LA CULTURA DEL VIAJERO INSACIABLE
Por María Gómez Amich*
«A quienes me preguntan la razón de mis viajes, les contesto que sé bien de qué huyo pero ignoro lo que busco», decía el filósofo Michel de Montaigne, allá por el siglo XVI. Reconozco con total seguridad que mi caso es similar al de este conocido humanista puesto que la «monotonía estática» es el estado del que intento escapar con todas mis fuerzas. La existencia de tantos países, lugares y rincones por descubrir y conocer, me da la vida cada mañana y me proporciona una vehemencia y una fuerza dignas de mención.
Y es aquí, en este breve relato de mi mundo interior y de mis más secretas emociones, donde confesaré la frescura que me regalan las imágenes de espacios recónditos y apartados que se encuentran al otro lado del planeta. Cuanto más lejos, mejor. Porque los pensamientos forjados sobre la belleza de una tierra remota, el esplendor de un paisaje, el exotismo de una cultura y una religión desconocidas, el descubrimiento de un lenguaje ignorado o la cálida sonrisa de un rostro, que ve y aprecia de diferente manera el mundo en que vivimos y las cosas que encontramos en cada recodo, me conducen, desde la tranquilidad de mi morada, a una suave inquietud, a una infinita ansiedad que no me permiten descansar sabiendo que, en otra parte, existen culturas de las que podré aprender nuevas representaciones de la realidad, nuevas pasiones, nuevos temores. Culturas variadas, diversas entre sí. Nunca enfrentadas sino complementarias, ya que la belleza del planeta reside exactamente en la sorprendente posibilidad de complementarnos con personas ajenas a nosotros, de raza, cultura, historia y creencias distintas a las nuestras.
Esa belleza que brota del amplio número de lugares, con sus gentes y sus visiones del mundo, es la que me lleva a abandonar mi cómodo y acogedor hogar para adentrarme en lo desconocido. Y una vez allí, me siento en paz porque percibo que es el lugar al que pertenezco. Es en ese punto del planeta, exacto pero indeterminado, conocido pero ajeno, accesible pero recóndito, donde debo estar. Donde la arena dibuja el círculo del que hablan los poetas sufíes. No doy nada por cambiar su ubicación porque me permite sonreír por dentro, colmándome de felicidad y dicha, de bienestar y satisfacción. Es exactamente ahí donde soñaba estar unos días atrás, cuando me decía a mí misma que la ansiedad y el desasosiego que sentía se apaciguarían una vez alcanzara ese punto.
Pero, ¿a quién pretendo engañar? Antes, incluso, de emprender la marcha, sé que, una vez alcanzado el destino, ese pesar y esa congoja volverán a adueñarse de mí. Porque el mundo es interminable y las fronteras se diluyen en el horizonte. Porque cada país es un mundo y cada mundo una parte de un universo cultural que multiplica hasta el infinito el número de destinos por descubrir, por explorar, por conocer y, sobre todo, por saborear. Pero también sé que en mi siguiente e inevitable periplo me acompañará la evocación de otros cielos, otros mares y otras tierras habitadas, porque cuando decido cambiar de espacio vienen conmigo, transformados en recuerdos, el aroma de los platos que me dieron a probar, el olor de los inciensos que encendieron a mi paso, las palabras indescifrables aprendidas en el camino, las risas que llenaron mis oídos, el tacto de las manos que apretaron las mías al conocernos y el roce de los labios que besaron mis mejillas al despedirnos.
José Sánchez dijo una vez: «¡Ay de aquellos que han osado emprender el Camino del Viajero, porque se afanarán únicamente por intentar satisfacer en vano su insaciable pasión por los viajes y nunca considerarán haber viajado lo suficiente». Presta atención a la advertencia de quien está considerado la tercera persona más viajada del planeta. Quizás tú aún estés a tiempo. Para mí ya es demasiado tarde.
REFERENCIAS
DE MONTAIGNE, MICHEL [Consultado el 8 de julio de 2013] https://es.wikiquote.org/wiki/Michel_de_Montaigne
SÁNCHEZ, JORGE: Advertencia benévola al aspirante a Viajero [Consultado el 10 de julio de 2013], https://jorgesanchez.es/advertencia-2/
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* María Gómez Amich trabaja como profesora de ELE desde hace seis años en países como Estados Unidos, India y Sudáfrica, donde ejerce desde 2011. Es licenciada en Traducción e Interpretación (Universidad de Granada) y cuenta con un Máster en Comunicación Intercultural (Universidad de Alcalá de Henares) y otro Máster Internacional de Profesor de Lengua Española (Universidad Pontificia de Salamanca). Sus líneas de investigación principales son la didáctica del español para extranjeros y la interpretación de lenguas en zonas de conflicto.