuelto desde hace décadas en todas las sociedades civilizadas, como lo estaba en la nuestra.
Josep Ramoneda, con una serenidad infinita, ha vuelto a apelar a la franja liberal de la derecha española, anclada en aguas de soberanía [del Partido] Popular, para que se rebele contra la deriva integrista y represiva de la dirección partidaria. Admiro a Ramoneda por varias razones, particularmente por su capacidad analítica de la realidad social que vivimos, por la pedagogía de la claridad con la cual explica los resultados de sus análisis y, también, por la calma de que hace gala cuando participa en debates con personas que, a pesar que se disfrazan con vestidos y retórica actuales, no dejan de ser anacrónicos personajes de la Vetusta de Clarín.
Cansa, agota, tener que volver a discutir sobre la inviolable libertad de ejercer los derechos individuales que no colisionan con los derechos de los otros. A propósito del derecho al aborto, es insoportable tener que debatir en torno al derecho de una mujer que no quiere continuar con un embarazo no deseado. Aquellos que tenemos cierta edad, como es el caso de Ramoneda y el de un servidor, estas cosas ya las discutimos en los años setenta del siglo pasado y volver sobre ellas nos genera —cuando menos a mí— un rechazo casi insuperable. Y es que pasadas las décadas, sabemos por experiencia que no hay más que dos posibilidades: el antagonista es una persona que habla desde su confesionalidad, religiosa o política, y discutir desde la razón es imposible con el fanático; o el antagonista es un cínico, y entonces tampoco merece la pena la discusión. No quieren debatir, quieren imponer sus dogmas. Como explicaba recientemente El Roto en una de sus magistrales viñetas: «Como no creéis en los pecados, los convertiremos en delitos».
A propósito de la vuelta atrás en materia de derechos de las mujeres, que propicia el camaleónico Gallardón, Ramoneda ha argumentado que frente a un ejercicio del poder, fundamentado en el reconocimiento del margen de libertades de los ciudadanos y en la tolerancia que impide imponer las propias ideas como obligatorias, el Gobierno de Rajoy ha vuelto a poner el sistema de derechos y libertades bajo el signo de las prohibiciones y de las restricciones. Y es en ese escenario en el que han reaparecido algunas de las obsesiones tradicionales de la derecha española: la desconfianza hacia los ciudadanos, los recelos con las mujeres, el desprecio a los perdedores y la sumisión a la tutela religiosa.
Vuelta a empezar. Una vez más tropezamos con la derecha pura y dura de siempre, tan recalcitrante ella. Sorprende no obstante, cuando menos a los optimistas históricos, que la cohesión interna del Partido Popular no presente fisuras o grietas como resultado de un recorte de la libertad individual tan central y emblemático como es el del derecho al aborto. ¿Cómo es que no aparecen disensiones rompedoras dentro del partido en un tema que atenta frontalmente contra la libertad individual?
¿Y qué pasa con las mujeres popularistas? Más allá de alguna que se ha atrevido a discrepar respetuosamente, ¿es que no hay mujeres que antes de ser del PP son mujeres que entienden la problemática dramática de las que deciden abortar?
¿Hay que tener un máster en estudios de género para entender que la nueva ley que se propone es profundamente despreciativa, maltratadora de las mujeres? ¿Aceptan hasta la extrema crueldad de negar las malformaciones del feto como causa de aborto? ¿Qué piensan las mujeres que militan en el PP? ¿Cómo es que —como mínimo algunas de ellas— no dan un puñetazo sobre la mesa de Génova 13 y dicen «basta»? ¿Es miedo a perder prebendas y canongías, o es que aceptan la disciplina de partido, incluso en contra de su solidaridad hacia las mujeres que sufrirán de por vida por la aplicación de la Ley Gallardón?
Si esto no ocurre, y pronto, muchos ciudadanos entenderán que no les queda otra que recordar lo que fue el anti–franquismo, e incorporarse con espíritu militante al anti–pepeismo, como única forma de defender con uñas y dientes el marco de libertades amenazado por la derecha nacional–católica que nos ataca de nuevo.
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* Joan del Alcázar Garrido (Valencia, 1954) es catedrático en el Departamento de Historia Contemporánea de la Universidad de Valencia. Premio Extraordinario de Licenciatura y Premio Extraordinario de Doctorado. Desde hace más de veinte años desarrolla una actividad investigadora dedicada a la historia de América Latina en general y a la de Chile en particular. Ha publicado diversos libros y artículos en España, México, Argentina, Chile y Brasil, y ha actuado como profesor invitado en distintas universidades españolas y americanas. Entre éstas últimas, cabe citar la University of Virginia en EE.UU, laUniversidade de Sao Paulo, la Universidade Estadual Paulista, la Univerdidade Federal de Paraíba, la Universidade Federal de Rio Grande do Norte en Brasil, la Universidad Iberoamericana, la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) en México, la Pontificia Universidad Católica y la Universidad de Santiago en Chile. Entre sus primeros libros cabe citar: Empobriment i rebel.lia. Els proletaris rurals de l’Horta–Albufera durant l’època dels avalots. Ajuntament de Catarroja,1986; y Temps d’avalots al País Valencià. Diputació de València, 1989. Entre los más recientes: Yo pisaré las calles nuevamente. Chile, revolución, dictadura, democracia (1970–2006), Santiago de Chile, Editorial Universidad Bolivaria, 2009; y (con Sergio López Rivero) De compañero a contrarrevolucionario. La Revolución cubana y el cine de Tomás Gutiérrez Alea, Publicacions de la Universitat de València, 2009; Historia Actual de América Latina, 1959–2009, Tirant lo Blanc Llibres, València, 2011, junto a historiadores de la talla del argentino Waldo Ansaldi, el uruguayo Gerardo Caetano, la mexicano–uruguaya Silvia Dutrénit, el cubano Sergio López Rivero y el mexicano Leonardo Curzio. Sus dos libros más recientes son (Joan del Alcàzar y Esteban Valenzuela eds.), Chile 73. Memoria, impactos y perspectivas, Valencia/Santiago de Chile, PUV/Universidad Alberto Hurtado, 2013; y, en solitario, Chile en la pantalla. Cine para escribir y para enseñar la historia (1970–1998), Valencia/Santiago, PUV/Centro de Investigación diego Barros Arana, 2013.