Sociedad Cronopio

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Epistolario

EPISTOLARIO: CON LA VIOLENCIA EN LA PIEL

Por Armando Rojas Arévalo*

Amigos de Cronopio: De cierto, no sé cómo los colombianos han logrado lavarse la sangre y curado las heridas que dejaron aquellos años terroríficos de la violencia desatada por el narco. Lo que sí sé es que en México el miedo lo llevamos untado en la piel, y cuando se vaya correrá tiempo acostumbrarnos a vivir sin él.

Sería interesante saber qué ha hecho el pueblo colombiano, para resarcirse del daño moral y psicológico y volver a la autoestima.

La violencia en México es el pan de todos los días. Por decirlo de alguna manera, la sangre, los muertos, los descuartizados, los secuestrados —«levantados»— y los enfrentamientos de soldados y delincuentes son el menú cotidiano con que empezamos el día. Desayunamos, comemos y cenamos en la morgue.

Periódicos y noticiarios de la radio y la televisión nos bombardean a toda hora con noticias nada agradables. Cómo quisiéramos sacudírnoslas, pero sé que va a llevar tiempo. ¡Nos hemos acostumbrado tanto a la violencia!

Desde que se inició la «guerra» contra la delincuencia organizada, hace cinco años, ha habido 48 mil 938 muertes en todo el país, según el «ejecutómetro» del diario Milenio. Empero, hay quienes hablan de más de 50 mil y los pronósticos dicen que al término de este 2012 se llegará a los 60 mil; algo así como 800 muertos por día.

En los enfrentamientos entre la policía y el ejército con sicarios mueren también personas inocentes: niños, mujeres, ancianos y ciudadanos que escogieron el día equivocado y la calle equivocada para dirigirse a sus labores.

La violencia en México ha sido descarnada. Las ejecuciones son cada vez más crueles y sanguinarias. En su lucha por territorios los cárteles de la droga no sólo liquidan a los adversarios, sino que los decapitan y descuartizan. Los miembros cercenados son esparcidos envueltos en bolsas de plástico negro, en calles y avenidas con mensajes alusivos a la ejecución.

También aparecen colgados de puentes peatonales elevados, y en un caso que cimbró a los mexicanos 35 cadáveres fueron arrojados en la vía pública a plena luz del día, en una zona conurbada entre el puerto de Veracruz y la población Boca del Río, en el sureste del territorio nacional.

Ya se perdieron las proporciones y no hay el mínimo respeto a la vida de inocentes. En el mes agosto de 2011, un comando de sicarios incendió una sala de apuestas denominada «Casino Royale», en la ciudad de Monterrey, en el norte del país, matando a 59 personas.

Ya no se habla de un muerto. Cualquier día se pinta de sangre, con cinco o diez, cuando menos. El diario «La Jornada» que también lleva un conteo fúnebre, informa el día en que escribo esta entrega —primero de marzo— de 1617 asesinatos en enero y febrero de este año. Casi 27 por día.

Cuando empecé como reportero hace 45 años, lo hice en la página roja de un diario vespertino. El día que en la Ciudad de México no había un «muertito», había que inventarlo. Hoy la realidad ha rebasado con mucho a la ficción.

La violencia ha penetrado en todas partes, como el agua. Desempleo y pobreza hacen un cóctel fatal. Entristece y alarma al mismo tiempo, que jóvenes —hombres y mujeres— de 14 años y un poco más, estén siendo reclutados por la delincuencia. El desempleo. Los jóvenes no encuentran opciones laborales y se pasan a las filas del crimen.

El desempleo trae pobreza y hambre. Los mexicanos ricos consumen 56.7 por ciento de bienes, los pobres, apenas el 3.8 por ciento, dice un informe del Banco Mundial publicado hoy, primero de marzo [N. del E.: 2012]. De acuerdo con ese documento, 22.6 millones de personas que se ubican en la parte baja de la pirámide de ingreso, que representan una quinta parte de la población total del país, participan sólo con 3.8 por ciento del consumo nacional de bienes.

El día en el que escribo esto, las noticias enteran que «sin el temor a Dios, ocho sujetos armados ingresaron a un templo Cristiano de la colonia Treviño y con lujo de violencia llevaron a ochenta personas al sótano para despojarlos de sus carteras, bolsas y celulares la noche de ayer en el municipio de Monterrey».

Estados Unidos, nuestro vecino, está alarmado, casi apanicado. Obvio, la violencia toca a sus puertas. El presidente de la Reserva Federal (Fed) de Dallas, Texas, Richard Fisher, reveló hace unos días en la Ciudad de México que, si bien el gobierno norteamericano ve con beneplácito el desarrollo de la macroeconomía mexicana, lo que le preocupa es el alto nivel de inseguridad alcanzada en el país, sobre todo en la zona norte, o sea, la colindante con su territorio.

Por otro lado, pero relacionado con el tema, para quienes ejercemos el periodismo, la profesión se ha vuelto altamente peligrosa. México está considerado como uno de los países más riesgosos para la práctica del periodismo libre, por el estado de guerra que vive el país. De ello hablan varias organizaciones, entre ellas, Reporteros sin Fronteras señala que por el número de periodistas muertos, secuestrados, amenazados, detenidos o censurados, México ocupa el sexto lugar de agresiones en contra de quienes ejercen esa profesión, tan sólo por debajo de la labor que realizan en Filipinas, Somalia, Rusia, Pakistán, Irak.

En México sabemos que ustedes los colombianos pasaron por las mismas. ¿Cómo hacer para salir de esta pesadilla?
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* Armando Rojas Arévalo es un periodista mexicano, con 45 años de experiencia profesional en el género de columna política, especialista en investigación periodística.

Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la UNAM, imparte en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de esa Casa de Estudios las asignaturas de Géneros de Opinión, Metodología de la Investigación y Oficinas de Prensa, así como talleres de redacción periodística.

Es Premio Nacional de Periodismo en el Género del Reportaje. Autor del poemario «Para leerse en la oscuridad», y coautor de varios libros, entre ellos «Antología de cuentos del Rayo Macoy».

Admira a Gabriel García Márquez, pero la obra que en su juventud le empujó a dedicarse a recorrer el mundo para contar historias fue «La Vorágine», de José Eustasio Rivera. Vibra leyendo y releyendo los versos de Porfirio Barba Jacob.

Correo-e: armandorojasarevalo@yahoo.com.mx

1 COMENTARIO

  1. Te quedaste corto Armando…..la situación ha empeorado brutalmente y, de continuar los mismos panistas con el poder nacional hasta el 2030 como es su proyecto, solo Dios ¿y Estados Unidos?
    podrán ayudarnos. Urge el cambio en el gobierno de México. Roguemos para que esto se logre conn las próximas elecciones del 1 de Julio.

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