DE LA CORRUPCIÓN Y OTROS DEMONIOS
Por David Hurtado Cadena*
Son muchos los demonios que están destrozando nuestra sociedad. Día a día nos cuentan los grandes daños que unos pocos causan. Son bofetadas a nuestro país, a nuestra población, a los que están y a los que vendrán. Como les digo: nos cuentan pero no nos damos cuenta, son bofetadas pero no logran despertarnos.
Debo admitir que los noticieros y portales de noticias me han tenido cautivado últimamente. Estos días no han sido de aquellos en los que las que las secciones de deportes y farándula se toman el 65% del contenido (un demonio más), por el contrario, le han dedicado numerosas franjas a hablar de un tema que se ha puesto al descubierto, aunque curiosamente, no es un tema nuevo.
Hablo de aquel circo que incluye un carrusel, de esos hermanitos que hasta filósofos resultaron, hablo de aquel demonio que hoy deja otro inmenso hueco económico en nuestra nación. Ha sido triste ver cómo nos van contando de a pedacitos todos las travesuras de los contratistas y sus cuarenta ladrones, lo ha sido también ver cómo empezamos con una pena mínima de quince años, y ya vamos en tan solo tres, pero lo más triste es ver cómo a nosotros, los colombianos, nos pasan las mismas cosas una y otra vez. Aquel dicho popular «a un perro no lo capan dos veces» no se aplica para nosotros.
Hace poco percibí un despertar, me emocioné al ver cómo la juventud colombiana se volcó a la política, no a la politiquería, y tomó no solo el papel que se merecía en unas elecciones sino la importancia que el país necesitaba. Y no interesa quién haya ganado aquellas elecciones, si fue el que más o menos jóvenes tenía en sus filas. Siento que de ahora en adelante todo será distinto; esta generación influirá en las decisiones futuras y son ya ejemplo para las generaciones que vienen. Fue el efecto tardío, pero tan esperado, de esos bofetones. Ya era hora, ya es hora.
El país se acostumbró a que tocaba «ser grande» para hacer grandes cosas y así nos fueron educando. Desde pequeños nos decían que para lograr cosas importantes tocaba primero prepararse, estudiar, ganar experiencia y después sí intentar lo que desde pequeños soñábamos. La respuesta a los sueños de los jóvenes era «cuando sea grande mijito».
Hoy en día la cuestión es diferente, no porque le estemos quitando importancia a la preparación y al estudio, sino porque le estamos dando mayor importancia a nuestros sueños de jóvenes. La preparación ya no es antes ni después, ahora va acompañada de la búsqueda de nuestro sueños; es por eso que el voluntariado juvenil ha venido creciendo en los últimos años, y es por eso que existen organizaciones como la Red Colombiana de Jóvenes —RECOJO.
Un joven que ha trabajado para una organización social o un joven que ha creado un proyecto y ha hecho emprendimiento social, sin importar si ese proyecto se mantiene en el tiempo o no, es un joven diferente. Es un joven que logró su grandeza sin atarla a su edad, y con el tiempo esa grandeza logrará acabar con esos demonios que dejamos crecer de tanto esperar. Tal vez el esperar haya sido el mayor de los demonios.
David, comparto la angustia y la reflexión!!