AYOTZINAPA, UN DOLOR PARA TODA LA VIDA: LOS (43) DESAPARECIDOS POR EL ESTADO MEXICANO
Por Demetrio Anzaldo González*
Primera parte.
Para leer la segunda, pulse aquí
«A las generaciones pasadas y por venir,
A las mujeres y hombres de la otra y esta historia,
A las jóvenes y las no jóvenes de las infaustas masacres genocidas (Ayotzinapas)
— (A los de Ayotzinapa) ¡Ayotzis sigan con nosotros los estamos esperándo!
—Me parece que muy importante traer las voces de la gente que vive pero también de la gente que ha muerto y por eso éste, es un homenaje a nuestra gente porque el dolor es tan intenso que no puedo dejar de preguntarme por qué lo estoy haciendo (este mismo ensayo que están leyendo). Espero que ustedes me puedan ayudar a paliar el sufrimiento existencial/mundial.
—no se pierdan…vale…MM
— Nosotros somos diferentes y éso es a lo que le tienen miedo pues, a que nuestra
visión del mundo se generalice y de hecho se ha generalizado; aún y cuando nos
apaguen (maten) creo que el movimiento ha marcado a la sociedad mexicana».
(Omar García Velázquez, enero, 2015 )
«El estado proletario creará leyes, principios y tribunales que expresen, representen y defiendan auténticamente los derechos e intereses de todos los trabajadores y de toda la sociedad cuya base fundamental será la democracia socialista que habrá de considerar a todos lo trabajadores en penitud de derechos y obligaciones y colocar a la mujer en un plano de igualdad ante el hombre, ante el trabajo y ante la sociedad… Fragmento».
(Principios y objetivos del ideario del Partido de los pobres, PDLP https://partidocomunistademexico.files.wordpress.com/2013/12/lucio.pdf)
BIENAVENTURADO EL QUE LEE…
Algunas personas piensan que no se necesita ir a la escuela para aprender a leer o escribir cuando hay voluntad propia y ayuda ajena al hacerlo, pero no es suficiente; por otra parte, también hay otras quienes dicen que es necesaria una vocación adecuada aplicada en lo social/personal para lograr un desarrollo integral, justo y para poder hacer un uso real disfrutando de los derechos humanos en la vida; pero, tampoco, éso, es, ni ha sido suficiente. Confían los más en que si bien no es suficiente tener educación ni saber leer y escribir para disfrutar de la vida, sí lo es el consenso de que por medio del trabajo y de la educación los seres humanos podremos lograr tener una vida mejor y hacer un uso práctico/compartido de los derechos que como seres humanos tenemos; pero todo sigue siendo insuficiente. Finalmente, muchísimas personas más no dicen nada y hacen que su silencio e insuficiencia lo diga todo. En fin, son actitudes extrañas, ideas diferentes, otras opiniones, otras mujeres y otros hombres las que las crean, todas diferentes; son voces humanas diferentes y con incontables diferencias que vibran a diferentes frecuencias en el mundo multicultural y tan diverso que, creemos habitar y acepta ésas, sus diferencias todas, cobijándolas; cobijando a las y los diferentes que también viven y tienen derechos como iguales en el mejor de los mundos, nuestro mundo. Ellas y nosotras, creemos que la libertad, igualdad, fraternidad, justicia, paz, armonía y el amor ha lugar en la tierra para hombres y mujeres que la pueblan, el ideal sociouniversal histórico y eternamente anhelado, una especie de utopía cierta en el mundo, en su asepsión del mejor lugar para todas y todos.
Sin embargo, no ha sido verdad ni ha sido suficiente y la evidencia es la sombría e incierta realidad en la que estamos/vemos, en la que no estamos/no vemos, en la que vivimos/morimos. La realidad muestra la falta porque no hay políticas ni voluntades que defiendan o practiquen los derechos humanos para todas, sí para las mujeres y para todos los hombres; ésa, incomplitud en los gobiernos y sociedades humanas actuales sigue siendo la que rebase/descubra esa insuficiencia para aceptar ideas, actitudes de otros y otras; los odios y guerras que alimentan el baño de sangre en el mundo desquebrajan toda suficiencia/creencia utópica en la vida.
Ante los brutales hechos sucedidos en el pasado y ante las atrocidades recientes en contra de los jóvenes estudiantes pobres en el mundo, incluyendo a la masacre en Iguala Guerrero, México se ha puesto en entredicho no tan sólo la valía de los aspectos educativos y laborales, sino el sentido de la vida humana y esta tragedia queda manifestada ante la permanente crisis de los derechos humanos en México y en el mundo. ¿Por qué? Porque al cortárseles las alas a los jóvenes estudiantes que comenzaban a volar, a soñar y edificar una vida plena, se está literalmente autoinmolando la especie humana al eliminarse el derecho humano más grande, el de la vida; la existencia de cada una de las mujeres y hombres al igual que la propia. Lo ha visto/recordado el estudiante, maestro, líder, vocero de una de las esperanzadas Ayotzinapas sacrificadas en el pasado, Lucio Cabañas Barrientos (México 1938-1974):
«—Desgraciados los pueblos donde la juventud no haga temblar al mundo y sus estudiante se mantengan sumisos frente al tirano (Lucio Cabañas Barrientos)»
lo han visto los universitarios y politécnicos del funesto 1968:
«Por más demagogia que se les inocule, por más droga que se les aseste, ellos recordarán siempre en lo más íntimo de su mente, las golpizas y los asesinatos de que fueron víctimas sus hermanos… Recordarán… —por más que el gobierno se empeñe en hacérselo olvidar» (Eduardo Valle Espinoza).
Lo han visto los jóvenes del #Yosoy132:
«No olvidamos los movimientos trascendentales para el país: la expropiación petrolera, el vasconcelismo, las luchas por la autonomía universitaria, la insurgencia armada de los 70, los movimientos estudiantiles por la defensa de los albergues en el Politécnico en 1958, el movimiento de Tlatelolco de 1968 y el jueves de Corpus de 1971. No olvidamos la guerra sucia y sus desaparecidos y presos políticos. Toda esta historia la reivindicamos y recordamos; hoy ser 132 es ser historia» (Olivares).
Y, también lo han visto los jóvenes estudiantes de Ayotzinapa:
«Lo que se vive ahora es un horror que venían tapando, que han querido encubrir, pero que les ha explotado…llamamos a la comunidad estudiantil, a las organizaciones sociales a la sociedad civil en general a que se sume a este movimiento… somos estudiantes» (Omar García Veláquez).
Bienaventurada la que lee, la que piensa…
Bien lo ha visto/entendido también Lydia Cacho y muchas de nosotras:
Está claro que los 43 no eran sumisos jóvenes indígenas, maestros que soñaban con enseñar a leer y escribir a los niños y niñas para que eventualmente tuvieran un trabajo miserable, sino para que puedan trabajar y defender sus derechos y vivir dignamente. Los 43 son, o eran, jóvenes preparados para la vida, para la política, para la batalla contra la opresión, informados, organizados, inteligentes, rebeldes y muy probablemente indignados y rabiosos con la forma en que su estado y su país les ha tratado desde que nacieron. Muertos o vivos, estamos hablando de activistas que salieron a dar una batalla sobre la cuál los órganos de inteligencia del Estado tenían información. Jóvenes aguerridos que hartos del narco-gobierno querían una vida libre, sana y justa para todos.
El anhelar una vida justa, sana, libre es lo que demandan todas las personas en el mundo, pues los 43 jóvenes estudiantes desaparecidos en contra de su voluntad igual la querían. Pero aún ahora mismo hay quienes los señalan como guerrilleros, pandilleros, comunistas, indios revoltosos; pero ya sabemos del discurso mentiroso de la oficialidad rampante en México; porque estigmatizar o clasificar a los seres humanos y señalárseles como deseables o indeseables en las sociedades humanas, los gobiernos, sus dirigentes destruyen y dividen a las población perpetuando crímenes de lesa humanidad: la maldita oleada de sangre, dolor y muerte que recorre nuestros tiempos, la violencia estructurada (Pérez-Anzaldo) que recorre nuestra tierra mexicana con sello oficial Hecho en México: genocidio, feminicidio, racismo, xenofobia, narcotráfico, nepotismo, corrupción, misoginia, desigualdad, hurto, abuso, masacre, pobreza, muerte, impunidad, corrupción (Simmons) y una larga lista, interminable, inhumana.
Esta nociva violencia estructural es la que permea en el discurso oficial que omite datos, excluye individuos de la categoría de seres humanos, manipula conceptos a conveniencia de los grupos hegemónicos, legitima el uso unilateral de la violencia e, inclusive, la banaliza al negarla. No es sólo ese ominoso silencio oficial lo que permite el auge de los actos irracionales, sino también el maniqueo uso y control que se hace del lenguaje. La crisis humanitaria que ha provocado la recurrente práctica de la violencia debe ser atendida y uno de los primeros pasos para erradicarla consiste precisamente en restituir a las víctimas su condicion humana reinsertándolas en el discurso oficial. (Pérez-Anzaldo, 135)
En el caso de las y los ciudadanos olvidados, rechazados, señalados y estigmatizados por sus neoliberalizados gobiernos alrededor del mundo, se recruduce, injustamente, esa violencia que acaba con sus vidas, exacerbando sus males/sufrimientos entre los cuales, malamente, sobreviven. Para ellas y ellos no hay ninguna oportunidad de salir del estado deplorable porque se les ha quitado su lugar, sus derechos, sus vidas/voces; son víctimas del odio, de la misógina cerrazón gubernamental estatal que ordena violentas políticas de exterminio. Para una sociedad que niega, desconoce, desaparece y asesina a sus habitantes no hay utopía ni futuro. Los sin escuela, los sin trabajo: los ninis como se conocen en México. Ellos no tienen lugar ni mucho menos esperanza en un mundo globalizado/racista que les cierra todas las puertas. Como no ha lugar para sus mismas compañeras jóvenes estudiantes y trabajadoras al limitárseles y condicionarles su admisión a las escuelas y universidades. Los jóvenes estudiantes quedan al garete si se les cortan fondos y recursos educacionales, más si se les cierran sus escuelas o se eliminan programas funcionando; quedan fuera del mundo si se les destruyen sus centros del saber, si se les asesina brutalmente por el hecho de ser estudiantes. El Estado mexicano es un estado Fallido y Amaia Pérez Orozco lo entiende, al igual que sus colegas, al explicitar lo conceptual en «la vida que merece ser vivida»:
Parte de que «vivimos en un sistema civilizatorio que no sólo es capitalista, sino heteropatriarcal, racista, colonialista y depredador con el medio ambiente, y por ello debemos construir otro que ponga como centro la existencia humana y la del planeta.
«Debería darnos miedo el sistema de muerte que tenemos hoy, y que en el caso de México se ve clarísimo. En otros sitios está un poquito maquillado, pero aquí es clarísimo». Para esto es importante «no creer que una sola posición política tiene la verdad. Construir una utopía compartida del mundo al que queremos caminar. Necesitamos una utopía porque el mundo que tenemos está en crisis y tenemos que decidir cuál es el mejor lugar y no ir hacia un desastre» (Juárez).
Ante la muerte mexicana inconcebible y absurda a manos de sus semejantes no queda nada, nadie; parecida situación que descubre la autoflagelación/nulidad/destrucción de lo analizado por José Luis Solís González en cuanto a la falta de racionalidad y legitimidad del Estado mexicano y la tendencia asesina del presente régimen neoliberal; porque en sí,
El régimen político neoliberal, al negar en los hechos la universalidad del Estado, conlleva al mismo tiempo una tendencia a su desintegración en tanto que Estado capitalista, dado que impide la continua recreación de su forma general como poder abstracto e impersonal, es decir, de todos y de nadie (Pasukanis, 1970), constituyéndose, en cambio, en una forma aberrante (Estado narco) al servicio de una economía mafiosa (Buscaglia et al., 2006).
La absurdamente inhumana tragedia juvenil estudiantil y laboral -de los cuarenta y tres estudiantes desaparecidos en Iguala, Guerrero el 26 de septiembre de 2014- que se vive hoy no es tan sólo una crisis mexicana sino que es una emergencia compartida a nivel internacional. Sí, la crisis de los derechos humanos no es particular solo a un tiempo ni lugar específicos sino que ésta, es una crisis universal que marca nuestra pobre existencia como seres humanos consumiéndonos y consumiendo al planeta. No es el «consumismo» de los pobres sino el consumismo del Estado mexicano que tortura, despedaza, devora, destruye todo y a todos los demás sin misericordia y como práctica rutinaria. Todo esto ha sido y sigue siendo denunciado por propios y extraños. A las sentencias, investigaciones y fallos en contra del gobierno mexicano, comandado por un poder ejecutivo sin pies ni cabeza, hechas por organizaciones como Human Rights Watch, Comisión Interamericana de Derechos Humanos, ONGs, La Organización de las Naciones Unidas, ONU y otros se une también Amnistía Internacional:
«Este informe vital y mordaz de un experto de la ONU sobre la tortura destaca una cultura de la impunidad y la brutalidad a la cual le hemos estado haciendo campaña durante años. El Presidente Enrique Peña Nieto no puede alegar desconocimiento sobre este tema. Por el contrario, se debe aceptar y actuar sobre todas las recomendaciones de la ONU establecidas en el informe del Relator Especial», dijo Erika Guevara-Rosas, directora para las Américas de Amnistía Internacional.
Baste mirar las últimas noticias e investigar la historia, basta escuchar lo que se dice y habla en todas partes al comprender, al saber y al reflexionar del por qué los derechos humanos, supuestamente universales/ inalienables, no son practicados en muchos de los Estados nacionales y Gobiernos de la Tierra, menos por el mexicano; «Particularly in an era in which states turn self-blinded eyes to overlook massacres by other states» (Fein, 99). Preguntarse por qué no les fueron otorgados a la mayoría de aquellos hombres y aquellas mujeres del ayer, del pasado, sus derechos como seres humanos o el por qué se les han negado a las mayorías de hoy en día que sufren en un presente siempre empapado de sangre (los diferentes grupos humanos jóvenes, mujeres, viejas, seres humanos pobres, explotados y marginados; los mal llamados minorías, los otros, los nadies (Galeano) y los que no quieren ser nadies los estudiantes eternos) en el que habitan. Desgraciadamente, se ha caído en la cuenta de que muchos nunca disfutaron de sus derechos, los menos, siguen esperándolos y otros, quizás ya nunca los tendrán porque se los habrán arrebatado para siempre y no se hace nada para que todo quede en el olvido, en la impunidad…
Como no lo han hecho las autoridades mexicanas con los jóvenes estudiantes de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, Guerrero México —cuya desaparición forzada por miembros de las fuerzas del Estado mexicano llevada a cabo la noche del 26 de septiembre de 2014 en la ciudad de Iguala, Guerrero, México sigue sin resolverse—. A pesar de las promesas firmadas por el presidente mexicano y su gabinete el 29 de octubre de 2014 cuando muy tardía y negligentemente se reunió con los padres, madres de los jóvenes desaparecidos por las fuerzas estatales y criminales:
[…]Ya habían pasado cinco horas y no habíamos comido. Sólo agua ofrecieron. Y al final no quería firmar los acuerdos. Dijo que su palabra bastaba y que públicamente lo diría ante los medios. Los padres dijeron que no, que ellos podían esperar el tiempo que fuera porque ya bastaba de compromisos al aire, y que si habían esperado más de un mes para que él se reuniera con ellos, por qué no habrían de esperar más horas. Peña Nieto consultó a sus funcionarios, hicieron una bolita y finalmente accedieron. La redacción de la minuta llevó poco más de una hora. Nosotros no fuimos a tomarnos una foto con él ni a hacer ninguna declaración conjunta.
Los acuerdos están, pero de aquí a que se cumplan. No era firmar acuerdos, porque no era una negociación, pero sí había que responsabilizar al Estado de las desapariciones forzadas y por eso demandamos que los papeles llevaran la firma del presidente. (Muñoz, https://www.jornada.unam.mx/2014/11/08/oja-cinco.html)
(Continua página 2 – link más abajo)