REFLEXIONES SOBRE SALARIOS Y EDUCACIÓN
Por Marcel Hofstetter Gascón
Gran debate ha causado en los círculos académicos la publicación del ranking de los salarios de los egresados de Administración de Empresas, elaborado por el Ministerio de Educación Nacional, el cual está encabezado por el Colegio de Estudios Superiores de Educación (CESA), seguido por la Universidad de Los Andes, la Universidad de La Sabana, el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario y la Universidad Externado de Colombia. Los salarios promedio de los egresados de las mencionadas instituciones oscilan según el estudio, entre $3,8 y $5,4 millones de pesos, valores que superan ampliamente el promedio nacional de $1,4 millones de un egresado de pregrado.
Una primera lectura de los mencionados valores invita al optimismo. Las empresas del país tienen la capacidad económica para remunerar positivamente a los administradores recién contratados. Esto implica que Colombia puede estar modificando su aparato productivo, en el cual la empresa se está convirtiendo en la unidad determinante para la generación de valor agregado, y los administradores en verdaderos gestores de desarrollo.
Sin embargo, sorprende que en los primeros cinco lugares no esté ninguna institución de carácter público, hecho que invita a la reflexión. La educación pública ha sido la estrategia más utilizada para cerrar las brechas sociales en las economías capitalistas. Los datos confirman que el egresado de una institución pública no compite a nivel salarial en igualdad de condiciones frente a un egresado de una institución privada. La ausencia de la universidad pública en el ranking, indica que las brechas sociales se están reproduciendo a nivel de la educación superior. Los esfuerzos de calidad y cobertura realizados en las últimas décadas por los distintos gobiernos, no se han trasladado de manera manifiesta y definitiva al mercado laboral de los profesionales de la administración.
El sector productivo ha dado el primer paso, demandando una gran cantidad de administradores de empresas. Le corresponde ahora a los gestores de la educación pública profundizar las reformas y dar un gran salto de calidad que le permita a la educación consolidarse como el principal vehículo de movilidad social en las áreas de las ciencias administrativas. La sana competencia entre las instituciones públicas y privadas es el gran reto que debe enfrentar el Gobierno de la prosperidad democrática.