ENTRE VERANOS: CRÓNICA DE UN CALOR (PUERTO RICO)
Por Francisco Cabanillas*
[x_blockquote cite=»Julio Cortázar» type=»left»]Explorador, explorador, no hay como dejarse llevar por la poesía, quiero decir por la asociación de palabras y las cosas: de una naranja y una arcilla nace lo que apenas estabas queriendo decir de otra manera, seguramente menos bien[/x_blockquote]
[x_blockquote cite=»Pedro Pietri» type=»left»]Los brazos de quién nos desayunaremos mañana por la mañana? [/x_blockquote]
I
Entre el saxo de Paquito d’Rivera y la trompeta de Arturo Sandoval, el jazz latino escupe pus político. Tinta de una derecha rancia. Disonancia que remite, por oposición melómana, a la antología de Miguel Algarín y Miguel Piñero, Nuyorican Anthology (1975), donde los poemas celebratorios del Che y Fidel espantan al saxofón y a la trompeta cubanoamericanos. Crítica miope desde la música; jazz latino cubanoamericanizado, como le gusta a Gustavo Pérez-Firmat que sea la salsa de Miami: pro sistema. Mácula a la que la poesía nuyorican le quita la mancha imperialista.
Claridad; tras la visita de Obama a Cuba en marzo de 2016, la cual, según Chomsky, salva a Estados Unidos del aislamiento al que lo empezaba a condenar, como un boomerang, su política contra Cuba en la Organización de Estados Americanos y en la CELAC, el saxofón de Paquito resuena en la arenga ultraderechista del senador cubanoamericano, aspirante fallido a la nominación del Partido Republicano, Marco Rubio; ambos, político y músico, rechazan el proceso encaminado a la reanudación de relaciones entre Usamércia y Cuba.
¡Desfase!
II
Entre una novela puertorriqueña, Libro I, empezada a leer en el verano de 2015, Barataria (2012), y la realidad financiera que el Estado Libre Asociado de Puerto Rico (1952) enfrenta en julio del mismo verano (2015), a saber, el impago de una deuda pública, odiosa, que, entre 2009 y 2013, puso la casa patas arriba (Fortuño); entre el primer tomo de la novela de Juan López Bauzá, Barataria, y esa realidad financiera en rojo, se produce, espeluznante, un espejismo que hace temblar las bibliotecas del país.
En Parque prospecto (2014), Karen Sevilla habla de «islamiento»: «Si al pecho le preceden / la erosión y la lejanía, / ¿para qué tanto mar? / Así se forma / una isla». En su «poema pánico», Legión (2001), Néstor Barreto embiste: «Tú dirás lo que tú quieras / Y yo lo que yo. / Y ese es sólo el menor de los teoremas».
El juego literario de Barataria; crear un personaje quijotesco cuya locura se manifiesta a través de una arqueología fantasiosa, hace que el impasse financiero que se vive durante el verano de 2015 se sienta como un desplazamiento. Efecto literario; las placas tectónicas del Caribe se mueven. Puerto Rico bascula. El impago de «la ínsula barataria», su hundimiento financiero, producto en gran medida de la realidad colonial, «territorio no incorporado» a Estados Unidos al que no le corresponde, desde 1984, renegociar deudas como hacen los estados, amparándose en la ley federal (Chapter 9); el impago aflora como una plaga, la cual el gobernador, pusilánime, demasiado pusilánime, diría Carlos Gallisá, plantea como trágica durante el verano de 2015.
Se llena el puerto de agua. El gobernador García Padilla anuncia tardíamente la tragedia financiera en julio de 2015 —esperó innecesariamente dos años, dijo Gallisá, pues, desde que el gobernador asumió en 2013, era claro que la deuda no se podía pagar—; lento, dirá después de García Pailla, en el verano de 2016, Eduardo Lalo. El gobernador pospuso la realidad del impago, un colapso anunciado, y por eso mismo empeoró la situación del país. Lo que tenía que haber hecho desde el principio, según Gallisá, era negarse a pagar. Como si fuera poco, García Padilla se destapa justo en el verano (2015) que Cuba y Estados Unidos reabren embajadas en La Habana y Washington.
Las placas tectónicas del Caribe se mueven. Fricción. Contrapunteo imperial. Colapso de Puerto Rico; renovación de Cuba. Desplazamiento y reemplazamiento.
La arqueología fantasiosa de Barataria es también la política anexionista de su protagonista estrafalario y excéntrico, Chiquitín Campala, personaje delirante que se inventa un presente indígena, lleno de taínos, que le impide ver la realidad colonial, de la que solo le importa lo que conduzca a la culminación de la americanización de Puerto Rico en el estado 51 de USA. Convergencia político-literaria; mientras la novela satiriza las ideas anexionistas de Chiquitín, la crisis financiera, la realidad colonial en el contexto neoliberal de Estados Unidos, se encarga de desinflar el ideario anexionista.
Desde la metrópoli, faltan las voces que, durante el verano de 2015, aboguen por «ayudar a Puerto Rico» a salir del atolladero financiero colonial y neoliberal. Silencios estruendosos. Lo que llega de Washington es específico: no se hará nada que implique pagar la fianza (bail out) de la colonia.
Desde las primarias presidenciales, en la segunda parte de 2015, Jeb Bush les dice a los boricuas que arreglen primero la economía de la isla y que después se sientan a hablar de la anexión. Antes, ¡nunca! La ínsula barataria en bancarrota apesta, dicen los republicanos, quienes ven la situación económica de la colonia como el producto de la mala administración isleña.
III
Entre la poesía finisecular puertorriqueña del siglo XIX y el movimiento tectónico del verano de 2015, asediado, además de por el entuerto neoliberal de la súper deuda, por una sequía, producto no solo del clima sino sobre todo de la mala administración gubernamental de las últimas décadas, resuenan los versos que, desde finales del siglo diecinueve, siempre se mencionan al hablar de la hermandad entre las dos islas: «Cuba y Puerto Rico son de un pájaro las dos alas».
Esta vez, sin embargo, una interferencia imprevista rompe el eco poético. En vez de Cuba, Grecia y Puerto Rico parecen de un pájaro las dos alas. Verano de 2015. Revuelo de plumas sueltas; torbellino de alas rotas. Nube de polvo blanco. Sin soberanía política, la deuda boricua engordará los buitres de Wall Street, tantas veces vilipendiados en la Nuyorican Anthology (1975); soberana pero endeudada, empobrecida y marginada, precarizada, Grecia resiste sin éxito el plan de austeridad que Alemania, puño de la Unión Europea, le impone por encima de la soberanía y la democracia griegas.
Verano de 2015. Grecia y Puerto Rico: archipiélagos neoliberales de una deuda anunciada. Y también denunciada.
¿Se apresta Cuba, la nueva Puerto Rico, a volar sola por el Estrecho de Florida, desde 1961, infestado de tiburones dolarizados? ¿Serán Cuba y Puerto Rico de un neoliberalismo las dos caras? ¿Por un lado, la de la promesa económica en Cuba; por el otro, la de la quiebra en Puerto Rico? ¿Comienza en una lo que se agotó en la otra? ¿Son los primeros los últimos?
El geógrafo David Harvey habla de desplazamientos espaciales; en vez de resolver sus contradicciones, dice, el capitalismo las traslada a otros lugares. Periplo. Vaivén. Puerto Rico empieza a sentir la soledad de su laberinto colonial.
IV
Cortocircuito; visualidad parecida a un ego-botánico de Arnaldo Roche Rabell o a un «sersaje» de Roberto Matta. Movilidad rápida. Fugacidades. Entre el arte de Nick Quijano, Un hombre de letras (1992), y la fotografía de Andrés Serrano, Cabeza de vaca (1984), la literalidad pictórica se mira en el umbral de la metáfora. Tentación. Chisporroteo y traslación. Brinco. De la poesía decimonónica al arte del siglo XX; la imagen avícola de Cuba y Puerto Rico cae de culo. Se rompe frente al horno de César Vallejo, donde crepita el pan de la poesía golpeada. En vez de cristales molidos, sin embargo, surgen rostros de una flora tropical enardecida.
Pintura; caras hechas de helechos y otras hojas. Autorretratos (Roche Rabell). Interregno; espesura. Del neobarroquismo de máscaras botánicas de Roche Rabell al minimalismo conceptual de Serrano. Visualidad; un hombre de letras hecho de letras encontradas en la basura: Quijano. La cabeza de una vaca puesta sobre un pedestal: Serrano. Implosión; estallido sordo que se chupa los títulos, como también es el caso de la película de Leonardo Favio, El dependiente (1969).
Vuelta a la literatura. El Libro II de Barataria (2012), leído en el verano de 2016, se retuerce en el molde de sus caderas (meta)novelísticas. Las palabras se miran en el espejo de la primera novela moderna, escrita por Cervantes. Barataria tiembla: «Lo único que vale la pena leer… El Quijote… Que aunque es un libro de mucha diversión, es también el mejor que jamás se ha escrito… el único que vale la pena poseer. Lo llevo leyendo cuarenta años y cada día le encuentro algo nuevo».
En el verano de 2016, caluroso, demasiado caluroso, implosiona el Estado Libre Asociado de Puerto Rico (1952), colonial, siempre colonial. La ficción política que acuñó Luis Muñoz Marín en 1952, colapsa frente a The Last Colony (2015), documental de Juan Agustín Márquez presentado en la isla durante el verano de 2015. Documental que, a su vez, se cruza con el libro de Nelson Denis, War Against All Puerto Ricans (2015), también presentado en la isla durante el mismo verano de 2015. La diáspora boricua, Márquez y Denis, protagoniza la turbulencia anterior a la hecatombe financiera, proclamada este verano de 2016, cuando el gobierno se quedó finalmente sin finanzas. Deuda abrumadora; complicidad a múltiples niveles. Neoliberalismo.
A finales de junio (2016), el «islamiento» poético de Karen Sevilla, «¿para qué tanto mar?», se desinfla tras la ratificación de la ley PROMESA en el senado usamericano. Se anuncia la llegada a la isla en septiembre de la Junta de Control Fiscal, el monstruo antidemocrático que viene a la colonia a aplicar medidas de austeridad modeladas por el Fondo Monetario Internacional. Frente al Tribunal Federal en la Calle Carlos F. Chardón, el 29 de junio, se arma el campamento contra la «dictadura plenaria» (Luis Viera) de la Junta. Ocupación ciudadana; resistencia. De luto, ante la usurpación de poderes que promete la Junta, la bandera de Puerto Rico amanece en el Viejo San Juan vestida de negro y blanco.
A lo largo del mes de julio y principios de agosto de 2016, tras el asalto del zika, el escándalo de las becas presidenciales en la Universidad de Puerto Rico y el intento federal del CDC (Center for Disease Control) de asperjar a la población en secreto con NALED, se diluye el protagonismo del campamento en la Calle Chardón contra PROMESA y la Junta de Control Fiscal en los medios noticiosos, lo que no quiere decir que su dinámica interna decayera. Todo lo contrario; la ocupación, por encima de las críticas viciosas que Carlos Díaz Olivo le hizo al campamento, parece bien preparada para enfrentar la realidad de la Junta en septiembre.
V
En la Plaza Colón, frente al Teatro Tapia, donde el 10 de julio el saxofonista David Sánchez presentó sus nuevas composiciones, «Carib» (2016), «Río que recorre el Caribe. Haití y Borinquen», basadas en melodías de la tradición oral haitiana; en la Plaza Colón la gente se reúne el 21 de julio, a partir de las cuatro de la tarde, día caluroso y húmedo, para enviarle un mensaje al gobernador, cuya mansión ejecutiva no se encuentra nada lejos, sobre el uso ilegítimo del NALED en la isla. «Zona de carga y descarga». Plaza emplazada. Resistencia. Entre los políticos que acuden a la marcha, la alcaldesa de San Juan y el candidato a la gobernación por el Partido de los Trabajadores se pronuncian contra el NALED, químico que el oncólogo Fernando Cabanillas tampoco aprueba.
La heterogeneidad de los manifestantes se pone sobre el tapete. El representante de la comunidad LGBT se solidariza con su enemigo, el representante de la familia; la alcaldesa de San Juan le tiende la mano al presidente del Partido de los Trabajadores. Los de «Nada Santo sobre Monsanto» se reafirman contra la toxicidad del NALED. Convergencias; sentido de unidad. La afronta contra Puerto Rico, el sentido de atropello, precede las diferencias locales. Sin embargo, es claro que entre los que marchan por la Calle San Francisco hacia la casa del gobernador, faltan representantes del anexionismo, casi siempre defensores del gobierno federal.
Entre la muchedumbre que marcha, el líder independentista Julio Muriente camina junto a su hija. En la esquina entre San Francisco y la Calle del Cristo, el exsenador Marco Antonio Rigau, con la chaqueta doblada en la mano, sudando como cualquier hijo de vecino, escucha lo que los representantes del pueblo le gritan al gobernador García Padilla. La humedad se apodera de la sonrisa del artista Nick Quijano, que regresa por la Calle San Francisco hacia la Plaza de la Barandilla, donde concluye la manifestación con un festejo sobre el escenario, que incluye, entre otros, a Mapeyé, Danny Rivera y René Pérez (Calle 13).
Días después de la marcha en el Viejo San Juan, el CDC cancela la aspersión con NALED.
VI
Entre el Libro II de Barataria, coleteando como una novela realista que quiere salirse de las páginas, «Chiquitín se levantó con el primer rayo del alba y de inmediato echó mano a una Coca-Cola y una bolsita de Cheetos que devoró a modo de desayuno»; y el Libro I, «Los caldos de pollo, los cerros de arroz con habichuelas, las carnes, los pescados, las frituras, las ensaladas que Nanó le atosigaba por la garganta para abajo, pese a sus protestas, sanaron pronto a Chiquitín…»; las páginas de la novela neocervantina se calientan.
¡Barataria!
Humo de papel; antídoto novelístico que contrarresta el hollín político de este verano (2016): ¡una bomba de tiempo!, que estalla en medio del calor y la humedad. Canícula; fuego colonial. Impago final del gobierno subalterno; triunfo neoliberal que, como en otros casos, desinfla el país para darle de comer a los buitres de la financiarización. Wall Street prevalece; la Nuyorican Anthology cae de la estantería. El Estado Libre Asociado se mira frente a Adán (1992), primer hombre hecho de basura, de Nick Quijano. El pan de César Vallejo crepita frente al inodoro. La poesía de Yván Silén silena desde las cloacas. La colonia se quema en la desindustrialización usamericana, que deja a la isla en pelotas y con las manos atadas.
Del humo que sale de las referencias culinarias, Barataria hace maravillas como estas: «Buena gente es el pan de agua, que con dos culos y tripa, no caga…, comentó otro de los muchachos. Porque tampoco muy pacífico puede ser si forma parte de esas turbas de allá abajo».
Turbulencia en reposo. Vértigo. Fin del verano (para mí, sujeto diaspórico). Dejo Puerto Rico el 11 de agosto. La llegada a la isla de la Junta de Control Fiscal, en septiembre, promete un infierno que muchos, hastiados de la corrupción de los políticos locales, no ven, deseosos como están de que la Junta venga a la colonia a poner orden entre los manilargos que se lo roban todo. Fantasmagorías de la subjetividad colonial. Invisibilidad del poder. Los buitres sobrevuelan la isla; la precariedad financiera les abre el apetito. ¿Austeridad y hambre? Vórtice.
Barataria se explaya:
¡No juegue con mi alimentación, mi jefe, que eso sí que llora ante los ojos de Dios! Mire, que yo, aunque flaco, como como gusano de cementerio, porque tengo el metabolismo acelerado y una condición en la pituitaria que de verdad es una jeringa, y soy de los que si no me meto algo al cuerpo cada cierto tiempo me pongo romo, me da taquicardia y sueño y un cansancio que no sirvo ni para vigilante… Yo le suplico que no me haga pasar la zarza y el guayacán, que me convierto en equipaje en un dos por tres.
Entre veranos: ¡implosión!
Colapso de una mentira política —la autonomía del Estado Libre Asociado, el pacto bilateral entre Estados Unidos y Puerto Rico, la democracia—, cuyo derrumbe, ahora que la farsa ha quedado descubierta —el Estado Libre Asociado está completamente sometido al Congreso de Estados Unidos; carece absolutamente de autonomía—, hace temblar los libros de historia de Puerto Rico, prestos a ser reescritos a partir del colapso colonial.
Interregno; la literatura se mira en el espejo de la historia que está por escribirse.
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* Francisco Cabanillas. En 1991, obtuvo un Ph.d en literatura hispanoamericana en la University of Connecticut, Storrs. Ha publicado tres libros: Escrito sobre Severo (1995), Pedreira nunca hizo esto (2007), K-lores del trópico: ensayos transboricuas (2012). Tras varios años de trabajar con la literatura de Yván Silén (Puerto Rico), su manuscrito sobre la misma, Ensayos silenistas, está en proceso de publicación. En 2007, Pedrira nunca hizo esto, obtuvo el premio en la categoría de ensayo del Instituto de Cultura Puertorriqueña. Desde 1991, enseña lengua, literatura y cultura hispanoamericanas en Bowling Green State University, Ohio.