Sociedad Cronopio

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Los pueblos indígenas de américa del sur y el mundo globalizado

LOS PUEBLOS INDÍGENAS DE LA AMÉRICA DEL SUR Y EL MUNDO GLOBALIZADO

Por Lidio M Valdez*

En la actualidad asistimos a ser testigos, y en cierta medida incluso partícipes, de acontecimientos nunca antes vistos y que ponen en peligro la misma existencia de los diversos pueblos indígenas de la América del Sur. Esto, de ninguna manera implica que hasta hace poco la existencia de los pueblos indígenas fue segura y protegida; por el contrario, todos los pueblos indígenas comparten una historia común, la misma que es larga y sangrienta. Como resultado, muchos de ellos han desaparecido, en muchos casos gracias a las acciones intencionales de las Naciones Estado.

Si bien las acciones de las Naciones Estado siguen afectando negativamente a los diversos pueblos indígenas, en la actualidad el peligro se magnifica debido a la participación de las multinacionales. Estas dos fuerzas, ambas ajenas a la región, a menudo intervienen en forma conjunta, coordinada, haciendo que el impacto de sus acciones sea definitivamente más grande, más agresiva y obviamente más sangrienta. Hoy más que antes, el poder del capital es alarmante porque es capaz de poner fin a la misma existencia de varias culturas milenarias, que lograron mantenerse hasta nuestros días. Por lo tanto, en el contexto globalizado en el que llevamos adelante nuestras vidas cotidianas, es momento de reflexionar acerca de cuál es el futuro de los pueblos indígenas.

Desde el momento que los europeos pusieron pie en la América del Sur, todos los pueblos indígenas de este continente se vieron envueltos en una nueva forma de existencia, en este caso bajo el régimen colonial impuesto por España y Portugal. Por más de 300 años, los varios pueblos indígenas fueron explotados y las riquezas extraídas de sus tierras trasladadas a Europa. Los centros mineros de la época colonial, como Potosí en la actual Bolivia, fueron centros donde miles de seres humanos fueron brutalmente explotados, y donde muchos de ellos incluso perdieron sus vidas. De esta forma, la población indígena fue mermada; a ésta merece agregar las enfermedades que llegaron desde Europa, las mismas fueron mortales para los habitantes originales de la América del Sur.
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Con la así llamada «independencia», la América del Sur se sacudió del colonialismo europeo. Sin embargo, la independencia sólo representó el cambio de quienes estaban en el poder. Con la independencia, las Coronas europeas perdieron sus colonias y sobre todo el control que mantenían sobre los pueblos indígenas. Con esto surgió otro grupo de poder: los descendientes de los europeos. La nueva élite no fue tan distinta de sus antecesores, pues la forma como entraron a relacionarse con los pueblos indígenas no cambió. En muchos casos, la naciente élite fue todavía más agresiva hacia los pueblos indígenas.

Es importante recordar que con la independencia nacieron las actuales Naciones Estado y de este modo es obvio que las Naciones Estado son producto del colonialismo. Con las Naciones Estados también aparecieron las líneas divisorias que cortaron comunidades y separaron a los pueblos indígenas. De este modo, por ejemplo, la Nación Mapuche fue dividida; desde entonces, algunos empezaron a ser identificados como Mapuches de Chile, mientras otros como Mapuches de Argentina. Del mismo modo, la Nación Yanomami fue dividida, algunos empezando a ser reconocidos como Yanomami de Venezuela y otros como Yanomami de Brasil.

Una vez dividida, los pueblos indígenas cuya población ya habían sido considerablemente mermadas durante la época colonial, se convirtieron en minorías en sus propias tierras. Al mismo tiempo, en el proceso de construir las nuevas Naciones Estado, los pueblos indígenas nunca tuvieron la oportunidad de participar y tomar decisiones; en su lugar, los descendientes de los europeos fueron quienes se tomaron la libertad de decidir en nombre de los pueblos indígenas, quienes desde entonces fueron —y siguen siendo— considerados como «menores». He aquí el paternalismo de los padres de las patrias. Además, las Naciones Estado declararon su soberanía no sólo sobre los pueblos indígenas, sino también sobre sus recursos, especialmente sus tierras —las tierras indígenas—. Así, las tierras de los Kogi se convertirían en tierras del Estado Colombiano, las tierras de los Waorani en tierras del Estado Ecuatoriano, las tierras de los Machiguenga, en tierras del Estado Peruano, las tierras de los Kayapó, en tierras del Estado Brasileño, y las tierras de los Aché, en tierras del Estado Paraguayo. Estos son algunos ejemplos de cómo cada uno de los pueblos indígenas de la América del Sur perdieron sus tierras sistemáticamente y se convirtieron en foráneos en sus propias tierras, en la misma tierra que vio nacer a sus ancestros.
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A lo largo de los años, la relación entre los pueblos indígenas y las Naciones Estado fue empeorando. En particular bajo la coyuntura neo–colonial, neo–liberal y globalizada, cada uno de los pueblos indígenas que férreamente se han mantenido hasta nuestros días, corren el peligro de desaparecer definitivamente. Muchas han desparecido debido a las acciones genocidas de las Naciones Estado, que bajo el pretexto de la «conquista del desierto», por ejemplo, lograron erradicar vidas humanas y culturas indígenas. Muchos otros fueron incluso esclavizados y aniquilados durante el auge del caucho en la Amazonia.

En nuestros tiempos, la agresiva actitud de las Naciones Estado ha crecido. La razón fundamental para este cambio radical del comportamiento de las Naciones Estado es el interés en el capital que poseen —y suponen traer a los países en desarrollo— las empresas multinacionales. Es importante recordar que apoyados por el enorme capital que poseen, las multinacionales están en la capacidad no sólo de decidir los Jefes de Estado, sino también de cambiar las legislaciones que gobiernan a cada una de las Naciones Estado. Al darse esto, las mismas leyes a menudo están diseñadas para favorecer los intereses de las multinacionales, quienes tienen la potestad de ingresar a cualquier territorio con el objetivo de extraer sus recursos. Por lo tanto, no es extraño que las Naciones Estado, a menudo, estén encargadas de salva guardar los intereses de las multinacionales, proporcionando incluso seguridad.

Las multinacionales, sean éstas empresas mineras, petroleras o gasíferas, ingresan a los países de la América del Sur en coordinación con las Naciones Estado y siempre bajo el pretexto de «desarrollo». Del mismo modo, otras empresas de la misma jerarquía y poder que las anteriores, como vienen a ser las de agricultura de exportación, la crianza de ganado y la tala de los árboles, muchos de estos en la Amazonia, destruyen no sólo la delicada biodiversidad que existe en dicha región, sino también ponen en peligro la misma existencia de un sin número de pueblos indígenas que consideran la Amazonia, su territorio, su casa.

No existe un sólo ejemplo donde los esfuerzos combinados de las Naciones Estado y las multinacionales hayan llevado el pregonado «desarrollo» hacia las comunidades indígenas. En todos los casos conocidos, el referido desarrollo se traduce en destrucción, miseria y muerte de pueblos enteros. Por ejemplo, las tierras de la Amazonia del Ecuador han sido contaminadas por la empresa petrolera Chevron. Del mismo modo, la Nación Xavante perdió sus tierras a los rancheros, quienes también han dejado sin árboles una extensa región de la Amazonia. El gas natural que se extrae de las tierras de la Nación Machiguenga a la fecha no ha beneficiado absolutamente en nada a los pueblos Machiguenga. Por el contrario, las diversas empresas mineras que vienen operando en varios puntos del Perú, por ejemplo, vienen contaminando los diversos ríos que son confluyentes del Río Amazonas. Se debe recordar que las aguas de dichos ríos son también las que incontables pueblos indígenas consumen, al igual que los recursos ahí presentes, como los peces.
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De esta breve reflexión, queda evidente que las Naciones Estado constituyen la principal entidad que ponen en peligro la existencia de los pueblos indígenas. Para modificar esta alarmante situación y mejorar la condición en la que actualmente se encuentran dichos pueblos, se hace necesario y urgente repensar la relación Nación/Estado y pueblos indígenas. Las Naciones Estado no pueden continuar expropiando las tierras y recursos de los pueblos indígenas. Por el contrario, es momento que las Naciones Estado acepten que ellos son un obstáculo para los pueblos indígenas y aceptar que los pueblos indígenas tienen el derecho de decidir sus propias vidas y futuros. La historia enseña que la condición de vida de los pueblos indígenas ha empeorado significativamente desde el momento que las Naciones Estado empezaron a interferir en las vidas de los pueblos indígenas. Por lo tanto, es momento de terminar dicha interferencia. Finalmente, se debe aceptar, por más dolorosa que ésta sea, que ninguno de los pueblos indígenas nunca necesitaron de la intervención de las Naciones Estado. Queda poca duda que solos, controlando sus tierras y sus recursos, los pueblos indígenas son capaces de continuar con sus vidas y sus formas de vivir tienen que ser respetadas.
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* Lidio M Valdez es licenciado en Arqueología de la Universidad de Huamanga, en Ayacucho, Perú. Es doctor de la University of Calgary en Canadá. Tiene un postdoctorado de la Trent University, tambien en Canadá. Ha sido profesor adjunto en varias universidades canadienses, como University of Alberta, University of Calgary, University of Victoria y Lethbridge University. Actualmente se desempeña como profesor en la MacEwan University de Canadá. Ha realizado investigaciones arqueológicas y etnográficas alrededor de temas como los patrones de asentamiento, subsistencia, análisis de la cerámica, patrones mortuorios, contacto e interacción cultural, el origen de la guerra y últimamente el origen de la ciudad. Las culturas antiguas especificas en ñas que se ha interesado son: Inka, Chanka, Wari, Huarpa y Nasca. Actualmente realiza investigaciones relacionadas con el uso de la hoja de coca en tiempos pre-Inka en los Andes Centrales. Resultados de sus investigaciones han sido publicados en diversas revistas cientificas y en varios paises, inluyendo Australia, Polonia, Inglaterra, España, Chile, Canadá, Argentina, Perú y los Estados Unidos. Están publicados en revistas científicas como World Archaeology, Current Anthropology, Journal of Anthropological Research, Latin American Antiquity y American Antiquity.

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