GUARDAR MEMORIA, CONSTRUIR PRESENTE
Por Jimena Vera Psaró*
[x_blockquote type=»left»]La casa tiene venda y mordaza. Ha sido herida por las esquirlas del tiempo. Los vidrios estallaron. A ella solo le habla el viento cuando bate las persianas[/x_blockquote]
En Argentina, la Ley 26.691 custodia los espacios denominados “sitios de la memoria”. Son lugares que han funcionado como centros clandestinos de detención (CCD), durante la última dictadura cívico militar (incluso desde años antes a 1976 y hasta el 10 de diciembre de 1983, con la restitución de la democracia en Argentina). En ellos se ha detenido, demorado, interrogado, torturado, violado y hasta ejecutado a personas.
La Ley busca encuadrar con las señalizaciones “todos aquellos Sitios respecto de los cuales existieron pruebas suficientes sobre su funcionamiento como lugares donde se produjeron delitos de lesa humanidad”.
Estos espacios conviven en la ciudad desde hace más de 40 años, son parte de peritajes e inspecciones oculares durante los juicios, son registro del pasado reciente y doliente. Algunos no resisten las marcas que la historia les atraviesa. Las baldosas son pintadas de negro, los carteles quitados de la vía pública con amoladoras, las construcciones vendidas a particulares y demolidas.
Apacheta
Antes de 1942, este lado del mundo ya portaba las marcas del tiempo. Incas y diaguitas construyeron Apachetas que son montículos artificiales de piedras erguidos en forma cónica e insertos en la geografía próxima a la cordillera de Los Andes. Las Apachetas son objetos dinámicos en tanto crecen por el aporte de rocas que los transeúntes depositan como ofrenda en un gesto ritual.
“La apacheta tiene sentido porque fue cargada de sentido, porque en él se identifican los individuos y se relacionan, compartiendo una historia en común” (1)
El antropólogo Marc Augé identifica a éste tipo de lugar como «lugar antropológico», es decir, una «…construcción concreta y simbólica del espacio que no podría por sí sola dar cuenta de las vicisitudes y de las contradicciones de la vida social pero a la cual se refieren todos aquellos a quienes ella les asigna un lugar, por modesto y humilde que sea. Justamente porque toda antropología es antropología de los otros, en otros términos, que el lugar, el lugar antropológico, es al mismo tiempo principio de sentido para aquellos que lo habitan y principio de inteligibilidad para aquel que lo observa.» (Augé, 1995:58).
Marcas en la piel geográfica
Desde muchos años, el colectivo “Barrios x Memoria y Justicia” viene haciendo y colocando las llamadas baldosas por la memoria. Son rectángulos cerámicos con incrustaciones de mosaicos y letras, que señalan los lugares donde vivieron, estudiaron, permanecieron y/o fueron secuestrados o ejecutados militantes populares. La intención es que las veredas hablen de ellos, por eso en cada baldosa se inscriben sus nombres y la fecha de su desaparición. Nadie podrá transitar por allí sin detenerse y pensar sobre el ideal de esos jóvenes y sus sueños. Nadie podrá volver a pisar la indiferencia.
Durante más de una década, se había fortalecido la política de derechos humanos en Argentina, se habían impulsado los juicios por delitos de lesa humanidad, se había tomado la medida de devolver a las cárceles comunes a los genocidas que gozaban de trato diferencial y jerarquía en centros militares o eran beneficiados con la prisión domiciliaria. Con la presidencia de Mauricio Macri, quien tildó a los derechos humanos como un “curro” –lo equivalente a un engaño- él y su gestión se ha empeñado en hacer un quite de colaboración a las causas de derechos humanos. Dice desconocer el número de las víctimas de terrorismo de Estado, desfinanció los juicios por delitos de lesa humanidad, permitió que los viejos genocidas vuelvan a cumplir condenas en hospitales militares, desde donde históricamente se fugaban amparados con la complicidad de sus pares.
En cuanto a los espacios físicos que funcionaron como CCD, una primera acción que se vino desarrollando fue la de señalizarlos. Carteles en vía pública indicaron bajo los pilares de memoria, verdad y justicia el centro del horror. Una leyenda explica que ese espacio “se han cometido crímenes de lesa humanidad durante el terrorismo de estado”. Es decir, en estos inmuebles se ha comprobado que se cometieron actos de tortura, exterminio, reducción a servidumbre, desaparición forzada de personas u otros vejámenes.
Como Sitios de la Memoria, en ellos se cumple el objeto de resignificar ese espacio desde la verdad histórica, preservar la memoria, promover y defender los derechos humanos y ofrecer propuestas socio culturales que manifiesten la construcción y la expresión ciudadana en democracia. Son lugares culturales, educativos, documentales y de investigación, de contención y testimoniales para que Nunca Más el Estado sea el verdugo de la ciudadanía.
Expropiación
Cuando se pide que el Estado compre y administre estos bienes, lo que se está pidiendo es mucho más que apropiarse de la dimensión en metros cuadrados del espacio. Se pide que el Estado se haga cargo de la marca simbólica de estos puntos de la geografía, verdaderas Apachetas de la memoria histórica.
Tal como marca la Ley, la potestad del Estado es la de promover todo tipo de actividades educativas, de investigación, capacitación y difusión relacionadas con los hechos allí acaecidos, así como también, relacionados con la defensa irrestricta de los derechos humanos y la plena participación ciudadana como pilares del sistema democrático.
Promover, impulsar o auspiciar proyectos específicos de preservación y de recopilación, sistematización y conservación de material documental y testimonial, garantizando la plena participación de los organismos de derechos humanos.
Propiciar la participación de universidades nacionales u otras instituciones educativas para cooperar en el estudio y la investigación sistemática de los hechos históricos acontecidos durante el terrorismo de Estado.
Promover la gestión, articulando las áreas específicas del Estado nacional, provincial, municipal, según corresponda, incentivando activamente la participación de la sociedad civil mediante organismos de vasta trayectoria en la promoción y defensa de los derechos humanos, sobrevivientes, familiares de las víctimas y organizaciones sociales.
Establecer canales apropiados de consulta permanente con organismos de derechos humanos y organizaciones de la sociedad civil en el diseño de las políticas públicas de memoria.
Quipus
En la ciudad de La Rioja, República Argentina, se ha constituido el colectivo de investigación y acción Quipus (2), que trabaja la preservación y resguardo de la memoria histórica y los derechos humanos.
El Quipus era un sistema que usaban los Incas para registrar y administrar todo su territorio. Compuesto por nudos y cordeles de distintos colores, era básicamente una herramienta mnemotécnica que permitía recordar y transmitir información. En esa analogía la misión hoy es registrar la memoria para contar, es decir para no olvidar. Las acciones del colectivo en estos días están centradas en evitar que una casona céntrica sea demolida. Además de estar catalogada como un Sitio de memoria, tiene un valor patrimonial arquitectónico que el Estado también debe preservar.
Como señala la Ley, estos lugares pasan a ser propiedad del Estado, que debe dar participación a las diferentes propuestas que la sociedad demande. Es decir con la expropiación se favorece al bien común.
La materialidad de la memoria
La dictadura intentó borrar las marcas del terror en lo cotidiano. No les bastó hacer desaparecer personas y privar de su identidad e historia a recién nacidos, también se dedicó minuciosamente a desconfigurar la experiencia de mundo que pretendían aniquilar. Al borrar la existencia de los CCD, apagan y niegan parte de la historia de Latinoamérica, el Terrorismo de Estado, el Plan Cóndor y la sistematización del horror. La memoria permite encender un amparo contra el avasallamiento de los derechos humanos. Reflexiona para que las cárceles y comisarías no sean actuales centros clandestinos de detención y tortura.
Resguardar la memoria histórica es fundamental para construir un presente de verdad y justicia, para mirar al futuro sin vendas en los ojos. Con las puertas abiertas.
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1. Diccionario de mitos y leyendas. www.cuco.com.ar
2. www.facebook.com/Quipuscolectivo
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*Jimena Vera Psaró es Licenciada en Comunicación Social. Nació en La Rioja, Argentina, en abril de 1979. Cursó estudios de arte, diseño gráfico y periodismo. Trabajó en medios gráficos, empresas de telecomunicaciones y docencia. Desde hace 3 años inició Anima Mulita, su estudio de diseño y comunicación, sostiene el trabajo cooperativo desde ¡Amalaya! Como escritora recibió el 3er premio en el II Concurso Literario Febrero Chayero 2012, participó de tres antologías (entre ellas «Invitados a escribir» de la Biblioteca Popular Ciudad de Los Naranjos y en «Travesuras» como finalista del Iº Certamen Internacional de Literatura Infantil) y obtuvo el 1er Premio por La Rioja en el Concurso Regional de Microrrelatos Norte Cultura (2014).