Sociedad Cronopio

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Obama

OBAMA Y LA NUEVA IZQUIERDA LATINOAMERICANA

Por Clara Nieto Ponce de León*

En la primera década del siglo XXI tienen lugar dos acontecimientos coincidentes que implican cambios fundamentales en el panorama geopolítico del continente y en las relaciones hemisféricas. En América Latina y el Caribe por primera vez la mayoría de los gobiernos son de Izquierda, progresistas y nacionalistas, que luchan por liberarse del dominio político y económico de Estados Unidos de Norteamérica y afianzan su independencia en organismos regionales de integración que lo excluyen.

Esa «Nueva Izquierda» llega al poder con el apoyo de movimientos y organizaciones populares e indígenas, sectores tradicionalmente excluidos, que ingresan con gran fuerza en la arena política y desplazan a los partidos tradicionales, desprestigiados y en franca decadencia. Su lucha es en defensa de la soberanía, del medio ambiente, contra políticas mineras y de extracción en sus territorios, y contra el Neoliberalismo que imponen sus gobiernos. Tales sectores han sido un factor determinante del cambio que se opera en el continente.

Al final de la década en Estados Unidos de Norteamérica el candidato demócrata, Barack Obama, de ascendencia africana, vence barreras raciales y de discriminación y triunfa en las elecciones. Es el primer presidente negro de la superpotencia mundial. Muchos creen que es el comienzo del fin del racismo en su país, cuyas secuelas persisten en su sociedad en muchas formas —como él mismo describe en sus magistrales discursos de campaña— y que The New York Times califica de aberrantes.

Estos dos desarrollos hemisféricos están entrelazados por las relaciones de dominio que ha ejercido Estados Unidos de Norteamérica durante décadas sobre América Latina, su llamada zona de influencia. En efecto, desde la independencia de las potencias coloniales, España y Portugal, el amo del Norte les impone relaciones conflictivas de dominio, explotación, abusos de poder. Sin distingos apoya a las dictaduras militares que señorean en la mayoría de sus países pues combaten al Comunismo, garantizan sus inversiones y no atentan contra sus intereses.

En frase lapidaria, John Foster Dulles,secretario de Estado del Presidente Eisenhower, afirma: «Nosotros no tenemos amigos, sino intereses» (Aguilar, 1968: 108). En defensa de esos intereses, por medio de acciones abiertas y encubiertas de la CIA, derroca gobiernos que le son incómodos. En los años 50 derroca al presidente Jacobo Arbenz en Guatemala —por haberse atrevido a expropiar tierras de la United Fruit Company— y coloca a un coronel corrupto y sumiso.

Obama encuentra un continente distinto al que ha modelado Washington por décadas. En la década del siglo XXI está en proceso de afianzar su independencia y liberarse del dominio político y económico de su país. Gobiernos y pueblos se oponen a las políticas neoliberales que les ha impuesto el Consenso de Washington, las privatizaciones, los tratados de libre comercio (TLC). Algunos países pagan sus deudas al Fondo Monetario Internacional (FMI), las renegocian con el Banco Mundial (BM), y expanden sus mercados y sus relaciones diplomáticas y comerciales hacia otros continentes. Los Estados Unidos de Norteamérica ha dejado de ser su principal socio comercial y Washington pierde control sobre su tradicional zona de influencia.

La bandera de la campaña de Obama —considerada como la más importante de la historia de Estados Unidos de Norteamérica— es «el cambio en que podemos creer» (Change we can believe in). Las multitudes que lo apoyan quieren ese cambio. Salen de ocho años de la nefasta administración republicana Bush-Cheney, que hunde al país en dos guerras, Afganistán e Irak, profundamente impopulares, sangrientas y ruinosas, e innecesarias para las mayorías. Lo deja en medio de la peor crisis financiera en siete décadas, de impacto global, cuyas secuelas son quiebras, grandes y pequeñas, millones de gentes cesantes y millones de familias que han perdido sus viviendas. La política exterior unilateral y prepotente de la administración Bush ha aislado a los Estados Unidos de Norteamérica del resto del mundo. Cuando deja el poder, sus relaciones con América Latina están en su peor momento.

Obama regresa a la política multilateral, da respaldo a la ONU que Bush ha querido debilitar, respeta los convenios y convenciones internacionales que abandona o califica de «obsoletos»; tiende puentes con Rusia y hacia el mundo musulmán. Ofrece diálogos con países amigos y enemigos como Irán, con el que espera cooperar y convencer para que desista de su programa nuclear cuestionado por Occidente. La nueva atmósfera de distensión crea —desconocida en los ocho años de la administración republicana— grandes esperanzas y optimismo entre sus aliados, amigos y enemigos. En su primer encuentro con los mandatarios de América Latina y el Caribe, en abril del 2009, les ofrece un diálogo de igual a igual y un nuevo comienzo, y a Cuba un amplio diálogo. No obstante anuncia que mantendrá el embargo.

Las multitudes apoyan a Obama y esperan milagros, como el arreglo de los desastres que ha dejado su antecesor. Quieren un corte claro con las políticas de esa administración, considerada por la inmensa mayoría como la peor de su historia. Obama prohibe la tortura y otras prácticas atroces en interrogatorios a prisioneros —supuestos terroristas—, autorizadas por Bush y aplicadas por sus agentes en cárceles de ultramar. En temas de seguridad, para decepción de muchos, hay perturbadoras semejanzas. ¿Qué hereda? ¿Qué rechaza? ¿Qué mantiene?

Este libro se inicia con el«tsunami» en el Capitalismo, el colapso del sistema financiero estalla en Estados Unidos de Norteamérica y es de impacto global. Según analistas la causa es la desregulación de los mercados que patrocina el gobierno, y los excesos de Wall Street. Es evidente el desinterés de Bush por América Latina y tal distanciamiento da pie a políticas antagónicas que afectan los intereses de Washington.

Como candidato Obama expone su política hacia el continente en Miami, ante una audiencia anticastrista. Pronuncia bellas palabras, pero no ofrece cambios: en la lucha contra la droga seguirá dando apoyo a Colombia —epicentro del narcotráfico— y a México, país por donde ingresan toneladas de cocaína a Estados Unidos de Norteamérica; ofrece un amplio diálogo con Cuba, pero mantendrá el embargo… Algunos se preguntan si la política de Obama hacia el continente será más de lo mismo.

El Capítulo II está dedicado a la Nueva Izquierda: quiénes son sus dirigentes, sus matices políticos e ideológicos; a la integración regional al margen de Estados Unidos de Norteamérica; a la fuerza política de los movimientos y las organizaciones indígenas como factores de cambio; al movimiento contra el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y los TLC; y a la lucha en defensa del agua que escasea en el mundo y que tales instituciones crediticias pretenden privatizar.

El Capítulo III trata de la influencia de la Revolución Cubana en el surgimiento de esa Nueva Izquierda; su resistencia de más de medio siglo frente a la agresión de los Estados Unidos y al embargo económico. Esa experiencia extraordinaria les sirve de ejemplo: la Revolución es su referente. Influyentes sectores le piden al candidato Obama un cambio de la política hacia Cuba, levantarle el embargo y un acercamiento a América Latina.

El Capítulo IV se refiere a los mandatarios de la Nueva Izquierda, los que han realizado profundas transformaciones en sus países y adoptan nuevas constituciones de tinte socialista. A los líderes de la política de integración regional y frente a los Estados Unidos de Norteamérica, Lula da Silva de Brasil, y Hugo Chávez, de Venezuela; Evo Morales, el primer indígena en llegar a la presidencia de su país. Trata sobre sus gobiernos, su política interior y exterior, sus conflictos y su política frente a Washington, expulsión de sus embajadores, de sus agentes de la DEA, sus denuncias contra su intervención. Trata sobre el conflicto de Colombia con Ecuador por el operativo militar del ejército colombiano en ese país para liquidar a un jefe guerrillero de las FARC y la reacción continental. Ecuador y Venezuela rompen relaciones con Colombia. La UNASUR entra en acción para confrontar a Colombia.

El Capítulo V describe el mundo de Barack Obama. Su ascenso a la arena política nacional, su campaña por la presidencia, el poder de su oratoria, sus discursos magistrales, como el que pronuncia en Filadelfia sobre el racismo. Lo titula «La unión perfecta». La unión de los partidos es tema principal de su campaña, insiste en que deben trabajar juntos a favor del país. En el gobierno intenta la unión bipartidista pero desde el inicio se enfrenta a la oposición republicana que sólo busca su fracaso. Cuál es el país que hereda, el impacto de Obama en la arena internacional, con aliados, amigos y enemigos; el primer encuentro con América Latina, sus primeros cien días, los primeros seis meses, el golpe militar en Honduras, primera crisis regional que enfrenta, los retos que le toca enfrentar con aliados y opositores en el mundo.

El Capítulo VI se refiere a la guerra contra las drogas y a la expansión militar de Estados Unidos de Norteamérica en el continente, con el pretexto de combatir la droga. La expansión de sus bases militares, cuando pierde las que ha tenido cerca de cien años en Panamá. Incluye la firma del Plan Colombia, acuerdo que supone el ingreso en forma permanente de 800 miembros de sus fuerzas militares y 600 contratistas, y las nuevas bases FOL (Forward Operation Locations) o Centro de Operaciones Avanzadas en Centroamérica, el Caribe y Ecuador, la más controvertida. Bajo la sombrilla de la guerra antinarcóticos, firma con Colombia, en octubre del 2009, un nuevo acuerdo militar para la utilización de siete de sus principales bases aéreas y navales. Ambos gobiernos lo negocian a espaldas de sus Congresos y se convierte en un gran escándalo continental. Colombia se convierte en el principal enclave militar de Estados Unidos de Norteamérica en el hemisferio occidental y en la peor amenaza para los países vecinos y la región. Hugo Chávez cuestiona la voluminosa presencia militar de Estados Unidos de Norteamérica en Colombia, la considera una amenaza para Venezuela. Tal acuerdo es una nueva fuente de fricción entre Uribe y Chávez y de rompimientos y mutuas acusaciones: Uribe lo acusa de alojar grupos de las FARC en su territorio y lo amenaza con la Corte Penal Internacional.

El título del Capítulo VII es la pregunta: «Obama ¿Más de lo mismo?» Pues los cambios que le ofrece a América Latina en el primer encuentro con sus mandatarios, un nuevo comienzo y un amplio diálogo con Cuba, dos años después no se han dado. Motivo de resentimiento es el cuestionado manejo que da a su primera crisis en el hemisferio, el golpe militar en Honduras. Rompe el acuerdo hemisférico, les voltea la espalda a sus colegas en el continente, apoya a los golpistas, deja vivo el espectro de los golpes militares, un gobierno hondureño ilegítimo que la mayoría de mandatarios latinoamericanos se niega a reconocer. Lula sostiene que Obama deja abierta la puerta a nuevos golpes. Trata sobre el «fenómeno» de Álvaro Uribe, de Derecha, visto como un caballo de Troya contra los planes de integración y unidad regional, y como presidente de teflón, pues sale ileso de todos los graves escándalos que empañan su gobierno.

En el VIII y último capítulo, la pregunta en su segundo año de gobierno estadounidense es: ¿Quo vadis, Obama? En el primero hay decepción y desencanto por promesas incumplidas. A pesar de la virulenta y tenaz oposición republicana y de los ataques de los energúmenos tea parties, con el propósito de bloquear su agenda y hacerlo fracasar. Tal campaña es racista, sostiene el ex–presidente Jimmy Carter. No obstante sus logros son substanciales: maneja el colapso financiero, salva de la quiebra a empresas gigantes y a bancos y resucita la poderosa industria automotriz. Las victorias históricas en su segundo año: la reforma universal de la salud, la financiera, la más extensa desde los años treinta, la energética, a la cual se oponen los poderosos sectores republicanos, financieros y bancarios, y empresas y corporaciones del sector de la salud que se sienten amenazadas. En su discurso —Estado de la Unión— describe su política a favor de las clases trabajadoras, media y baja, prioridad de su agenda doméstica. Un gran conflicto es el estancamiento de la reforma integral de inmigración, la cual afecta a millones de indocumentados, la mayoría latinos. La pospone, los frustra y enardece. El escándalo de la ley racista aprobada por el gobierno de Arizona, en Abril del 2009, pues criminaliza a los indocumentados, los poderosos sectores a favor y las masas en contra. Obama la cuestiona y el Fiscal General la demanda. El tema de la inmigración, es una bomba de tiempo. Un tema álgido son las «operaciones de contingencia en ultramar» (o sea la guerra global antiterrorista de Bush); las guerras de Obama, Afganistán, Pakistán y Yemen, contra Al Qaeda y los talibanes. El factor Irán por sus programas nucleares y el conflicto de Washington con Brasil, Venezuela, y Bolivia que apoyan a Irán.

Un aspecto que perturba en los dos años largos del gobierno de Obama es el racismo irracional del Partido Republicano contra el presidente desde su llegada a la Casa Blanca. Su objetivo es hacerlo fracasar, lograr las mayorías en el Congreso, y asegurar su vuelta a la Casa Blanca. En ese juego de poder avanza la influencia de los tea parties, situación que alarma al GOP, pues logran imponer sus candidatos de ultraderecha, y a sectores demócratas y progresistas por la derechización que están logrando en el país. El New York Times, destaca que tal campaña ha conseguido ocultar y distorsionar los innegables y «extraordinarios» logros de Obama, aunque se queja de no haber sabido defenderlos. (The New York Times, 2010, 7 deAgosto). No obstante tan poderosa oposición, Obama está cumpliendo con su plan de campaña, y está cambiando al país.

El epílogo, «No es el fin de la historia», trata sobre las elecciones legislativas de medio término en Estados Unidos de Norteamérica, de la contundente derrota demócrata, y lo que queda por delante a Obama y las predicciones sobre el efecto negativo para América Latina del triunfo republicano en el Congreso. En esta etapa el continente registra progresos, avances en sus economías y un ambiente de convivencia, entendimiento y paz regional. Dos países, Colombia y México, lidian graves problemas de violencia interna. El narcotráfico sigue boyante. A finales de 2010, las elecciones legislativas en Venezuela y presidenciales en Brasil no cambian la orientación de izquierda de sus gobiernos.

El balance de Obama en América Latina decepciona. Lula, el súper líder continental, afirma que no ha hecho «nada» por sus países. En efecto, se ha mantenido distante y el tema de la reforma migratoria, que interesa a varios de sus países, Obama lo pospone. A nivel interno, calculando su reelección, siguen pesando en su contra el alto desempleo de uno de cada diez estadounidenses y muchos padecen dificultades económicas pues no registra los avances necesarios. No obstante en los primeros meses del 2011 Obama comienza a recuperar su prestigio. Desde ahora, se perfila a la altura de los grandes mandatarios que han conducido con éxito, en condiciones en extremo difíciles, los destinos de la superpotencia mundial.
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* Clara Nieto Ponce de León tuvo una exitosa carrera diplomática: sirvió en la misión colombiana de las Naciones Humanas entre 1960 y 1967. Fue líder de la delegación de la Unesco en Colombia en los 60. Fue encargada de las relaciones exteriores entre Yugoslavia y Colombia entre 1970 y 1976. Fue embajadora colombiana en Cuba entre 1977 y 1980.  Entre 1984-1986 fue Directora de la  seccional regional de la UNESCO para América Latina y el Caribe, con sede en la Habana.  Sus columnas son habituales en El Tiempo, El Espectador, El Mundo y NACLA en los Estados Unidos. Nieto vive entre Nueva York y Bogotá. Es autora del reconocido libro “Los amos de la guerra y las guerra de los amos”,  un análisis sesudo sobre los Estados Unidos y su relación geopolítica con los países latinoamericanos. Es una de las más reconocidas analistas políticas colombianas.

El presente texto es el prólogo  de su libro «Los amos de la guerra y las guerra de los amos», de Ediciones B.

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